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Bolivar Echeverría, Modernidad Y Blanquitud

Filosofía social, racismo, filosofía latinoamericana

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   olívar Echevería Modernidad y bl nquitud Ediciones e ra  ~JVERSID D NDIN S MÓ~ BOtÍV R SE E ECUADOR Primera edición: 2010 ISBN: 978-607-445-047-7 DR © 2010, Ediciones Era, S A de C V Calle del Trabajo 31, Tlalpan, 14269 México, D. F Impreso y hecho en México Printed and llUie in Mexico Este libro no puede ser fotocopiado ni reproducido totaJ o parcialmente por ningún otro medio o método sin la autorización por escrito del editor. his book may not be mproduced n whole ur in part in any Jorm wiJhout written permi ssion from the publishers. www.edicionesera.com.mx  Índice Presentación l Definición de la modernidad 2 Renta tecnológica y devaluación de l naturaleza 3. Acepciones de la Ilustración 4 Imágenes de la blanquitud 5. La modernidad americana (claves para su comprensión) 6 De la Academia a la bohemia y más allá 7 Arte y utopía -8. Sartre a lo lejos 9 ¿Dónde queda la izquierda ? 10. Meditaciones sobre el barroquismo 11. El68 mexicano y su ciudad 12. La modernidad y la anti-modernidad de los mexicanos 9 13 35 43 57 87 115 135 157 177 183 209 231 7  Presentación Lo humano sólo existe como t l si se realiza en la pluralidad de sus versiones concretas, cada una de ellas distinta de las otras, cada una s t generis Aiiular esa diversidad equivaldría a la muerte de lo humano. Felizmente, esa homogeneización es imposible: el mapa de la diversidad humana nunca perderá la infinita multiplicidad de su colorido. La diferencia es inevitable. No hay fuerza que pueda uniformar el panorama abi garrado de las identidades humanas. Ésta es la confianza que subyace bajo toda acción ejecutada y toda palabra dicha des de la admiración por lo humano en medio del universo y con el orgullo de pertenecer a una especie que, pese a su presencia devastadora en el planeta, parece todavía ser capaz de rencauzar su historia y encontrar para sí misma modos de vida que dejen de implicar su autoanulación y la anulación de lo otro como condiciones permanentes de su reproducción. Lo huma no se juega en la afirmación de su diversidad, en la resistencia y el contraataque a la dinámica imparable de nuestra época, que necesita,, consolidar a todos los humanos en una masa obe diente mientras más homogénea más dócil a las exigencias del orden social actual y su sorda pero implacable voluntad de catástrofe. Al parecer serían dos las garantías que sostienen esta confianza humanista: la primera, proveniente del pasado que seguiría activo en el presente y la segunda, de un futuro que apenas comenzaría a esbozarse en el presente. La identidad tradicional, cuyas formas singulares se docu mentan innumerablemente en .las lenguas naturales, en los usos y costumbres cotidianos y en las culturas que las· cultivan crítidunente, proviene de un proceso de diseño cuyo srcen se hunde en la noche de los tiempos, dotándola así de un núcleo inexpugnable, puesto a prueba mil veces, capaz de repe- 9  tirse a sí mismo bcyo las más variadas metamorfosis. Nada podría alterarla realmente, ni la prepotencia conquistadora que la aqueja en sus épocas de auge y la lleva a sobresaturarse de elementos identitarios j~nos ni la sumisión a otras identidades en tiempos de penuria, cuando los humanos a los que identifica se avergüenzan de ella, la deforman y maltratan, y creen poder repudiarla. Transformada, sin duda, pero int.a.cta en el fondo, reaparecería siempre, haciendo burla de todo intento de subsumirla en una identidad global y uniforme. Por otro lado, también el aparecimiento de nuevos individuos colectivos de todo orden, síntoma de la transformación civilizatoria de nuestros días, implica una proliferación de identidades desconocidas hasta ahora, dotadas cada una de mayor o menor fuerza y permanencia; proliferación que podría ofre cer una resistencia al totalitarismo de la uniformación identitaria impuesta por el funcionamiento del aparato productivo diseñado en la modernidad capitalista. La argumentación principal de los textos reunidos en el presente volumen intenta problematizar la confianza humanista en estas dos aparentes garantías de la· pluralidad indispensable de lo humano, averiguar los mecanismos que llevan a ese poderoso impulso homogeneizador a esquivar, cuando no n~ tegrar, las resistencias que le presentan las identidades naturales -sean éstas tradicionales o inéditas-, a imponerse sobre·la tendencia centrífuga y multiplicadora que ellas traen consigo. La blanquitud -que no la blancura- es la consistencia identitaria pseudoconcreta destinada a llenar la ausencia de concreción real que caracteriza a l identidad a<ljudicada al ser humano por la modernidad establecida. La maquinaria· aparentemente perfecta de la producción de la riqueza social, que en la  modernidad.se configura como un proceso de acumulación de capital, tiene sin embargo un defecto de estructura; descansa en un parasitismo muy especial: está diseñada de tal modo que en ella el huésped, que ha subordinado completamente al anfitrión, debe cuidar ahora de que este último no se extinga. El aparato productivo mo derno es un cyborg invertido, en el que la parte mecánica no 1 viene a completar sino que es completada por l parte orgánica, sin la cual no obstante le sería imposible funcionar. El capital necesita que los agentes de su acumulación, el trabcyador y el capitalista, que en principio podÍian ser robots carentes de voluntad propia, posean y reproduzcan al menos un míni mo de esa facultad exclusiva de los humanos, puesto que en eH'ondo es la succión que hace de ella lo que a él le mantie ne en vida. ¿Cómo construir una identidad humana en la que la voluntad libre y espontáñea se encuentre confundida e identificada con esa tendencia irrefrenable a la valorización de su propio valor económico, que late en él con la fuerza de una voluntad cósica , artificial? La solución a este problema sólo pudo ofrecerla un tipo de ser humano cuya identidad es precisamente Ja blanquitud: un tipo de ser humano perteneciente a una historia particular ya centenaria pero que en nuestros días amenaza con extenderse por todo el planeta. La blanquitud no es en principio una identidad de orden racial; la pseudo--concreción del homo capitalisticus incluye sin duda, por necesidades de coyuntura histórica, ciertos rasgos étnicos de la blancura del hombre blanco , pero sólo en tanto que encarnaciones de otros rasgos más decisivos, que son de orden ético, que caracterizan a un cierto tipo de comportamiento humano, a una estrategia de vida o de sobrevivencia. Una cierta apariencia blanca , que puede llegar a mostrarse de maneras extremamente quintaesenciadas, es requerida, por ejemplo, para definir la identidad ideal del ser humano moderno y capitalista, que sería en principio una identidad indiferente a los colores: para consinrir su blanquituá Una apariencia que no elude ningún desfiguro, ninguna distorsión de la blancura, siempre que ellos contribuyan a demostrar a escala global la intercambiabilidad impecable de la voluntad libre del ser humano con la voluntad automática del capital y su valor que se autovaloriza. Los cinco primeros capítulos del presente volumen preparan y ponen a prueba este concepto de blanquitud Los tres últ ~ mos, en cambio, están dedicados al tratamiento de \lna identidad moderna completamente diferente, la identidad barroca, 11