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Marginalidad Y Autodeterminación

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Marginalidad y autodeterminación (un rechazo a la intromisión del orden impuesto)  La causa de la libertad  se convierte en una burla si el precio a pagar  es la destrucción de quienes deberían disfrutar la libertad. Gandhi La marginalidad es un problema que ha existido a través de la historia de la humanidad, en lugar de ir disminuyendo como se podría pensar con la “promoción” de valores universales humanitarios, va en muchos casos en aumento, esto obliga a diferentes grupos pluriculturales a una “resistencia”, que en algunos casos llega incluso a ser armada. Sin embargo en este ensayo nos ocuparemos de una comunidad específica, la colonia  popular del área metropolitana, así como una de las manifestaciones de dicha resistencia que se produce en estas colonias marginales, la ausencia de cuerpos policíacos y de su intervención, intervención, ya sea por rechazo de la comunidad misma o por “olvido” de parte de las instituciones oficiales. Tratando de explicitar las causas no tan aparentes de dicho suceso nos damos a la tarea de observar cómo los conflictos vecinales son resueltos por los miembr miembros os de la comuni comunidad dad de acuerd acuerdo o con sus propias propias reglas reglas,, el trata tratamie miento nto que la comunidad le da a la delincuencia y la manera en como estos establecen sus propios reglamentos, a veces distintos de los que marcan las instituciones, a veces semejantes, pero con variantes que los hacen propios y exclusivos de dicha comunidad. Un posib posible le abor aborda daje je del del probl problem emaa de la marg margin inal alid idad, ad, se da por por medi medio o del del  psicoanálisis y la lingüística, ya que proporcionan un espectro más amplio acerca de la construcción de los sujetos, así como sus vínculos con los otros y con las instituciones 1, esta estamo moss lejo lejoss de ser ser la demo democr crac acia ia raci racial al que que con frec frecue uenci nciaa se preg pregona ona,, las las viej viejas as estruc estructur turas as de domina dominació ción n y sus ideolo ideología gíass respec respectiv tivas as continú continúan an vigent vigentes es en muchos muchos ámbitos de nuestra realidad actual2. La nuestra es una civilización que ofrece los arquetipos 1 Flores Vidales, Alfredo, Et. Al. La Al.  La marginalidad: ¿un constructo del del lenguaje?. lenguaje?. En revista “Acta sociológica”, Facultad Facultad de ciencias políticas y sociales, UNAM. UNAM. núm. 13, enero-abril 1995, Pág. 157 2 Cfr. Bonfil Batalla, Guillermo. Guillermo . México Profundo, una civilización negada. negada. ED. Grijalbo, México, 1994, Pág. 40-43 1  para configurar las aspiraciones de una clase que se presume mestiza, pero que le niega las formas, siendo difícil compaginar las aspiraciones siempre renovadas y crecientes con las  posibilidades limitadas que se brindan3. Las sociedades establecen criterios para categorizar  a las personas a partir de los que se pautan diferentes formas de trato entre las personas. Hay diferentes categorizaciones, pero estos van en relación con el estigma, se parte de considerar como normales una serie de atributos a los que se considera “naturales”, por ser  lo más corrientes o habituales entre los miembros de ca da uno de esas categorías. Los miembros de las comunidades marginadas son conscientes de su situación, lo cual les lleva a aceptar que no son como debieran ser. Entonces, se encuentran ante una disociación entre lo que son y lo que quisieran ser. El rasgo responsable del estigma se convierte en lo central en la vida de la persona. Su experiencia de vida se refiere de forma central al afrontamiento de la situación y a la elaboración de la misma, desean cambiar la situación en la que se encuentran. La resistencia cultural es una realidad, se manifiesta de alguna manera en el rechazo a las innovaciones o intervenciones provenientes de fuera, se teme que el que viene de fuera “trama” algo, por esto se le ignora o se le agrade (este es el caso de los cuerpos policíacos, los cuales no son bien recibidos y aceptados en las comunidades marginales), esto tiene diversas explicaciones, puede pensarse que la aceptación de dichas intervenciones o intromisiones en los asuntos propios de la comunidad significan una reducción de la autonomía (forma de resistencia), se trata en todo caso de la lucha permanente por el control del espacio cultural, continuar decidiendo sobre sus propias vidas y no ser  controlados por alguien que les ha sido impuesto, el derecho a las decisiones dentro de una cultura propia4.  No se admite una vinculación real entre los miembros distintos de la comunidad, se ocultan e ignoran las diferencias, ahora bien, detrás de esa pluralidad hay una historia de relaciones de poder, la cual refleja la falta de unidad y coherencia culturales de la población urbana, y en general en México5. La cultura a sido nuestro mejor mecanismo de 3 Cfr. Bonfil Batalla, Guillermo. México Profundo, una civilización negada. ED. Grijalbo, México, 1994, Pág. 93 4 Cfr. Bonfil Batalla, Guillermo. México Profundo, una civilización negada. ED. Grijalbo, México, 1994, Pág. 195 5 Cfr. Bonfil Batalla, Guillermo. México Profundo, una civilización negada. ED. Grijalbo, México, 1994, Pág. 73 2 supervivencia, y somos los únicos seres que nos ponemos “nombres” a nosotros mismos; una capacidad simbólica que también nos hace ser los únicos seres capaces de experimentar  alienación. La cultura, además, limita nuestras opciones y nos lleva a reproducir o repetir   pautas peligrosas (enculturación). La importancia que se da en nuestra cultura a la competencia y al logro personal termina aislándonos unos de otros. Cuando la alienación de los diferentes grupos socales no se completa, las instituciones promueven la segregación6, se erige una división tajante entre lo socialmente aceptado, esperado, y lo otro, lo extraño, lo diferente, de tal forma que estos “otros” deben unirse y así constituir una mayoría algo más poderosa que lo que serían como individuos aislados, para hacer frente a esos otros7. La legislación surge con el encargo de vigilar y castigar 8, de ahí el surgimiento de las instituciones las cuales delimitan las formas, lo que esta prohibido y lo que será sancionado. Para las minorías marginadas esta significación de lo prohibido es ambivalente, es a la vez algo sagrado y peligroso9. La envidia por la obtención de lo que las instituciones promueven como ideal y que al mismo tiempo les es negado, es susceptible de ser imitada, de esta manera las instituciones segregan, limitan el acceso a ciertas clases sociales y estas a su vez se agrupan donde no existe el contacto con “otros”, con los que sin diferentes a ellos. Podemos observar un limitado acceso de las fuerzas policíacas, esto debido a cierta tolerancia por parte de las instituciones, lo que brinda la posibilidad a las comunidades marginales de las descargas agresivas, pero también se permite la organización autónoma de la legalidad en dichas zonas, ejemplo de esto son los innumerables altercados entre vecinos, que se resuelven dentro de la misma comunidad, sin la intervención de las autoridades, ya sea por medio de la violencia física o simbólica, en ocasiones expresada mediante la “ley del hielo”10. 6 Cfr. Flores Vidales, Alfredo, Et. Al.  La marginalidad: ¿un constructo del lenguaje?. En revista “Acta sociológica”, Facultad de ciencias políticas y sociales, UNAM. núm. 13, enero-abril 1995, Pág. 156 7 Freud, Sigmund. El malestar en la cultura, Obras completas, tomo XXI, ED. Amorrortu, Buenos Aires, 1980, Pág. 93. Citado en: Flores Vidales, Alfredo, Et. Al.  La marginalidad: ¿un constructo del lenguaje?. En revista “Acta sociológica”, Facultad de ciencias políticas y sociales, UNAM. núm. 13, enero-abril 1995, Pág. 160. 8 Cfr. Flores Vidales, Alfredo, Et. Al.  La marginalidad: ¿un constructo del lenguaje?. En revista “Acta sociológica”, Facultad de ciencias políticas y sociales, UNAM. núm. 13, enero-abril 1995, Pág. 160. 9 Ibíd. Pág. 161 10 Ibíd. Pág. 162 3 Los grupos marginales son segregados de manera violenta, y recurres también a la violencia como el medio para reivindicar su libertad11. Como señala Freud y mencionamos anteriormente, los sentimientos de la masa suelen ser ambivalentes, es decir, se niegan las individualidades de forma temporal dando la sensación de una “igualdad” entre los miembros, esta situación se da también en los grupos cuando tienen una “tarea” común, al cual, al ser realizada, vuelve a poner de manifiesto las especificidades de cada uno de los integrantes, ejemplo de esto en la comunidad de la cual se habla en el presente ensayo, es la defensa del territorio con respecto a las intromisiones de quienes son considerados “diferentes”, así mismo la unión que se da previo a la lucha por la obtención de ciertos recursos o servicios que les son negados o restringidos al ser “marginados”, no dignos de la misma atención que los grupos social y económicamente dominantes12. Pero en estas relaciones también se da, aunque reprimidos e inconscientes, sentimientos de agresividad, hostilidad, que pasan desapercibidos entre los miembros de una comunidad cuando se encuentran unidos, pero que son dirigidos de manera intensa hacia los “otros”, los diferentes, tratando así de restaurar de manera imaginaria el ideal del yo que les ha sido negado, y esto va desde las “batallas” entre pandillas, hasta la discriminación manifiesta cuando alguien de otra localidad o esfera social se “introduce” en el territorio local o en la colonia, yendo desde miradas causantes, hasta provocaciones y violencia manifiesta. Los mitos funcionan como organizadores sociales, no importa si ha existido en realidad o no, el mito se encuentra en todas partes y como dice Lacan, existe mucho más que si hubiera existido realmente13. Y es de esta manera como funciona la mitificación de la categoría de “marginales” en estas comunidades. Esto se refiere a generalizaciones rígidas e irracionales acerca de toda una categoría de personas y implica tener una disposición a  pre−juzgar a otras personas. El prejuicio varia en intensidad, ya que son creencias enraizadas en la cultura de una sociedad y varia desde aversión moderada a hostilidad 11 Cfr. Bonfil Batalla, Guillermo. México Profundo, una civilización negada. ED. Grijalbo, México, 1994, Pág. 187-188 12 Freud, Sigmund. Psicología de las masas y análisis del yo, Obras completas, tomo XVIII, ED. Amorrortu, Buenos Aires, 1980, Pág. 93. Citado en: Flores Vidales, Alfredo, Et. Al.  La marginalidad: ¿un constructo del  lenguaje?. En revista “Acta sociológica”, Facultad de ciencias políticas y sociales, UNAM. núm. 13, eneroabril 1995, Pág. 163. 13 Flores Vidales, Alfredo, Et. Al.  La marginalidad: ¿un constructo del lenguaje?. En revista “Acta sociológica”, Facultad de ciencias políticas y sociales, UNAM. núm. 13, enero-abril 1995, Pág. 158 4 manifiesta. Puede tener su origen en frustraciones personales, individuos tienen poco  prestigio social en la sociedad en que viven, o que viven en situaciones sociales precarias o difíciles, y a quien otros, irracionalmente, responsabilizan de sus propios problemas. Los prejuicios forman estereotipos; imágenes distorsionadas y cargadas de  prejuicios acerca de todo una categoría de personas. Se ven implicados emociones de empatía (o simpatía) o lealtad a `los nuestros' y temor o incluso odio a `los otros'. Cuando una persona ajena termina mal situada en la escala de estratificación social, es por su propia culpa, por algún defecto personal, lo que en la mayoría de los casos es falso. Estas  percepciones dan lugar a la creación de estigmas. Ninguna cultura es mejor o peor que cualquier otra, y por lo tanto el odio entre personas por motivos tan superficiales es algo que no debería de ocurrir, aunque parece ser que nos gusta tener el grupo de “ellos” (los malos) y “nosotros” (los buenos). El nacionalismo mexicano, aplicándose también a un localismo, si como lo hacemos hablamos en el presente ensayo de una localidad urbana, nace para sustituir lazos perdidos,  perdidos al vislumbrarse la falsa nación independiente que había sido prometida en la época de la revolución, así como la promesa gradual de justicia social14, que la sujetaría al dominio de una clase minoritaria y poderosa. Los individuos de las comunidades marginales se adaptan a los medios necesarios para lograr la modernidad15 con los recursos de que disponen, luchando por no perder el resto que les queda de autonomía, sin embargo, los mexicanos no podemos sumirnos en un anacronismo, empeñados en mantener  estructuras que no funcionan en los proyectos actuales (promovidos por la clase dominante), hay que formular proyectos que incluyan estas diferentes estructuras (culturas, cosmovisiones), que no queden fuera, apartados de la carrera hacia la integración16 social y económica, evitando las revueltas étnicas y de clases, tratando de que los proyectos incluyan a la sociedad entera, tan plural como puede serlo la cultura de una nación17. Menciona Carlos Fuentes que “No busco en el nacionalismo la defensa de la nación ... pero 14 Cfr. Fuentes, Carlos. Nacionalismo, integración y cultura, en “Nuevo tiempo mexicano”. ED. Aguilar,  Nuevo siglo, México, 1994, Pág. 82-83 15 Ibíd. Pág. 86 16 Ibíd. Pág. 88-89 17 Ibíd. Pág. 92 5 si busco la defensa de la sociedad, de la cultura y de quienes hacemos una y otra, como  proyectos nacidos de ... nuestra memoria y de nuestro deseo.”18 En la agonizante clase media, los jóvenes pasan de la primaria a la secundaria y en algunos casos a la universidad, sin embargo, en las poblaciones marginales urbanas los  jóvenes deben abandonar sus estudios, después de terminar –en algunos casos- la secundaria para ayudar a sus padres con el puesto de comercio ambulante 19 (desempleo disfrazado). Con los proyectos “oficiales” actuales, México no ofrece por el momento horizontes que puedan integrar la pluralidad cultural, las distintas cosmovisiones existentes en nuestro  país, desde las diferencias entre el norte y el sur de México, hasta las “pequeñas diferencias” que existen entre habitantes de una misma colonia como es el caso que nos ocupa20. Hoy en día “estamos siendo, vamos a ser, porque seguimos siendo cuanto hemos sido”21, hay que salvar los valores del progreso sin dejar de afirmar el derecho a la autoafirmación, al autodescubrimiento22, pues la homogeneización de una sociedad nos deja sin nuestra “alma”, sin nuestra identidad, tanto individual como comunitaria. En nuestros días los sistemas imperantes se basan en el sometimiento, el autoritarismo y la segregación, se busca la redención y la riqueza por medio del sacrificio, pero esta situación tan difícil de aceptar, nos convierte poco a poco , utilizando la tan atinada frase de Juan Rulfo, en un “rencor vivo”23. “La memoria y el deseo saben que no hay presente vivo con pasado muerto”24, pero también hay que estar abiertos al futuro, no nos atengamos a un dogma, abracemos la emancipación de significaciones, los sueños del otro, e l cual también forma parte de nuestra comunidad25. Una persona estigmatizada, es decir, cuyas cualidades han sido mitificadas suele pensar su identidad igual a la de los demás y definirse a si misma y a los otros sobre la base de criterios de normalidad vigentes. Sobre estos se incide en lo imaginario social 18 Ibíd. Pág. 92-93 Cfr. Fuentes, Carlos. Tiempos mexicanos, en “Nuevo tiempo mexicano”. ED. Aguilar, Nuevo siglo, México, 1994, Pág. 204 20 Ibíd. Pág. 205 21 Ibíd. Pág. 206 22 Ibíd. Pág. 207 23 Ibíd. Pág. 209 24 Ibíd. Pág. 211 25 Ibíd. 211 19 6 con propósitos de control, se ejerce el poder a través de estos símbolos apropiándose del sentido, el de la historia y el del futuro, son incompatibles con el proyecto oficial, así estos grupos, en aras de lograr metas de un beneficio colectivo (resistencia en la autogestión), es como tratan de proteger patrimonios culturales exclusivos, donde pretenden ejercer el control únicamente los miembros del grupo que se reserva el derecho de decidir quienes son parte de él. Bibliografía 7  Flores Vidales, Alfredo, Et. Al.  La marginalidad: ¿un constructo del  lenguaje?. En revista “Acta sociológica”, Facultad de ciencias políticas y sociales, UNAM. núm. 13, enero-abril 1995.  Bonfil Batalla, Guillermo. México Profundo, una civilización negada. ED. Grijalbo, México, 1994.  Fuentes, Carlos.  Nuevo tiempo mexicano. ED. Aguilar, Nuevo siglo, México, 1994. 8