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Iv. El «diseño De La Investigación»: Una Cuestión De Estrategia 1. Material De Cátedra

IV. El «diseño de la investigación»: una cuestión de estrategia 1. Material de cátedra

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   1 IV. El «diseño de la investigación»: una cuestión de estrategia 1  . Material de cátedra Elaborado por Dra. Roxana Ynoub. UBA/UNMdP/UNNE. IV. 1. El concepto de “diseño”. ¿De cuántas maneras se puede diseñar   un martillo?; ¿cuál es el diseño más adecuado para una campaña sobre el “cuidado del agua”?; ¿cómo optimizar los recursos y preservar la estética en el diseño  de un edificio? Las respuestas a estas cuestiones parecen no ser unívocas. Eso se debe a que, aún cuando el diseño es la planificación de un conjunto de acciones orientadas  por  fines, los caminos para alcanzarlos pueden ser múltiples. En las siguientes imágenes se pueden reconocer distintos diseños  de una silla: Un mismo  fin , en este caso disponer de un “objeto para sentarse”, se puede obtener por diversos medios . La elección de estos medios compromete al diseño del objeto . 1   La autora agradece los aportes de la Lic. M. P. Pawlowicz, y el Dr. A. Roussos, que se tuvieron en cuenta para una versión revisada de este escrito.   2 Adviértase también que en los ejemplos dados evocamos la cuestión del «mejor» diseño; es decir, hemos supuesto que resultaba posible imaginar condiciones óptimas  para alcanzar esos fines. Ahora bien, si observamos los diversos diseños de sillas, resulta difícil decidir cuál de ellas cumple con ese criterio de lo “óptimo”. Entre otras cosas porque lo óptimo sólo se puede valorar en relación a los valores  comprometidos en ese diseño. Así, por ejemplo, si se trata de atender a lo estético habrá que considerar el contexto en que va a utilizarse el objeto; si en cambio se trata de valorar lo  funcional, habrá que evaluar (al menos en el caso de las sillas) su adecuación ergonómica ;  si el valor está puesto en lo económico se atenderá al precio del  producto; si se trata de valorarlo en términos ecológicos, se considerará el impacto medioambiental de los materiales utilizados. En síntesis, no es posible hablar de un diseño óptimo sin especificar los criterios o valores comprometidos en cada caso. Sin duda, podría reconocerse que existe algo así como un “ideal regulativo”, conforme con el cual el propósito del diseñador/a es maximizar todos los criterios conjuntamente. Pero, sin duda también, no hay manera de garantizar la realización de ese ideal. Siempre cabe la posibilidad de imaginar algún otro modo (eventualmente mejor ajustado a esos valores) a la hora de resolver el diseño de un cierto objeto. Y esto no le ocurre sólo a las ciencias de lo artificial (Simon, H.; 1973) o ciencias del diseño - como lo serían la ingeniería, la arquitectura o la misma medicina entre muchas otras. También la naturaleza encuentra muy diversos caminos para alcanzar idénticos fines. Se trata de una propiedad que los teóricos de sistemas definen como equifinalidad  : ¿de cuántas maneras se puede “diseñar” una nariz?!! Admitiendo que todas ellas cumplen los mismos fines (es decir, tienen una función y una posición homóloga en diversos vivientes) la variedad es tan grande como grande es el espectro de especies animales que se sirven de respiración pulmonar. De modo que, diseñar es una actividad orientada por  fines y, en el caso, de los diseños de srcen humano, esa actividad supone la elección de determinados cursos de acción  (entre varios posibles!), con vistas a maximizar uno o varios valores comprometidos con el logro de dichos fines.   3 IV. 2. El lugar del  diseño  en el  proceso  de investigación científica. Con lo dicho en el apartado anterior, estamos ahora en condiciones de situar el  puesto del diseño en el marco del proceso de investigación científica. Si ese proceso está orientado por las preguntas que organizan sus  problemas es  posible reconocer que el  fin de toda investigación es dar alguna respuesta a ellas. Como ya lo hemos señalado, tratándose de preguntas de investigación científica, la búsqueda de esas respuestas surgirá del examen de algún tipo de experiencia empírica . Esta o estas experiencias permitirán corroborar   esas respuestas tentativas (es decir, las hipótesis), si ellas estaban disponibles al inicio del trabajo; o por el contrario, idear   hipótesis si ellas no estaban formuladas desde el comienzo. De modo que cabe también aquí la pregunta por la mejor manera (o la manera más conveniente) de realizar esa interpelación empírica. Habrá que  decidir  en cada caso qué tipo de entidades serán observadas, evaluadas, experimentadas, en qué número, dónde, cuándo, bajo qué condiciones… Son estas decisiones las que comprometen el diseño de la investigación. Para precisar el alcance de esta cuestión, examinémoslo en el marco de un ejemplo. Supongamos que nos hemos propuesto investigar el desarrollo y el deterioro de la “memoria semántica a lo largo de los ciclos vitales” 2   2   La memoria semántica se refiere a la memoria que almacena los significados de las palabras y las relaciones entre estos significados, al modo de un diccionario. . En el marco de un tema como ese, nuestra investigación podría estar organizada en torno a interrogantes como los siguientes (entre muchos otros posibles): -¿cómo evoluciona la “fluidez” en el recuerdo de ejemplares de categorías semánticas (por ejemplo: recuento de seres vivos/animados y seres no vivos/objetos) desde la adolescencia a la tercera edad? -¿qué cambios se registran en los contenidos de las “definiciones de categorías semánticas según los distintos ciclos vitales?   4 -¿cómo varían los logros y persistencia de estas competencias en sujetos entrenados y no entrenados en ejercitaciones específicas, según distintos  períodos de ciclos vitales? - etc. etc., etc. A partir de estos interrogantes podrían postularse hipótesis o conjeturas tentativas y, concomitantemente derivar –de problemas e hipótesis- los objetivos de la investigación. Todos estos elementos, que comprometen al desarrollo de la Fase 1 del proceso de investigación- preanuncian o delinean también el tipo de «dato» que se requerirá para alcanzar los  fines trazados. Ahora bien, la estrategia empírica concreta de una investigación no queda definida por los componentes de la Fase 1 o Fase sincrética. Aún cuando de ella surge el tipo o esquema de investigación  (es decir, si se trata de una investigación descriptiva, explicativa o interpretativa) habrá que decidir todavía un sinnúmero de cuestiones, las que definen eso que llamaremos el diseño de la investigación. Siguiendo con nuestro ejemplo, la evaluación de la memoria podría hacerse: sobre un mismo sujeto a lo largo del tiempo o, por el contrario; comparando distintos sujetos en diversos momentos; o, comparando en un único momento a sujetos provenientes de distintos grupos etarios (ya que la edad es una suerte de entificación del tiempo)… Y lo mismo, en relación al número y frecuencia de mediciones: podrían hacerse dos, tres… o “n” mediciones con distintos intervalos de periodicidad; y todavía más: la comparación en el tiempo  podría ser prospectiva (si se la hace hacia delante) o retrospectiva (si se trata de reconstruir hacia atrás ese proceso). Son todas estas decisiones  las que comprometerán al diseño de la investigación. Algunas de ellas se delinean de modo más o menos preciso a la hora de formular los objetivos (y por eso éstos constituyen una suerte de interfaz entre el momento conceptual y empírico del proceso); pero se terminarán de precisar con la adopción del diseño. Como puede observarse un mismo asunto de investigación puede dar lugar a distintas estrategias empíricas para su tratamiento. A veces, en el marco de una cierta tradición en investigación se consagra un tipo específico de diseño. Esto produce una suerte de “naturalización del diseño”,   5 haciendo que éste se presente como la “única manera” de llevar adelante la investigación. Sin embargo, aún en esos casos es conveniente reconocer que la estrategia adoptada responde también a una elección entre opciones posibles. IV.3. Elementos para situar la lógica del  diseño de investigación. A partir de los componentes de la Fase 1 -especialmente  problemas e hipótesis - se delimita el asunto mismo a investigar. Son precisamente ellos los que fijan el horizonte al que se dirige el trabajo de investigación, y en tal sentido, los que delinean los  fines que la orientan. Es por referencia a estos asuntos –y concomitante a los objetivos que resultan de ellos- que se puede precisar el tipo o esquema de la investigación según el núcleo de los problemas apunte a: a) la “descripción”;  b) la “explicación” o c) la “interpretación”  del fenómeno interrogado. Una vez precisados estos  fines  se trata entonces de adoptar una estrategia empírica que permita avanzar en la búsqueda de respuestas y/o eventualmente en la contrastación de hipótesis. Es esa estrategia adoptada la que vamos a llamar diseño   de investigación. Este diseño resultará de una serie de  decisiones  que afectan tanto a la operacionalización cuanto a la instrumentalización  para el abordaje empírico, es decir, a todo lo que compromete a la Fase 2 –o Fase analítica- del proceso. Dado que son múltiples los factores involucrados en ello, es difícil normativizar criterios para clasificar los tipos de diseños. Un sinnúmero de factores pueden considerarse allí. Sin duda, el criterio principal suele ser el de optimizar las condiciones para el contraste de aquello que se debe describir, explicar o interpretar. Por “condiciones de contraste” entenderemos la estipulación de las condiciones que facilitan la detección de lo que se está buscando. Si se trata de evaluar el “deterioro de la memoria a lo largo del tiempo”… entonces el diseño debe contribuir a maximizar el contraste entre diversos períodos temporales, o entre determinados grupos etarios. Si, en cambio, se trata de conocer “lo que piensan los adolescentes sobre los cuidados en salud sexual y reproductiva”… entonces el diseño debe prever las condiciones para que eso que los adolescentes piensan  pueda manifestarse, ser captado sin distorsiones, en todo el espectro de  posiciones existentes, etc.