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  Cárcel y subalternidad: la historia de un payador patagónico a principios del siglo XX Ernesto BohoslavskyMargarita Pierini Abstract: Este artículo se concentra en el análisis de un poema producido por un sujeto desrcen popular en el norte de la Patagonia en 1905. Se entiende que este poema no sólorefleja valoraciones y perspectivas del personaje en cuestión, sino que además constituye unamuy rica puerta de entrada para el análisis de los procesos de producción de textos popularesen la Argentina del cambio de siglo. El poeta improvisado recurrió a una serie de estrategiasliterarias compartidas por los payadores, retomando paralelamente algunos de los motivos dela literatura gauchesca. Palabras clave: Patagonia – Literatura popular – Cárcel – Subalternidad - Payador El Archivo de la Justicia Letrada del Territorio de Neuquén contiene un expedientesumamente particular. Bajo el rótulo de “Zárate, Juan/homicidio”, se puede encontrar unamás de las historias patagónicas que evidencian la persistencia de la ley de la frontera, las prácticas violentas y la precariedad de la vida. El expediente en cuestión no sólo contiene el corpus  judicial correspondiente iniciado en 1905 (sumario policial, alegatos, condena,certificados, traslados, etc.), sino que también incluye algunas notas autobiográficas del propio homicida, Juan Zárate, como cartas y un poema. Esos documentos permitieron saber algo más sobre la realidad social, laboral y cultural del interior argentino en el cambio desiglo (Bohoslavsky 2006). Los textos de Zárate constituyen una inusual e iluminadora puertade entrada a los imaginarios populares rurales, áreas éstas a las que al historiador le resultaarduo llegar en forma directa, pues la falta de fuentes y la permanente resignificación yadulteración realizada por diversos agentes (policías, burocracia judicial, periodistas, etc.) handistorsionado y deformado las voces subalternas. 1 Partiendo de esa exploración inicial de los textos de Zárate, afincada académicamenteen el campo historiográfico, aquí se propone volver a examinar algunas de esas fuentes,incorporando herramientas provenientes del análisis cultural y literario. Se intenta poner entensión algunas ideas acerca de las condiciones y contextos de producción del poema 1 La noción de ‘subalterno’ remite a una tradición que proviene de la nueva historiografía hindú y que haalcanzado amplia repercusión en el ámbito académico anglosajón. De acuerdo con la presentación de estaescuela que hizo Salvatore (2003:6-9), los sujetos subalternos han construido históricamente su posición enrelación con las figuras dominantes: no constituyen un sujeto homogéneo, salvo en la mirada de los ‘de arriba’.  autobiográfico de Zárate (disponible en el anexo), así como delinear a los posiblesconsumidores y usuarios de los códigos culturales utilizados por este otro ‘payador  perseguido’. Al enfrentar el análisis del poema se abren interrogantes y problemáticas queseguramente no se agotan en este artículo. El interrogatorio a los versos que Zárate produjoen prisión nos conduce a un terreno sobre el que se cruzan múltiples líneas que confluyen entorno a un texto creado por un escritor no profesional, pero inserto en una tradición literaria.Este artículo se inicia dando cuenta de los sucesos que llevaron a Zárate a la cárcel yla situación en la que produjo su poema en 1905. A esta primera sección le sigue un análisisdel texto donde se pone el acento en la muy rica dinámica de préstamos y relaciones entre lacultura escrita y la oral, expresada en la forma de la ‘payada escrita’ a la que pertenecen losversos de Zárate. Asimismo, se brindan algunas ideas para retratar al dinámico mundo de lostrabajadores itinerantes de la Argentina del cambio de siglo y la realidad social y cultural enque vivió sus días el homicida. Este aporte se concentra en el contexto de producción y enalgunas líneas de interpretación del poema de Zárate; queda abierto a futuras investigacionesdesentrañar las condiciones de recepción, en la medida en que se pueda avanzar en larecopilación de otras fuentes complementarias.Un par de precisiones antes de iniciar el análisis. El poema de Zárate, como ya sedestacó, tiene su lugar de producción en una cárcel. Y si se subraya esta faceta es por sucarácter excepcional. La prisión, “donde toda incomodidad tiene su asiento”, como dijera conelusiva levedad un penado más ilustre —Miguel de Cervantes—, no es un lugar propicio parala creación intelectual o poética. Es, sin embargo, el espacio donde Zárate pudo poner por escrito, quizás por primera vez, sus versos de payador. Analizar documentos producidosdentro de instituciones carcelarias no es un asunto que se presente como sencillo. Comoexpresó Carlos Aguirre (2001:343) no sólo conspira contra esta tarea la falta de fuentesescritas, sino las dificultades propias de intentar comprender textos generados bajocircunstancias agobiantes. Poco contribuye al análisis el hecho de que la relación entreestancia en la cárcel y producción de documentos (literarios, científicos o epistolares) por logeneral ha estado investida, dentro de las disciplinas sociales, con un sentido altamente épico.El contexto institucional y personal de producción, fuertemente constreñido por el ámbito penitenciario, parece aportar un inestimable valor agregado y contribuye a consagrar esostextos.Los historiadores podrán encontrar más o menos justificado el análisis del poema deZárate pues abre posibilidades de responder a preguntas relacionadas con los imaginarios populares y la historia social. Pero, ¿qué pasa con el análisis, por así decir, ‘literario’? ¿Cuáles el sentido de someter a examen a quien no fue un poeta más o menos prestigioso sino un  absoluto desconocido, al que el mundo de la cultura escrita no le ha dedicado página algunasalvo las derivadas de su enjuiciamiento y defunción? Un primer acercamiento al poema que produjo Zárate genera un efecto de lectura que se podría calificar de ‘extrañeza’ para nuestrosojos escolarmente entrenados para reconocer palabras y letras que representan fonemas yestructuras sintácticas ‘correctas’-, esta extrañeza surge por la dificultad de reconocer esasestructuras en esta confusión. En el poema de Zárate las unidades visuales no corresponden alos sustantivos, artículos, pronombres, verbos y demás categorías que la alfabetización nosadiestró para delimitar y reconocer. ¿Expulsamos, entonces, a esta obra de la categoría de‘texto literario’, para pasar a considerarlo solamente un producto de un sujeto apenasalfabetizado que decidió incursionar en la práctica de la escritura, con resultados bastantedeficientes? Antes de responder por la afirmativa rotunda, en este caso, aventuramos otroabordaje posible, que representa una alteración del inveterado y escolarizado hábito de la‘lectura mental’. Nos escuchamos entonces leyendo ‘en voz alta’ –internamente— el poema;y ahora toman cuerpo –y sonido— las palabras, la métrica, el ritmo, los ecos de una tradiciónmuchas veces recorrida a través de los autores cultos: el sistema de la poesía payadoresca. Yaquí, el poema se nos abre y nos descubre su pluralidad de significados, y empieza adesplegar un mapa de líneas cruzadas.Como lo ha planteado la crítica, entre los elementos que constituyen la literariedad  deun texto está su inserción en la esfera de lo público; es decir, la obra debe ser leída por otro .En segundo lugar, ha de ser leída como literaria . El poema y las cartas de Zárate tuvieroncomo destinatarios inmediatos a las autoridades que iban a decidir sobre su destino legal y penitenciario. No parece aventurado suponer que estos primeros lectores consideraron a este poema sólo como el resultado de los ratos de ocio de un hombre que trataba de salvarse deuna condena segura a través de múltiples artilugios, entre ellos, sus producciones escritas. Unsiglo después, elegimos leer ese mismo texto desde otras dimensiones: como creación literariade un cantor popular, como testimonio de un universo cultural subalterno y como vía deentrada a la percepción popular de la justicia y el castigo en el novecientos.Todo texto es –puede servir como- documento. Al lector le corresponde insertarlo enun sistema, en lo que Jauss (1987) llama un ‘horizonte de expectativas’, donde cada elementose vincula y se ilumina por analogía, contraste y/o identidad, con los modelos que ya tieneincorporados en su ‘biblioteca’ intelectual. En este caso, se trata de un documento que seconvierte, a partir de una nueva lectura, en un ‘caso’ que puede considerarse ejemplar parailustrar sobre los procesos de creación de un cantor popular durante los años en que la masivaalfabetización promovida por el Estado permitió el surgimiento de un nuevo campo literario(Prieto 1988). En este campo literario las principales novedades son dos: por un lado, la  noción de autor ya no es privativa de los sectores ‘cultos’ que tradicionalmente la habíandetentado; por el otro, la palabra escrita se convirtió en uno de los bienes simbólicos del que procuraron apropiarse grupos hasta entonces marginados de la ‘alta cultura’, y que habían permanecido circunscriptos a la oralidad. I- El escenario y los protagonistas El expediente judicial se inició en marzo de 1905 cuando un comerciante de srcen sirio-libanés, Martín Nabolsi, asentado en el poblado de Neuquén, fue ultimado por sudependiente. El homicida, Juan Zárate, un mozo soltero de 18 años, declaró que siemprehabía trabajado como jornalero. Como la mayor parte de los varones residentes en Neuquén,estaba listo para cualquier tarea y calificado para pocas. Proveniente del interior de la provincia de Buenos Aires, Zárate registraba antecedentes laborales en zonas rurales (arreo,amansamiento, etc.), pero tenía quilates en un ramo particular, pues era músico y autor decoplas. Quizás por esa habilidad antes que por otra experiencia laboral, Nabolsi tomó al jovencomo dependiente y “músico contratado”. Pero aparecieron las disputas económicas entre patrón y dependiente. El guitarrero testificó que le solicitó “al turco que hicieran un contrato,a lo que manifestó su asentimiento, que después se negó y el declarante en vista de esto y losmalos tratos que tenía de su patrón, el turco, resolvió no trabajar más” 2 . Al momento dereclamar el cobro, se trenzaron en una pelea que no tardó en pasar de los puños a los aceros, yque produjo el fallecimiento del comerciante.Por lo que se sabe, la sociedad neuquina de entonces parecía distar de tener formas pacíficas de resolución de problemas interpersonales (Bohoslavsky 1998; Rafart 2003). Esaomnipresencia de la violencia física se expresaba en el importante peso de los homicidios.Las lesiones fácilmente trocaban en fallecimiento debido a las dificultades para ofrecerlesatención médica a los heridos y asegurar su sobrevida. La distancia entre los pueblos y loscentros de salud era mayor que la existente entre la riña y el deceso. 3  La situación veníaamparada, además, por una ética de la frontera, en la que la violencia ocupaba un ampliolugar como reparadora de honor y como medio para zanjar la disputa de intereses. Por eso un protagonista de estos años consideraba que la vida en la “frontera” tenía una ética propia enesa agreste geografía, nacida del desamparo y que consideraba que “no es un delincuente el 2 El expediente en cuestión se titula “  Zárate, Juan/ homicidio ” (1905) y se encuentra en el Archivo de laJusticia Letrada del Territorio Nacional de Neuquén. Si no se indica lo contrario, las citas provienen de esedocumento. 3   Como declaró el médico que infructuosamente atendió a Nabolsi, “no se pudo proceder a ningún actooperatorio por ser insuficientes los auxilios de que disponemos en la localidad para ejecutar una operación detanta gravedad”.  hombre que dirime un agravio mano a mano” (San Martín, 1926:55).El destino del joven músico se vistió de rejas. Por entonces la prisión de Neuquén nosignificaba mucho más que un pabellón, separado del poblado por seiscientos metros y que nocontaba siquiera con un alambrado. Hambre y hacinamiento eran postales tradicionales entrelos detenidos. El viento, transportando arenilla, agigantaba los fríos patagónicos y horadabalos edificios y la resistencia de los internos (Chaneton, 1993). Pero en esta cárcel no habría determinar –todavía- la vida del músico. Tras los primeros días de detención el director de la prisión local remitió una carta al Juez Letrado, en la que señalaba que “Zárate da signos deestar atacado de enajenación mental [...] y sostiene que su padre y hermano han sidointernados en manicomios”. Una serie de cartas delirantes producidas por el detenido parecíanconfirmar su insanía mental. Esta información generó el movimiento de la pequeñamaquinaria burocrática y criminológica de Neuquén. Los médicos locales que oficiaban de peritos judiciales confirmaron en sus diagnósticos que Zárate sufría epilepsia. Las estrategiascorporales y discursivas que desplegó Zárate para simular esta dolencia consiguieron elresultado buscado, pues fue trasladado al Hospicio de las Mercedes. Es sabido que lasimulación de enfermedades mentales o dolencias físicas pertenece al repertorio mástradicional del mundo penitenciario, un mecanismo que podía generar una atenuación de lasopresivas condiciones de encierro y aumentar las chances de una fuga. 4 En el Hospicio de las Mercedes fue sometido a diversos tests y técnicas de curación.Finalmente, Zárate terminó confesando su simulación y fue remitido de vuelta a Neuquén. En1907 obtuvo la libertad con una caución juratoria hasta tanto se dictara una sentenciadefinitiva. Para cuando ésta llegó, al año siguiente, el músico ya no residía en la zona. En1911 se enroló en la policía de San Luis, pero poco después ya había recorrido, con otros doshomicidios a cuestas, Chubut y La Pampa, volviendo a pasar en 1916 por Neuquén. En esaocasión fue recapturado al circular en tren por la zona, tras ser reconocido por un viejoguardia-cárcel. Pocos meses después falleció en el interior del penal neuquino, sin que sehayan registrado nuevos datos biográficos. II - Aquí me pongo a cantar  El poema de Zárate parece haber sido el resultado de un proceso creativo pausado, lo que 4 A principios del siglo XX la simulación era una preocupación generalizada en la criminología argentina. Lassucesivas reediciones del libro de José Ingenieros  La simulación en la lucha por la vida , a partir de 1900, nosestán dando cuenta de la emergencia de una preocupación por ese tema (Ingenieros 1954:156). La delimitaciónentre los inimputables y los simuladores, fue una de las tareas encomendadas a la psiquiatría (Caimari 2001:392).