Preview only show first 10 pages with watermark. For full document please download

Falange Una Reflexión Crítica

Description: Hubo un tiempo en el que fui falangista. Era muy joven y creía sinceramente en que el nacionalsindicalismo era el ideal más noble y puro por el que nadie hubiera luchado jamás. Era a principios de ...

   EMBED


Share

Transcript

Hubo un tiempo en el que fui falangista. Era muy joven y creía sinceramente en que el nacionalsindicalismo era el ideal más noble y puro por el que nadie hubiera luchado jamás. Era a principios de los años 70 y bajo las lonas del Frente de Juventudes recuerdo aquellos años como los mejores momentos de mi vida. Y es posible que lo fueran. De todo aquello, hoy, queda solamente el recuerdo. Políticamente no comparto buena parte de los ideales de aquel tiempo, pero los respeto. En el fondo, lo que nos unía era el sueño de una España más justa ¿cómo podríamos renunciar alguna vez a ello? Hoy sigo mirando con simpatía a Falange y a sus ideales - en la medida en que la organización que los encarnaba ha desaparecido- solo que no los comparto. Como me decía un amigo hace poco: «Falange tiene historia, pero no tiene nada más; otros no tenemos historia, pero tenemos futuro». Este conocido había resumido en unas pocas palabras el drama actual de los últimos falangistas. El día antes de esa conversación, Miguel Angel Vázquez, conocido de hace muchos años y director de «Barbarroja» una Editorial especializada en historia de Falange me había lanzado el reto para que escribiera el presente libro. «No se trata de una obra de la que se vayan a vender miles de ejemplares. Es simplemente un tributo a los mejores años de nuestra vida». Y así es, en efecto. Por que todavía hay falangistas que militan con la misma ilusión que habíamos tenido nosotros hace 30 años. Solo que entonces nosotros no tuvimos a nadie que nos dijera: «Camaradas, no perdáis el tiempo, el ideal falangista está muerto; hablar sobre él es como hablar sobre las guerras napoleónicas, el sitio de Numancia o las campañas de Alejandro de Macedonia». El drama consiste en defender un modelo histórico perteneciente al tiempo pasado, como si fuera aplicable al tiempo que vendrá. Nosotros consideramos un tributo hacia nuestra militancia pasada, de la que no hemos renunciado, pero sí superado, el escribir las páginas que siguen. Son el balance de un ideal a más de sesenta años de su enunciado. Son el balance la gestión de tres generaciones de falangistas. Son la crónica -digámoslo ya- de un fracaso. El por qué se ha producido ese fracaso y el por qué es insuperable es algo que vamos a tratar en las páginas que siguen. Sobre el por qué las cosas no pudieron ir mejor para la Falange es algo que trataremos con cierto detenimiento. Este es un libro difícil, ni convencerá a los enemigos de la Falange (para los que este libro habrá sido escrito por alguien irreductiblemente apegado al ideal joseantoniano a pesar de su carga crítica), ni por los últimos mohicanos de Falange (para los que el autor de este libro será, ni más ni menos, un traidor). Pero, más allá de los maximalismos, de las declaraciones exaltadas a favor y en contra, este libro es una obra sincera, escrita con el corazón (y el cerebro) por alguien que un día fue falangista, pero ya no se considera tal, pero aun sintiéndonos exteriores al ámbito falangista, bien es cierto, que no nos sentimos predispuestos a la condena. Todo lo contrario: queremos entender cómo se ha producido la ruina del ideal falangista. Para realizar este trabajo vamos a despojarnos de cualquier tipo de apriorismos. Ningún mito, ningún dogma será respetado como tal. Lo que pretendemos es provocar en los últimos falangistas un choque con la realidad. A partir de ese choque que cada cual obre según su leal saber y entender. Si al acabar la lectura de estas páginas el lector ha sido penetrado por la idea de que «Falange ha muerto», entonces deberá actuar en consecuencia enterrando el ideal y la organización. A partir de ese momento se verá libre para repensar sus opiniones políticas, libertad de la que no dispone ahora, cuando está sometido al esquema de una ideología concreta. Poco antes de empezar a escribir estas líneas, en un foro falangista de Internet alguien ironizaba sobre una frase relativa a la globalización. En efecto, ni la globalización ni nada que no