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  CHARQUI POR CARNE: ARQUEOLOGÍA, PROPIEDAD Y DESIGUALDAD EN EL DESIERTO DE ATACAMA  1    Alonso Barros van Hövell tot Westerflier INTRODUCCIÓN “Me resta hablaros de nuestras relaciones con las  potencias extranjeras . Y tengo la satisfacción dedeciros que los combates con las tribus bárbaras delSur en la primera época de mi administración, y laguerra contra la Confederación Perú-boliviana, hansido las únicas interrupciones de la paz exterior enel espacio de diez años. (Exposición a la Nación delPresidente Prieto de Chile, 1841). Existe una brecha de incomunicabilidad con la época prehispánica, que laarqueología y la memoria oral de los Pueblos Indígenas no alcanza a aclarar.¿Qué dirían los gentiles , si vieran las disputas y tráficos de sus antiguos trastos, vestiduras y edificios? ¿Qué dirían los millones de indígenas que murieron aconsecuencia del contacto colonial, o en las independencias, e incluso durante laGuerra del Pacífico, sea como víctimas o victimarios en las filas bolivianas,chilenas o peruanas? El epígrafe que cita al Presidente Prieto (1841) es unaprueba del giro colonial que dio Chile durante la segunda mitad del s. XIX, donde ya no sólo hizo la guerra para consolidar su hegemonía en el Pacífico (como en laGuerra contra la Confederación Perú-Boliviana, de 1836 a 1839), sino tambiénpara expandir su territorio hacia el sur del Bío-Bío, en territorios mapuches, y hacia el norte de Copiapó, por las antiguas tierras indígenas del  Kollasuyu  (Bolivia y Perú) 2 . Los indígenas y otras “pote ncias extranjeras ” fronterizas fueron incorporados a la Nación chilena. Pero la mentalidad de casta colonial sobrevivióal genocidio decimonónico (Barros 2007a y 2008a). Veremos que el Indioprototípico de los medios es nuevamente escarnecido y reducido por la políticamulticultural, donde la discriminación propietaria encerrada en el proceso de 1   Este trabajo forma parte de investigaciones realizadas en el marco del proyecto FONDECYTN°11060534   ‘ Discriminación, identidad y desigualdad en períodos de crisis: etnohistoria jurídico-política de San Pedro de Atacama y Chiu-Chiu (s. 19- 21)‟, dirigido por el autor desde el Institutode Investigaciones Arqueológicas y Museo Arqueológico, R. P. Gustavo Le Paige s. j. (IIAM),Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama. Los argumentos de fondo han sidoelaborados a lo largo de diversos textos, aunque sin enfocarse en el tema arqueológico como enéste (Ver Barros: 1998, 2000, 2004, 2006, 2007a, b, 2008a, 2008b). 2 En Chile se retomaron debates europeos que ya evidenciaban la inmoralidad colonizadora y sucontradicción con la doctrina de los Derechos Humanos, que contaba ya con más de cien años(Manceron 2007).  “restitución” actual de sitios arqueológicos mediante concesiones, reproduce las desigualdades del sistema de castas indiano en que está enraizado pero, esta vez,en clave desterritorializadora (De Ferranti et al. 2004).En efecto, la distribución colonial de los recursos productivos americanos, junto al control de la tecnología necesaria para explotarlos, fue determinante enla resignificación de la relacionalidad preexistente en términos de una sociedadglobalmente desigual e inequitativa 3 . Como una fantasmagoría prehistórica que filigrana las venas de la Historia, trasluce „el indio‟ (en adelante, Indio), omnipresente aunque difícil de percibir, estigmatizado por la injusticia, lapobreza, la barbarie, el crimen, la falta de higiene y salud. Su presencia esincontenible (las citas y ejemplos son numerosos): mito liminal o figuraintelectualmente borrosa del discurso de la chilenidad, tal Indio acumulacontradicciones. A la vez enemigo traicionero o amigo leal, noble y salvaje,persona y pueblo, etc. El encastamiento chileno tiene hoy al Indio asomado, por ejemplo, en la prensa amarilla del así llamado “conflicto mapuche”, como criminal que atenta alevosamente contra la propiedad privada, sin mencionarque las acciones se producen en territorios ancestrales que, el tal Indio,testarudo, se rehúsa a  perder. Así, en las páginas 11 y 12 de la edición del día 3 deabril 2009, de El Mercurio (el diario de mayor circulación de Chile) hace poco describióel robo con asesinato perpetrado en contra de Edwin Schmidt (70 años) agricultor yfruticultor de la Araucanía4: “El fiscal César Shibar -al igual que la Policía de Investigaciones y Carabineros - atribuyó el asalto y homicidio a la acción de delincuentescomunes, y sostuvo que hasta ahora no hay ningún antecedente quepermita vincular ese hecho a grupos mapuches armados que operan en lazona. "Sin embargo, no podemos descartar ninguna hipótesis", subrayóShibar.El presidente de la Sociedad de Fomento Agrícola (SOFO), GastónCaminondo, entidad gremial que representa a los empresarios del sector enla Araucanía, dijo que en esta zona los agricultores enfrentan un caso únicoen el país, debido a la creciente violencia de grupos armados indígenas, elrobo de animales o maderas.   "No estamos acostumbrados a andar con guardias ni tener gente armada,porque la era del "Far West"  ya pasó, aparentemente. Nos preocupa que ladelincuencia rural esté en aumento", sostuvo.   3 En los países de América Latina con recursos mineros, agro-ganadería de gran escala y abundante mano de obra indígena, se impusieron instituciones mercantilistas que maximizabanestas ventajas comparativas. La asignación de mercedes en territorios indígenas previamentedeclarados baldíos, y de derechos mineros a unos pocos peninsulares, se complementaron a laencomienda, la mita y la hacienda -por las cuales estos individuos adquirieron derechos sobre lafuerza de trabajo indígena. Tras desaparecer cerca de 90% de los aborígenes durante el primersiglo de contacto, se instauró la estructura desigual que despojó a la población srcinaria de susrecursos. (Crispi 2006). 4 Prensa amarilla: la que se alimenta de rumores, intrigas, delaciones, manipulaciones y de losensacional.  Diego de la Sotta, el Gerente General de  Forestal Diguillín dijo: “es posible que estén metidos los mapuches, si me tocara apostar, porqueese es sector de reducción mapuche”   El artículo recoge luego las siguientes impresiones de vecinos.Curiosamente, todos tienen apellidos de srcen alemán: “El hijo mayor del agricultor René Urban, quien ha sufrido reiterados ataques incendiarios, comentó que «siempre hemos temido por laseguridad de nuestras familias. El miedo es cada vez mayor. Sondelincuentes o terroristas y matan a una persona como quien mata a unpájaro». Ayer, él y su hermana Melany estuvieron toda la tarde en eltribunal de Collipulli para declarar en un juicio simplificado por amenazasa su familia en el cual figuran como imputados los hermanos Omar,Rodrigo y Jaime Huencullán Cayul, todos integrantes de la comunidad Autónoma Temucuicui, considerada la más violenta del sector de Ercilla.   «Todos dicen que es un acto de delincuencia común. Es lo mismo que nosdecían a nosotros y a don Jorge Luchsinger, a Eduardo Luschinger y aMartín Ruff, cuando sus predios eran atacados por grupos armados. No séqué buscan con no reconocer que acá hay un problema grave de seguridadpara los agricultores». Los cinco predios de los Urban están con protecciónpolicial permane nte”.   El Senador Pedro Muñoz Barra, del Partido Por la Democracia (PPD, unpartido de la Concertación que gobierna hace 19 años), declaró: “(…) podría tratarse de robos destinados a comprar armas para perpetraracciones de tipo terrorista.” 5   Notablemente desequilibrado, ni este reportaje, ni ningún otro, entrevistaa mapuches sobre el problema: lo más irónico es que el apellido alemán de losagricultores amenazados no merece comentario alguno a lo largo del artículo. Poreso, parafraseando a Hopenhayn, u na “política indígena” o una articulación más efectiva entre cultura y política retrotrae, finalmente, al problema comunicacional: “quiénes hacen oír su voz y quiénes no” (Hopenhayn 2005b:7).  Como vimos, cargado de imprecaciones y calumnias, terrorista y felón porabigeato, el Indio estereotípico no habla por la prensa chilena, no puede, por queno existe, silencio existencial aún más pesado cuando la línea editorial preponderante estigmatiza sistemáticamente la „violencia mapuche‟ como a un producto de la alienación extranjerizante y terrorista. El evidente sesgo racistadel artículo citado forma parte cotidiana del horizonte mental de los chilenos.El Indio taciturno de los mitos asoma su cabeza en los medios, como unespectro indoblegablemente colectivo, tropos atrapados en las redesintertextuales que nos permiten seguir hablando de lo mismo (Pavez 2006). 5 Ver el resto del artículo en el siguiente link:http://www.mer.cl/modulos/catalogo/Paginas/2009/04/03/MERSTNA011CC0304.htm?idnoticia=CBV1607A2120090403   Indio de facciones marcadas pero sin rostro, la industria cultural alimenta el fuego discriminatorio en su contra: Se le “restituyen” sitios arqueológic os que,dejados luego a la suerte de mercado, se descuidan por falta de planificaciónadecuada y nadie se hace responsable. Todo esto hace que, ocupadas conprogramas asistencialistas y sin fuentes de financiamiento autónomo, lasorganizaciones indígenas no insistan con el tema de las tierras, el cual pierdeprioridad ante las oportunidades más inmediatas de ingreso fácil, como las queparecen inicialmente estar asociadas a la industria turística.De hecho, no sabemos cómo se distribuye realmente la visibilidad oimagen pública de los indígenas y sus problemas, ni conocemos a los supuestosprotagonistas de las acciones colectivas tergiversadas por los medios y losaparatos burocráticos y policíacos. En todo caso, adoctrinado y explotado comorecurso literario postcolonial, el Indio salió políticamente mal parado delinfantilismo de la Colonia (cuando era considerado menor de edad para efectosde su representación). Convertido, por arte de magia republicana, en unindividuo de pleno derecho, entró a la adultez burocrática redimidopolíticamente por la religión y las leyes de la civilización europea pero másescarnecido que nunca por las discriminaciones, expolios y abusos imperialistasde la segunda mitad del s.XIX – especialmente en lo que se refiere a su propiedadcolectiva sobre las tierras (González 2005; Valenzuela y Oliva 2007). Y en efecto, desde la época de fray Bartolomé de las Casas, los términospropiedad, pobreza e Indios conforman el campo de objetos y rituales de verdadproducidos por los aparatos de poder del Estado y de la Iglesia, horizonte racistaque, reiteramos, está directamente relacionado con el problema eternamente insatisfecho de las „tierras‟ en el imaginario público sobre los indígenas. Con todo, las categorías propietarias, reflejan parcialmente la subjetividad indígena „protegida‟ y „encastada‟. La noción de propiedad sirve, precisamente, como una de esas cajas negras de los aviones, para entender las (des y re)territorializaciones de la pobreza chilena e indígena en particular. Es un vehículointercultural para caracterizar la falta de acceso indígena a la justiciademocrática, civil y propietaria, a la falta de poder frente a la autoridaddistributiva del Estado (Barros 2007b, 2008a; Sack 1986).La hipótesis central es que la devolución de sitios arqueológicos a lascomunidades atacameñas forma parte de dispositivos de discriminaciónfetichizante, que proyectan arqueológica y turísticamente al Indio al servicio de laindustria cultural. La fetichización del Indio por la industria cultural tambiénoperaría a través de la restitución de sitios, que a su vez substituye la restituciónde la propiedad colectiva que los Estados niegan a los pueblos sobre su hábitat. DE LUCES Y DE SOMBRAS: CASOS ATACAMEÑOS El aspecto civil de la „pobreza indígena‟ (Barros 2008a) se relaciona con la concentración de la propiedad en Chile. De los nueve pueblos indígenasreconocidos en Chile, cinco habitan el Norte. De éstos, el atacameño quizásrefleje mejor el efecto identitario de la concentración propietaria (Figura 1). La Segunda Región de Antofagasta o bien llamada “de la Minería”, concentra tres  capitales chilenas. La primera es su sede oficial, el puerto de Antofagasta. Elcontraste entre ésta y las restantes no podría ser más vivo. Por una parte, lasautoridades municipales y regionales promocionan emblemáticamente a lacomuna y pueblo de San Pedro de Atacama (en adelante SPA) como Capital Arqueológica y Turística de Chile, sellando con ello una cierta autenticidadétnica; mientras, la vecina Calama, con más de 300 mil habitantes, se adorna conel título de Capital Minera de Chile 6 . (Figura 1): Región de Antofagasta (Chile) y lugares del territorio atacameñomencionados en el texto. El cluster minero de Antofagasta es uno de los actores socioeconómicosmás importantes de la región y del país y un polo de atracción transnacional parainversiones y flujos migratorios. Considerando que más de diez mil chilenosdeclaran pertenecer al Pueblo atacameño en la misma región, tenemos que lamayor industria extractiva comparte el desierto más inhóspito con una de lasetnias más reducidas, que en parte se ha caracterizado por reclamar la tuición y propiedad del patrimonio arqueológico en la región.En el año 2000, el ingreso familiar promedio en la comuna de SPA era de320.000 pesos chilenos, valor inferior al promedio nacional (64%) y al regional(52%). El Índice de Desarrollo Humano (PNUD) califica a la comuna con un valor „muy alto‟ en relación con el resto del país. Sin embargo, en el 2000 un 14% de la comuna era pobre, aunque registraba una notable mejoría respecto del año 1986,época en que la pobreza superaba el 30% de la población. La tendencia pudoestar influenciada por la llegada de migrantes de niveles socioeconómicos másaltos y con estilos de vida distintos. Las nuevas actividades económicas, y unaimportante inversión pública llevaron a SPA a salir del listado de las 20 comunasrurales más pobres de Chile en el año 2006. (Fuente: MIDEPLAN-CASEN 2007).En efecto, la visibilidad pública indígena se ha vuelto una condiciónnecesaria para que los distintos pueblos puedan gozar de la democraciapropietaria y tomar decisiones que conjuguen la igualdad de oportunidades conel pluralismo de las identidades. Pero el proceso de visibilización indígena en elDesierto de Atacama ha ocurrido de manera inequitativa y desequilibrada: como veremos, las Comunidades Indígenas, sea formalmente constituidas o porconstituirse (el proceso está abierto), no establecen liderazgos colectivos más alláde la escala comunitaria o de confederaciones políticas sueltas. No gozan niejercen la democracia simbólica en el nivel de Pueblo, ni se reconocen claramentelas expresiones políticas atacameñas propiamente tales -las propiedades de su 6 El auge o boom minero del cobre chileno de los 1990, fue uno de los eventos de mayorimportancia en cuanto a inversión minera en cobre, durante todo el siglo 20, a nivel mundial.Siendo que ya era la mayor del mundo a principios del período, la producción nacional de cobreaumentó tres veces durante la década. A fines del decenio, Antofagasta reunía a casi todas lasgrandes compañías productoras de cobre presentes y activas en Chile. Pero la región tambiénproduce litio en el Salar de Atacama, donde además se extrae boro y sales potásicas. Así en 1998,el Salar concentraba 31,9% de las reservas mundiales de litio después de Bolivia -que concentracerca del 60% de las reservas en el vecino Salar de Uyuni-. (Datos consultados en Lagos y Andía2000). Una sola de las mineras operada por la anglo-australiana BHPBilliton en la zona, MineraEscondida Limitada, generó más de 6 mil millones de dólares de utilidades el año 2007.