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PSICOLOGIA DEL

EXITO
LOS NIÑOS
Y LAS NUEVAS TECNOLOGIAS
EL ABURRIMIENTO
LA DEPRESION REFRACTARIA
PERFILES CRIMINALES
FILOSOFIA Y PSICOLOGIA
DE LA REALIDAD
RETROSPECTIVA
HEROFILO Y LA ANATOMIA CEREBRAL
y los factores que posibilitan
la consecución de metas personales
PSICOLOGIA
DEL EXITO
y los factores que posibilitan
la consecución de metas personales
LOS NIÑOS
Y LAS NUEVAS TECNOLOGIAS
EL ABURRIMIENTO
LA DEPRESION REFRACTARIA
PERFILES CRIMINALES
FILOSOFIA Y PSICOLOGIA
DE LA REALIDAD
RETROSPECTIVA
HEROFILO Y LA ANATOMIA CEREBRAL
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SUMARIO
14 FILOSOFIA Y PSICOLOGIA
DE LA REALIDAD
Christian Hoppe
¿Y si todo lo que percibimos con los sen-
tidos no fuera real, sino mera creación
de nuestro cerebro? Una exploración
neuropsicológica de las pistas.
18 PERFILES CRIMINALES
Ingrid Glomp
¿Qué revela el crimen sobre el asesino?
En la vida real, la actuación de la policía
difiere de la reflejada en la ficción tele-
visiva. El método y el trabajo en equipo
sustituyen a la intuición.
24 LA DEPRESION REFRACTARIA
Jerónimo Saiz Ruiz y Dolores Saiz González
En los últimos años se han registrado
notables avances en el tratamiento far-
macológico de la depresión. Se obtienen
ya altas tasas de respuesta con mínimos
efectos secundarios. Sin embargo, la de-
presión refractaria o resistente continúa
siendo un reto para los investigadores
y los clínicos.
30 GLIOBLASTOMA:
EL ENEMIGO INTERNO
Michael Synowitz
La investigación reciente apunta hacia
el origen de determinados tumores
cerebrales: células madre defectuosas.
Sobre esa base, pueden emprenderse
abordajes prometedores en la lucha
contra el cáncer.
34 PSICOLOGIA DEL EXITO
Tanja Nazlic y Dieter Frey
Así alcanzan las personas sus objetivos.
Noviembre / Diciembre de 2009 Nº 39
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42 ESTEREOTIPOS DEL EXITO
S. Alexander Haslam, Jessica Salvatore, Thomas
Kessler y Stephen D. Reicher
Conocer los estereotipos sobre los gru-
pos a los que pertenecemos determina
el resultado que obtenemos en tareas in-
telectuales y atléticas. ¿Por qué, y cómo,
podemos liberarnos de las expectativas
de otros?
72 SE HA DE APRENDER
A VER TELEVISION
Alexander Grau
Los tutores de niños y adolescentes
se muestran críticos con la televisión.
Pero los padres no deberían prohibir
del todo ver televisión a sus hijos.
Para que los niños adquieran una
actitud crítica han de aprender
a convivir con ella.
60 LA GENERACION DEL MOVIL
Annette Schäfer
No se puede concebir el mundo de los
jóvenes actuales sin el teléfono móvil.
Les sirve de repositorio musical, central
de comunicación y símbolo de distin-
ción. Pone a disposición de los ado-
lescentes nuevas formas de expresar
su pertenencia y afinidad. Los padres
deberían, por su parte, vigilar que estas
maravillas de la técnica no se conviertan
en una suerte de “cordón umbilical vir-
tual” de su desarrollo.
SECCIONES
5 Encefaloscopio
A mal tiempo...
Mejor toma que daca.
Memoria para la gramática.
Concepto de yo.
¿Un gen de atletismo?
Parálisis del sueño.
9 Retrospectiva
Herófilo y la anatomía cerebral.
50 Punto de vista
Exito: ¿poder o entorno social?
54 Mente, cerebro y sociedad
Relación entre estrés y drogadicción.
Terapia cognitivo-conductual
para el trastorno obsesivo-compulsivo.
La esquizotipia en la adolescencia.
Biomecánica.
88 Ilusiones
Franjas deslizantes.
91 Syllabus
Esquizofrenia crónica.
93 Libros
Percepción. Mal sagrado.
66 USO DE INTERNET EN LOS NIÑOS
Christiane Gelitz
Desde los seis años los niños pueden
acudir a Internet y encontrarse allí
con fotografías y vídeos pornográficos.
Ante una omnipresente invasión de
sexualidad, ¿cómo protegerlos?
80 EL ABURRIMIENTO
Anna Gosline
De esa sensación no tienen la culpa
el trabajo, ni el tráfico ni las tareas
rutinarias. Para combatir el aburri-
miento hay que encontrar un rumbo
en la vida, disfrutar del momento
y tener algo por lo que vivir.
EXITO
34
42
50
PSICOLOGIA DEL EXITO
ESTEREOTIPOS DEL EXITO
EXITO: ¿PODER O ENTORNO SOCIAL?
LUIS BOU: Encefaloscopio, Ilusiones; I. NADAL: Filosofía y psicología de la
realidad; MARÍA DEL MAR SANZ PREVOSTI: Perfiles criminales, Punto de vista;
ANGEL GONZÁLEZ DE PABLO: Glioblastoma: el enemigo interno, Retrospectiva;
ALEX SANTATALA: La generación del móvil; F. ASENSI: Uso de internet en los
niños, Se ha de aprender a ver televisión; MARIÁN BELTRÁN: Estereotipos del
éxito, El aburrimiento; SIXTO J. CASTRO: Psicología del éxito
Portada: © iStockphoto / Andrew Penner
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MENTE
y
CEREBRO
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 5 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 5
A MAL TIEMPO...
La sonrisa forzada por razones sociales está físicamente implantada en el cerebro
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as expresiones faciales que utilizamos para demostrar emo-
ciones sociales, ¿han sido aprendidas por observación de
otros o se encuentran implantadas física y genéticamente?
Esto último, según un estudio del Journal of Personality and
Social Psychology, en el cual se examinaron las reacciones de
atletas participantes en las competiciones de judo de los Juegos
Olímpicos y Paralímpicos de 2004. Algunos de los competido-
res eran ciegos y no pudieron haber recogido expresiones por
observación, pero todos ellos mostraban la misma “sonrisa
social” forzada cuando se encontraban en el podio, justamente
después de haber perdido el combate que les hubiera otorgado
la medalla de oro.
—Nikhil Swaminathan
“R
áscame la espalda y yo te rascaré la
tuya”, estipula un refrán. No menos
conocida es la ley del talión: “Ojo por
ojo y diente por diente”. La experiencia
general, y decenios de investigaciones,
indican la universal tendencia humana
a la reciprocidad, a pagar las buenas o las
malas acciones con la misma moneda.
Ahora bien, si se devuelve tanto como se
recibe, ¿cómo es que los conflictos tien-
den a agravarse?
La respuesta, según declaración de
un trabajo reciente en la Universidad de
Chicago, consiste en que las reciprocida-
des positivas y negati-
vas no son simétricas;
las represalias por el
egoísmo priman sobre
las recompensas de la
generosidad, incluso
cuando las jugarretas
no pasen de ilusorias.
Los investigadores,
dirigidos por Boaz
Keysar, le pidieron a
sus probandos que
“jugasen a dictador”.
En este juego, uno de
los participantes —el
“dictador”— decide cómo repartir una
suma con un compañero. Un grupo de
dictadores empezaba con 100 euros y
le daba una parte a su compañero; en
el otro grupo, los dictadores empezaban
sin dinero, pero podían demandarle al
otro jugador un “impuesto” sobre los
100 euros. Después, cuando los partici-
pantes calificaron la generosidad de los
dictadores, juzgaron que el grupo de
los dictadores demandantes era desca-
radamente más codicioso que el grupo
de los donantes. “Descubrimos que un
dictador que entregaba 50 euros a su
compañero era tenido por más generoso
que otro que sólo exigía recibir 30 euros,
una cosa desconcertante”, explica Key-
sar. Además, los que reclaman una parte
no se percatan de lo muy codiciosos que
les parecen a quienes se encuentran en
el extremo pagador.
Lo sesgado de estos juicios condujo a
actitudes cada vez más egoístas en cada
interacción: cuando los participantes se
intercambiaron los papeles, los nuevos
dictadores respondieron a lo que en-
tendían ser repartos codiciosos actuan-
do cada vez con menor generosidad.
La pauta continuó dán-
dose en cada turno de
cambio.
Para detener seme-
jante caída en barrena
—conjeturan los in-
vestigadores— no bas-
ta devolver lo que se
tomó. “Para deshacer
una acción negativa”,
observa Keysar, “es ne-
cesario recompensar
holgadamente, con lar-
gueza”.
—Marina Krakovsky
MEJOR TOMA QUE DACA
En los tratos a dos, la tacañería recibe mayor castigo que premio la generosidad
ENCEFALOSCOPIO
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los adolescentes les interesa, por
encima de cualquier otra cosa, ellos
mismos. Nuevos experimentos apoya-
dos en técnicas de formación cerebral
de imágenes revelan que la causa de tal
predilección pudiera deberse a modifi-
caciones de la anatomía cerebral vincu-
ladas al propio yo. Avances que pudie-
ran arrojar luz sobre la génesis cerebral
del concepto de yo.
Una de las formas en que se constru-
ye el sentido del yo consiste en reflexio-
nar sobre cómo nos perciben los demás,
idea que algunos psicólogos han dado
en llamar “el yo-espejo”. Para ver cómo
reaccionaban las adolescentes ante lo
que se pensaba de ellas, los investiga-
dores le solicitaron a chicas de edades
comprendidas entre los 10 y los 18 años
que imaginasen distintos supuestos en
los que serían observadas, escenas idea-
das para evocar emociones sociales, de
culpa o desasosiego; por ejemplo, “esta-
bas hurgándote la nariz tranquilamente
y tu mejor amiga te vio”.
Sarah-Jayne Blakemore, del Colegio
Universitario de Londres, y sus colegas
descubrieron que, en la comparación
con otros supuestos en los que se des-
cribían emociones básicas, pero sin in-
tervención de opiniones ajenas (miedo
o asco) en las chicas pendientes de la
opinión de quienes pudieran verlas,
cuando se trataba de escenas de carácter
social, se activaba en mayor medida que
en mujeres adultas una región del cere-
bro: la corteza prefrontal medial dorsal
(CPFM). Se sabe que esta región, una de
las últimas en desarrollarse antes de
la edad adulta, se activa en los adultos
cuando piensan en sí mismos, en otras
personas e, incluso, en los rasgos de ca-
rácter de animales.
Blakemore propone que, desde el
punto de vista evolutivo, resulta lógi-
co que a los adolescentes les preocupe
lo que piensen de ellos los demás. La
adolescencia exige hacerse más inde-
pendiente, porque los padres quizá
no puedan seguir ofreciendo su pro-
tección mucho más tiempo. Los jóve-
nes tienen que empezar a depender
más de lo que piensen sus iguales “y
elaborar de forma mucho más social
un sentido de su propio yo”, prosigue
Blakemore.
Otra vía por la que se elabora un
sentido del yo consiste en el examen
de nuestros rasgos de personalidad, o
de las metas que nos propongamos. En
estudios anteriores se ha observado que
en los adolescentes se activa también su
corteza CPFM dorsal cuando se dedican
a tal introspección. Así, cuando Jennifer
Pfeifer, de la Universidad de Oregón, y
otras psicólogas de la Universidad de
California en Los Angeles le pregunta-
ron a probandos si frases como “Hago
amigos con facilidad” les describían a
CONCEPTO DE YO
El desarrollo de una región cerebral crítica acentúa la preocupación por uno mismo
MEMORIA PARA LA GRAMÁTICA
La construcción de oraciones complejas puede
depender de un sistema sorprendentemente simple
T
al vez parezca que la
formación de una frase
gramaticalmente correcta ha
de exigir destrezas cognitivas
superiores, pero resulta que
nuestra capacidad de creación
de lenguaje pudiera depender
de sistemas menos comple-
jos de lo que comúnmente se
piensa.
Según un estudio reciente,
la capacidad para construir
oraciones puede emanar de
la memoria procedimental:
el mismo sistema mnemó-
nico que permite lograr que
nuestro perro se siente al
mandárselo. Victor S. Ferrei-
ra, de la Universidad de Cali-
fornia en San Diego,
recuerda que se ha
de distinguir entre
memoria procedi-
mental, importante
en el aprendizaje de
destrezas como la nata-
ción, y memoria decla-
rativa, que almacena
conocimientos, entre
ellos, hechos y recuer-
dos de sucesos, como
el propio cumpleaños.
Para averiguar cuál de
estos sistemas interviene
en la formación de frases,
Ferreira y su equipo se valie-
ron de la persistencia sintác-
tica, que consiste en que los
sobre
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ellos o a un personaje familiar —en
este caso, Harry Potter—, las investiga-
doras descubrieron que, al pensar sobre
sí mismas, se producía en adolescentes
mayor activación CPFM dorsal que en
adultos.
Esta acentuada actividad CPFM dor-
sal en la adolescencia sugiere que los
jóvenes están aprendiendo a atribuir
estados mentales complejos, como
pueden ser las intenciones, tanto a sí
mismos como a otras personas, según
Kevin Ochsner, de la Universidad de
Columbia. Al ir madurando, se obser-
va menor actividad en esa región, tal
vez, porque el cerebro se vuelve más
eficiente en la introspección, algo así
como una destreza que se perfecciona
con la práctica, añade.
Pfeifer agrega que, en los adultos, se
aprecia más actividad en las regiones
cerebrales vinculadas con la conserva-
ción de conocimientos sobre uno mis-
mo. “En lugar de dedicarse a pensar una
y otra vez en quiénes son, los adultos
re curren a lo que ya saben sobre sí mis-
mos”, explica. “Pero mientras que estas
áreas dedicadas a la introspección pue-
de que sean más activas en la adolescen-
cia, el proceso se registra en el curso de
la vida entera. Se da en las mentes de
adultos cuando éstos ingresan en es-
tadios vitales que les son nuevos, por
ejemplo, con la paternidad.”
—Charles Q. Choi
hablantes tienden a repetir
los mismos patrones grama-
ticales que han utilizado en
frases anteriores.
Los investigadores hicie-
ron la prueba con cuatro
individuos sanos y cuatro
amnésicos. La memoria pro-
cedimental de los amnési-
cos se hallaba intacta, pues
aprendían destrezas tras
practicarlas varias veces,
pero sus facultades de me-
moria declarativa se hallaban
mermadas, dejándolos inca-
pacitados para memorizar
hechos nuevos. Al principio,
todos los participantes escu-
charon y repitieron una frase.
Seguidamente se les presentó
una imagen sin relación con
la frase; luego, se les pidió
que la describieran. Por fin,
los participantes escucharon
una segunda frase que era o
bien idéntica a la primera
o ligeramente modificada
en significado, en estructura
gramatical o en ambos as-
pectos.
Los dos grupos propen-
dieron a utilizar las reglas
gramaticales de la primera
frase al describir la imagen;
sin embargo, los pacientes
amnésicos no recordaban
que ya habían visto la fra-
se con anterioridad. Resulta
notable que utilizasen su
estructura sintáctica, pues
tal cosa hace pensar que el
sistema de memoria proce-
dimental es el responsable de
ensamblar las oraciones gra-
maticales, explica Ferreira. Y
añade que estas observacio-
nes también arrojan luz so-
bre nuestra comprensión de
la propia memoria procedi-
mental, que se creía restrin-
gida a experiencias concretas
y a destrezas motoras.
Del trabajo se desprende
la capacidad que posee la
memoria procedimental de
alojar conocimiento abstrac-
to, lo que le confiere “mayor
potencia de la que se pen-
saba”.
—Nicole Branan
DONDE NANOTECNICA Y NEUROCIENCIA CONVERGEN
Los nanotubos de carbono, cilindros de dimensiones submi-
croscópicas constituidos por láminas de grafito de extraor-
dinaria delgadez, podrían ser en el futuro el material de
elección para reconstruir las conexiones nerviosas lesiona-
das por traumatismos cerebrales o espinales.
En un estudio de Nature Nanotechnology se pone de mani-
fiesto que los nanotubos mencionados, de gran conductivi-
dad eléctrica, forman prietas conexiones con las membranas
celulares de neuronas, incrementan su actividad eléctrica
y aceleran el flujo de información, lo que podría hacerlas
útiles para muchos fines, desde mejorar la estimulación
cerebral profunda hasta el desarrollo de neuroprótesis.
—Nikhil Swaminathan
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¿UN GEN DE ATLETISMO?
La capacidad para aprender nuevas destrezas motoras
se halla afectada por la variabilidad en determinado gen
E
s sabido que pequeñas variaciones de ciertos genes pueden
predisponer a cánceres o a enfermedades cardíacas. Se está em-
pezando ahora a demostrar un efecto sobre el aprendizaje, directo
y cuantificable, que se puede rastrear hasta modificaciones gené-
ticas de ese tipo, los llamados polimorfismos mononucleótidos.
Pudiera ser que una diferencia en un aminoácido de una proteína
explicase por qué ciertas personas aprenden más rápidamente
nuevas destrezas motoras o logran rendimientos superiores.
El factor neurotrófico derivado del cerebro constituye una
proteína clave para la promoción de la plasticidad sináptica, es
decir, la capacidad de las conexiones entre neuronas para mo-
dificar su intensidad. Esta plasticidad constituye un elemento
importante en el aprendizaje, explica Janine Reis, directora del
estudio en el norteamericano Instituto Nacional de la Salud.
Según Reis este hallazgo proporciona la primera prueba de
cómo ligeras variaciones en la estructura del factor neurotró-
fico repercuten en la capacidad de aprendizaje.
Voluntarios que poseían cierto tipo de factor neurotrófico
derivado del cerebro aprendieron más rápidamente y realizaron
mejor una tarea que les exigía aplicar una fuerza variable a una
manilla para desplazar el cursor de un ordenador a través de
una secuencia de dianas. Quienes poseían una variante diferente
no lograron nunca alcanzar la destreza adquirida por los primeros.
(Del ensayo quedaron excluidos los duchos en videojuegos.)
Otros grupos han observado que la versión del factor neurotró-
fico que Reis ha vinculado con una menor adquisición de destrezas
se encuentra asociada a una merma en la función del hipocampo,
una región cerebral que participa en el aprendizaje motor.
Esta diferencia en factor neurotrófico derivado del cerebro
puede contribuir a explicar por qué ciertos individuos sobre-
salen en actividades deportivas —opina Reis— y contribuir
también al pronóstico sobre recuperación de destrezas motoras
tras un infarto cerebral. El equipo de Reis se suma al grupo de
quienes se disponen a examinar variantes genéticas en pacien-
tes de accidentes vasculares cerebrales, con la esperanza de
hallar nuevas dianas para el tratamiento con fármacos.
—Roberta Friedman
PARÁLISIS DEL SUEÑO
¿Constituye un fenómeno frecuente?
L
os sucesos paranormales que algunas personas asegu-
ran haber sufrido (ataques diabólicos, visitas de espí-
ritus y abducciones por extraterrestres) probablemente
encubren episodios de la llamada parálisis del sueño.
La parálisis del sueño es una incapacidad momentánea
de mover miembros, tronco y cabeza pese a gozar de
plena consciencia. Puede aparecer durante un estado flo-
tante de la mente o, con menos frecuencia, al despertarse.
Durante la fase de movimiento ocular rápido (REM), los
músculos del cuerpo están paralizados, supuestamente
para impedir la realización física de lo que se está so-
ñando. No se sabe bien por qué esta parálisis normal
se produce en estado consciente en las víctimas de la
parálisis del sueño, pero los estudios psicofisiológicos
han confirmado la especial propensión a estos ataques
cuando la persona entra en la fase REM muy poco des-
pués de caer en la cama, sin pasar por las fases de sueño
normal que suelen precederla.
Situaciones que aumentan la probabilidad del fenó-
meno podrían ser tumbarse de espaldas dejando vagar
la mente, sufrir estrés o alterar las pautas de sueño nor-
males por el trabajo en turnos, largos viajes en avión,
consumo de cafeína o alcohol.
Aunque la parálisis del sueño sea un síntoma de nar-
colepsia, no resulta infrecuente en personas sanas. Las
encuestas en diferentes países presentan un amplio
abanico de estimaciones: del 20 al 60 por ciento de la
población adulta normal ha experimentado parálisis
del sueño una vez al menos. Alrededor del 5 por ciento
de la población han acusado varios otros síntomas de
alteración asociados con este trastorno. Los efectos más
corrientes incluyen las alucinaciones visuales —luces,
sombras, una figura humana o de animal en la habi-
tación— y las alucinaciones auditivas, como escuchar
ruido de voces o de pasos. También puede ocurrir que
la persona sienta opresión en el pecho y le cueste tra-
bajo respirar.
La parálisis del sueño podría explicar los relatos de
fantasmas y extraterrestres; durante el ataque las víc-
timas perciben con intensidad esa presencia, habitual-
mente dañina. Asimismo, dan cuenta de sensaciones
cinestésicas inusitadas: ser arrastrado fuera de la cama,
vibrar, volar o caer. Tales episodios pueden conducir a
experiencias extracorpóreas en toda su extensión. La
parálisis del sueño tal vez aterrorice, pero nunca será
peligrosa. Afortunadamente sus episodios sólo duran
unos pocos segundos.
—Christopher French
Profesor de psicología del Colegio Goldsmith de Londres
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RETROSPECTIVA
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lejandría en el año 270 a.C. Una ciu-
dad joven, cuya fundación apenas
se remontaba a dos generaciones atrás.
Sobre la isla de Faros, situada delante del
puerto, se levantaba la torre iluminada
más alta del mundo, que pasó a la histo-
ria como una de las siete maravillas de
la Antigüedad. La corona de Alejandría
adornaba la testa de Ptolomeo II, hijo de
uno de los generales de Alejandro Magno.
Como buen dictador militar, Ptolomeo
recibía honores de faraón y reconocía el
incesto con su hermana Arsinoe.
En ese crisol turbulento confluyeron
hombres procedentes de todas las par-
tes del mundo. Alejandría experimentó
un auge espectacular, tanto económica
como culturalmente. También la ciencia
se desarrolló. En medio del Brucheion,
el distrito real de la ciudad situado al
noreste de la misma, el gobierno ordenó
levantar una academia: el Museion (Mu-
seo), dotado de laboratorios, colecciones
y bibliotecas. Aquí no se asistía a ningún
arduo debate sobre la ética de la inves-
tigación, ni se realizaban escrupulosas
observaciones sobre la valoración de las
consecuencias de la técnica.
Los científicos de entonces, al igual
que los políticos coetáneos, no se anda-
ban con muchos miramientos y busca-
ban ante todo la eficacia. Presupuestos
opulentos y salarios magníficos atrajeron
a muchas cabezas inteligentes de todas
partes del orbe hacia este paraíso de la
investigación. El dueño de una de las más
notables fue Herófilo de Calcedonia.
Nacido alrededor de 330 a.C. en lo que
hoy en día es una parte de la ciudad de
Estambul, Herófilo estudió medicina con
Praxágoras de Cos, diez años mayor que
él, en la tradición del famoso Hipócra-
tes (ca. 460-370 a.C.), lo que le franqueó
seguramente las puertas del Museion.
Como médico practicante, Herófilo llevó
a cabo un método de terapia tradicional-
mente acreditado: dieta, medicamentos y
sangrías ocasionales. Pero en lo referente
al diagnóstico fue muy por delante de su
tiempo. En las visitas a sus pacientes lle-
vaba siempre consigo una clepsidra —un
reloj de agua— portátil. Cuando tomaba
el pulso de sus pacientes no lo compa-
raba con el suyo propio, como hacían
el resto de sus colegas, sino que medía
con la clepsidra el tiempo justo y calcu-
laba entonces la frecuencia exacta. Los
pacientes se quedaban impresionados
HEROFILO Y LA ANATOMIA CEREBRAL
Hace más de 2000 años Herófilo de Calcedonia fundó la anatomía humana,
la doctrina de la estructura del cuerpo humano. Describió la arquitectura de nuestro cerebro,
de los nervios cerebrales y de la retina ocular. Pero sus métodos no eran precisamente remilgados
HELMUT WICHT Y HARTWIG HANSER
1. UN CLASICO
DE LAS PREPARACIONES ANATOMICAS.
Tras extirpar la bóveda craneal y apartar
la membrana meníngea dura (duramadre),
puede contemplarse el seno sagital supe-
rior, que transcurre a lo largo del cerebro,
así como las venas de la corteza cerebral
que desembocan en él (destacados en azul).
Esta imagen y las siguientes proceden del
“De humani corporis fabrica” de Vesalio,
publicado en 1543. Vesalio es a la época
moderna lo que Herófilo fue para la An-
tigüedad: el anatomista por antonomasia.
Muchas descripciones de Herófilo, quien no
dejó ningún dibujo tras de sí, se pueden
seguir perfectamente mediante las ilustra-
ciones de Vesalio.
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ante ese despliegue de tan alta tecnolo-
gía y de tanta competencia; posiblemen-
te, eso sólo tenía ya un marcado efecto
curativo. En todo caso, los negocios de
Herófilo iban viento en popa, pues toda
Alejandría tenía un seguro obligatorio
de enfermedad.
Médico, investigado
y protegido de los poderosos
Sin embargo, en el fondo de su corazón
Herófilo se sentía más investigador que
médico. Dirigía en el Museo un grupo de
trabajo propio del que formaban parte
personal técnico y alumnos médicos.
Sus contactos con los centros del poder
eran inmejorables y gozaba de un trato
casi amistoso con Ptolomeo. Todo aque-
llo que Herófilo necesitaba para sus in-
vestigaciones, lo recibía sin demora. En
tanto médico con intereses anatómicos
tenía un objetivo prioritario: la utiliza-
ción del cuerpo humano como objeto de
disección.
Aquí termina la historia rosada del
personaje para adentrarnos en un cam-
po minado, aunque sólo sea porque el
A las vivisecciones de Herófilo hace sobre todo referencia
el siguiente texto del escritor romano Aulio Cornelio Celso
(ca. 25 a.C.-50 d.C.).
“Debido a que los diferentes tipos de dolores y enfermedades
surgen de los órganos internos, así piensan ellos [un determi-
nado grupo de médicos, los “racionalistas”] que nadie que no
conozca éstos puede poner remedio a aquéllos con una cura.
[Creen también] que es preciso cortar y abrir los cuerpos de
los muertos para escrutar sus vísceras e intestinos. [Piensan
también] que los que de forma óptima realizaron mejor estas
tareas fueron Herófilo y Erasístrato, quienes [además] diseccio-
naron, cuando su cuerpo estaba todavía vivo, a criminales que
el rey les enviaba procedentes de las cárceles y observaron,
mientras su espíritu permanecía todavía en ellos, lo que la
naturaleza hasta entonces había mantenido oculto...”
Por su parte, Celso opina que este método es brutal e inútil:
“Pero diseccionar cuerpos vivos es cruel e innecesario; en
cambio, abrir los de los muertos resulta imprescindible para
todos aquellos que tienen el deseo de saber: pues deben
conocer la colocación y la ordenación que el cadáver, mejor
que el hombre vivo y herido, ofrece.”
Celso es además extremadamente cuidadoso en su for-
mulación. Dice tan sólo que hay gentes que sostienen que
Herófilo e Erasístrato realizaron vivisecciones.
Para los latinistas, recogemos, a fin de que pueda ser
comparado, el original en latín del primer texto de Celso
citado:
“De medicina” (proemium, 23, 24 y 74): “Praeter haec,
cum in interioribus partibus et dolores et morborum va-
ria genera nascantur, neminem putant his adhibere posse
remedia, qui ipsas ignoret. Ergo necessarium esse incidere
corpora mortuorum, eorumque viscera atque intestina scru-
tari; longeque optime fecisse Herophilum et Erasistratum,
qui nocentes homines a regibus ex carcere acceptos vivos
inciderint, considerarintque etiamnum spiritu remanente
ea, quae natura ante clausisset...”
Y también el del segundo texto:
“Incidere autem vivorum corpora et crudele et superva-
cuum est, mortuorum discentibus necessarium: nam posi-
tum et ordinem nosse debent, quae cadaver melius quam
vivus et vulneratus homo repraesentat.”
Herófilo y Erasístrato fueron los primeros en atribuir la capacidad de sentir
(sensorial) y de actuar (motora) a los nervios. Antes se pensaba que los vasos
sanguíneos eran los encargados de ambas tareas. La pareja de investigadores
griegos sabía que de estas dos tareas se ocupaban nervios distintos; es decir,
que existían nervios sensitivos y motores. Sin embargo, desde nuestro punto
de vista actual, parece un disparate la afirmación de Erasístrato según la cual
los nervios sensitivos procedían de las meninges y los motores, en cambio,
del cerebro mismo.
Por otro lado, el concepto sensomotor no llegó por entonces a ser reco-
nocido. Ya en la Antigüedad los críticos con Herófilo y Erasístrato señalaron
con razón que, cuando se producían daños en los nervios, había alteraciones
tanto sensitivas como motoras. Lo que parecía indicar que los nervios estaban
mezclados y no separados en sensitivos y motores.
En el fondo todos tenían razón. En el sistema nervioso periférico, es decir,
el que se encuentra fuera del cerebro y de la médula espinal, la mayoría de
los nervios están mezclados, tienen por tanto componentes sensitivos y mo-
tores. Pero, cuando los nervios se introducen en la médula espinal, se dividen
siempre en dos raíces: la raíz posterior sensitiva y la raíz anterior motora.
Charles Bell (1774-1842) y François Magendie (1723-1855) demostraron que la
escisión de las raíces anteriores de los nervios espinales producía parálisis y
la de las raíces posteriores insensibilidad. También estos experimentos fueron
vivisecciones, pero realizadas en perros.
¿Era Herófilo un viviseccionista?
Sensitivo y motor: la división forzosa del sistema nervioso
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 11
resto de las noticias que conocemos so-
bre Herófilo procede de suposiciones e
informaciones de segunda mano. De él
mismo no nos ha llegado ningún texto
extenso. Tan sólo disponemos de algunos
fragmentos —en conjunto suman qui-
zás unas 20 o 30 líneas— que autores
posteriores tomaron supuestamente de
sus labios. La biblioteca del Museo, que
contenía todos sus escritos, ardió en un
incendio en año 48 a.C.
Lo que Herófilo hizo, escribió y enseñó
lo sabemos a través de las aportaciones
de Celso, Galeno, Rufo, Sorano y Tertulia-
no, autores que vivieron mucho después.
Según ellos, Herófilo escribió al menos
seis libros (teniendo en cuenta que libro
equivalía por entonces a rollo de perga-
mino): un trabajo sobre anatomía, otro
sobre el pulso, un tercero sobre el arte
de las parteras, otro sobre terapia, un
quinto sobre dieta y un sexto de enig-
mático título (Contra las opiniones do-
minantes).
De los escritos de Celso y del resto de
los autores se desprende que Herófilo
debió de haber sido un excelente ana-
tomista, de hecho podría decirse que el
anatomista de la Antigüedad. Lo cual, por
otra parte, apenas resulta sorprendente,
dado que Herófilo fue sencillamente el
primero en diseccionar directamente el
cuerpo humano y mirar en su interior.
Y, según relatan, lo hizo con cuerpos vi-
vos. Herófilo era viviseccionista.
Lo ratifica Aulio Cornelio Celso, que vi-
vió aproximadamente desde 25 a.C. hasta
50 d.C., es decir, más de 200 años después
que el médico griego. Hay que tener pre-
sente que Celso no atribuye a Herófilo y
a su contemporáneo y colega Erasístrato
la realización de vivisecciones para desa-
creditarlos. Simplemente, señala que al-
gunos de los descubrimientos llevados a
cabo por la pareja de investigadores sólo
Cuando se extirpa la bóveda craneana, lo primero que
se ve no es el cerebro, sino una membrana cerebral dura,
la duramadre (véase la figura 2). Esta contiene cavidades
llenas de sangre (destacadas en azul), a través de las cuales
fluye la procedente del cerebro. Dichas cavidades no son,
consideradas desde el punto de vista anatómico, auténti-
cas venas, pues sus paredes carecen de la capa muscular
elástica que caracteriza a todos los vasos sanguíneos. Por
esta razón, los anatomistas denominaron a dichas cavidades
senos de la duramadre, esto es, ensenadas de la duramadre
o conducciones sanguíneas venosas. Los senos más grandes
se encuentran en el anillo que circunda posteriormente a
las tiendas cerebelosas, en el “torcular de Herófilo”, hoy
denominado confluencia de senos. Desde allí, la sangre
circula hacia abajo, hacia la vena yugular de la garganta,
la cual surge debajo de la base del cráneo.
El “torcular de Herófilo”
2. BAJO LA BOVEDA CRANEAL.
Vista de la duramadre, tras serrar y separar la bóveda craneana.
Destacado en azul se encuentra el seno sagital superior, una de
las conducciones sanguíneas venosas de la duramadre.
3. CANALIZACION CEREBRAL.
El cerebro y la duramadre se han extirpado en la parte posterior
de la cabeza. La falta del cerebro en la parte posterior pone
de manifiesto otro trozo de duramadre que cubre el cerebelo:
el tentorio cerebeloso (asterisco grande). Destacadas en azul
pueden verse las conducciones sanguíneas que confluyen en el
“torcular de Herófilo” (asterisco pequeño).
12 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
pueden basarse en observaciones hechas
en organismos vivos.
Así, Herófilo fue el primero en descri-
bir correctamente las venas y las arterias
pulmonares. Para ello resultó obligado
que observara la dirección de la corriente
sanguínea y los tipos de sangre (rojo bri-
llante, arterial; rojo oscuro, venosa), lo
que requería que la sangre se hallara
circulando. También la diferencia entre
nervios sensitivos y motores se remon-
ta a Herófilo y Erasístrato. Hallazgo para
cuya realización ambos investigadores
intercambiaron de vez en cuando an-
helos y nervios. La forma más sencilla
de comprobar si un nervio seccionado
o pellizcado es sensitivo o motor es a
través de las pérdidas funcionales que
estas operaciones ocasionan. Y la obser-
vación funcional implica necesariamente
que el sujeto esté vivo en el momento
de hacerla.
Espoleado por la crueldad
A fin de cuentas, Herófilo no era preci-
samente muy remilgado. Como ginecó-
logo, descubrió un aparato denominado
Embryosphakter, el “despedazador de
embriones”. Dicho instrumento debió
de haberlo utilizado no sólo para llevar
a cabo abortos, sino también para salvar
la vida de las embarazadas en caso de
complicaciones severas. Sin embargo, es
como si la muerte violenta y la crueldad
espolearan a este hombre. En lugar de
este aparato podía haber descubierto el
estetoscopio, pero no lo hizo.
El cúmulo de descubrimientos anató-
micos de Herófilo es impresionante. La
retina ocular, las trompas uterinas, los
órganos sexuales internos masculinos,
el canal del nervio facial en el cráneo, un
ventrículo cerebral así como sus grandes
conducciones venosas, la división entre
cerebro y cerebelo, diversos nervios ce-
rebrales... Lo descubrió y describió de
forma correcta.
No contó, sin embargo, con el reco-
nocimiento de sus sucesores. Sólo una
estructura, una cavidad meníngea, fue
denominada con su nombre: el torcular
de Herófilo. Y, además, el nombre es un
error de traducción. Un torcular es una
prensa de tornillo para la fabricación de
vino. Herófilo llamó a esta cavidad lenos,
que se puede traducir efectivamente por
presa, pero también por artesa o por de-
pósito. Y fue seguramente con estos dos
sentidos últimos con los que Herófilo
empleó dicho término: un recipiente
para la sangre venosa. De todos modos,
el torcular de Herófilo quedó excluido
de la nomenclatura anatómica a finales
del siglo XIX. La cavidad se llama ahora
“confluencia de senos” (la reunión de las
conducciones venosas).
Nuestro relato histórico avanza ahora
hasta la supuesta escena final. En torno a
250 a.C. Herófilo, con sus buenos 80 años
Calamus scriptorius podría traducirse por pluma de escribir. De hecho, el suelo
del cuarto ventrículo, formado por el tronco cerebral, tiene una forma que
recuerda a ese adminículo. Según el médico romano Galeno (ca. 130-215),
Herófilo fue el primero que inspeccionó dentro del cuarto ventrículo y que
además describió la estructura.
Hoy en día se sigue empleando esta noción, pero sólo para la punta de
la estructura plumiforme. Y también sabemos para qué sirve el calamos: se
ocupa de que el liquor —el líquido cerebral del que se produce casi medio
litro diario en el interior del cerebro— pueda desaguar hacia el exterior para
que no se produzca una hidrocefalia (el liquor puede llegar así finalmente a
la circulación sanguínea). Esto sucede gracias a una apertura en la punta de
la pluma de escribir: la apertura mediana del cuarto ventrículo. De todo esto
Herófilo no llegó a saber probablemente nada.
El desagüe del líquido cerebral
Cerebro y cerebelo
También a los legos lo primero que les
llama la atención cuando observan un
cerebro es la división entre el cerebro
dominante y el delicadamente estriado
cerebelo situado en la parte trasera de
la cabeza. Aristóteles (384-322 a.C.) ha-
bía descrito 100 años antes que Herófilo
estas dos estructuras, a las que deno-
minó enkephalon y parenkephalis, pero
sólo en animales. Herófilo fue el primero
en distinguirlas en el ser humano.
4. EL CUARTO VENTRICULO.
Si se extirpa el tentorio cerebeloso
(véase la figura 3) y se saca el cerebelo
de su nicho y se echa hacia delante,
entonces se hace visible el cuarto
ventrículo del tronco cerebral
(aquí en amarillo). Se asemeja
por su forma a una pluma
de escribir, de ahí el nom-
bre de calamus scriptorius
de Herófilo. Destacadas
en azul se encuentran las
conducciones venosas.
4.
Si sse exti
(véase lla figu
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enntonce
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(aqu
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cumplidos, se encuentra en su lecho de
muerte. Junto a él se halla su colega Era-
sístrato, con unos 70 años, muy merma-
do en sus fuerzas. Durante toda su vida
los dos han discutido acerca de si las ar-
terias contienen sólo espíritu vital aéreo
(al que Erasístrato denomina pneuma)
o portan también sangre (como piensa
Herófilo). Tampoco en este momento se
ponen de acuerdo. “¡Hazme la autop-
sia y mira!”, gime finalmente Herófilo
momentos antes de expirar. Erasístrato
siguió su consejo, abrió el cadáver de
su colega y vio que las arterias casi no
contenían sangre, que no tenían nada
dentro, a excepción del pneuma, como
él había afirmado.
Hoy en día sabemos que tras la muerte
la sangre se acumula en las venas. Sus
paredes son más finas y débiles que las
de las arterias (algo que Herófilo ya había
descubierto también). Aquí se embolsa la
sangre tras la paralización de la circula-
ción. Incluso las grandes arterias como
la aorta poco después de la muerte sólo
contiene restos coagulados del jugo vi-
tal. Algunas veces no queda más remedio
que echar un vistazo a los cuerpos vivos
para descubrir la verdad.
Helmut Wicht es biólogo y profesor no nume-
rario de anatomía en la Universidad Johann
Wolfgang Goethe de Frankfurt an Main.
Hartwig Hanser es redactor.
Encontrar los nervios cerebrales no es algo sencillo, ya que
se encuentran escondidos en la base del cerebro. Hay doce
pares de ellos. Probablemente Herófilo los vio todos, pero
sólo contó siete pares, porque juntó algunos nervios que
los anatomistas actualmente separan.
A los nervios ópticos los denominó, según Galeno, poroi,
que significa algo así como conductos o tubos. La engaño-
sa idea de que los nervios estaban huecos y que en ellos
actuaba algún principio activo neumático o hidráulico, se
halla presente en los griegos mucho antes de la época de
Herófilo. Esta hipótesis sólo se superó en la época moderna,
cuando se descubrió la excitabilidad eléctrica de los nervios,
del cerebro y de los músculos.
De forma significativa, Herófilo únicamente utilizó el tér-
mino poroi para los nervios ópticos y no para los restantes
nervios cerebrales. Aquí Herófilo se mostró sorprendente-
mente clarividente, pues el nervio óptico es el único que
posee en su interior una cavidad, a través de la cual la
arteria central de la retina alcanza la retina ocular. Herófilo
fue, además, el primero en describir de forma detallada el
ojo con todas sus capas y venas.
Si Herófilo consiguió distinguir realmente esas cavidades,
puede decirse que tenía muy buena vista. Pero entonces
debió de llamarle atención que la cavidad no llegara hasta
el cerebro, pues la arteria penetra en el nervio sólo en la
proximidad del globo ocular. Por otra parte, esto es así
únicamente en los adultos. Al principio del desarrollo em-
brionario, el nervio óptico está hueco en todo su recorrido
y su cavidad se comunica con el cerebro. Crece hacia afuera
conjuntamente con el ojo a partir del cerebro, pues en
último término los ojos y los nervios ópticos son evagi-
naciones del cerebro hueco. Posteriormente, desaparecen
esos conductos y sólo queda un mínimo resto, aquel en el
que se encuentra la arteria central de la retina. Pero todo
esto era imposible que Herófilo lo supiera, porque habría
necesitado disponer de un microscopio. Quedaba mucho
tiempo para que fuera inventado.
El cableado entre el cerebro y los ojos
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA
HEROPHILUS OF CHALCEDON: AN ASSESS-
MENT OF HIS PLACE IN THE HISTORY OF
ANATOMY. P. Potter en Bulletin of the
History of Medicine, vol. 50, págs. 45-
60; 1976.
HEROPHI LUS — THE ART OF MEDI CI NE
IN EARLY ALEXANDRIA. H. von Staden.
Cambri dge Uni versity Press; Cam-
bridge, 1989.
ANTIKE MEDIZIN — EIN LEXIKON. Dirigido
por K. Leven. C.H. Beck; Múnich, 2005.
5. OBSERVADO DESDE ABAJO.
La estructura resaltada en amarillo representa el ner-
vio óptico y las partes posteriores de los ojos. Marcada
en rojo se encuentra la arteria central de la retina, que
se introduce en el nervio óptico de tal manera que en
el último trozo de su recorrido pone de manifiesto una
cavidad central: el canal para dicha arteria.
14 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
Filosofía y psicología
de la realidad
¿Y si todo lo que percibimos con los sentidos no fuera real,
sino mera creación de nuestro cerebro?
Una exploración neuropsicológica de las pistas
CHRISTIAN HOPPE
E
l neurólogo Müller se encontraba muy con-
tento. Su probanda, Rosa, se sentaba distendida en
su silla, y la medición de su actividad neuronal, por medio de la
electroencefalografía (EEG), funcionaba impecable. Müller sacó una
manzana de su cartera y se la puso sobre la mesa. “Ah, una manzana”,
dijo Rosa. “¡Para usted!”, añadió Müller. “Déle un mordisco y cuénteme lo
que siente.” Rosa cogió la manzana y ejecutó la orden. “Rica, jugosa; no muy
dulce, no muy áspera; deliciosa”, reconoció Rosa en el acto.
Pero Müller ya no escuchaba. Abstraído, se imaginaba que los fotones “rojos” de
la piel de la manzana se habían encaminado directamente al ojo de Rosa y habían
desencadenado en su retina todas las reacciones posibles. Después seguía él, con
su ojo interior, los potenciales de acción que habían sido enviados desde las células
ganglionares de la retina, a través del nervio óptico, al cerebro. En su fantasía, el
lenguaje de las neuronas suena como el suave chisporroteo de un altavoz.
Rosa vuelve a morder la fruta, y el investigador volvía a imaginarse cómo
se transmiten innúmeras señales desde los sensores gustativos de su len-
gua hacia el cerebro. Müller imaginaba cómo coincidían, en breves mili-
segundos, impulsos de muchas partes del cerebro en el lóbulo frontal
y desencadenaban allí una actividad nerviosa. Esta ponía inmedia-
tamente en movimiento los músculos del aparato lingüístico en
la boca y faringe de Rosa y le llevaba a informar sobre sus
vivencias gustativas. La percepción podía describirse
en términos de un proceso físico de punta a
cabo. Müller estaba exultante.
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CUESTION DE PARECERES.
Una manzana es siempre una
manzana, aunque al fotógrafo
le parezca otra cosa...
Las dudas le entraron por la tarde. Hacía rato
que Rosa se había marchado. Le irritaba que,
durante el experimento, ninguna parte de la
manzana hubiera entrado directamente en el
cerebro de su probanda, ni una sola molécula
de la manzana. Mientras la joven mordía, mas-
ticaba y tragaba la fruta, su cerebro desarrolla-
ba una frenética actividad, un “chisporroteo”,
vario y distinto; había elaborado señales, pero
ninguna manzana.
Para Rosa, por el contrario, el cambio era
enorme: estuvo convencida de ver realmente
la manzana, sentirla y saborearla. ¿Cómo po-
día ser, si ninguna parte de la fruta había pe-
netrado en su cerebro? Ver colores y percibir
sabores se realiza, al parecer, sólo por medio de
intercambios rápidos de impulsos nerviosos,
concluye Müller.
Tras libar un vaso de buen tinto, el investiga-
dor cayó en la cuenta de que también sus pro-
pias sensaciones se basaban exclusivamente en
el chisporroteo ininterrumpido de su sistema
nervioso: en sus neuronas no había entrado ni
una gota de vino. Müller se percató, sorprendi-
do, de que tampoco podía estar seguro de si en
realidad había vino y manzana. ¿Podía la reali-
dad constar sólo del chasquear de su cerebro?
En la noche siguiente, Müller tuvo una pe-
sadilla. Se veía prisionero en su cavidad cra-
neana; a su alrededor nada, salvo un pertinaz
chisporreteo. No había escapatoria. Mas, al
imaginarse que al menos su cerebro podría
ser real, sintió un gran alivio; la experiencia
neuronal de Müller enmudeció. El investigador
se despertó en ese momento.
Pero ya no le abandonó una idea: si se diera
sólo lo objetivo, ¿podría existir un sujeto desde
una perspectiva objetiva? ¿Y no significaría, en
última instancia, que no habría absolutamente
nada objetivo, porque el punto de vista desde
el que se considera no existiría?
Desde la perspectiva de la investigación del
cerebro no hay ningún sujeto. No es localiza-
ble. La actividad cerebral genera una sensación
tanto si un estímulo viene del exterior como si
ha sido producido de otra manera, por ejemplo,
por un recuerdo. Si se estimula, por medio de
electrodos implantados, el área de las manos
en el hemisferio izquierdo, la persona nota un
cosquilleo en su mano derecha, pero no en el
cerebro (que es totalmente insensible). Análo-
gamente se pueden desencadenar sensaciones
visuales, auditivas, olfativas y gustativas e in-
cluso experiencias “extracorporales”.
Si se tiene en cuenta, además, que a cada
célula nerviosa con “contacto exterior” llegan
aproximadamente unos 100.000 otros contac-
tos, que sólo se comunican con otras neuronas
pero no con el entorno, surge la sospecha de
que la realidad que experimentamos no es
otra cosa sino un constructo de nuestro cere-
bro. Todo lo que percibimos es producido por
la actividad de ese órgano, una estructura de
1500 gramos de grasa, agua, proteína y mine-
rales. Pero, ¿eso puede ser así?
La psicología sin yo de los robots
El “estudio científico del alma”, y también la
psicología cognitiva, se propone explicar fe-
nómenos subjetivos como la percepción, el
La palabra realidad tiene sus raíces en la teología cristiana medieval. El dominico y mís-
tico alemán Maestro Eckhart (1260-1328) hablaba de wercelicheit (medio alemán) como
equivalente del término latino actualitas. Este término lo introdujo otro fraile dominico,
el teólogo Alberto Magno (1200-1280), y fue perfeccionado por su discípulo Tomás de
Aquino (1225-1274) en su asimilación contrastada con el filósofo griego Aristóteles (384-
322 a.C.). El concepto base actus (hecho, obra) es la traducción latina de las palabras
griegas energeia y entelechia, los dos conceptos centrales de la filosofía aristotélica.
Expresan lo real individual como “objeto real”. Actualitas designa, pues, lo que es común
a todo lo real (actus), su ser real.
Originariamente, wercelicheit no designa, pues, algo real individual y tampoco la totali-
dad de todo lo real, sino su ser real (compárese ser pequeño y pequeñez). El uso actual de
la lengua aún conserva el sentido originario de la palabra: “La manzana es roja” significa
lo mismo que “La manzana es realmente roja”, pero ambas frases significan algo más que
la mera expresión “la roja manzana”, porque las frases “aspiran” a la realidad.
La sutil diferencia entre hecho y ser real
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CUESTION DE PARECER
Una manzana es siemp
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pensamiento o las emociones por medio de
la descripción de los procesos mentales en los
que se basan. Puesto que éstos pueden descri-
birse con magnitudes mensurables, en teoría
podrían transferirse a robots. Entraría dentro
de razón un androide, de suerte tal que su com-
portamiento fuera igual al de un ser humano
sin ninguna diferencia apreciable.
Si alguien tropezara con ese androide, le atri-
buiría erróneamente capacidades que conoce
de sí mismo y de otros: percibir la realidad,
pensar y sentir. Pero, en realidad, el robot no
sería otra cosa que una pieza del mundo mate-
rial. No sabría nada de sí mismo, aunque saliera
de su boca la palabra “yo”. No tendría ninguna
conciencia con la que pudiera reflexionar sobre
su percepción, sino tan sólo alcanzaría reaccio-
nes apoyadas en algoritmos programados.
Este experimento mental pone de manifiesto
que la psicología cognitiva y una investigación
del cerebro que se base en ella no tienen en
cuenta, en principio, un rasgo humano decisivo:
la subjetividad. Los humanos, por el contrario,
perciben a los otros como sujetos, que viven el
mundo como ellos. Sobre este supuesto basan
su pensar y actuar. Sin esa conciencia de sí
mismos no habría ninguna ética, porque no se
podría atribuir al otro sentir como uno mismo
siente. Libertad sin subjetividad sería libertad
de robot, pero no una libertad personal.
Una mirada puramente natural del mundo
hace que desaparezcan todos los problemas
filosóficos, no porque se solucionen, sino por-
que uno se hace incapaz de filosofar, al excluir
la subjetividad. El naturalismo como filosofía
es o incompleto o autocontradictorio, pues lo
observado no es un “objeto” de investigación
científica. Sería un error creer que la psico-
logía científica aprehende al hombre como
sujeto. Al propio tiempo, la subjetividad co-
mo facultad de la realidad no es lo contrario
de la objetividad, sino su condición previa.
El gusto no es nunca objetivo
En psicología, el tema de la subjetividad está
íntimamente ligado con la cuestión de la exis-
tencia de los llamados qualia (del latín “qua-
lis”, cuál). Este concepto designa la manera
en que alguien percibe algo; por ejemplo, el
sabor de una manzana.
... que al pintor impresionista...
... y al químico de alimentación...
RESUMEN
La realidad
es subjetiva
1
Nuestra percepción
de la realidad de-
pende de las condicio-
nes cerebrofisiológicas
previas.
2
Pero los procesos ce-
rebrales y la viven-
cia subjetiva no son lo
mismo, pues la observa-
ción empírica presupone
la percepción subjetiva.
3
La subjetividad es
la forma originaria
sobre la que se da la
realidad, porque sobre
ella se erige su expe-
riencia personal y el
saber objetivo.
La diferencia entre actus y actualitas (véase el recuadro “La sutil diferencia entre hecho y
ser real”), según Tomás de Aquino, abre un camino de cómo se reconoce la subjetividad
en cuanto referencia a la realidad y puede refutar, por incompleto, al naturalismo, sin
tener que considerar, de acuerdo con una concepción dualista, el “alma” como algo real
demostrable empíricamente.
Los naturalistas niegan, con razón, la existencia del alma como algo real entre lo
real (actus), así como de otros fenómenos no comprobables empíricamente, como, por
ejemplo, “Dios”. Pero esta concepción está ciega para la actualitas (ser real), bajo cuya
exigencia el naturalismo, como cualquier otro pensamiento, está sujeto. Dios no es algo
real entre y sobre otras cosas reales (actus), sino la realidad de todo lo real (actualitas);
“alma” designa apertura hacia esa realidad, hacia Dios.
La “gracia” de redimirse hacia la realidad no sustituye, en la concepción de Tomás de
Aquino, a la naturaleza, sino que la presupone (gratia supponit naturam). El magisterio
eclesial no tendría, pues, ningún inconveniente en reconocer los presupuestos fisiológicos
cerebrales o hasta una implementación total neuronal de la actividad espiritual.
Teología y fisiología cerebral
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 17
Con todo, un análisis preciso de la expe-
riencia muestra que los qualia (es decir, el
contenido de nuestra percepción sensible) no
representan una realidad “meramente subje-
tiva” en comparación con lo real objetivo. Sin
perceptor no hay percepción. La manzana no
tiene ningún sabor objetivamente mensurable;
éste sólo puede ser reconocido por el sujeto que
la saborea. La subjetividad (experimentación
del mundo) es, por ello, la manera en que la
realidad es realmente real. Si no fuera así, se
daría una separación entre sujeto y objeto, que
en filosofía se denomina dualismo.
René Descartes (1596-1650), el representante
más ilustre del dualismo, consuma la separa-
ción de cuerpo y alma en sus Meditationes de
prima philosophia. Los ve como substancias
distintas y absolutamente separadas. Los mo-
nistas, por el contrario, lo reducen todo a una
sola substancia. Curiosamente, dualismo y
monismo cometen idéntico error en el tema
cuerpo-alma: separar absolutamente cuerpo y
alma, en vez de distinguir fenómenos distintos.
Ambos sistemas acaban, en último término, en
la paradoja de la realidad desaparecida como
en la historia del neurólogo Müller.
Para los partidarios de un monismo físico,
sólo existen las cuatro fuerzas comprobables
de la física: gravitación, electromagnetismo,
interacción fuerte e interacción débil. Pues ni el
pensamiento ni la voluntad u otras facultades
mentales muestran un resultado material con-
trastable empíricamente. Pero, debe existir la
observación de estas fuerzas físicas. Sólo por la
separación absoluta de cuerpo y alma se mane-
jan los problemas filosóficos, que después pue-
den solventarse dualística o monísticamente.
Si consideramos la observación con algo más
de detención, como hizo Descartes en sus Me-
ditaciones: en el Zazen, una forma japonesa de
meditación, uno dirige simple y directamen-
te su atención a la percepción actual aquí y
ahora. En esta práctica nada puede inquietar,
pues rige observar el momento así como es.
En primer lugar se atiende a los ruidos que se
perciben en ese preciso instante. Puesto que
los pensamientos tienen también una cualidad
vocal, casi acústica, puede uno concentrarse
—en vez de en el contenido— en el sonido de
sus pensamientos. Muchas personas descubren
así que piensan con su propia voz.
Inténtelo por una vez: note cómo conside-
ra el instante, el “ahora”, como una impresión
incesantemente constante, visual, que no en-
vejece ni se debilita, incluso cuando dirige su
mirada a una pared en blanco. La imagen no
se dirige en absoluto a usted. Pero usted no se
confunde por ello. ¿Constata que no hay dis-
tancias? Existe el campo visual, es uno y no se
descompone en la imagen y el observador.
La impresión acústica que usted percibe, las
sensaciones corporales que nota, los pensa-
mientos que “oye”, y todos los movimientos que
percibe en este momento, son aspectos del pre-
sente. Sin embargo, no experimentan ningún
yo, al que se refieran todas esas impresiones.
Observar lo observado
Durante esta meditación parece que se descom-
pone la “disociación sujeto-objeto” de nuestra
percepción habitual. En la concentración en el
presente sensorial, la mirada de una realidad
aislada se dirige a su ser real en el sentido de
su ser presente. La mirada así vaciada está lle-
na de un presente absoluto, de un aquí y un
ahora. Este estado se llama “extensión abierta”
del Zen y es totalmente idéntico con la realidad
cotidiana. Si a continuación se dirige de nuevo
la atención a las actividades, puede surgir la
impresión de que la unidad se vuelve a disociar
en un yo y un mundo de cosas aisladas.
La realidad incontrastable de este momento
es, por eso, la causa original de que exista la
realidad. La subjetividad es la capacidad del
presente. Al parecer, la capacidad del presente
depende de procesos fisiológicos cerebrales;
con toda probabilidad, la vivencia se realiza
incluso totalmente de manera física. Pero los
procesos cerebrales no son idénticos con nues-
tra vivencia del presente. La propia vivencia no
es engañable, incuestionable y originaria En
ella nos percatamos también de los procesos
cerebrales.
No importa desde qué punto de vista se
considera el problema de la realidad: la auto-
conciencia no se esfumina. El ser humano
sigue siendo sujeto. La conducta humana, los
procesos cerebrales, la propia implementación
neuronal del “yo” pueden ser objeto de investi-
gaciones de las ciencias de la naturaleza, pero
no el sujeto en cuanto sujeto.
La capacidad de realidad y el ansia de verdad
son las condiciones del conocimiento científi-
co. Puede afirmarse que la subjetividad es el
alma de toda ciencia, también de la investiga-
ción del cerebro.
Christian Hoppe es doctor en neuropsicología
y licenciado en teología. Trabaja en la clínica
de epileptología en Bonn
Dualismo: Todo lo que existe
se basa en dos principios inde-
pendientes.
Monismo: Todo lo que existe
se reduce a un único principio.
Naturalismo: Todo lo que exis-
te es explicable empíricamente.
... y al niño hambriento.
BIBLIOGRAFIA
COMPLEMENTARIA
DIE GRENZEN DER OBJEKTI -
VI TÄT. T. Nagel. Reclam;
Stuttgart, 1991.
MI T LEI B UND SEELE. DI E
MIND-BRAIN-DEBATTE IN DER
PHI LOSOPHI E DES GEISTES
UND DI E ANI MA- FORMA-
CORPORIS-LEHRE DES THO-
MAS VON AQUIN. T. Kläden.
Pustet; Ratisbona, 2005.
LI EBGEWORDENE THEOLO-
GISCHE DENKFEHLER. W. J.
Hoye. Aschendorff; Müns-
ter, 2006.
18 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
1. LUZ EN LA OSCURIDAD.
Tan pronto como se descu-
bre un crimen, comienza la
búsqueda de su autor. Para
acometer la tarea se requieren
mucha experiencia y conoci-
miento psicológico.
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 19
¿Qué revela el crimen sobre el asesino? En la vida real,
la actuación de la policía difiere de la reflejada en la ficción
televisiva. El método y el trabajo en equipo sustituyen
a la intuición
INGRID GLOMP
Perfiles
criminales
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as actuaciones salvajes de un violador en
serie tenían atemorizada a cierta ciudad
sudamericana. Se hablaba de 39 víctimas. Los
investigadores locales, desconcertados, pidie-
ron ayuda a sus colegas alemanes. Jens Vick,
psicólogo e investigador criminalista de la Ofi-
cina Federal de Investigación Criminal de Ale-
mania (Bundeskriminalamt - BKA), cuya sede
se encuentra en Wiesbaden, se desplazó junto
con un compañero a Sudamérica. El destino
exacto permaneció en secreto.
Si se tratara de una serie televisiva, Vick se
hubiera sacado de la manga varios datos asom-
brosamente precisos sobre la edad, profesión,
estatuto familiar e infancia del criminal, tras
un rápido vistazo sobre las huellas preserva-
das en el escenario del crimen. Habría inclu-
so adivinado, por puro olfato, la disposición
psicológica del afectado. De ese modo, hubiera
encarnado la viva imagen del investigador cri-
minalista intuitivo, clarividente.
Con todo, se trata de un estereotipo fomen-
tado, a veces, por los propios representantes de
la profesión. John Douglas, agente del FBI, lo
recoge en Inside the Mind of BTK. Detrás de es-
tas iniciales se oculta un asesino en serie quien,
en un intervalo de treinta años, mató a diez
personas en el estado de Kansas. En 2005 fue
arrestado gracias a diversos paquetes y cartas
que había enviado a la policía. En su informe,
el investigador Douglas describe cómo, junto
con dos compañeros más, desarrollaron teorías
sobre el asesino en 1984 analizando todos los
indicios del caso y trasladándose mental y emo-
cionalmente al pensamiento del criminal.
Laurence Alison, psicólogo de la Universidad
de Liverpool, analizó los resultados de una se-
rie de investigaciones criminalísticas del FBI y
comprobó que, en la mayoría de los casos, con-
tenían abundantes datos ambiguos e impreci-
sos. Las revelaciones sobre BTK eran del mismo
estilo: conduce un coche “decente”, las mujeres
con las que se relaciona son jóvenes e ingenuas
o bien bastante mayores que él, probablemente
vive en un piso de alquiler, su coeficiente inte-
lectual debe de caer entre 105 y 145.
En otro estudio, Alison y sus colaboradores
presentaron a policías y forenses el perfil de
un criminal buscado, así como informaciones
sobre el mismo una vez arrestado, y una des-
cripción ficticia, en la que habían introducido
adrede datos contradictorios. En ambos casos,
la mayoría de los interrogados consideró el per-
fil congruente y útil. Alison atribuye semejan-
te comportamiento de los profesionales a que
tendían a destacar las informaciones relevan-
tes para cada caso y olvidar las contradicciones.
Un principio muy parecido al que utilizan los
horóscopos.
Andreas Mokros, del departamento de psi-
quiatría forense y psicoterapia de la Universi-
dad de Ratisbona, colaboró en la investigación
de Alison. En Liverpool, el psicólogo alemán
trabajó en un estudio sobre violadores. El re-
sultado evidenció que, en el grupo investigado,
señales como el descuido de objetos o, por el
contrario, un “orden” minucioso en el lugar
del crimen no ofrecían pistas seguras sobre
la edad, el estatuto familiar, la formación o la
profesión del autor.
En opinión de Mokros, las circunstancias
específicas de cada caso y el comportamiento
de la víctima influirían de forma decisiva en el
transcurso del crimen; no los factores sociode-
mográficos. Dichos factores revelaron, además,
muy poco sobre el criminal. “La forma de vida
y el trabajo de una persona son cuestiones que
dependen más de las circunstancias exteriores
que de su psique”, expone.
Pedófilos socialmente adaptados
En un trabajo de 2007, no obstante, Mokros de-
mostró que las preferencias de los delincuentes
sexuales sí revelan características psicológicas:
“En general, los sujetos sádicos presentan algún
tipo de inestabilidad emocional. En cambio,
los que escogen víctimas infantiles suelen ser
personas socialmente adaptadas, reservadas e
introvertidas.”
Mokros se muestra escéptico ante antiguos
métodos del FBI con relación al análisis de
perfiles criminales, como la clasificación de
asesinos en serie por tipos planificadores o no
planificadores, juntamente con su respectiva
descripción. Así enraizaron muchos prejuicios
sin fundamentos. Un estudio de los investiga-
dores de Liverpool, en el que se analizaron unos
100 casos de asesinatos en serie, no pudo con-
firmar una división clara entre ambos tipos.
En Alemania, la inquisición del perfil crimi-
nal se basa en el método de análisis operati-
vo de casos (Operative Fallanalyse - OFA). En
primer lugar, se reconstruye con la máxima
precisión el presunto desarrollo del crimen, a
través de las huellas encontradas y declaracio-
nes de testigos. Para ello, no se requiere tanto la
inteligencia intuitiva del inspector cuanto del
trabajo metódico y minucioso de un equipo.
De este método de trabajo se beneficiaron
los investigadores criminalistas de la ciudad
ViCLAS:
del crimen
individual al
crimen en serie
En el año 2000 se introdujo
en Alemania el sistema de
base de datos canadiense
conocido como ViCLAS
(Violent Crime Linkage
Analysis System). Se trata
de un sistema que ayuda
a determinar si un delito
forma parte de una serie
de crímenes o es un hecho
aislado. Para ello, se registra
un extenso número de
datos de casos de homicidio
con móvil sexual o incierto,
así como homicidios con
circunstancias especiales,
delitos de agresión sexual
y desapariciones, en los que
se sospecha que ha habido
un crimen.
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 21
sudamericana a la que acudieron el agente
Vick y sus compañeros de la BKA. Al equipo
que formaron los investigadores alemanes tras
su llegada, se unieron un psicólogo local, un
sexólogo, una agente y un agente policial, el
coordinador de la investigación y una traducto-
ra. En un primer examen se demostró que sólo
30 de las 39 violaciones denunciadas se podían
atribuir con seguridad a un mismo autor. Para
ello, no sólo se tuvieron en cuenta pruebas de
ADN, sino también detalles y características
típicas de los crímenes. En este caso, el agresor
había procedido con brutalidad. En muchos de
los casos también llevaba un arma.
Suposiciones sobre el criminal
Llamaban la atención dos lapsos de tiempo en
que el violador permaneció inactivo. Los crimi-
nalistas supusieron que se trataba de períodos
de encarcelamiento del agresor. Esbozaron hi-
pótesis sobre la forma en que se habían lleva-
do a cabo los delitos por los que podía haber
sido condenado: el criminal solía robar a las
mujeres después de la violación. Cabía, pues,
la probabilidad de que hubiera delinquido con
anterioridad.
Por experiencia, Jens Vick sabe que éste es
el caso más frecuente. “Apenas existen casos
de personas que cometan delitos sexuales ex-
clusivamente.” Ya sean robos o agresiones, la
mayoría de los violadores han cometido otros
delitos anteriormente.
Además, según declaraciones de testigos, el
comportamiento social del agresor había lla-
mado la atención, como si estuviera bajo los
efectos de alguna droga. Parecía muy agitado,
había perseguido a algunas mujeres a través
de aglomeraciones de gente e iba gritando a los
transeúntes. Estos datos contribuyeron a re-
afirmar la sospecha de posibles antecedentes
por abuso o tráfico de drogas.
Finalmente, mediante los rasgos faciales
más destacados de los nueve retratos robot
disponibles, se elaboró un “retrato combina-
ción”. “Teníamos las fechas en que el criminal
presuntamente había ingresado en prisión, la
estructura de sus crímenes y un retrato robot.
Con esto ya podíamos empezar a registrar los
expedientes”, relata Vick. El violador fue dete-
nido poco tiempo tras el regreso de los agen-
tes de la BKA a Alemania. Una prueba de ADN
descubrió al hombre, cuyo aspecto físico había
sido reconstruido con considerable exactitud
en el retrato robot.
En Alemania se ha establecido el análisis
operativo de casos como método de análisis
de perfiles criminales. Más de 100 especialistas
trabajan en las oficinas de OFA de la BKA, así
2. ANALISIS MAS EFICACES.
Los métodos de análisis
de perfiles criminales contri-
buyen a restringir el posible
radio de acción de un criminal
tras un delito sexual. De este
modo, se reducen, por ejem-
plo, los gastos para pruebas
masivas de ADN.
Más de 100
especialistas
en análisis
de perfiles
criminales
trabajan en
la BKA y las
oficinas de
investigación
criminal de
Alemania.
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Las recons-
trucciones de
crímenes de los
investigadores
criminalistas
de la BKA
coinciden en
un 95 % con los
hechos reales.
En cuanto
a los perfiles
de los autores
se acierta
en un 85 %.
“Nosotros no resolvemos casos,
ayudamos a establecer prioridades”
Michael Baurmann trabaja desde 1976 para la Oficina Federal de Investigación Criminal
de Wiesbaden. Responde a una serie de preguntas sobre la importancia del pragmatismo
en las investigaciones criminalísticas.
¿Cuáles son los pasos a seguir en una investigación?
De entrada hay que determinar la posibilidad de acometer un análisis del caso, lo que
requiere disponer de suficientes huellas. A continuación, se crea un equipo de trabajo y
se designa un moderador. Basándonos en los datos disponibles, establecemos hipótesis
sobre cada paso de la secuencia de actos del crimen. Cada hipótesis se analiza desde dis-
tintos puntos de vista. Nuestro objetivo es extraer las particularidades de cada crimen.
Las generalizaciones son perjudiciales. Si el proceso avanza, conseguimos obtener una
visión general plausible de los hechos. Pero se impone adaptar los métodos a cada caso.
Si hablamos de extorsión o secuestros, el procedimiento difiere del seguido para delitos
sexuales u homicidios.
Las oficinas de investigación criminal de todos los estados federales de Alemania tam-
bién tienen unidades de análisis operativo de casos. ¿Cuándo entra en acción la Oficina
Federal de Investigación Criminal (Bundeskriminalamt - BKA)?
En primer lugar, cuando se trata de casos de competencia federal. Es decir, si se ven afec-
tados los órganos federales, en atentados en el sistema ferroviario del país y, por supuesto,
en casos de terrorismo. En segundo lugar, estamos a disposición de países que necesiten
nuestra asistencia. En casos de extorsión, la BKA ha adquirido reconocida experiencia.
También es posible que en un país haya falta de personal porque se están llevando a cabo
otras investigaciones, o bien que se necesite un equipo nuevo y neutral porque se requiere
replantear un caso. En un año trabajamos en una media de 15 o 20 casos.
¿Cuál es el procedimiento a seguir en un caso de crímenes en serie?
Cuando la policía sospecha que ciertos homicidios están vinculados y no hay pruebas
de ADN que lo demuestren, se pueden introducir los datos de los crímenes en la base de
datos ViCLAS para un análisis electrónico. De este modo, la sospecha se confirmará o se
descubrirá si existen otros casos con características similares.
¿Cuál es el resultado ideal de una investigación?
El producto más valioso es la reconstrucción del crimen, a saber, la descripción exacta de
la presunta secuencia de los hechos. No se trata de pruebas objetivas, sino de suposiciones,
de las que sacamos más conclusiones que, a su vez, nos permiten extraer pistas para la
investigación y quizás un perfil criminal. La función básica de este procedimiento es la eco -
nomía de la pesquisa gracias a la limitación del radio de acción del sospechoso. Nosotros
no resolvemos casos pero ayudamos a los investigadores a establecer prioridades.
MICHAEL BAURMANN,
psicólogo, dirige el departamento
de análisis operativo de casos de
la Oficina Federal de Investigación
Criminal de Wiesbaden.
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como en las oficinas de investigación criminal
de cada estado federal. Aproximadamente un
tercio de los trabajadores son mujeres. El proce-
dimiento se complementa a través de la base de
datos ViCLAS, que ayuda a detectar crímenes
en serie con más facilidad.
Michael Baurmann es coordinador del aná-
lisis operativo de casos en la BKA. Las palabras
de este psicólogo se prestan a la reflexión: “La
mayoría de los agresores son aterradoramente
normales. Confiar siempre en la psicología y
la psiquiatría sería un error.” También es muy
útil la elaboración de un perfil criminal. Puede
aportar puntos de referencia para la investiga-
ción, ayudar a limitar el patrón de búsqueda
y, de este modo, economizar la pesquisa. Mu-
chas veces sirve también para encarrilar los
interrogatorios o el trato con secuestradores
y extorsionadores.
Puntos de partida para la investigación
En el caso de homicidios y violaciones se plan-
tea la siguiente cuestión: ¿debemos temer más
acciones? Para evaluar el peligro existente, es
clave la reconstrucción del crimen. ¿Se com-
portó precavido el autor? ¿Ganó el control de
la situación con rapidez? En caso afirmativo, la
reincidencia es más previsible. Si, por lo contra-
rio, el homicidio fue el resultado de un conflicto
agravante y si, además, el agresor y la víctima se
conocían, probablemente no haya un segundo
crimen. En este caso, muchas veces no es nece-
sario recurrir al análisis operativo de casos.
Cuando nos encontramos ante un ejemplo
de crímenes en serie, el punto de partida sue-
le constituir un elemento determinante. Este
puede ser el domicilio del agresor, su puesto de
trabajo o cualquier otro lugar frecuentado por
el mismo. Un estudio de la BKA sobre delitos
sexuales de agresores desconocidos llegó a la
conclusión de que este grupo de violadores y
asesinos sexuales comete sus crímenes, en gran
parte, en un radio restringido. “En general, el es-
cenario del crimen de violadores, cuyas víctimas
han subido con ellos al coche, no se encuentra a
más de 800 m del domicilio”, comenta Vick.
Este dato desmiente un prejuicio muy exten-
dido. “Cuando pasa alguna desgracia en algún
lugar, la población muchas veces cree que el
agresor viene de fuera”, explica Baurmann. La
misma policía cae en semejante error y busca al
autor del crimen lejos del lugar de los hechos.
La conducta de muchos delincuentes sexua-
les se rige por un principio de comodidad. Si
pueden encontrar lo que buscan en un radio de
300 m en lugar de 30 km, con frecuencia se de-
cantan por la distancia más corta. Además, los
trayectos cotidianos que recorre el afectado de
forma rutinaria —el parque que se encuentra
de camino al trabajo— ofrecen muchas de las
ocasiones para cometer un crimen.
Durante el análisis geográfico del caso,
cuando se trata de crímenes en serie, los in-
vestigadores criminalistas deducen el presun-
to lugar de residencia del agresor mediante la
disposición de los escenarios del crimen. La
eficacia de este procedimiento fue demostrada
a través de un análisis en el que también cola-
boró Andreas Mokros. Para la OFA de Bremen
investigó, hace unos años, unas violaciones
en serie que habían tenido lugar en la ciudad
alemana de Bremerhaven. Terminó por esta-
blecerse un punto de partida situado a sólo
400 m del domicilio del autor del crimen.
El resultado permitió delimitar la zona para
realizar un cribado genético y efectuar la prue-
ba de ADN a unos 2500 varones. Entre los once
que en un inicio se negaron a que se les prac-
ticara la prueba de la saliva, se encontraba el
agresor, de 35 años de edad. La investigación
había reducido con éxito, pues, el radio de ac-
ción del sospechoso.
El balance de la unidad de la OFA de la BKA
es muy positivo: las reconstrucciones de crí-
menes coinciden en un 95 % de los casos y, en
cuanto a los perfiles de los autores, se acierta
en un 85 %. La estimación de la edad del agresor
todavía “nos cuesta un poco”, admite Vick.
Gracias a un proyecto interno de la BKA que
estudia la conducta postcrimen en casos de de-
litos sexuales y homicidios, se han descubierto
indicios que demuestran que, en cuanto corre
sangre, el agresor intenta deshacerse lo antes
posible de su ropa o buscar un lugar donde la-
varse. Este hecho ofrece pistas para la investi-
gación. Si hay un arroyo cerca del escenario del
crimen, por ejemplo, probablemente valga la
pena rastrear sus márgenes. O bien, es posible
que existan testigos que hayan observado a
alguien mojado.
Para Andreas Mokros, la investigación de un
caso no tiene nada que ver con los juegos de
adivinanzas. Se trata de un trabajo en equipo
por parte de criminalistas profesionales para
la verificación de hipótesis. Si bien la realidad
del análisis del perfil criminal es diferente y
más complicada que en las películas, no deja
de ser sumamente fascinante.
Ingrid Glomp es bióloga.
“La mayoría
de los agresores
son aterradora-
mente normales.
Confiar siempre
en la psicología
y la psiquiatría
sería un error.”
Michael Baurmann
experto de la BKA
BIBLIOGRAFIA
COMPLEMENTARIA
OPERATIVE FALLANALYSE. H.
Dern y M. Baurmann en
Anwaltshandbuch Straf-
verteidigung, dirigido por
G. Widmaier. C. H. Beck;
Múnich, 2006.
DIE STRUKTUR DER ZUSAM-
MENHÄNGE VON TATBEGE-
HUNGSMERKMALEN UND
PERSÖNLI CHKEI TSEI GENS-
CHAFTEN BEI SEXUALSTRAF-
TÄTERN. A. Mokros. Verlag
für Polizei wissenschaft;
Frankfurt a. M., 2007.
TÄTERPROFILE BEI GEWALT-
VERBRECHEN — MYTHOS,
THEORI E, PRAXIS UND FO-
RENSI SCHE ANWENDUNG
DES PROFILINGS. 2.ª edición.
Dirigido por C. Musloff y
J. Hoffmann. Springer;
Heidelberg, 2007.
24 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
La depresión
refractaria
En los últimos años se han registrado notables avances en el tratamiento farmacológico
de la depresión. Se obtienen ya altas tasas de respuesta con mínimos efectos secundarios.
Sin embargo, la depresión refractaria o resistente continúa siendo un reto
para los investigadores y los clínicos
JERONIMO SAIZ RUIZ Y DOLORES SAIZ GONZALEZ
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 25
L
a depresión es una de las enfermedades más
“tratables” en la medicina actual. Pese a
ello, un alto porcentaje de los pacientes no al-
canza la remisión. Abundan quienes sólo res-
ponden de forma parcial y los que no mejoran
ante distintos enfoques de tratamiento.
Los múltiples progresos operados en farma-
cología desde los años sesenta no han compor-
tado una mejora en la eficacia de los antidepre-
sivos, pero sí han mejorado el perfil de efectos
secundarios y la tolerabilidad. Además, en la
práctica clínica, las estrategias más utilizadas
para la depresión resistente (DR) son las menos
validadas por los avances científicos, y vice-
versa. La terapia electroconvulsiva (TEC) y la
potenciación con hormona tiroidea, de amplia
base bibliográfica, apenas son empleadas de
forma rutinaria en la depresión resistente.
La esperanza se ha cifrado ahora en la farma-
cogenómica. El actual sistema de tratamiento
según ensayo-error, en el que la administra-
ción de una estrategia terapéutica se somete a
prueba sin saber de antemano el resultado ni
la tolerancia en el paciente en cuestión, dejaría
paso a la aplicación de fármacos indicados “a
medida” de los individuos, vale decir, según
sus rasgos genéticos y fisiológicos.
La depresión constituye una de las primeras
causas de pérdida de calidad de vida y años
trabajados. Las previsiones para 2020 en cuan-
to a causas de discapacidad universal sitúan
a la depresión unipolar sólo por detrás de la
cardiopatía isquémica (véase la tabla 1). Estas
cifras reflejan la importancia de la depresión
como un problema de salud que afecta tam-
bién a la calidad de vida de un individuo y
la productividad de un país; en España, es un
motivo frecuente de baja laboral.
Definición
Aunque la falta de respuesta al tratamiento an-
tidepresivo alcanza en torno al 33% de los casos,
resulta difícil proponer una definición de de-
presión refractaria que se acepte sin reserva. Se
habla así de depresión resistente (la expresión
más común), depresión refractaria (cuando no
responde a distintas estrategias terapéuticas) y
depresión “difícil de tratar” o no respondedora
(que implica otros factores que pueden influir
en la falta de respuesta). La definición habría de
incluir las respuestas parciales, las recaídas, las
recurrencias y la falta absoluta de respuesta.
En la depresión resistente existe una res-
puesta insuficiente, a pesar de la utilización
de una estrategia farmacológica adecuada;
en una escala de depresión, la reducción de la
respuesta se cifraría en la mitad. Para definir
depresión resistente se disputa si se requieren
varios intentos farmacológicos fracasados o
si basta uno solo. Por eso, otros optan por ha-
blar de grados de resistencia. (Por supuesto, la
tendencia en la clínica es lograr la remisión
completa de los síntomas.)
Importa descartar otras causas frecuentes de
falta de respuesta al tratamiento: uso de dosis
inadecuadas del fármaco, duración insuficiente
de su administración, tratamiento inapropiado
para el subtipo de depresión, errores de diag-
nóstico y factores psicosociales.
Por respuesta entenderemos una mejoría
clínica, establecida en un 50% sobre la seve-
ridad de los síntomas. Tras la fase aguda del
tratamiento de la depresión, puede darse una
remisión si aparecen ausencia de ánimo bajo
y desinterés (y < de 3 de los demás síntomas
descritos en el DSM-IV) durante 3 semanas, o
recaída, si esta mejoría no se mantiene en el
período de continuación. La fase de manteni-
miento puede englobar la recuperación, si la
remisión se mantiene durante cuatro meses, o
recurrencia, si vuelven a cumplirse los criterios
DSM-IV para depresión tras una recuperación.
En la respuesta al tratamiento antidepresivo
se considera ausencia de respuesta la que no su-
pera el 25 % de la mejoría. La respuesta parcial
se sitúa entre el 25 % y el 50%, mientras que
la remisión significaría el 100% de respuesta
clínica (véase el recuadro “Fases de respuesta
en depresión”). Según los datos disponibles, la
mayoría de los pacientes presentan respuesta,
pero no remisión.
Después de una respuesta parcial, es fre-
cuente una remisión parcial. En ese estadio, a
pesar de existir una mejoría, el paciente sigue
presentando depresión clínica significativa, así
como afectación en el funcionamiento social
y la calidad de vida. Esa situación aumenta el
riesgo de recaída y puede pasar más o menos
inadvertida cuando se mantiene de forma
subaguda. Con la remisión parcial es necesa-
rio volver a descartar, como en fases iniciales,
la dosificación o duración inadecuada del tra-
tamiento, el incumplimiento, los problemas
diagnósticos (comorbilidad con abuso de sus-
tancias) y trastornos de personalidad u otras
enfermedades somáticas, así como circunstan-
cias y acontecimientos vitales adversos, aso-
ciados y cronificados. ©

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1. SON MUCHOS LOS
TRATAMIENTOS DISPONIBLES
para abordar la depresión
resistente. También lo son
los estudios científicos que
avalan su uso y seguridad.
26 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
Tratamientos disponibles
en la depresión refractaria
En el tratamiento de la depresión resistente
convergen tres enfoques: la aproximación far-
macológica, la psicoterapia y terapias biológi-
cas, en particular la terapia electroconvulsiva
(TEC).
El arsenal terapéutico para la depresión cuen-
ta con dos generaciones fundamentales de an-
tidepresivos. Los clásicos o de primera genera-
ción englobarían los tricíclicos y tetracíclicos,
que bloquean la acción de la noradrenalina
(nortriptilina, maprotilina) o de la noradrena-
lina y la serotonina (amitriptilina, imipramina,
clomipramina), y los inhibidores de la mono-
aminooxidasa (IMAO), como la tranilcipromina
(véase la tabla 3).
Los antidepresivos de segunda generación
agrupan distintas familias de fármacos con
diversos mecanismos de acción. El grupo más
empleado son los inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina (ISRS), como la pa-
roxetina o la sertralina, que constituyen la
primera línea de tratamiento de la depresión
y gozan de un excelente perfil de tolerancia.
Otros grupos selectivos son los inhibidores de
la captación de noradrenalina (ISRN), como la
reboxetina. Existen fármacos de perfil dual,
muy eficaces en el tratamiento de la depre-
sión, así los inhibidores de la recaptación de
noradrenalina y serotonina (ISRNS), con la
venlafaxina y duloxetina como fármacos más
representativos; y los inhibidores selectivos de
noradrenalina y dopamina, cuyo ejemplo es el
bupropión. Otros son los inhibidores reversi-
bles de la MAO (moclobemida) y otros (mirta-
zapina) (véase la tabla 4).
Aunque la eficacia de los fármacos clásicos
no ha sido superada, las nuevas moléculas
aportan un mejor perfil de tolerancia y menos
efectos secundarios. Como en todos los me-
dicamentos, aun habiéndose demostrado un
Año 2000 Año 2020
Enfermedad/lesión %DALYs Enfermedad/lesión %DALYs
1 Infecciones del tracto respiratorio inferior 6,7 1 Cardiopatía isquémica 5,9
2 VIH/Sida 6,2 2 Depresión mayor unipolar 5,7
3 Patología perinatal 6,2 3 Accidentes de tráfico 5,1
4 Diarrea 5,0 4 Enfermedad cerebrovascular 4,4
5 Depresión mayor unipolar 4,1 5 EPOC 4,2
6 Cardiopatía isquémica 4,1 6 Infecciones del tracto respiratorio inferior 3,1
7 Enfermedad cerebrovascular 3,5 7 Tuberculosis 3,0
8 Malaria 3,1 8 Heridos de guerra 2,9
9 Accidentes de tráfico 2,8 9 Diarrea 2,7
10 EPOC 2,7 10 VIH/Sida 2,6
Tabla 1. Causas de discapacidad en todo el mundo en el momento actual
y previsión para el año 2020
Estadio I:
Fracaso en un ensayo con 1 clase de antidepresivos
Estadio II:
Fracaso tras intento con 2 clases de antidepresivos
Estadio III:
II +Fracaso tras 3 clases de AD o una potenciación
Estadio IV:
III +Fracaso de una segunda estrategia de potenciación
Estadio V:
IV+Fracaso tras aplicar TEC
Tabla 3. Antidepresivos clásicos
o de primera generación
GRUPO FUNCIONAL MECANISMO DE ACCION EJEMPLOS
Antidepresivos
tricíclicos (ADT)
Aminas secundarias:
bloqueantes de la cap-
tación de noradrenalina
Aminas terciarias: blo-
queantes de la capta-
ción de noradrenalina y
serotonina
Nortriptilina
Imipramina
Amitriptilina
Clomipra-
mina
Inhibidores de la
monoaminoxidasa
(IMAOs)
Inhibidores irreversible
de la MAO
Tranilci-
promina
Antidepresivos
tetracíclicos
Bloqueo de la recapta-
ción de noradrenalina
Maprotilina
Tabla 2. Niveles de resistencia
en el tratamiento de la depresión refractaria
Tomado de Murray C.J., Lancet 1997
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 27
alto porcentaje de respuesta eficaz al fármaco
(45-80%), no debe olvidarse el efecto placebo
(20-48%).
Estrategias en depresión resistente
Existen distintas aproximaciones para el tra-
tamiento de la depresión resistente (véase la
tabla 5). Las estrategias farmacológicas clásicas
consisten en optimización, sustitución, combi-
nación y adición o potenciación. La optimiza-
ción entraña un aumento de dosis y tiempo de
tratamiento por encima de lo habitual, idóneo
para pacientes con respuesta incompleta.
En la sustitución se cambia el antidepresivo
por otro de distinto grupo farmacológico, aun-
que también se efectúa la sustitución de un
ISRS por otro o de un tricíclico más serotoni-
nérgico por uno noradrenérgico. Por lo común,
se trata de estrategias en las que sustituye el
ISRS por uno dual, como venlafaxina o tricí-
clicos, aunque se puede también cambiar un
tricíclico por un ISRS. En depresión atípica es
especialmente útil el uso de IMAO, a los que
también se puede recurrir en caso de resis-
tencia.
En la combinación se asocian dos antidepre-
sivos, normalmente con distinto mecanismo
de acción y finalidad diferente. A veces buscan
tratar síntomas resistentes o efectos colatera-
les, como el insomnio, y en otras ocasiones,
combinar los efectos farmacológicos de uno y
otro fármaco (por ejemplo, acción noradrenér-
gica de uno y serotoninérgica de otro).
Es necesario prestar atención a la suma de
los efectos secundarios y posibles interacciones
entre antidepresivos. La combinación de ISRS
y tricíclicos, por ejemplo, debe analizarse de
manera exhaustiva. Por los riesgos que entraña
debe desaconsejarse la asociación de IMAO y
tricíclico.
En la estrategia de adición o potenciación
se añade otro fármaco al antidepresivo ya
Tabla 4. Antidepresivos de segunda generación
GRUPO
FUNCIONAL
MECANISMO
DE ACCION
EJEMPLOS
Inhibidores selectivos
de la recaptación de
serotonina (ISRS)
Inhibición de la re-
captación serotoni-
nérgica
Fluvoxamina
Fluoxetina
Paroxetina
Sertralina
Citalopram
Escitalopram
Inhibidores selectivos
de la recaptación de
noradrenalina
Inhibición de la re-
captación noradre-
nérgica
Reboxetina
Inhibidores de la re-
captación de seroto-
nina y noradrenalina
(ISRNS)
Inhibición de la re-
captación de seroto-
nina y noradrenalina
Venlafaxina
Duloxetina
Inhibidores de la
recaptación de nora-
drenalina y dopamina
Inhibición de la re-
captación de nora-
drenalina y dopamina
Bupropion
Inhibidores reversi-
bles de la monoami-
nooxidasa
Inhibición reversible
de la MAO
Moclobemida
OTROS Bloqueo del auto y
heterorreceptor alfa 2
Mirtazapina
Tabla 5. Estrategias generales
en depresión resistente
Cambio

a otro AD, dentro de la misma clase

a otro AD con otro mecanismo de acción
Potenciación de la terapia antidepresiva:

litio, T3, buspirona, antipsicótico atípico, modafinilo, etc.
Combinación de dos antidepresivos de distinta clase
Psicoterapia (cambiar, añadir)
Estimulación cerebral con TEC y nuevas técnicas

(nn.vago, estimulación magnética transcraneal, estimu-
lación cerebral profunda)
Tabla 6. Niveles de prueba científica
NIVEL PRUEBA CIENTIFICA
Nivel A Múltiples estudios positivos randomizados
y controlados. Metaanálisis que los confirme
Nivel B Como mínimo un estudio randomizado
y controlado. Además de los estudios del nivel C
Nivel C Series de casos y casos clínicos positivos,
apoyados por expertos
Nivel D Casos clínicos aislados positivos, sin apoyo de expertos
Tabla 7. Nuevas técnicas de estimulación
Estimulación magnética transcraneal
Efectos adversos casi inexistentes. Resultados controverti-
dos en DR (Avery DH 2005)
Estimulación del nervio vago
Posible eficacia a largo plazo en depresión resistente.
Aprobada por la FDA (principal impedimento coste eleva-
do). Ensayos clínicos favorables existentes (Nahas Z 2005;
George MS 2006; Corcoran 2006)
Estimulación cerebral profunda
Resultados iniciales prometedores. Compleja y cara
Terapia “magnetoconvulsiva”
Estudios preliminares experimentales en humanos. Míni-
mos efectos sobre memoria, podría reemplazar TEC (Mo-
rales 2005)
28 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
empleado, para reforzar su efecto. El litio y la
hormona tiroidea han sido los más avalados
por la investigación.
En cuanto a las prácticas generales en de-
presión refractaria, la terapia combinada con
antidepresivos es la estrategia habitual en de-
presión resistente. Su objetivo es tratar ciertos
síntomas residuales en respuestas parciales,
o potenciar el efecto antidepresivo mediante
combinaciones de mecanismos de acción. Las
más empleadas son ISRS y mirtazapina, ISRS y
tricíclicos, ISRS e ISRN o venlafaxina y mirtaza-
pina, así como combinaciones con bupropión.
Respecto a las terapias biológicas, la TEC es
una estrategia ampliamente confirmada por
la investigación y la experiencia clínica tanto
en su eficacia como en su seguridad, aunque
durante años ha gozado de “mala prensa” entre
la población. Y se han comenzado a estudiar
nuevos métodos biológicos, como las técnicas
de estimulación (magnética, del nervio vago o
la estimulación cerebral profunda).
Base científica
Para explicar las distintas aproximaciones a
la depresión refractaria nos basaremos en los
niveles de prueba internacionalmente conside-
rados (véase la tabla 6), sin olvidar la práctica
clínica habitual. En lo concerniente a prueba
científica y depresión, es obligado recordar el
estudio STAR*D, cercano a la clínica real, aun-
que limitado por su diseño e implicaciones.
En lo que podríamos denominar un primer
y más importante nivel de indicios en el trata-
miento de la depresión resistente se incluirían
la potenciación con litio, la potenciación con
hormona tiroidea, el tratamiento con TEC, el
cambio de antidepresivo y la combinación de
antidepresivos.
Existen estudios aleatorizados con resulta-
dos favorables para el tratamiento con litio en
depresión resistente a antidepresivos tricícli-
cos; en trabajos no aleatorizados se ha obser-
vado también resistencia a ISRS. En pacientes
resistentes a tricíclicos, estudios aleatorizados
y metaanálisis apoyan el empleo de la terapia
de potenciación con hormona tiroidea. Y hay
estudios abiertos para depresión resistente a
ISRS. Por lo que concierne al tratamiento con
TEC, se ha comprobado su eficacia frente al pla-
cebo, aunque no hay estudios específicos para
resistencia a ISRS. Disponemos, asimismo, de
pruebas de eficacia en el cambio a venlafaxi-
na para depresión resistente a ISRS. Por fin, las
combinaciones de antidepresivos que gozan de
mayor nivel de prueba son la de ISRS y mirta-
zapina con estudios aleatorizados positivos, y
la venlafaxina con mirtazapina.
En un segundo nivel de indicios en depre-
sión resistente agruparíamos el cambio a un
antidepresivo de la misma clase, el cambio de
antidepresivo, la potenciación de la terapia anti-
depresiva inicial con buspirona, la potenciación
con antipsicóticos atípicos y el modafinilo.
Estrategias de potenciación
La utilización de la hormona tiroidea, funda-
mentalmente T3 (que no está disponible en
el mercado farmacéutico español), ha sido
escasa en clínica para el tratamiento de la
Respuesta
Recaída Recurrencia
Remisión Recuperación
DEPRESION
Aguda Fase: Continuación Mantenimiento
3 semanas
+
+
+
+
+
25%
50%
100%
Remisión:
ausencia de síntomas
Remisión
Respuesta
Respuesta
parcial
Ausencia
de respuesta
Remisión parcial:
síntomas residuales,
depresión subclínica
Depresión
Mejoría
Fases de la depresión y el tratamiento antidepresivo
Fases de respuesta en depresión
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 29
depresión resistente. En cierto metaanálisis,
Ronnie Aronson afirmaba que la adición de
hormona tiroidea al tratamiento con tricícli-
cos mejoraba la potencia antidepresiva en el
doble de eficacia, respecto al antidepresivo
solo. Esa estrategia de potenciación aumenta,
además de la eficacia, la rapidez de la acción
antidepresiva.
Aunque en pacientes tratados con ISRS un
doble ciego en depresión unipolar no encontró
mejoría ni en eficacia ni en rapidez, al añadir T3
al tratamiento antidepresivo, sí se lograron en
una muestra de pacientes con más del 40% de
cronicidad. Con todo, la mayoría de los estudios
confirman con datos de primer nivel la utilidad
de la hormona tiroidea para el tratamiento de
la depresión resistente.
El litio constituye un recurso clásico, con re-
sultados extraordinarios en el trastorno bipo-
lar. Se nos ofrece como una estrategia óptima
para la depresión resistente. Con este fármaco,
se consigue entre un 40 y un 60% de respuesta
completa, cifra importante considerando que
la depresión remite parcialmente en un 45-50%
de los casos tratados de novo. En estudios com-
parados con placebo, resulta un fármaco muy
potente y podría ser de primera elección para
el tratamiento de depresión refractaria.
En la clínica diaria se administran con fre-
cuencia creciente antipsicóticos atípicos. Se ca-
racterizan por ser fármacos relativamente tole-
rables y manejables, indicados en particular en
la depresión con insomnio, ansiedad, agitación
y pérdida de peso. En depresión resistente se
han aconsejado olanzapina, risperidona y que-
tiapina, según los estudios disponibles.
Nuevas técnicas de estimulación
La terapia electroconvulsiva continúa siendo
una técnica enormemente eficaz para el trata-
miento de la depresión. En la actualidad, su uso
limitado a casos resistentes ha moderado sus
resultados desde una respuesta mayor al 90%
antes de los antidepresivos a una aproximada
del 60% tras su introducción.
Están surgiendo nuevas técnicas de estimu-
lación (véase la tabla 7), en fase experimental
la mayoría de ellas (excepto la estimulación del
nervio vago aprobada en EE.UU. por la FDA). En
general, las nuevas terapias biológicas serían
técnicas de estimulación cerebral inocuas y
fácilmente aplicables.
Son numerosas las sustancias investigadas
en los últimos años para incrementar el arse-
nal terapéutico de la depresión resistente. Se
trabaja con nuevas moléculas o nuevas apli-
caciones de fármacos o sustancias naturales
con otras funciones conocidas. Así, se ensayan
agonistas dopaminérgicos e inhibidores triples
de la recaptación (que afectan a la serotonina,
noradrenalina y dopamina).
Se ahonda en agentes endocrinológicos,
cuyo papel en la depresión se ha corroborado
con la hormona tiroidea, como agonistas CRH
y bloqueantes de los receptores de los corti-
coides o inhibidores de la síntesis de cortisol.
Asimismo, se propone el uso de melatonina en
relación con la asociación de ciertos trastornos
del humor y ritmos circadianos y estaciona-
les. Así como agonistas del neuropéptido Y,
vasopresina y sustancia P o antagonistas del
glutamato.
La esperanza en la investigación en depre-
sión y en psiquiatría reside en la farmacogenó-
mica. El avance de esta ciencia, que combina
genética y farmacología, permitiría predecir la
respuesta individual a un medicamento y aco-
meter una práctica clínica más rápida y eficaz,
ahorrando sufrimiento, efectos secundarios y
gasto excesivo.
Jerónimo Saiz Ruiz es catedrático de psiquiatría
de la Universidad de Alcalá de Henares y jefe del
Servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de
Madrid. Preside la Sociedad Española de Psiquiatría.
Dolores Saiz González es médico psiquiatra adjunto
en el servicio de psiquiatría del Hospital Clínico de
San Carlos de la Universidad Complutense de Ma-
drid. Ambos pertenecen al Centro de Investigación
Biomédica en Red en el área de Salud Mental (Ci-
bersam).
BIBLIOGRAFIA
COMPLEMENTARIA
NEW DRUGS, OLD PRO-
BLEMS. REVISITING PHARMA-
COLOGICAL MANAGEMENT
OF TREATMENT-RESI STENT
DEPRESSION. Philip J. Co-
wen en Advances in Psy-
chiatric Treatment, vol.11,
págs. 19-27; 2005.
QUETIAPINE AUGMENTATION
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DEPRESSION: A COMPARISON
WITH LITHIUM. J. P. Doree,
J. Des Rosiers, V. Lew,
A. Gendron, R. El i e y
E. Step et al. en Current
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Opinion, vol. 23, n.
o
2,
págs. 333-341; 2007.
2. LOS ULTIMOS AVANCES
en el tratamiento antidepre-
sivo han mejorado mucho
la tolerancia y el perfil de
efectos secundarios, lo que
ha supuesto una revolución en
el tratamiento de la depresión.
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30 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
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uede aparecer en cualquier persona. Unas
veces comienza con un simple dolor de ca-
beza o con sensación de cansancio, otras veces
son parálisis o trastornos visuales o de la coor-
dinación los primeros síntomas. No es raro que
los parientes o los amigos noten también, en
las personas afectadas, cambios en la persona-
lidad o una capacidad mental disminuida. Sin
embargo, a pesar de tal diversidad de síntomas,
todos pueden remitir a una misma causa: una
proliferación tisular en el cerebro.
Algunos tumores cerebrales son considera-
dos “benignos”, pues pueden delimitarse de
los tejidos circundantes y, al menos en teoría,
extirparse mediante una operación quirúrgi-
ca. Sin tratamiento quirúrgico, esos tumores
pueden llegar a poner la vida en peligro, pues
desplazan los tejidos cerebrales sanos causando
con ello crecientes deficiencias de importantes
funciones.
Más temibles son, sin embargo, los llamados
tumores cerebrales gliales o gliomas, que su-
ponen aproximadamente la mitad de todos los
tumores cerebrales diagnosticados. El nombre
procede de la similitud de las células de estos
tumores con las células nutricias y protectoras
del sistema nervioso: las células de la glía. Este
parecido ha hecho, además, que los investiga-
dores piensen que los gliomas proceden de es-
tas células, así como de sus predecesoras.
A los gliomas pertenece el tumor cerebral
más insidioso de todos: el glioblastoma (glio-
blastoma multiforme), que supone entre el 12
y el 15 por ciento de los tumores cerebrales.
El glioblastoma aparece con mayor frecuencia
en adultos. Se le considera todavía incurable.
Crece —al igual que las raíces en la tierra—
hundiéndose profunda e invasivamente en el
tejido cerebral sano circundante, razón por la
cual no puede ser extirpado. Debido a esa rá-
pida proliferación incontrolada de las células
tumorales y a la masiva neoformación de va-
sos sanguíneos que proporcionan al tumor el
oxígeno necesario, el glioblastoma se extiende,
incluso en los estadios precoces de la enfer-
medad, por todo el cerebro. A consecuencia de
ello muere cada vez más tejido cerebral sano
subyacente. Esta propiedad hace que resulte
imposible una extirpación quirúrgica comple-
ta; tras la operación, siempre quedan células
tumorales sueltas que crecen inmediatamente
de nuevo hasta formar un nuevo tumor.
El glioblastoma aparece típicamente en dos
franjas de edad: entre los 20 y los 30 años y, en la
mayoría de los casos, entre los 50 y los 60 años.
La supervivencia media tras el diagnóstico es de
unos 10 meses y sólo una pequeña cantidad de
los pacientes supera el año, y todo ello a pesar
de las “curas radicales” aplicadas habitualmente:
extirpación quirúrgica de la mayor cantidad de
Glioblastoma:
el enemigo interno
La investigación reciente apunta hacia el origen de determinados tumores cerebrales:
células madre defectuosas. Sobre esa base, pueden emprenderse abordajes prometedores
en la lucha contra el cáncer
MICHAEL SYNOWITZ
RESUMEN
Células madre,
las portadoras
de la esperanza
1
El tumor cerebral
más insidioso es el
glioblastoma. En el trans-
curso de un año tras el
diagnóstico conduce a la
muerte, en la mayoría de
los afectados.
2
Las terapias actuales,
como es el caso de
la operación quirúrgica,
no producen curación
alguna, pues el tumor se
extiende rápidamente
por todo el cerebro.
3
Un nuevo procedi-
miento terapéutico
podría basarse en la
estimulación de células
madre neuronales que se
desplazaran hacia los tu-
mores y los combatieran.
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 31
tejido tumoral posible, seguida de radioterapia
y quimioterapia, a lo que se suma en ocasiones
nuevos procedimientos complementarios como
la inmunoterapia y la terapia génica.
La lucha contra los tumores cerebrales
¿Por qué resulta tan difícil articular enfoques te-
rapéuticos eficaces contra el glioblastoma? Una
razón fundamental de esta dificultad radica en
que todavía seguimos sin saber mucho acerca
de su origen. Hasta hace muy pocos años se con-
sideraba incontestable la teoría de que el glioma
derivaba de células de la glía maduras (“diferen-
ciadas”); por ejemplo, de los astrocitos.
Los procedimientos terapéuticos establecidos
hasta ahora se concentraban, por tanto, en el pro-
blema de poder diferenciar eficazmente las célu-
las cerebrales de las células del glioma. Para ello,
se consideraba la alta tasa de división celular de
las células tumorales, lo que las hacía sensibles a
la radioterapia y a la quimioterapia, así como la
capacidad de infiltrar el tejido cerebral circun-
dante. Los abordajes terapéuticos alternativos
intentan potenciar el sistema inmunitario del
propio cuerpo para que luche contra los tumores
e impida la neoformación de vasos sanguíneos
a fin de “matar de hambre” al tumor.
Nuevas investigaciones nos han permitido
contemplar, sin embargo, la aparición de los tu-
mores bajo una luz totalmente distinta. A tenor C
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Grado de la OMS Características Pronóstico
Grado I benigno, crecimiento
tumoral lento
perspectivas
de curación óptimas
Grado II todavía benigno, pero con
una mayor tendencia a la
recidiva tras la operación
Grado III maligno, tras la operación
se necesita radioterapia,
quimioterapia o ambas
Grado IV muy maligno, rápido
crecimiento tumoral, tras la
operación se necesita radiote-
rapia, quimioterapia o ambas
posibilidades
de curación escasas
Clasificación de los tumores cerebrales
según la Organización Mundial de la Salud, OMS
1. UNA PROLIFERACION AMENAZANTE.
En este corte cerebral de un paciente
fallecido se distingue claramente un
glioblastoma del lóbulo parietal.
2. ATRACTOR ENIGMATICO.
Esta imagen de microscopía láser
confocal muestra un tumor en
el cerebro de un ratón (en rojo).
Las células precursoras neurona-
les, marcadas en verde, se diri-
gen hacia el tumor.
CORTESIA DE MICHAEL SYNOWITZ (fondo); JOCHEN HERMS, CENTRO DE NEUROPATOLOGIAS, LMU MUNICH (cerebro)
32 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
de esos trabajos, los gliomas procederían de cé-
lulas madre neuronales genéticamente defec-
tuosas —unas células apenas diferenciadas, no
especializadas y capaces de dividirse—, a partir
de las cuales podrían surgir nuevas células de
la glía y nuevas neuronas. Las células madre se
encuentran sobre todo en las zonas subventri-
culares, cerca de los ventrículos cerebrales.
De las investigaciones de marras se despren-
de que estaríamos ante otra posible causa de
la aparición de los tumores cerebrales: fallos
en la división celular o en la diferenciación
bien de las células madre o bien de las células
precursoras cerebrales. La así surgida “célula
madre tumoral” se multiplicaría a continuación
de manera descontrolada. Este nuevo punto de
En los últimos años las células madre se encuentran de manera creciente en el foco de la
atención de los investigadores. También en la aparición, desarrollo y terapia de las enfermeda-
des cerebrales las células madre desempeñan una importante función. Bajo la denominación
de célula madre se entiende una célula todavía no diferenciada, a partir de la cual pueden
surgir, mediante división, o bien dos nuevas células madre o bien una nueva célula madre y
una célula precursora; de ésta, y a través de varias generaciones intermedias, se desarrolla
finalmente una célula diferenciada (por ejemplo, una célula de la glía o una neurona).
El óvulo fecundado puede considerarse como la célula madre por antonomasia. A partir
de ella se forman todas las células de los diferentes tejidos corporales. En los estadios
iniciales del desarrollo del ser humano se forman células madre “pluripotenciales” que
poseen casi la capacidad del óvulo; de ellas puede surgir cualquier tipo de célula o de
órgano, aunque ya no un individuo entero. Estas son las “células madre embrionarias”
que, por razones éticas, son objeto de controversia, pues tienen que obtenerse de em-
briones humanos en fases muy tempranas.
Con el transcurso del desarrollo aparecen en los distintos tejidos las células madre espe-
cíficas “multipotenciales”. En el caso de las células madre cerebrales, multipotencial signi-
fica la capacidad de poder producir los tres tipos celulares más importantes del cerebro:
neuronas, astrocitos y oligodendroglía. Las células madre neuronales se obtuvieron por
primera vez en 1992 del cerebro anterior de un ratón adulto. La región en cuestión de la
cual se sacaron era la zona subventricular, un campo cercano a los ventrículos cerebrales.
Aquí se encuentra una población de células madre que en la edad adulta todavía sigue
produciendo en gran cantidad células nerviosas.
A partir de las células madre y de las células precursoras neuronales se desarrollan
las neuronas y las células de la glía cerebrales; ambas también se hacen cargo de las
funciones relacionadas con la memoria y el aprendizaje en el terreno del hipocampo y,
además, en la zona subventricular de los roedores forman estructuras que intervienen
en la percepción de los olores. Además, actúan en la reparación de los tejidos cerebrales
deteriorados, como en el caso de ictus o de esclerosis múltiple.
La fuente de la eterna juventud en la cabeza
3. HECHO VISIBLE.
En la tomografía por resonancia
magnética se dibuja claramente
un glioblastoma tras una toma
de medio de contraste.
Los comienzos
de la neurocirugía
Los primeros intentos de
extirpar los tumores cere-
brales de forma dirigida se
remontan a mediados del
siglo XIX. La primera ope-
ración tumoral a cerebro
abierto la realizó en 1884
Sir Rickman Godlee (1849-
1925). La euforia inicial
sobre este método terapéu-
tico se apagó a comienzos
del siglo XX cuando se
demostró que los pacientes
con glioma no podían ser
curados quirúrgicamente
y que ni siquiera se podía
alargar la vida del paciente.
Harvey Cushing (1869-1939)
y su colega Percival Bailey
(1892-1973) describieron la
propiedad característica de
los gliomas: la capacidad
de infiltrarse por todo el
cerebro. Desde entonces,
se ha demostrado que en el
momento en que se estable-
ce el diagnóstico aproxima-
damente la mitad de los
pacientes con glioma tienen
ya infiltrado todo el cerebro
con células tumorales.
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vista podría aclarar algunos hallazgos que hasta
ahora han sido considerados inexplicables; por
ejemplo, el que aparecieran dentro del tumor
células de la glía muy diferentes de las habitua-
les, aunque enteramente diferenciadas.
Las fuerzas autorreparadoras del cerebro
Por otra parte, según los resultados más re-
cientes conseguidos en nuestro propio labora-
torio, es posible que las células predecesoras
específicas del cerebro puedan también curar
los gliomas. Esto indican los experimentos
con cultivos celulares de células tumorales:
la adición de células predecesoras neuronales
frena en dichos cultivos el crecimiento celular
incontrolado y lleva a las células tumorales al
“suicidio programado”, a la apoptosis.
¿Podría ese efecto antitumoral producirse
también en los organismos? Para ello, las cé-
lulas madre y los tumores cerebrales tendrían
que encontrarse en proximidad directa. Y es
lo que se ha conseguido; si se producen expe-
rimentalmente gliomas en ratones mediante
la inyección de células tumorales, en el curso
de los siguientes 14 días tiene lugar un mo-
vimiento de células precursoras neuronales,
procedentes de la zona subventricular, hacia la
proliferación, se asocian con las células dege-
neradas y llevan a cabo su efecto terapéutico.
Cuantas más células precursoras se encuentran
en los alrededores del tumor, más pequeño se
hace éste y más tiempo sobrevive el ratón.
En este proceso la edad de los animales de-
sempeña un papel significativo. En los ratones
jóvenes, un glioblastoma experimentalmente
inducido crece a un ritmo más lento que en los
viejos; por término medio, los ratones jóvenes
con tumor sobreviven también durante más
tiempo que los viejos. El efecto antitumoral de
las células madre es el mismo en ambos casos,
pero a medida que aumenta la edad disminuye
el número y la actividad de las células precur-
soras. Parece como si las células madre con el
transcurso del tiempo se dividieran menos y no
pudieran proporcionar las suficientes reservas,
ya que los animales jóvenes disponen de un nú-
mero considerablemente mayor que los viejos.
Esta circunstancia también explica quizá por
qué los glioblastomas aparecen predominante-
mente en los sujetos con más de 50 años, pues
es probable que éstos no produzcan suficientes
células precursoras neuronales para mantener,
al menos al principio, en jaque al tumor. Para
someter a contrastación la hipótesis, inyecta-
mos a los ratones viejos, conjuntamente con las
células tumorales, células precursoras tumora-
les. Inmediatamente subieron las tasas de su-
pervivencia a valores que hasta entonces sólo
habíamos observado en los animales jóvenes.
Fundados en tales resultados cabe pergeñar
un nuevo abordaje muy prometedor en la te-
rapia de los gliomas: la estimulación de la ac-
tividad de las células precursoras neuronales
específicamente cerebrales. De esa forma, po-
drían alcanzarse células tumorales que, debido
a su infiltración en el cerebro, no pueden ser
extirpadas quirúrgicamente. Pero todavía la
investigación básica tiene mucho trabajo por
delante antes de que pueda llegar a conside-
rarse la posibilidad de realizar los primeros
estudios clínicos en pacientes humanos.
Michael Synowitz es médico jefe de la Clínica
Neurológica de la Charité de Berlín.
Junto a las células madre neuronales, también las células de la microglía —la defensa
inmunitaria del cerebro— parecen influir en la aparición y crecimiento de los tumores.
De hecho, contribuyen a descubrir y a eliminar las células tumorales. Sin embargo, las
células del glioma parecen segregar determinadas sustancias que debilitan esa capaci-
dad. Hay pruebas de que el glioma atrae las células de la microglía y hace que éstas,
por una parte, segreguen hormonas que estimulan el crecimiento tumoral y, por otra,
intensifiquen la actividad de la metaloproteinasa 2, que favorece la diseminación de las
células tumorales por el cerebro. Investigaciones recientes realizadas en el laboratorio
de Michael Synowitz muestran que cuantas más células de la microglía se encuentran
presentes tanto más rápidamente se expande un glioma por el tejido sano.
Así pues, el mecanismo de defensa del cerebro no sólo fracasa, sino que puede incluso
transformarse en una ayuda de las células malignas. Sigue siendo un enigma qué factores
hacen que la microglía actúe como “amiga” o como “enemiga”.
La función de la defensa inmunitaria
BIBLIOGRAFIA
COMPLEMENTARIA
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4. EN CONTACTO.
Las células tumorales (en ver-
de) y de la microglía (en azul)
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CORTESIA DE MICHAEL SYNOWITZ
34 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 34 34 3 MEN E ME MEN MEN ME TE TE E T Y C Y C Y ERE ERE ERE ERE ERE ERE ER ER BRO BRO BR RRO 39 39 339 333 / / 2200 2200 000999
Psicología
Así alcanzan las personas sus objetivos
TANJA NAZLIC Y DIETER FREY
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 35 MEN MEN MEN MMME TE TE TE TE Y C Y C Y C Y C YY ERE ERE ER ERE ERE ERE RR BRO BRO BRO BRO BRO BRRO 39 39 39 39 / / 200 200 200 200 2 0 200999999 35 35 35
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del éxito
1. A LAS MIL MARAVILLAS...
raramente sale todo, victorias
con el coche de los sueños y la
carrera. Para conseguir algo,
no obstante, se requiere una
actitud mental disciplinada.
36 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
E
l éxito personal tiene muchas caras.
Para el estudiante significa tener en sus
manos el título tras una dura carrera; para el
empleado, supone el ascenso anhelado; para
el directivo, cerrar un contrato ventajoso. Bajo
ese término, los padres incluyen educar a sus
hijos como personas seguras de sí mismas y
satisfechas, cuando éstos, por el contrario, no
desean nada más ardientemente que sacar el
carné de conducir a los 18.
El éxito, se ve, es subjetivo. Cada persona
tiene su propia idea de lo que para ella es im-
portante en la vida y qué objetivos quiere per-
seguir; depende de los valores transmitidos, la
familia y la sociedad. Lo considerado valioso
puede concernir a bienes materiales, ingresos,
casa y otros signos visibles de estatuto social.
Puede cifrarse también en bienes inmateriales,
que sólo tienen significado para uno mismo:
quizás un buen equilibrio entre la profesión
y la vida privada o un nuevo compañero tras
una separación.
Los psicólogos buscan en tan complejo cam-
po magnitudes sólidas. Una de las cuestiones
centrales que se plantean es la siguiente: ¿Qué
factores fomentan o impiden el desarrollo del
potencial personal?
Características
de los “tipos vencedores”
El éxito depende también de algunas casuali-
dades de la vida, que escapan a nuestro con-
trol, como el apoyo familiar o el encuentro
con una persona que nos inspira. Lo que no
obsta para que los psicólogos hayan acota-
do una serie de características típicas de las
personas que han conseguido cosas muy es-
peciales en la vida profesional, en el deporte
o en la ciencia.
Todos los éxitos tienen una cosa en común:
las personas se alegran con ellos; y en verdad, la
mayoría tanto más cuanto más largo y pedre-
goso fue el camino. Por otra parte, todos hemos
abandonado alguna vez las buenas intenciones
de fin de año porque parecían inalcanzables
¿Qué constituye entonces un buen objetivo?
Según los expertos, esa meta no le debe pare-
cer demasiado fácil al interesado, ni demasiado
ambiciosa y, por ello, intimidatoria.
Edwin A. Locke, de la Universidad de
Maryland en College Park, trató de aclarar estas
cuestiones ya en los años sesenta. Descubrió,
en numerosas encuestas a empleados, que los
objetivos formulados concreta y específica-
mente surtían efecto que se expresaba en el
rendimiento y aumentaban la satisfacción en
el trabajo.
Según Locke, normas claras como “¡fabrique
x piezas al mes!” son mejores que exhortacio-
nes del tipo “¡hágalo lo mejor que pueda!”, pues
aquéllas facilitan la dirección de la propia aten-
ción hacia el objetivo y potencian así la moti-
vación y la capacidad de resistencia.
Eso vale igualmente para otros ámbitos de la
vida: “¡Hasta fin de mes, adelgace dos kilos!” es
más promisorio que “¡practique deporte más
frecuentemente!”. Las dificultades, como el
picoteo de patatas fritas o la falta de movi-
miento, son más fáciles de superar si el éxito
es controlable: se puede comprobar si yo, has-
ta el 31, tal como había planeado, he perdido
dos kilos o no, y en correspondencia puedo
reaccionar en caso de que haya fracasado en
mi objetivo.
Junto a su colega Gary Latham, Locke derivó
de estos conocimientos la llamada teoría Goal-
Setting (fijación de metas), que se convirtió en
principio influyente en la psicología de la moti-
vación. Al núcleo central de la teoría pertenece
la idea de que el éxito es —dentro de ciertos
límites— influenciable. Podemos aumentar
nuestra posibilidad de éxito. ¿Cómo?
Con frecuencia alcanzamos objetivos que
se hallan de un modo especial en nuestro co-
razón, tras un largo período difícil. Incluso el
compromiso y la constancia parecen ser im-
prescindibles para la mayoría de los éxitos.
Imaginemos una Steffi Graf que después de
un partido desastroso hubiera abandonado
su carrera profesional. Los estudios muestran
también que las personas exitosas mantienen
una intención, una vez asumida, más obstina-
damente que otras. Los reveses no les desani-
man, sino que refuerzan el empeño. Como si
dijeran: “¡Ahora más que nunca!”.
Los investigadores creyeron durante mucho
tiempo que el rendimiento y el éxito de una
persona se basaban, ante todo, en sus habili-
dades cognitivas. Realmente, la capacidad in-
telectual guarda un estrecho vínculo, desde el
punto de vista estadístico, con el curso de la es-
cuela y de los estudios, así como con la carrera
profesional y los ingresos. Las personas con va-
lores altos de CI alcanzan, por término medio,
éxitos educativos más elevados y se emplean
en trabajos mejor remunerados. Sin embargo,
la inteligencia y el talento solos no constituyen,
por sí mismos, garantía de éxito.
Una razón posible para eso es que la inte-
ligencia analítica y práctica no tienen mucho
RESUMEN
¡Simplemente
no te des por
vencido!
1
Si bien la inteligen-
cia y el talento de-
sempeñan un papel de-
terminante para el éxito
en diferentes ámbitos
de la vida, no resultan
infalibles. Perseguir obs-
tinadamente los propios
objetivos aumenta aún
más las posibilidades de
éxito.
2
Pero eso supone
que el objetivo está
correctamente elegido,
es decir, que no parece
imposible ni trivial.
3
El factor personal
de éxito puede
aumentarse hasta cier-
to punto al reforzar la
autoestima, la voluntad
de perseverar y el opti-
mismo.
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 37
que ver la una con la otra. Quien, por ejem-
plo, puede solucionar sin esfuerzo problemas
lógico-formales o recordar muchas informa-
ciones de una vez, no debe reputarse, sin más,
un genio de la organización, ni un talento di-
rectivo.
Además, los investigadores produjeron, en
décadas pasadas, muchas pruebas de que la
capacidad de resistencia y la autoconfianza ex-
plican mucho mejor que la inteligencia las dife-
rencias de rendimiento entre las personas.
Se reflejaba ya poco después de la Segunda
Guerra Mundial en un estudio extenso, lon-
gitudinal, sobre niños superdotados. Lewis
Terman y Melita Oden, de la Universidad de
Stanford, habían observado desde los años
veinte el desarrollo de más de 1500 estadouni-
denses con cocientes intelectuales (CI) espe-
cialmente altos. Estos lograron, de acuerdo con
lo esperado, óptimos expedientes colegiales
y universitarios, tuvieron éxito profesional y
en general fueron más felices que la media de
sus paisanos.
El CI no es decisivo
Al comparar, dentro de esos grupos, la élite de
los médicos, empresarios, abogados, etcétera,
con aquellos que profesional y económicamen-
te han conseguido mucho menos, la diferencia
del valor del CI ascendía a no más de 5 puntos
en promedio. Pese a ello, si el factor inteligencia
hubiese influido de modo determinante en la
diferencia en el éxito, la selección homogénea
de los muy dotados habría debido resultar en
una diferencia mucho mayor, teniendo en
cuenta todos los factores.
Más bien, suponían entonces los investiga-
dores, otras habilidades no cognitivas, como
la capacidad de empatía, la autoconfianza, la
ambición o sencillamente las relaciones habían
sido más decisivas para el progreso. La sospe-
cha de que la inteligencia y el talento explican
los resultados de las personas exitosas sólo de
modo insuficiente, puede corroborarse después
empíricamente.
Angela L. Duckworth, de la Universidad de
Pennsylvania en Philadelphia, llevó a cabo con
este propósito, en 2007, diversos análisis. In-
vestigó a los estudiantes de una universidad
de élite, a cadetes de una academia militar y a
niños que participaron en la final de un presti-
gioso concurso de ortografía. La investigadora
registró la capacidad de resistencia correspon-
diente de esos grupos con ayuda de un cuestio-
nario creado al respecto. En él, los participantes
debían detallar cuánto “se dejaban desanimar
por los reveses” o “terminaban lo que habían
comenzado”.
Se llegó al resultado siguiente: las personas
con mucho empuje no se ceñían al asunto, sino
que se desenvolvían con mayor soltura. Entre
los cadetes, aguantaban mejor la dura forma-
ción, los estudiantes con la actitud correspon-
diente obtenían mejores notas y los niños te-
naces tomaban la delantera en el concurso de
ortografía.
2. ULRIKE NASSE-MEYFARTH (52)
ganó dos veces el oro olímpico
en salto de altura: en 1972
en Múnich y en 1984 en
Los Angeles.
“Estar atento,
analizar
objetivamente los
errores y ponerse
paulatinamente
objetivos más
altos, eso se
aprende en el
deporte. Junto
a una sana
predisposición
a correr riesgos,
ésta es la mejor
escuela para
la vida.”
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38 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
De nuevo, la capacidad de resistencia de los
voluntarios apenas guardaba, en todos los gru-
pos, una vinculación estadística con sus facul-
tades mentales. Las personas perseverantes no
eran, en promedio, tan inteligentes como las
otras. Y cuanto más jóvenes eran los partici-
pantes, antes se daban por vencidos.
De ello podemos extraer una conclusión ob-
via; a saber, quien se puede apasionar a largo
plazo con objetivos exigentes y los persigue in-
sistentemente, supera los obstáculos y adquie-
re el saber hacer (knowhow) necesario para el
máximo rendimiento. Duckworth cree que se
puede entrenar incluso la propia “respiración
profunda” para perseguir los objetivos. Una re-
lación constructiva con el fracaso resulta deci-
siva. No imputar automáticamente las derro-
tas a uno mismo, sino analizar objetivamente
sus causas para hacerlo mejor la próxima vez,
constituye un arte que las personas exitosas
dominan muy bien.
Las investigaciones muestran que las perso-
nas con elevada autoestima (otro rasgo típico
del éxito) imputan los fracasos a las circuns-
tancias desfavorables, mientras que interpre-
tan el éxito como un mérito propio. Por su
parte, las personas con una autoestima baja
valoran la derrota más como un fracaso perso-
nal. ¿Aumenta quizá el “conocimiento autoes-
timativo” el éxito de las personas?
La autoestima hace al maestro
Martin Seligman, que como Duckworth, tra-
baja en la Universidad de Pennsylvania y es
uno de los representantes más prominentes
de la denominada psicología positiva, dedicó
ya en 1986 un estudio a esta idea. Al principio
interrogó a 94 agentes de seguros; un grupo
de personas que, en razón de su profesión, se
enfrentan frecuentemente con el fracaso y el
rechazo. Seligman determinó su “estilo habi-
tual de atribución”, es decir, el modo como los
afectados reaccionaban ante el rechazo.
Según se evidenció, el estilo de atribución
de un agente estaba estrechamente unido con
el número de transacciones de seguros: quien
se dejaba desconcertar poco por los rechazos y
los atribuía a las circunstancias desfavorables
conseguía, en un período de tiempo de dos
años, el 37 por ciento más de seguros en hom-
bres y mujeres que sus colegas, para quienes
los fracasos significaban una derrota personal.
Este modelo se hizo perceptible también en
la fluctuación del trabajo; aquellos represen-
tantes con un estilo ventajoso de atribución
Junto a la mezcla correcta de tipos de personalidad fomentan la eficiencia
de las organizaciones algunos principios de mayor importancia. Los equipos
exitosos toman en consideración una serie de principios fundamentales,
que contrarrestan el peligro de aislarse del mundo exterior y de no tolerar
ni las críticas ni las ideas nuevas. Estas seis directrices allanan el camino
para el éxito en equipo:
1) Cultura de la resolución de problemas
Los obstáculos están ahí para ser superados. Para ello se deben abordar,
discutir y sacar conclusiones concretas.
2) Comunicación libre de jerarquías
No cuenta la posición de poder de cada uno, sino los argumentos. Para
ello se necesita una atmósfera en la que se puedan expresar y ponderar
libremente los pros y los contras. También la minoría y los inconformistas
deberían ser escuchados.
3) Cultura del error y el aprendizaje
Es importante permitir los errores, analizarlos y aprender de ellos. No se
trata de preguntar “¿quién tuvo la culpa?”, sino “¿cuál fue la causa?”. Para
una cultura constructiva del error en la empresa son apropiadas las listas
de fallos en las que los trabajadores puedan criticar las fuentes de desazón
e interferencia, así como las reuniones de reflexión en las que se busque
la mejora en común.
4) Cultura de la lucha y el conflicto
Los conflictos pertenecen a la cotidianidad del trabajo; deben resolverse
con sensatez, en mesas redondas de discusión o vías análogas.
5) Cultura de la pregunta y la curiosidad
Los éxitos siempre comienzan por preguntas. De ahí, la necesidad de curiosidad.
A cada trabajador se le pide que haga preguntas; nada debería ser tabú.
6) Cultura de la fantasía y la creatividad
Para las innovaciones se debe seguir un terreno desconocido; ello exige una
predisposición a correr riesgos, espíritu de invención e ideas no convencionales.
Citemos a Albert Einstein: “¡No nos faltan conocimientos, sino fantasía!”
Center of Excellence — Ein Weg zu Spitzenleistungen, por D. Frey
en Leistungsorientiertes Management — Leistungen steigern statt Kosten senken,
dirigido por P. Weber, págs. 199-233. Campus; Frankfurt am Main, 1998.
Exitosos en equipo: esa es la cuestión
ORGANIZACION
Valores comunes
Autoeficacia Capacidad de resistencia
Autorreflexión Optimismo
Combinación idónea Reglas de juego
Cultura de la fantasía y la creatividad
Cultura de la solución
de problemas
Cultura del error
y el aprendizaje
Cultura de la comunicación
sin jerarquías
PERSONA
Reflexión en equipo
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GRUPO
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permanecían fieles a su trabajo el doble que
los otros.
A partir de esas observaciones, Seligman y
sus colegas concibieron un modo de entrena-
miento para el éxito. Entrenaron a una selec-
ción de agentes de seguros para que se concen-
trasen menos en los fallos propios (auténticos
o supuestos) y tuviesen siempre presente lo
positivo: “Hice lo que pude. El cliente simple-
mente tenía otras necesidades. La próxima vez,
seguro que todo irá bien”. De esa manera po-
dría delimitarse la actitud serena apreciada. La
“vacuna” ejercía su efecto. Quien había apren-
dido a no dejarse arrastrar por los problemas,
alcanzaba más éxito profesional.
Los fracasos desanimaban sobre todo si po-
nían en peligro la autoimagen de una persona.
“Seguramente no consigo sacar el carné de con-
ducir porque no soy capaz”. Quien piensa así,
se hace sólo a sí mismo responsable de cada
error en las prácticas de conducción. Todo lo
que puede que salga bien parece secundario o
se pasa por alto.
Sian Beilock y sus colaboradores, de la Uni-
versidad de Illinois en Chicago, mostraron en
2007 cuánto puede obstaculizar el rendimien-
to una visión negativa de la propia persona.
Los investigadores pusieron diferentes tareas
matemáticas a sujetos experimentales feme-
ninos. Una parte de ellas leyó antes un texto
en el que se describía que los varones estaban
provistos de mejores habilidades matemáticas
que las mujeres. La otra mitad de éstas, por el
contrario, recibió una redacción que no tenía
nada que ver con el tema.
Aquellas a las que se les explicó la supuesta
debilidad en el cálculo de las mujeres obtuvie-
ron resultados en promedio claramente peores
que las del grupo de control. Al parecer, basta
con activar el estereotipo sexual para reducir
el rendimiento.
El interrogatorio posterior de las participan-
tes reveló la razón del fracaso; las mujeres te-
mían satisfacer el cliché que se les había puesto
ante los ojos al fallar en el test. Con semejante
angustia, aumentaban inmediatamente los
errores. La disminución del rendimiento se
hizo incluso perceptible en un test de memo-
ria, sin relación alguna con las matemáticas.
¿Cómo protegerse de tales sugerencias ne-
gativas? Conviene ejercitarse, defiende Beilock.
Si se recuerda una y otra vez un método arit-
mético correcto según un “automatismo” de la
memoria a largo plazo, se es menos propenso
a cometer errores.
Sin embargo, no hay razón necesaria para
convertirse uno en su propio obstáculo. Por
ejemplo, al conocer y corregir determinadas
distorsiones de la propia percepción. Algunos
se inclinan por relativizar siempre los éxitos y
atribuirlos a la casualidad o suerte. ¿Qué tal si
el resultado producido se apreciase alguna vez
de modo consciente de su propia valía, quizás
incluso se celebrase junto a otros?
Por otra parte, ello no debe conducir a que
uno se duerma en los laureles. Tal “arrogancia
por el éxito” acostumbra darse cuando los co-
rredores de bolsa, tras las primeras ganancias
especulativas rápidas, actúan de un modo mar-
cadamente arriesgado.
Simular la emergencia
Los psicólogos deportivos intentan prevenir
esta forma de presunción en sus pupilos. No les
ayudan a asimilar el fracaso y a concentrarse
en un objetivo, sino que anticipan consciente-
mente ya en el entrenamiento los posibles pro-
blemas y obstáculos. Mediante la simulación
mental, el deportista reconstruye situaciones
39 39 39 39 39 39 39 39 39 39 39 39 39 39 39 39 3339 39 39 39 39 39 33399 3339 39 339 39 39 3333333333
Conecta cuatro
Una composición propicia de
un equipo comprende cuatro
tipos de personalidad: en
primer lugar estaría el perfec-
cionista, que aspira siempre a
soluciones óptimas y procura
atenerse a todas las reglas.
Luego el activo, que ante todo
se preocupa por la rápida reali-
zación de las ideas. Además, el
creativo, que hace caso omiso
de las antiguas costumbres, así
como el compañero, una figura
de integración que media en
los conflictos y refuerza el
espíritu de equipo.
“¿Exito? Christina dijo
‘sí’ instantáneamente,
¿te parece poco?”
3. MARKUS MEYBERG (43)
hizo a su dulcinea una pro-
puesta clásica de matrimonio
y ya está felizmente casado
desde hace poco.
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críticas y ensaya las acciones correspondientes.
Una vez que interioriza este “qué, cuándo”, ya
no debe reflexionar mucho tiempo en ningún
caso; simplemente recurre a la reacción expe-
rimentada.
Tomemos, por ejemplo, el hundimiento habi-
tual que sufre el rendimiento de un equipo de
fútbol después de un gol en contra. El equipo
está desconcertado, los jugadores se reprochan
mutuamente sus errores en vez de tirar juntos
de la misma cuerda. La simulación mental de
tales escenarios ofrece una buena posibilidad
para evitar los pensamientos y los sentimien-
tos negativos que conducen al bajón del ren-
dimiento.
No sólo en el deporte se comprueba la creen-
cia de poder poner en marcha algo por uno
mismo, como un importante factor adicional
de éxito. Los psicólogos hablan aquí de “auto-
eficacia”, y se refieren al convencimiento indi-
vidual de que por medio de la propia acción se
puede alcanzar un objetivo deseado. Las per-
sonas con una marcada actitud de “¡yo puedo
eso!” se colocan, por término medio, objetivos
más exigentes y raramente se permiten apar-
tarse de ellos. Además, por lo general les resul-
ta más fácil aprender de los errores y hacerlo
mejor la siguiente vez.
Carol Dweck, de la Universidad de California
en Stanford, comprobó, en investigaciones de
comienzos de los años noventa, que las per-
sonas sacan provecho especialmente de los
llamados conocimientos de superación: enun-
ciados como “creo en mí”, “lo intento” o “soy
optimista” constituyen ejemplos típicos. Las
personas con igual inteligencia pero con una
óptica negativa de partida siempre (“nunca he
hecho eso”, “seguramente resultará en nada”)
quedan, en cuestiones de éxito, más bien a dos
velas.
Pero, ¿cómo alcanzan las personas una fe
fuerte en sí mismas? Nos hallamos ante uno de
los temas centrales de la psicología del desarro-
llo. Los niños van adquiriendo confianza en sus
capacidades si acometen tareas por su propia
cuenta y riesgo, al tiempo que son apoyados
por los padres u otras personas de referencia.
Por eso debería animárseles a resolver tareas
más complicadas, pero en ningún caso exigír-
seles demasiado o ponérseles bajo presión, en
40 MEN MEN MEN MEN ME MEN ENTE TE TE TE TE Y C Y CCC Y ERE ERRE REBRO BRO RO BR B 39 39 3399 3 // / ///// 200 200 2000 200 200 200 2 999999
4. NORA ALBAT (15)
comenzó al final del verano su
formación profesional como
asistente de dirección para la
comunicación en la empresa
BASF, de Ludwigshafen.
“De las 15
solicitudes recibí
cuatro respuestas
afirmativas,
lo que considero
un porcentaje
altísimo.
Mis prácticas
profesionales y
el compromiso
como mediadora
en la escuela me
ayudaron mucho
en ello.”
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el trabajo meticuloso con torres de Lego o ha-
ciendo correr coches de juguete.
Para ello no hace falta irse a repetir una
sonata de Beethoven en el piano. También en
las actividades de apariencia trivial, como los
primeros garabatos en una hoja de papel, de-
bería reforzarse a los niños. También se incluye
aquí dar consuelo cuando algo no sale tan bien.
Quien cosecha alabanzas y ánimos desde una
edad temprana y se alegra con los otros por los
logros, está en el mejor camino para perseguir,
seguro de sí mismo y con insistencia, los obje-
tivos que se vaya marcando en la vida.
La superestrella molesta
Cuáles son los objetivos concretos depende de
muchas influencias. De los modelos, por citar
un ejemplo. La comparación con otros que han
logrado más que uno mismo puede incitar a los
máximos rendimientos, pero podría también
repercutir de modo negativo. Jennifer Brown,
de la Universidad de California en Berkeley, in-
vestigó cuándo el péndulo oscilaba hacia una
u otra dirección.
La investigadora analizó los rendimientos
de golfistas profesionales en numerosos tor-
neos. Le llamó la atención un curioso efecto.
La presencia de la “superestrella” Tiger Woods
repercutía de modo negativo en la actuación
de los participantes. En los torneos en los que
Woods participaba, otros jugadores mostraban
una cuota de tiros certeros peor de lo normal.
Se trataba de quienes admitían, según sus
propias declaraciones, que no tenían ninguna
oportunidad frente al “superdotado” Woods.
Por lo visto, no todas las personas se dejan
estimular, cuando presencian desde muy cer-
ca la actuación brillante de otros. Un requisito
para que la comprendan como estímulo podría
ser que uno considere posible (al menos teóri-
camente) igualar al experto. Requiere, por fin,
una porción de optimismo. Confianza absoluta,
constancia y autoeficacia dan como resultado,
desde la perspectiva psicológica, una mezcla
“que promete el éxito”.
Sin olvidar que el éxito no es sólo una cues-
tión de la personalidad. Junto a los factores que
están en el individuo mismo, intervienen con-
diciones ambientales, como el origen social, la
educación y las oportunidades académicas. El
trasfondo social determina en qué ponemos
nuestra ambición personal; así, el desarrollo de
los dones individuales tiene tradicionalmente
en la cultura occidental un mayor valor que
en Oriente.
La interacción con otros resulta, además,
imprescindible para el logro de muchos ob-
jetivos. La acción exitosa, al fin y al cabo, ra-
ramente sucede entre cuatro paredes; antes
bien, exige un equipo y formas propicias de
organización. De hecho, los grupos deberían
ser heterogéneos con respecto a la formación
y habilidades de sus miembros, pero sentirse
obligados a valores y reglas de juego comunes
(véase el recuadro “Exitosos en equipo: esa es la
cuestión”). Y, en general, no sobra esperar en la
fortuna, siempre y cuando nos hallemos en el
lugar correcto en el momento adecuado.
Tanja Nazlic, doctoranda en psicología, colabora en
el centro para la formación de cuadros y recursos
humanos que dirige Dieter Frey, profesor de psico-
logía social en la Universidad Ludwig Maximilian de
Múnich.
5. JOCHEN DAUM (35)
se ha instalado en Nueva
Zelanda como ingeniero
de sistemas informáticos.
Vive en Auckland.
“La idea de fundar una empresa la tuve en
Nueva Zelanda. Si no hubiera emigrado,
probablemente no se me hubiera ocurrido
un comienzo radical muy lejos de Alemania.”
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e esforzaste por conseguirlo. Pero no pudo
ser. No aprobaste el examen. Te salió mal
la entrevista. No parece que dieras la talla en
el proyecto acometido en la oficina. ¿Por qué?
¿No eras capaz? ¿Había acaso algo más sutil y
preocupante que te estuviera afectando?
Las investigaciones demuestran que, al
final, los malos resultados de este tipo no
siempre pueden atribuirse a incapacidad, a
incompetencia. Aunque algunos han llegado
a la conclusión, arriesgada y controvertida, de
que conseguir mejores o peores resultados se
debe a las diferencias naturales que existen
entre los distintos grupos a los que pertene-
cemos, la raíz de muchas de las desigualdades
reside en los estereotipos o ideas preconce-
bidas que otros tienen sobre el grupo al que
pertenecemos.
Demos un ejemplo. Una mujer que sabe que
a las féminas, como grupo, se las considera peor
dotadas que los varones hombres para las ma-
temáticas, tenderá a obtener peores resultados
en los exámenes de cálculo o geometría.
Lo mismo cabe aplicar a cualquiera que sabe
que el grupo al que pertenece se le supone in-
ferior a otros grupos en determinado ámbito o
función, se trate de habilidades intelectuales y
académicas o de proezas atléticas y deportivas.
Así como el rendimiento de las mujeres en ta-
reas espaciales y matemáticas lo determina —y
así parece “verificarlo”— el estereotipo de su
inferioridad espacial y matemática, también el
rendimiento de un equipo deportivo que cuen-
ta con menos posibilidades de ganar, porque
lleva tiempo perdiendo, tenderá a quedar a la
(escasa) altura de su reputación.
La investigación psicosocial que ha traído
a primer plano este fenómeno constituye un
importante desarrollo del trabajo teórico ini-
ciado en los años setenta, centrado en cuestio-
nes de identidad social. Analiza de qué modo
la gente se ve a sí misma en cuanto miembro
de un grupo concreto y las implicaciones que
ello conlleva.
Lo más importante, sin embargo, es que
las investigaciones sobre identidad social no
sólo estudian cómo adoptamos (internaliza-
mos) y cómo representamos (externalizamos)
identidades que compartimos con nuestros
pares —los miembros del endogrupo— sino
también cómo podemos cambiar dicha diná-
mica.
La investigación en ese campo nos ayuda
a comprender las debilitadoras consecuen-
cias del sexismo, el racismo, la homofobia,
etcétera, así como a identificar la manera de
tratar los problemas que provocan, para no
desaprovechar o descuidar el talento y poten-
cial humanos.
Eso implica, en parte, reconocer no sólo que
los estereotipos pueden fomentar el fracaso,
sino también que pueden incrementar el ren-
dimiento de una persona o grupo y servir de
herramienta para promover el progreso social.
Comprender tal dinámica —y el proceso en el
que se sustenta— hace que podamos pensar
más productivamente sobre las condiciones
que permiten que expresemos nuestras capaci-
dades en vez de reprimirlas, y las que fomentan
el éxito en vez del fracaso.
La amenaza del estereotipo
Desde hace diez años, estas cuestiones han ve-
nido constituyendo el centro de atención de los
psicólogos sociales que estudiaban el fenómeno
de “la amenaza del estereotipo”. La impresio-
nante cantidad de trabajo que llegaron a elabo-
rar no sólo demuestra que es un hecho que el
rendimiento baja, sino que les ocurre también,
y de manera especial, a individuos que saben
Estereotipos del éxito
Conocer los estereotipos sobre los grupos a los que pertenecemos determina
el resultado que obtenemos en tareas intelectuales y atléticas.
¿Por qué, y cómo, podemos liberarnos de las expectativas de otros?
S. ALEXANDER HASLAM, JESSICA SALVATORE, THOMAS KESSLER Y STEPHEN D. REICHER
RESUMEN
Psicología social
del éxito
1
Los científicos sociales
han descubierto que
el bajo rendimiento no
significa necesariamente
que carezcamos de apti-
tudes o capacidad. Antes
bien, podría deberse a
nuestra conciencia de los
estereotipos que otros
tienen sobre nuestro
propio grupo.
2
Las investigaciones
sobre identidad social
no sólo analizan cómo
adoptamos (interioriza-
mos) y representamos
(exteriorizamos) identi-
dades que compartimos
con nuestros pares, sino
también cómo podemos
cambiar esa dinámica.
3
Esta investigación
nos puede ayudar a
identificar las formas de
reaccionar ante los pre-
juicios y estereotipos que
otros tienen de nosotros
para no desaprovechar el
talento y potencial huma-
nos. Aunque los estereo-
tipos fomenten el fracaso,
pueden también estimular
el rendimiento de una
persona o grupo y servir
de herramienta para pro-
mover el progreso social.
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que su grupo es considerado inferior a otros
grupos con los que se le compara. En este sen-
tido, la labor pionera de Claude Steele y Joshua
Aronson, de la Universidad de Stanford, resulta
reveladora.
La demostración clásica de la amenaza del
estereotipo de Steele y Aronson surgió de una
serie de estudios realizados a mediados de
los noventa. En el curso de los ensayos, dos
grupos de alumnos negros aventajados, de
la Universidad de Stanford, respondieron a
un test verbal del GRE (prueba de acceso a
estudios de postgrado) en situaciones dife-
rentes; en una, se les dijo que la prueba se
realizaba para medir la inteligencia y, en otra,
que no se trataba en absoluto de un test de
capacidad.
Los resultados de los participantes fueron
mucho peores cuando creían que el test me-
día la inteligencia. En opinión de los investi-
gadores, el descenso sorprendente se debía a
que “en situaciones en las que el estereotipo
es aplicable, uno corre el riesgo de ratificarlo
como una autocaracterización, tanto para sí
mismo como para los otros que conocen el
estereotipo”.
Conclusiones que se han corroborado en
otros grupos y con estereotipos de conte-
nido muy diferente. El equipo encabezado
por Sian L. Beilock, de la Universidad de Chi-
cago, reseñaba, en un número de 2007 del
Journal of Experimental Psychology, que si
a las estudiantes femeninas se les informa
del estereotipo de que los hombres están
mejor capacitados para las matemáticas que
las mujeres, tienden a rendir peor en tareas
matemáticas complejas que si no conocieran
el estereotipo. De la misma manera, se ha
descubierto que los ancianos obtienen peo-
res resultados en pruebas de memoria si las
realizan después de conocer los estereotipos
que relacionan la edad con el deterioro de la
capacidad cognitiva.
En el ámbito del rendimiento deportivo, los
ensayos se realizaron sobre golf. Los jugadores
expertos tienden a patear más lejos del obje-
tivo cuando se les da a conocer el estereotipo
de que a los miembros de su sexo se les da
peor patear que a los del sexo opuesto. Parece
improbable que Greg Norman, que empezó
en cabeza el Torneo Masters de 1996, termi-
nara perdiendo porque era consciente del
estereotipo. No obstante, otros estereotipos
asociados (así, el de que los australianos no
obtienen buenos resultados en los Masters,
pues nunca han ganado un torneo) sí pueden
haber afectado a la fluidez de su juego en el
momento crítico.
En la misma línea, parece perfectamente
plausible que el escaso éxito de los ingleses en
los lanzamientos de penaltis del Mundial de
Fútbol tenga algo que ver con la falta de con-
fianza en sí mismos, vinculada a un equipo con
un historial de pobres resultados en ese tipo
de competiciones (en los torneos importantes
sólo convirtieron en gol uno de los siete pe-
naltis lanzados).
Comprensión del proceso
Sin embargo, ¿qué es ese “algo” responsable
de los efectos de la amenaza del estereotipo?
Según investigaciones recientes, un factor fun-
damental lo tenemos en el aumento de carga
cognitiva. En un estudio acometido en 2005
por Mara Cadinu, Anne Maass y sus colabora-
dores, de la Universidad de Padua, se descubrió
que, cuando las mujeres desempeñan tareas
matemáticas después de conocer el estereo-
tipo de que son peores en matemáticas que
los hombres, a menudo se distraen con más
pensamientos negativos importunos sobre
su propia capacidad para las matemáticas.
Esto es, se descubren a sí mismas pensando
cosas como “Estos ejercicios son demasiado
difíciles para mí” y “No se me dan bien las
matemáticas”.
En la misma onda, otros estudios han in-
dicado que quienes conocen los estereotipos
negativos que afectan a los grupos a los que
pertenecen tienen más ansiedad y estrés al
desarrollar tareas relacionadas con ese este-
reotipo.
1. AUNQUE CONOCER
LOS PREJUICIOS NEGATIVOS
que otros tienen de nosotros
pueden desalentarnos, per-
tenecer a un grupo sirve de
apoyo para alcanzar el éxito.
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Los resultados del trabajo de Beilock y otros
sugieren, también, que este tipo de ansiedad
puede utilizar recursos de procesamiento de
información que se requieren para llevar a
cabo tareas más inmediatas. Así, cuando se rea-
lizan tareas matemáticas complejas, tal esfuer-
zo cognitivo exige mucho trabajo de memoria
y utiliza las áreas del cerebro que almacenan y
manipulan información a corto plazo.
El artículo de Beilock y sus colaboradores,
publicado en 2007, intenta explorar y combi-
nar estas ideas ahondando en las dinámicas
cognitivas de la amenaza del estereotipo. En
varios ensayos que analizan el rendimiento
de las mujeres en tareas matemáticas, se re-
produce el efecto estándar de la amenaza del
estereotipo; muestran que el efecto es más
pronunciado en tareas que exigen recursos
fonológicos (como los que requieren razo-
namiento verbal); demuestran que, cuando
existe la amenaza del estereotipo, aumentan
las declaraciones verbales de preocupación
asociadas a la tarea que se está realizando o
al estereotipo; y sugieren que se pueden evi-
tar los efectos debilitadores de la amenaza
del estereotipo si los participantes aprenden
a realizar las tareas de suerte tal, que éstas no
les agoten mentalmente.
La última conclusión se basa en el hecho
de que las mujeres no sucumben a los efectos
de la amenaza del estereotipo si aprenden de
memoria las respuestas a problemas matemá-
ticos (como cuando aprendemos la tabla de
multiplicar); sus resultados sólo dependan de
la memoria a largo plazo.
Basándose en estos estudios, los investigado-
res razonan que ese trabajo realizado nos per-
mite entender mejor la amenaza del estereoti-
po, al desvelar aquello que provoca sus efectos
(por ejemplo, el esfuerzo de memoria verbal
a corto plazo creado por la ansiedad) y de ese
modo podemos sugerir cómo superarlo.
Ese tipo de trabajos contribuye, sin duda, a
explicar los aspectos específicamente cogniti-
vos del fenómeno y, en particular, la función
que tales procesos de memoria puede desempe-
ñar en la dinámica de los efectos concretos re-
lacionados con la amenaza. Aun así, a pesar de
su coherencia interna, hay razones para creer
que los análisis exclusivamente cognitivos son
limitados en la teoría y en la práctica.
Estereotipos que ayudan
La idea de que el análisis teórico de Beilock y
sus colaboradores es incompleto se ha extraído
de otra investigación, inspirada en la demos-
tración original de Steele y Aronson, sobre los
efectos de la amenaza del estereotipo. Descu-
brieron que el conocer los estereotipos podía
acarrear no sólo consecuencias negativas, sino
también positivas. Esto es, bajo ciertas circuns-
tancias, conocer los estereotipos sobre el propio
grupo puede servir para elevar el rendimiento,
no para menoscabarlo.
Estudios realizados en la Universidad de
Harvard por Margaret Shih y otros avalan esa
declaración. Los voluntarios del ensayo eran
mujeres asiáticas. Se les pidió, en una fase de
la investigación, que prestaran atención a su
condición de mujeres (cuyo estereotipo reza
que son peores para las matemáticas que los
varones) y, en otra, que se concentraran en
su condición de asiáticas (cuyo estereotipo
afirma que son mejores para las matemáticas
que los miembros de otros grupos étnicos).
Igual que aconteció en el estudio de Beilock,
en el primer caso las mujeres obtuvieron
peores resultados que cuando no se destacó
la pertenencia a ningún grupo. Sin embar-
Los estudiantes negros que realizan el test GRE (prueba de acceso a
estudios de postgrado) sacan peores resultados si se les da a entender
que el examen revela el nivel de inteligencia de una persona. Este descu-
brimiento prueba el poderoso impacto de la “amenaza del estereotipo”,
en cuya virtud la sensación de que el comportamiento puede confirmar
los estereotipos de inferioridad sobre el grupo al que pertenecemos
perturba lo que, de suyo y sin ese prejuicio, constituiría un rendimiento
competente. El patrón de descubrimientos aporta alguna indicación del
“estímulo del estereotipo”, por el que el rendimiento de los participantes
blancos aumenta cuando creen que el GRE evalúa la inteligencia, dado
que, para ellos, el estereotipo relevante está asociado con la superiori-
dad de su endogrupo.
Las ideas preconcebidas funcionan en un doble sentido
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NO SI
¿Es el propósito del test evaluar la inteligencia?
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Participantes blancos
Participantes negros
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go, en el último caso sus resultados fueron
mejores.
Otros estudios que revelan efectos similares
indican que las mujeres muestran más capaci-
dad para pruebas espaciales, si se les recuerda
que asisten a una universidad cuyos estudian-
tes obtienen buenos resultados en ese tipo de
tareas, y que los jugadores de golf aciertan más
sus golpes si conocen el estereotipo de que los
miembros de su sexo patean mejor que los del
sexo opuesto.
Jeff Stone y su equipo, de la Universidad de
Arizona, descubrieron que, cuando a jugadores
de golf blancos se les dice que sus resultados
se van a comparar con los de jugadores negros,
su rendimiento es peor si piensan que se trata
de una prueba de “habilidad atlética natural”
(porque esta comparación plantea una amena-
za), pero es mejor si creen que es una prueba
de “inteligencia estratégica deportiva” (porque
esta comparación sugiere la superioridad del
endogrupo).
Un metaanálisis de estudios similares publi-
cado en 2003 por Gregory Walton y Geoffrey
Cohen, entonces en la Universidad de Yale,
puso de manifiesto que, si las personas cono-
cen los estereotipos sobre la inferioridad en
un ámbito concreto de un exogrupo (quienes
no pertenecen al endogrupo del individuo),
su rendimiento aumenta. A ese fenómeno
lo denominan estímulo del estereotipo. Así,
igual que la sensación de inferioridad del en-
dogrupo puede perjudicar el rendimiento, la
idea de superioridad puede dar a miembros
de grupos de rango elevado un incentivo para
rendir mejor.
Un rendimiento mayor que admite fácil
explicación en términos de carga cognitiva;
porque es difícil imaginar cómo la visibilidad
de un estereotipo positivo del endogrupo (“so-
mos buenos”) podría incrementar los recursos
de memoria disponibles de los participantes
(en comparación con el grupo control). Ideal-
mente, entonces, una explicación superficial
de los efectos de los estereotipos debería po-
der explicar la variabilidad tanto hacia arriba
como hacia abajo. También debería poder ex-
plicar los múltiples efectos que aparecen en la
bibliografía de las investigaciones. Incluidos los
indicios de que estos efectos se hacen evidentes
en actividades para las que no es importante
la capacidad cognitiva (como en el golf o el
baloncesto).
Los efectos aludidos disminuyen si la gente
conoce estereotipos sobre múltiples grupos;
se debilitan si el endogrupo no está expuesto
a una hostilidad generalizada (por ejemplo, si
uno es varón o blanco); y varían dependiendo
de si a los participantes se les anima a fijarse
en promover resultados positivos o en prevenir
los negativos.
Más importante aún es que, para explicar
los efectos que crea la amenaza del estereoti-
po, se requiera también explicar por qué estas
influencias no se hallan tan extendidas como
se desprendería de una lectura superficial del
trabajo de Beilock y sus colaboradores. Por la
sencilla razón de que no todos los miembros
de un mismo grupo sucumben a los peligros
de la amenaza. Antes bien, sólo afectan a indi-
viduos que valoran la actividad en cuestión y
que tienen altos niveles de competencia bási-
ca; por ejemplo, quienes tienen menos de qué
preocuparse.
2. ¿ASIATICA O MUJER?
La investigación realizada en la
Universidad de Harvard por la
cátedra de Margaret Shih su-
giere que las mujeres asiáticas
obtienen mejores resultados
en los tests de matemáticas si
piensan en sí como asiáticas en
vez de como mujeres.
3. ¿ESTRATEGIA
O APTITUDES ATLETICAS?
La investigación de Jeff Sto-
ne y sus colaboradores, de
la Universidad de Arizona,
reveló que si los jugadores de
golf blancos creían que se les
estaba comparando con juga-
dores negros, jugaban mejor
si pensaban que se sometía
a comparación su estrategia
de juego, pero peor si creían
que se valoraban sus proezas
atléticas.
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Para poder ser seleccionado, en el primer es-
tudio del equipo de Beilock sobre rendimiento
matemático, las mujeres debían realizar con
éxito el 75 por ciento de las tareas elementa-
les que se les había asignado; debían también
suscribir las afirmaciones “soy buena para las
matemáticas” y “me importa ser buena para las
matemáticas”. ¿Por qué importa todo ello?
El yo y la identidad
Una respuesta a la pregunta diría, de entrada,
que la amenaza del estereotipo no es tanto una
cuestión cognitiva en sí misma cuanto del yo
y la identidad. Así lo han apuntado muchos
investigadores que estudian los estereotipos,
Steele y Aronson incluidos. En este sentido,
en un trabajo reciente publicado con Steven
Spencer, de la Universidad de Waterloo en On-
tario, sostienen que la amenaza del estereotipo
puede ser entendida como un fenómeno que se
centra en la identidad social de una persona.
Esto es, la amenaza (y estímulo) del estereotipo
tiene consecuencias porque, y en la medida en
que, se fomenta que uno piense en sí mismo en
términos de pertenencia a un grupo concreto
(como asiático o mujer; blanco o varón).
De acuerdo con la teoría de la identidad
social desarrollada por Henri Tajfel y John
Turner, de la Universidad de Bristol, cuando
la gente se define a sí misma como miembro
de un grupo (“nosotros”), el comportamiento
lo marcan las normas estereotipadas que de-
finen la pertenencia al endogrupo en un con-
texto dado. A las personas les suele motivar
la promoción de los intereses del endogrupo
y percibirlo positivamente. Se inclinan por
atrincherarse en estereotipos que sugieren
“somos buenos” más que en los que dicen
“somos malos”. Aun así, bajo condiciones en
las que hay consenso sobre el bajo estatuto del
endogrupo y en las que este estatuto parece
sólido y legítimo (es decir, incontestable), los
miembros de ese grupo a menudo aceptan e
internalizan la inferioridad de su grupo en
cuanto a definición de su condición (“No se
nos dan bien las matemáticas...”) y buscan
alcanzar una identidad de grupo positiva en
otras áreas (“... pero tenemos más capacidad
verbal, musical, social, etc.”)
En breve, cuando las características visibles
de la identidad social de una persona no coin-
ciden con lo que le motiva como individuo
(ser bueno para las matemáticas, por ejemplo)
experimentará un conflicto psicológico rela-
cionado con su identidad. Este conflicto tiende
a interferir en el rendimiento del modo como
Ser miembro de un grupo de extracción social baja puede suponer una amenaza para la autoestima de una persona y
una fuente de estrés. ¿Cómo se combate ese estado? Según la teoría de la identidad social, la respuesta depende de una
interacción entre factores socio-psicológicos y socio-estructurales. En concreto, estar dispuestos a competir con un grupo
de extracción social alta y resistir el estrés en grupo depende de poder acceder a alternativas cognitivas que señalen la ile-
gitimidad e inestabilidad de las condiciones existentes e imaginar las formas de mejorar tales condiciones desfavorables.
Sobrellevar el estrés: tres estrategias
Alta
(permeable)
Baja
(impermea-
ble)
Alta (seguro)
Baja
(inseguro)
Movilidad
individual
Creatividad
social
Competición
social
Elusión
Negación
Resistencia
Acepta los
estereotipos
imperantes
Redefine pero
evita retar di-
rectamente los
estereotipos
imperantes
Propone alter-
nativas a los
estereotipos
imperantes
“Somos
inferiores”
(“pero yo no”)
“Somos
diferentes”
“No somos
inferiores”
Capacidad para de-
jar un grupo de ex-
tracción social baja
(frontera/línea de
permeabilidad)
Seguridad percibida
de la baja extracción
social del grupo
(legitimidad y esta-
bilidad)
Estrategia para
alcanzar una iden-
tidad positiva
Estrategia para li-
diar con la amenaza
a uno mismo
Implicaciones de la
estrategia para los
estereotipos impe-
rantes
Contenido de los
estereotipos del
endogrupo
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revelan los estudios sobre la amenaza del es-
tereotipo. Según ha demostrado el trabajo de
Cadinu y otros, crea ansiedad, inhibición y du-
das sobre uno mismo.
Con otras palabras, la gente tenderá a ren-
dir poco en situaciones en las que tiene un
conflicto consigo mismo, en las que su noción
de lo que son (y quieren ser) como individuos
parece incompatible con lo que perciben que
son como miembros de un grupo.
Por otra parte, si las características visibles
de la identidad social de una persona son com-
patibles con sus aspiraciones personales (quizá
porque sugieren una capacidad superior), esta
circunstancia tenderá a motivar e incentivar
al individuo, quien, de ese modo, mejorará su
rendimiento. Lo han corroborado las investiga-
ciones sobre el estímulo del estereotipo. Expe-
rimentamos nuestro yo sin esfuerzo, y cierta
“fluidez”, cuando lo que somos y queremos ser
como individuos resulta compatible con lo que
parecemos ser como miembros de un grupo.
Superar los estereotipos
Una última cuestión, sin embargo, es si el fe-
nómeno de la amenaza (o estímulo) del este-
reotipo implica que la gente esté predestinada
a reproducir los estereotipos y estructuras so-
ciales establecidas. ¿Nos hallamos condenados
a actuar reforzando los estereotipos existentes
de superioridad e inferioridad? En absoluto.
Una lección importante que hemos de apren-
der de la teoría sobre la identidad social dicta
lo siguiente: cuando a los individuos se les
impone enfrentarse a obstáculos que les im-
piden su promoción personal, relacionados con
la aparente inferioridad del endogrupo, pueden
lidiar con ellos de múltiples maneras. Las res-
puestas estratégicas reproducen, en mayor o
menor medida, el statu quo.
La primera es adoptar una estrategia de
“movilidad social”, que implica actividades del
sujeto que sirven para minimizar el impacto
del grupo en el yo. Nos referimos al tipo de
estrategia que Beilock y sus colaboradores reco-
miendan cuando animan a los participantes a
trabajar duramente para aprender de memoria
soluciones de los problemas y evitar que les
vuelva a perjudicar la amenaza del estereotipo.
La limitación de esta solución es que protege al
individuo con evasivas que en el proceso dejan
el fondo del problema sin resolver. Según ad-
vertimos dos de nosotros (Haslam y Reicher)
en un artículo de 2006 del Journal of Applied
Psychology, ese tipo de actividades implican
enfrentarse al estrés de las amenazas contra
el yo utilizando una estrategia de elusión per-
sonal. Este enfoque puede ser cognitivamente
complejo, pero políticamente ingenuo.
Una segunda estrategia es la “creatividad
social”, que se acoge a diferentes estereotipos
sobre el endogrupo que desvían el impacto de
pertenecer a un grupo desfavorecido. Tradicio-
nalmente, expertos o no, todos tendían a pen-
sar que los estereotipos eran representaciones
rígidas e invariantes de los grupos sociales,
inmunes al cambio. La verdad resulta ser muy
otra. Las pruebas revisadas a mediados de los
años noventa por Penelope Oakes y sus colabo-
radores, de la Universidad Nacional Australiana,
que investigan sobre identidad social, sugieren
que los estereotipos —tanto los nuestros como
los de otros— son flexibles por naturaleza.
Se ha demostrado que la opinión que tienen
los estudiantes de psicología sobre su propia
capacidad artística o científica, por ofrecer un
ejemplo, cambia según se comparen ellos con
estudiantes de teatro o de ciencias experimen-
tales. Si se comparan con científicos se incli-
nan más a estereotiparse como humanistas;
en comparación con personas que trabajan en
el teatro optan por autodefinirse como cientí-
ficos. Los estudiantes de psicología deberían
experimentar la amenaza del estereotipo si se
les pide que desempeñen una tarea científica
cuando se les compara con físicos, o una tarea
Los estudiantes de psicología se estereotipan a sí mismos como grupo
dependiendo de con qué otro grupo se comparan. Cuando se comparan
con estudiantes de física, por ejemplo, tienden más a describirse a sí
mismos como humanistas que cuando se comparan con estudiantes de
teatro. En el primer caso, rebajan su tendencia a reputarse científicos.
Estos descubrimientos revelan la flexibilidad de los autoestereotipos y la
existencia de una motivación general a pensar positivamente del grupo
al que uno pertenece.
¿Quiénes nos creemos que somos?
LOS MIEMBROS
DE UN GRUPO
pueden colaborar juntos para
cuestionar la legitimidad de
los estereotipos. Se trata de
la estrategia empleada en los
años setenta por Steve Biko en
Sudáfrica, para luchar contra
el racismo y, a finales de 1800,
por Emmeline Pankhurst,
fundadora del movimiento
sufragista británico.
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Física
Teatro
Grupo de comparación
Humanista Científico
Contenido del estereotipo
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BIBLIOGRAFIA
COMPLEMENTARIA
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humanística cuando se les compara con artis-
tas; pero deberían experimentar un estímulo
del estereotipo si se les pide que desarrollen
una tarea humanística cuando se les compara
con físicos, o una tarea científica cuando se les
compara con artistas.
Así es como los líderes y otros agentes de
cambio son capaces de promover cambios en
los estereotipos del endogrupo alterando las
dimensiones de comparación, el marco com-
parativo de referencia o el significado de unos
atributos concretos. Sin embargo, parece que
estas estrategias de creatividad social más que
hacer algo directamente para cambiar las ca-
racterísticas del mundo social que originan la
estigmatización y la situación de desventaja de
un grupo, se mantienen dentro de las líneas es-
tablecidas. En ese sentido, pueden verse como
estrategias de negación de la amenaza más que
de su eliminación.
Lo que nos conduce a una tercera alternativa:
procurar que el grupo se oponga al statu quo,
por medio de una estrategia de competición
social que implique entrar en una resistencia
activa. En este caso los miembros del grupo
trabajan juntos para desafiar la legitimidad de
las condiciones (y los estereotipos asociados)
que los definen como inferiores; intentan cam-
biar el mundo que los oprime y no el modo de
reaccionar frente a él.
Trabajan para contrarrestar los estereotipos
que son instrumentos de su represión con es-
tereotipos que constituyan instrumentos de su
emancipación. Esta tercera fue precisamente la
estrategia adoptada por Steve Biko y Emmeline
Pankhurst a través de la conciencia negra y el
feminismo, respectivamente.
Biko y Pankhurst cuestionaron la legitimi-
dad de las comparaciones y estereotipos que
definían a sus grupos como inferiores y los
reemplazaron con expresiones de orgullo de
grupo. Estaban “entregados a reformar el mun-
do”. Y cuanto más invocaban sus oponentes
los estereotipos en su contra, más actuaban
colectivamente para contradecir estos estereo-
tipos y poner de manifiesto la mentira de sus
alegaciones.
Biko declaró lo siguiente en el juicio al que
fue sometido en Sudáfrica en 1976: “El prin-
cipio básico de la conciencia negra es que el
hombre negro debe rechazar todo sistema de
valores que intente convertirlo en extranjero
en su país y reducir su dignidad humana”.
La teoría de la identidad social propone
que la elección que hacen los individuos de
cualquiera de estas tres estrategias depende
de distintos factores, estructurales y políticos,
cognitivos y psicológicos. En concreto, que la
gente intente cambiar un mundo desigual o
adaptarse a él depende, en parte, de si están
expuestos a sistemas de valores sobre el cam-
bio social que estimulen su imaginación y ar-
ticulen alternativas cognitivas en la ortodoxia
imperante.
En ese sentido, la importancia de los méto-
dos establecidos para evaluar diferencias entre
grupos (distintas habilidades) deriva de su fa-
cultad para limitar la capacidad de la gente en
la creación de alternativas, al presentar las di-
ferencias como una realidad objetiva e innega-
ble. Esto es, más que medir diferencias “reales”,
contribuyen a hacer reales las diferencias. En
ese sentido también, el éxito de los líderes de
los movimientos de emancipación suele tener
que ver con su capacidad para crear un senti-
miento de identidad social compartida que se
centra en desafiar los estereotipos y los prejui-
cios que consideran inferiores a sus grupos.
La resistencia, por supuesto, no siempre tiene
éxito. Aun así, casi nunca resulta del todo inú-
til. La historia nos enseña que el cambio forma
parte de la realidad social, lo mismo que la esta-
bilidad. Cuando los manejamos nosotros, los es-
tereotipos pueden ser esenciales para movilizar
a un grupo y llevarlo a cumplir sus objetivos;
cuando los manejan otros, pueden ser utiliza-
dos como fuerzas de contención y fracaso.
De la doctrina sobre la amenaza del estereo-
tipo cabe extraer dos lecciones fundamentales.
La primera es cuidarnos de considerar equiva-
lentes rendimiento y capacidad real, especial-
mente cuando tratamos con diferencias entre
grupos, y comprender el poder que tienen los
prejuicios de otros sobre nuestra actuacion. La
segunda es darse cuenta de que no estamos
condenados a ser víctimas de estereotipos
opresivos, sino que podemos aprender a usar-
los como herramientas para nuestra propia
liberación. En resumen, lo que pensamos que
somos determina lo que rendimos y lo que po-
demos llegar a ser.
S. Alexander Haslam es profesor de psicología social
de la Universidad de Exeter. Jessica Salvatore, doc-
torada por la Universidad de Princeton, ocupa una
plaza postdoctoral en Exeter. Thomas Kessler dejó
la Universidad de Jena para aceptar un puesto de
profesor de psicología social en Exeter. Stephen
D. Reicher enseña psicología social en la Universidad
St. Andrews.
50 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
Doctor Frey, ¿cuál ha sido su éxito más
reciente?
Dieter Frey: Hace poco, organizamos un
taller interdisciplinario con investigado-
res de Zúrich y Bonn, que fue un éxito
rotundo. Un intercambio muy estimu-
lante. Los compañeros de Suiza presen-
taron un análisis del hundimiento del
Titanic de 1912. Había 2500 personas a
bordo, pero sólo había botes salvavidas
para la mitad. Sobrevivieron 1100 perso-
nas. El equipo de Zúrich ha investigado
qué factores elevaron las probabilidades
de supervivencia. De los pasajeros de pri-
mera clase se salvaron más que los de
segunda y tercera clase; un dato apenas
sorprendente. Si desglosamos los pasaje-
ros por nacionalidades, se advierte que la
supervivencia en medio de la catástrofe
experimentó un sesgo a favor de los nor-
teamericanos, pese a que los británicos
constituían el grupo más numeroso y
el buque navegaba bajo la bandera de la
Unión Jack.
¿Qué explicación dar?
Supongo que a los norteamericanos les
ayudó su mentalidad ambiciosa y resuel-
ta, mientras que a los pasajeros ingleses
les ganó su carácter reservado y distin-
guido. También hubo más supervivientes
entre los que viajaban solos, que entre los
que iban en familia o pareja. La preocu-
pación por los demás no frenó el afán
por salvar la propia piel entre los viajeros
solitarios.
Michael Hartmann: ¿Podría ser que hu-
biera más norteamericanos en primera
clase?
Frey: Claro, es posible. De todos modos,
creo en la influencia del factor psicológi-
co. Un hombre triunfador gracias a sus
propios esfuerzos opera de forma distin-
ta de un gentleman arquetípico.
¿Defiende, pues, el individualismo
desinhibido y la ambición?
Frey: De ninguna manera. Evidente-
mente, la historia del Titanic es un caso
extremo. En la vida cotidiana, el éxito
no se mide por un criterio solo, como la
supervivencia, sino por diversas razones
y valoraciones. Es cierto que entre ellas se
encuentran la capacidad de imposición y
cierta dosis de egoísmo; y no pueden fal-
tar ni la comprensión, ni el deseo de res-
ponsabilizarse de sí mismo y de otros.
¿Qué significa el éxito para la gente?
¿Tiene cada uno su propia definición o
existe un modelo predominante?
Hartmann: En los años setenta y ochen-
ta, muchos sociólogos creían en el na-
cimiento de una era postmaterialista,
en la que el éxito no se definiría por
el dinero, sino por valores nobles, la
felicidad familiar o la armonía con el
entorno. Si realmente llegó a este pun-
to en algún momento, hoy el péndulo
retrocede: a pesar de que el amor, la
amistad y la familia desempeñen una
función muy importante, más que hace
20 o 30 años, incluso entre los jóvenes,
el éxito se mide con otros parámetros.
Para la mayoría de la población se basa
en principios económicos: carrera profe-
sional, ingresos, propiedades o estatuto
social, con los asociados afán de poder
y prestigio.
Exito: ¿poder o entorno social?
¿Reside en la actitud el factor principal para conseguir lo que nos proponemos? ¿Importan más la
suerte y la extracción social en la consecución del éxito? Dos redactores entrevistan aquí a Dieter
Frey, psicólogo social, y a Michael Hartmann, sociólogo
RABEA RENTSCHLER Y STEVE AYAN
PUNTO DE VISTA
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MICHAEL HARTMANN
Nacido en 1952, en Paderborn, estudió so-
ciología, ciencias políticas, filosofía, historia,
filología germánica y psicología en Marbur-
go y Hannover. Desde 1999 ocupa la cátedra
de sociología en la Universidad Técnica de
Darmstadt. Trabaja en elitismo y consecuen-
cias de la globalización
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 51
una opinión propia de forma tenaz, el
pensar por uno mismo aunque pudiera
hacerte la vida difícil. Cuando todavía
era relativamente joven, mi padre en-
fermó de gravedad y me tocó asumir
responsabilidades. Me influyeron el
valor cívico y un sentido prusiano del
deber.
Frey: En nuestra familia, el trabajo y la
responsabilidad siempre tuvieron un pa-
pel importante. Mi padre era pequeño
empresario y alcalde del pueblo. Para
mí fue un ejemplo a seguir, que perdu-
ra hasta hoy.
¿Tener una mentalidad preparada
para el éxito está relacionado con los
modelos que nos encontramos a lo lar-
go de la vida?
Frey: Sí, incluso entre las personas que
provienen de un entorno social o fa-
miliar problemático. A menudo, esos
individuos se acogen a un modelo muy
concreto, como el abuelo, un profesor o
el cura. En estos casos, a veces basta con
una sola figura cercana, a la que se aferra
la voluntad de éxito.
Hartmann: La diferencia estriba en que
tales personas no han nacido dentro de
una “cultura del éxito”, como es el caso
de la clase media alta. La gente con pocos
recursos económicos puede, en el mejor
de los casos, escoger un solo modelo a se-
guir. Cuando funciona, suele ser entre los
que encuentran el modelo en su entorno
directo. En este sentido, el doctor Frey
tiene razón. No obstante, debido a que los
barrios son cada vez más homogéneos
y en las zonas socialmente conflictivas
vive una gran mayoría de desempleados,
la búsqueda de un ejemplo positivo se
hace cada vez más difícil.
Doctor Frey, usted ha investigado los
factores psicológicos del éxito. ¿Es verdad
que su vinculación con el talento merece
matizarse?
Frey: La psicología del éxito establece
que, en general, importa menos la inte-
ligencia que el tesón. Nos referimos a la
capacidad de no dejarse intimidar por
los fracasos, sino contemplarlos como
un reto para superarse la siguiente vez.
Tal es su propiedad distintiva. Todos sa-
bemos que el éxito no cae del cielo; en
la mayoría de los casos requiere largo y
duro trabajo, con no pocos contratiem-
pos. Al final, el que aprieta los dientes
es el que sale ganando, pese al mayor
talento de otros. Sin olvidar que el éxito
crea éxito.
¿Qué decir de las personas que se obse-
sionan con una cosa y, aun así, no llegan
lejos?
Frey: Es evidente que no se puede seguir
insistiendo a cualquier precio. El arte
está en saber ceder cuando el objetivo
escogido resulta equivocado. Le doy un
ejemplo: si yo decidiera conseguir un
handicap concreto en golf, probable-
mente no lo haría por amor al arte, sino
para impresionar a alguien. Sin embargo,
se trata de un criterio poco prometedor,
pues sobrepasaría mis capacidades. Mu-
chas veces hay una línea muy fina entre
el optimismo y la sobreestimación.
Y, ¿cómo podemos reconocer un obje-
tivo “bien elegido”?
Frey: Depende del entusiasmo con el que
perseguimos dicho objetivo. Si necesitas
motivarte cada vez porque la actividad
Frey: El enfoque, sin embargo, depende
en buena medida de la etapa vital de cada
uno. Entre los jóvenes, el éxito académico
que nos permita escoger carrera y uni-
versidad ocupa el primer lugar. Con los
años, se traslada al éxito profesional y, en
la madurez, la prioridad es la salud. Exis-
te una evolución típica. Recientemente,
me sorprendí mucho al realizar una
encuesta entre los graduados de nues-
tra universidad de élite de Baviera. La
“compatibilidad profesional y familiar”
ocupaba el primer puesto de la lista de
prioridades, seguido de la “satisfacción
interior”.
Hartmann: Es posible. Pero, tener la “sa-
tisfacción interior” en el primer lugar de
la lista no revela nada sobre mi idea del
éxito. Todos queremos gozar de buena
salud, pero nadie considera un éxito no
estar enfermo.
¿Cuáles han sido los factores del éxito
en sus propias biografías? Ambos han
llegado a ser académicos prestigiosos.
Hartmann: En casa de mis padres siem-
pre se valoró la capacidad de defender
DIETER FREY
Nacido en 1946 en Freudenstadt, estudió
psicología, sociología, pedagogía y ciencias
políticas en Mannheim y Hamburgo. Desde
1993 enseña psicología social en la Univer-
sidad de Múnich. Se ha especializado en
trabajo en equipo y liderazgo.
“Todo lo que necesitáis
para tener éxito es
ignorancia y confianza.”
Mark Twain (1835-1910)
52 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
en sí, sea el entrenamiento de natación,
la negociación con socios o el estudio de
fórmulas matemáticas, no te aporta satis-
facción, andas por camino erróneo. Las
personas con éxito perciben como pla-
centeros incluso los mayores esfuerzos
invertidos en su meta. Si nos obligamos
a algo sólo para conseguir otro fin, no
acabaremos triunfando.
Tendemos a adjudicar las causas del
éxito a la persona triunfadora y, en cam-
bio, solemos atribuir los fracasos a las
circunstancias externas. ¿Distorsionamos
sistemáticamente nuestra percepción de
la realidad?
Hartmann: En mi opinión, esta observa-
ción no siempre es cierta. Hay muchos
casos, sobre todo entre desempleados, en
los que nos encontramos con el contra-
rio. Se responsabilizan de sus fracasos,
por fallar en su trabajo, en el matrimonio
o, en general, en la vida. Y esto, a pesar
de que en tales casos, las circunstancias
externas inciden con fuerza. Ahora bien,
entre las personas con éxito descritas an-
tes por Frey, es diferente: consideran los
éxitos cosa suya y los fracasos, mala suer-
te. Este fenómeno se aprecia ahora entre
los banqueros. Basaban sus éxitos en una
productividad excepcional y de aquí de-
rivaron el derecho a ingresos altísimos.
Esas mismas personas no se sienten hoy
responsables de la crisis económica, sino
que culpan a un sistema anónimo o a
una evolución impredecible. Este tipo
de planteamiento del éxito es esencial
para nuestro sistema económico; se trata
de un invento moderno sin el que el ca-
pitalismo no funcionaría. Imagínese una
sociedad cuyos miembros atribuyeran su
propio bienestar o desgracia a un poder
superior. Los individuos no podrían plan-
tearse cómo conseguir el éxito.
En cambio, la mayoría de nosotros sí
nos lo planteamos. ¿Pueden ejercitarse
las cualidades de un emprendedor, más
que la inteligencia y el talento?
Frey: Cierto. Esto lo intentó, por ejem-
plo, Martin Seligman con su “teoría de
la indefensión”. Hizo el experimento con
agentes de seguros, profesionales que, a
menudo, encajan un fracaso tras otro.
Con un entrenamiento especial, quiso
inmunizarles contra el desaliento, la
autoinculpación y otras sensaciones ne-
gativas. El método funciona dentro de
ciertos límites.
Hartmann: Estos límites dependen, por
ejemplo, de la procedencia. Si vengo de
clase media alta, de entrada me será más
fácil aceptar los fallos y fracasos. Tengo
una familia que me apoya, una red que
me recogería en caso de necesidad. No
deberíamos subestimar este tipo de re-
cursos, materiales y psicológicos, pues
aportan la seguridad necesaria para per-
seguir un objetivo con tesón.
Frey: Contamos también con el tipo
“Gerhard-Schröder”. Se predica de quie-
nes provienen de un medio con pocos re-
cursos y deciden luchar porque en su in-
fancia o juventud sufrieron carencias.
Doctor Hartmann, ¿está de acuerdo
con el doctor Frey cuando declara que
el éxito puede aprenderse?
Hartmann: Puede haber personas capaces
de “fabricarse” una mentalidad de éxito.
Aun así, quienes vienen de un entorno
social menos favorable, necesitan hacer
un esfuerzo mucho mayor. Parece que
también existe el perfil del optimista del
éxito, aunque no está claro si es una carac-
terística innata o se debe a la educación y
al hecho de haber crecido en un ambiente
favorable. Sea como fuere, les ocurra lo
que les ocurra a este tipo de personas,
siempre verán la parte positiva desde un
principio. Su preocupación se centrará en
cómo seguir adelante y qué aprender de
la situación. Pero la mayoría de los indi-
viduos carecen de dicha confianza básica.
Se puede intentar transmitir, pero cuan-
to menos acostumbrados estemos por la
El ejemplo de mamá
Con miedo al riesgo no hay éxito.
Quien no arriesga no gana. Ahora
bien, la valentía personal no cae del
cielo, sino que está condicionada,
principalmente, por el entorno familiar.
Este es el resultado de un estudio
realizado en 2006 por el Instituto de
Investigación para el Futuro Laboral
(IZA) de Bonn. El equipo liderado por
Armin Falk evaluó los datos del Estudio
Socioeconómico de Panel (SOEP) de
una consulta realizada, desde 1984,
a más de 12.000 hogares alemanes.
Resultado: nuestra vehemencia al
conducir o las inversiones en deportes
u ocio equivalen, en buena medida,
a las aficiones de nuestros padres.
La influencia de la madre es mayor que
la del padre, lo mismo en los hijos que
en las hijas. Sin embargo, la estadís-
tica no revela si estas tendencias se
transmiten genéticamente o a través
del ejemplo parental.
“Lo importante es tener
la capacidad de no
dejarse intimidar por los
fracasos, contemplarlos
como un reto.”
Dieter Frey
CONVERSACION A CUATRO BANDAS
en Múnich: Dieter Frey (el segundo desde
la izquierda) y Michael Hartmann (el segun-
do desde la derecha), acompañados de los
redactores Rabea Rentschler y Steve Ayan.
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 53
los estudiantes. De otro modo, no tienen
la oportunidad de hablar con las perso-
nas que llevan a la práctica lo que ellos
estudian, hasta el día de su primera en-
trevista de trabajo. Demasiado tarde.
Hartmann: Cuando nos planteamos la pre-
gunta de qué podemos hacer y qué no, la
procedencia social resulta determinante,
desde la misma infancia. El contemplar en
los progenitores la figura que desarrolla
un papel de organización y poder, marca
nuestro punto de vista de las cosas. Y, en-
tre la gente procedente de la clase media
alta o, en mayor medida, de la clase alta,
la influencia es mayor que entre aquellos
cuyos padres se muestran pasivos y depen-
dientes, ya sea del jefe, del arrendador o
del trabajo. El self-counselling puede ser tan
bueno como quieran, pero tener una men-
talidad para el éxito no me parece que de-
penda en semejante grado del intelecto.
¿Puede la sobreprotección constituir
una desventaja?
Frey: Una fuerte dominancia de la figu-
ra del padre resulta contraproducente;
dígase lo propio de los padres demasia-
do protectores, que crean un entorno de
despreocupación absoluta. Tampoco de-
bemos llegar a la arrogancia del éxito. No
podemos dar el éxito por sentado.
Hartmann: Son casos frecuentes.
educación recibida en casa y cuanto ma-
yores seamos, más difícil será.
Así pues, el tópico de que la mala
suerte no es tal sino falta de aplicación
constituye una estrategia de optimismo
calculado.
Hartmann: Sí. Si el tópico fuera cierto,
habría más movimiento entre clases
sociales. Las estructuras de poder se
encargan de impedirlo. Según estudios
recientes, la movilidad social en EE.UU.
es más baja que en el resto de las nacio-
nes desarrolladas. La probabilidad de
que la pobreza o el bienestar económico
de una familia perdure durante más de
dos generaciones es once veces mayor
en EE.UU. que en Dinamarca. La sensa-
ción subjetiva de que somos capaces de
conseguirlo todo por nuestros propios
medios, no siempre se ve reflejada en los
hechos.
Frey: De todos modos, considero que el
enfoque es positivo. En EE.UU., dos de
cada tres universitarios se imaginan con
un negocio propio en el futuro. Aquí, en
cambio, son sólo un 10%.
Hartmann: En realidad, el porcentaje de
autónomos entre la población activa es
más alto en Alemania que en EE.UU. (casi
un 11 % en Alemania y sólo un 7 % entre
los norteamericanos). En mi opinión,
estas afirmaciones y convicciones sub-
jetivas, a menudo, tienen muy poco que
ver con la situación y las perspectivas de
éxito reales. Según encuestas realizadas,
en EE.UU. una de cada tres personas se
considera parte del 10% de los máxi-
mos beneficiarios de ingresos. Es proba-
ble que esto tenga un efecto motivador
temporalmente, si bien sobrepasa com-
pletamente la realidad. Está claro que los
éxitos reales y a largo plazo, en el sentido
macroeconómico y de movilidad social,
no se consiguen de ese modo.
Así, el éxito, ¿en qué medida es una
cuestión de actitud?
Frey: No podemos cuantificarlo. Mas, ante
la duda, la inteligencia y el talento parecen
ser menos decisivos que la fe en uno mis-
mo. Los psicólogos hablan de autoeficacia.
A través de ensayos sobre pacientes, se ha
demostrado su extraordinaria importan-
cia. El grado y la rapidez de recuperación
están estrechamente relacionados con el
modelo cognitivo de desamparo o de do-
minio. Esto significa que la persona que se
siente esclava de su enfermedad, sin po-
der hacer nada para su propia curación, se
encuentra en desventaja frente a los que
se sienten responsables, y dicen: “Volver
a levantarme depende, sobre todo, de mí”.
Salta a la vista el contraste entre la atribu-
ción de causas de una enfermedad y los
factores de recuperación. Lo más proba-
ble es que no podemos evitar enfermar,
pero sí podemos contribuir al proceso de
curación. Algo así como admitir que, de
lo que ha pasado ha sido responsable el
destino, pero yo puedo influir sobre lo
que ha de venir.
¿Cómo primar esa perspectiva del
éxito?
Frey: Creo que en este caso deberíamos
tomarnos por modelo el sistema educa-
tivo anglosajón. Al analizarlo, nos damos
cuenta de que allí el self-counselling está
muy extendido. Se trata del trabajo con
los propios defectos y virtudes, con el
perfil personal y el potencial evolutivo
de cada uno. Deberíamos promover este
sistema en las escuelas, conjuntamente
con un sistema de mentores, así como el
trabajo junto con personas del ámbito
laboral, que pudieran servir de ejemplo a
“Existe el perfil del
optimista del éxito.
La mayoría de las
personas, sin embargo,
no posee tal confianza
básica.”
Michael Hartmann
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA
FUERAS DE SERI E: POR QUE UNAS
PERSONAS TI ENEN EXI TO Y OTRAS NO.
M. Gladwell. Taurus; Madrid, 2009.
54 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
MENTE, CEREBRO Y SOCIEDAD
L
a exposición a ciertas situaciones de estrés
puede aumentar la tendencia a la droga-
dicción. Así se desprende de la investigación
reciente. Por una parte, el estrés puede in-
crementar la probabilidad de que el individuo
se inicie en el mundo de la droga, que con
el tiempo termine adquiriendo una conducta
adictiva. Por otro, en sujetos ya adictos, las si-
tuaciones estresantes favorecen la persistencia
de dicha conducta.
De hecho, uno de los factores que está re-
lacionado con una recaída en el consumo una
vez el toxicómano se ha desintoxicado es la
exposición a situaciones de estrés.
Se ha sugerido también que ciertos adictos
utilizarían las drogas para “automedicarse”
y reducir así ciertos síntomas existentes con
anterioridad, como la ansiedad y la depresión
causados por la exposición a situaciones estre-
santes. Resulta evidente, además, que ciertas
drogas empeoran la psicopatología existente o
incluso pueden ser las causantes de ella.
Aunque la relación entre estrés y adicción
viene ya avalada por muchos estudios ex-
perimentales y clínicos, quedan cuestiones
pendientes; entre ellas, la relación entre las
diferencias individuales en la susceptibilidad
al estrés y el impacto sobre la adicción, y el
establecimiento de los mecanismos en el sis-
tema nervioso central por los cuales el estrés
puede modificar la conducta adictiva.
Parece ser que ciertos estilos de personali-
dad son proclives a las consecuencias negati-
vas del estrés. Merecen reseñarse las persona-
lidades impulsivas y las que tienden a buscar
situaciones nuevas y excitantes. Si el rasgo del
afán de novedades guarda relación con una
mayor facilidad para establecer los contac-
tos iniciales con la droga, las personalidades
impulsivas parecen estar sujetas a un mayor
riesgo de permanecer en la drogadicción.
De no menor interés teórico, con impor-
tantes consecuencias preventivas, resulta
averiguar de qué modo la exposición a situa-
ciones de estrés durante etapas tempranas
del desarrollo predispone a la adicción en
la etapa adulta. Ciertos datos sugieren que la
exposición a situaciones traumáticas durante
la etapa infantil o juvenil va asociada a una
mayor predisposición a padecer determinadas
psicopatologías en la edad adulta, abuso de
substancias incluido.
Uno de los sistemas de respuesta al estrés
que más se ha estudiado como marcador de
la intensidad del estrés es el eje hipotalámico-
pituitario-adrenal (HPA). Independientemente
de la naturaleza del estímulo estresante, la in-
formación procesada por el sistema nervioso
central converge en el núcleo paraventricular
(PVN), estructura hipotalámica. Allí se sinte-
tiza el factor liberador de corticotropina (CRF
o CRH), liberado por el PVN al sistema sanguí-
neo portal-hipofisario. En la adenohipófisis,
estimula la síntesis y liberación de la hormona
adrenocorticotropa (ACTH).
Una vez en el torrente circulatorio, la ACTH
estimula la síntesis y liberación de glucocorti-
coides (cortisol en humanos y corticosterona en
rata) en la corteza de la glándula suprarrenal.
Los glucocorticoides promueven el estado de
alerta y una respuesta efectiva frente a un
entorno adverso. Los glucocorticoides regu-
lan la actividad del eje HPA mediante una
retroalimentación negativa, ejercida a nivel
hipofisario, hipotalámico y también en otras
estructuras cerebrales.
Los glucocorticoides ejercen sus efectos
centrales y periféricos principalmente a través
de receptores tipo I (o mineralocorticoide, MR)
y tipo II (o glucocorticoide, GR). Estos recepto-
res de glucocorticoides se encuentran en áreas
cerebrales implicadas en el refuerzo y en la
adicción a las drogas, lo que sugiere un meca-
nismo mediante el cual las hormonas del estrés
pueden incrementar la sensación de euforia que
producen las drogas y el deseo de éstas.
Además, el factor liberador de corticotropina,
que se segrega en situaciones de estrés, no se
encuentra únicamente en el PVN, sino también
en otras áreas cerebrales relacionadas con el
componente emocional y cognitivo de la res-
puesta al estrés y con la recaída en el consumo
de drogas. Durante la abstinencia, suele produ-
cirse una liberación de CRF desde algunas áreas,
fenómeno vinculado al malestar psicológico que
acompaña a la ausencia de droga.
Los modelos animales nos permiten estudiar
la relación entre estrés y tendencia a la dro-
gadicción de una forma más controlada. Re-
cientemente se han realizado diversos estudios
centrados en la relación entre la exposición a
ciertas situaciones estresantes y la recaída en
el consumo de drogas, una vez el animal ya
está libre de droga. Al inicio del experimento
se enseña al animal de experimentación a rea-
lizar una conducta (apretar una palanca) para
obtener un premio (refuerzo), consistente en
una pequeña dosis de la droga, administrada
normalmente de forma intravenosa.
No todos los animales persisten en dicha
conducta, pero unos cuantos siguen apretando
la palanca durante varias semanas para obte-
ner el refuerzo.
Luego, se substituye la droga por un pla-
cebo (una solución salina) y, tras varios días,
los animales aprenden que ya no recibirán
más refuerzo, fenómeno que se denomina de
“extinción”. Aquí, de nuevo podemos obser-
RELACION ENTRE ESTRES Y DROGADICCION
El estrés es uno de los factores que interviene en la adquisición, mantenimiento y recaída de la conducta
adictiva, existiendo ciertos rasgos de personalidad más vulnerables al estrés y a caer en el consumo de drogas
ROSER NADAL
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MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 55
var muchas diferencias individuales: algunos
animales continúan apretando la palanca como
muestra de su deseo por la droga, mientras que
otros cesan en el empeño.
Una vez la respuesta está extinguida, los
investigadores han tratado de encontrar qué
situaciones pueden de nuevo hacer “recaer”
a la rata en la conducta de búsqueda de la
droga (apretar la palanca). Una de estas si-
tuaciones es la exposición a ciertos estímulos
estresantes, como choques eléctricos, dentro
de la jaula; la rata vuelve a apretar desespe-
radamente la palanca en reflejo de un deseo
incrementado por la droga. Los antagonistas
del CRF, que bloquean los efectos de dicha
substancia sobre sus receptores cerebrales, re-
vierten estos efectos del estrés, lo que sugiere
que la liberación del factor está implicada en la
recaída del deseo y búsqueda de droga.
Roser Nadal
Unidad de Psicobiología
e Instituto de Neurociencias
Universidad Autónoma de Barcelona
TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL
PARA EL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO
Desde un punto de vista de la eficacia terapéutica para el trastorno obsesivo-compulsivo,
los expertos sugieren la conveniencia de combinar la farmacoterapia con la terapia cognitivo-conductual
NURIA JAURRIETA GUARNER
E
l trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es
el trastorno de ansiedad más grave. Se ca-
racteriza por las obsesiones, compulsiones o
ambas, que consumen tiempo, son estresantes
e interfieren con las rutinas, las relaciones in-
terpersonales y el desenvolvimiento diario.
Las obsesiones constituyen impulsos, ideas,
imágenes o pensamientos persistentes que se
introducen en la mente de la persona y pro-
vocan una preocupación o ansiedad excesiva.
Las compulsiones conforman actos o conductas
repetitivos que se ejecutan en respuesta a las
obsesiones para aliviar o evitar la preocupa-
ción, la ansiedad o ambas.
En los últimos veinte años se han publicado
numerosos estudios sobre los resultados de la
terapia conductual en el TOC. En general, estos
estudios demuestran que entre el 60-70% de los
pacientes con conducta ritualística mejoran sig-
nificativamente con dichas técnicas. Entendemos
por mejora una reducción del 50% de los sínto-
mas iniciales. Entre el 20-30% de los pacientes se
muestran resistentes al tratamiento, mientras que
un 20% abandonarían antes de finalizarlo.
La investigación ha demostrado que los sín-
tomas del TOC mejoran mediante una interven-
ción aplicada sistemáticamente: la exposición
con prevención de respuesta (EPR). La exposi-
ción se sustenta en dos procesos cruciales del
aprendizaje y relacionados con la habituación
(fase de exposición) y la extinción (fase de
bloqueo del ritual).
Con otras palabras, la exposición consiste en
colocar al paciente en situaciones de la vida real
que provoquen ansiedad y desasosiego (exposi-
ción en vivo) e impedir que realice su conducta
compulsiva (prevención de respuesta). Debe
hacerse de forma gradual y progresiva.
Para abordar los pensamientos intrusos, pue-
de ponerse en práctica la exposición en imagi-
nación. Esta técnica permite habituarnos a tener
pensamientos negativos sin experimentar una
ansiedad intensa. A partir del tratamiento con
esta técnica podemos aceptar que las ideas o
imágenes obsesivas no salen del mundo del pen-
samiento, sin más significado ni trascendencia.
La terapia de elección en el TOC ha sido
la cognitivo-conductual, aplicada de forma
individual, aunque en los últimos años han
comenzado a abordarse la eficacia potencial
de un tratamiento grupal. Estos estudios han
demostrado que, a corto plazo, es más eficaz
la terapia individual; a largo plazo, sin embar-
go, las dos modalidades (individual y grupal)
se equiparan. El formato grupal ofrece ciertas
ventajas sobre el formato individual: tiempo,
coste, aprendizaje de los otros miembros del
grupo, cohesión de grupo, cambio de roles,
disminución del aislamiento social y otros.
Hemos asistido también a la comprobación de
cuán importante resulta la introducción de téc-
nicas cognitivas en los programas de tratamien-
to; permiten modificar distorsiones, creencias
disfuncionales y pensamientos erróneos. En los
casos en que la EPR no era eficaz, los terapeutas
cognitivos empezaron a aplicar estas técnicas.
Las creencias disfuncionales asociadas al TOC
son la sobreestimación de la importancia de los
pensamientos, una responsabilidad excesiva, so-
breestimación de la amenaza y el riesgo, per-
feccionismo e intolerancia a la incertidumbre.
Tiempo
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Transcurso de la
ansiedad o el miedo
Inicio de la
confrontación
Evitación
Lo que espera
el paciente
Transcurso de la ansiedad/malestar
en la confrontación frente a evita-
ción a la situación temida.
56 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
L
a esquizotipia se sitúa en un continuo entre
personalidad normal introvertida o inhibida
y esquizofrenia. Se discute cuál es la adecuada
ubicación nosológica del trastorno esquizotí-
pico de la personalidad. Para el DSM.IV.TR,
vademécum de referencia de los trastornos
mentales, se contaría entre los trastornos de
la personalidad; para la CIE.10, otro canon de
referencia, habría que incluirlo dentro de los
trastornos psicóticos.
Va ganando creciente aceptación el concep-
to de “espectro esquizofrénico” para caracte-
rizar a un grupo de trastornos (esquizofrenia,
trastorno esquizofreniforme y trastornos de
personalidad esquizotípica o esquizoide), que
comparten ciertos síntomas, marcadores y res-
puesta al tratamiento.
En ese continuum dimensional, la esqui-
zotipia podría entenderse como un rasgo de
personalidad alterada, con semejanzas con los
síntomas de la esquizofrenia, sobre todo en
fases prodrómicas y residuales. Se trata, en
efecto, de un constructo teórico que designa
cierta vulnerabilidad a desarrollar una enfer-
medad mental, en concreto la esquizofrenia.
Presenta correlación con la proclividad a la psi-
cosis o tendencia psicótica de una estructura
de personalidad en principio funcionalmente
normal; en ausencia de otros factores precipi-
tantes o estresantes, puede permanecer como
rasgo subclínico de personalidad.
En algunas personas, las formas débiles de
esquizotipia presentadas pueden ser adapta-
tivas, relacionadas con la creatividad. Charles
McCreery y Gordon Claridge, de la Universidad
de Oxford, acuñaron la expresión esquizotipia
feliz o sana para referirse a personas funcionales
y ajustadas que tienen experiencias poco usua-
les y que presentan un alto grado de rasgos po-
sitivos encauzados como hipersensibilidad sen-
sorial, plasticidad en sus sistemas de creencias
y otros. Propia de los artistas, en este contexto,
la esquizotipia puede considerarse una forma de
ser muy abierta a la experiencia.
En psicopatología, la esquizotipia designa una
serie de características que pueden agruparse
en cuatro componentes: experiencias inusuales
(experiencias perceptivas y cognitivas aberran-
tes, pensamiento mágico y creencias extrañas),
desorganización cognitiva (déficits cognitivos, di-
ficultad en la toma de decisiones, ansiedad social
y labilidad emocional), anhedonia introvertida
(displacer por la intimidad física y social, evi-
tación de las relaciones interpersonales y otros
tipos de actividades, tendencia a la independen-
cia y la soledad) e impulsividad no conformista
(desinhibición, bajo control de los impulsos, con-
ductas agresivas, temerarias y abusivas).
Una derivación de los hallazgos de estos
cuatro factores por Claridge y su equipo fue
el desarrollo del Inventario Oxford-Liverpool
de Sentimientos y Experiencias, hasta ahora el
instrumento más ampliamente utilizado para
evaluar la personalidad esquizotípica.
La Unidad de Investigación en Psicopatología
y Neuropsicología de la Universidad Autóno-
ma de Barcelona viene trabajando desde hace
veinte años en este campo. El grupo dirigido
por J. E. Obiols aplicó ese mismo instrumento
¿Cuáles son las técnicas cognitivas más útiles
en el tratamiento de estas creencias?
— Fusión de pensamiento y acción (TAF).
Los experimentos buscan acotar los efectos de la
supresión de un pensamiento, así como predecir
la ocurrencia de fenómenos neutros, de daños
al terapeuta y, finalmente, de sí mismo o de los
familiares. Se traza un continuum en el que en un
extremo se sitúe la “mejor de las personas” y en
otro, “la peor de ellas”; el paciente debe situarse
en un punto determinado de esta línea.
— Responsabilidad excesiva. En esta téc-
nica, el paciente se reconocerá responsable de
esa situación, pero se preguntará si existen
otras posibilidades. Dibujará un pastel y repar-
tirá en porciones los factores implicados en la
ocurrencia de determinado evento, asignando
a cada uno de ellos un porcentaje determina-
do de responsabilidad. Utilizará un continuum
cognitivo que oscile entre la máxima respon-
sabilidad y la mínima. Deberá señalar todos
los agentes vinculados al suceso en un punto
determinado de la línea.
— Sobreestimación de la amenaza y del
riesgo. Aquí se trata de calcular la probabilidad de
cada evento por separado y la probabilidad acu-
mulada de la secuencia. En la primera, el paciente
ha de imaginar y describir el suceso catastrófico
sin ser el protagonista. En la seguda, el propio
paciente actuará de “abogado de la defensa”. Su
papel consistirá en argumentar su inocencia en el
tribunal donde se le juzga por causar algún daño
terrible. Finalmente sugeriremos experimentos
conductuales, como por ejemplo dejar un electro-
doméstico encendido o algún grifo goteando e ir a
dar un paseo durante un tiempo determinado.
— Perfeccionismo. Una de las creen-
cias más complejas de tratar cognitivamente
presenta una naturaleza extremadamente
egosintónica. Se sugieren de nuevo los con-
tinuums, entrevistas a familiares y amigos
sobre cualidades y defectos, buenas y malas
personas, etc. Asimismo, se recomienda la
utilización de experimentos conductuales.
— Intolerancia a la incertidumbre. Las
técnicas cognitivas se centrarán en normalizar
la incertidumbre. Se le sugiere al paciente que
realice una entrevista a 10 conocidos o amigos
para determinar si en ese momento recuerdan
exactamente haber cerrado la puerta antes de
salir de casa y, si no es así, cómo tienen la cer-
teza de que la puerta no ha quedado abierta.
Se le pide al paciente que anticipe los resul-
tados antes de la entrevista y se sorprenderá
al comprobar que la mayoría de las personas
no recuerdan haber realizado esta acción y, sin
embargo, confían que la puerta esté cerrada.
Nuria Jaurrieta Guarner
Unidad de TOC, Servicio de Psiquiatría,
Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona)
CSMA St. Feliu de Llobregat. Sagrado Corazón,
Servicios de Salud Mental
LA ESQUIZOTIPIA EN LA ADOLESCENCIA
La esquizotipia se sitúa en un continuum entre personalidad normal y esquizofrenia. En el período adolescente
pueden presentarse pensamientos, conductas y percepciones que podrían incluirse dentro de ese continuo
CRISTINA MEDINA PRADAS
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 57
a adolescentes de población general (de 13 a
16 años) y observó que, con la edad, aumentaba
significativamente también la desorganización
cognitiva y las experiencias inusuales; y que
los chicos puntuaban más alto en experiencias
inusuales y desorganización cognitiva y las chi-
cas en anhedonia introvertida. Las diferencias
podrían deberse en parte al rol de género, más
que a las diferencias de sexo per se.
Posteriormente, examinaron la presencia de
experiencias pseudopsicóticas y síntomas de
depresión en una muestra similar a la anterior.
Comprobaron que el 7,5 % de los adolescentes
evaluados presentaban tres o más síntomas
positivos, es decir, delirios (sentir que se es
perseguido o que hay un complot en su con-
tra) o alucinaciones (oír voces hablando entre
ellas, ver cosas que otros no ven). El 4 % de los
jóvenes presentaban tres o más síntomas ne-
gativos; por ejemplo, aislamiento social, falta
de interés y energía para hacer sus actividades
cotidianas, sensación de no experimentar emo-
ciones aun en momentos importantes. El 4,5 %
manifestó experimentar tres o más síntomas de
depresión, como llorar sin motivo, sentir que
no tiene futuro, sentimientos de culpa o deseos
de no vivir más. El 9,8 % presentó puntuacio-
nes muy elevadas en los tres tipos de síntomas
(positivos, negativos y depresivos).
Además, los adolescentes con puntuaciones
más elevadas en depresión mostraron un incre-
mento en los síntomas positivos y negativos.
Por otro lado, ambos sexos alcanzaron puntua-
ciones similares en los síntomas positivos y ne-
gativos, pero las chicas obtenían puntuaciones
más elevadas en los síntomas depresivos.
Se evidencia, por tanto, que los síntomas de
tipo psicótico están presentes en adolescentes
de la población general y que estas experiencias
se pueden manifestar de manera más intensa
cuando además hay síntomas de depresión. Asi-
mismo, los adolescentes aparentemente sanos
desarrollan conductas alteradas en la línea de
las presentadas por personas con esquizofrenia;
pueden considerarse factores predictores de la
enfermedad y, por tanto, ayudar de la misma
forma que los síntomas depresivos en la detec-
ción de adolescentes en riesgo.
Los que puntúan alto en esquizotipia ma-
nifiestan más alteraciones conductuales. No
obstante, la variedad de informantes (maes-
tros, padres y los mismos adolescentes o sus
iguales) y la discordancia entre la información
que cada uno da en relación a estas conductas
problemáticas es una dificultad a estas edades.
La discordancia crece a medida que los rasgos
esquizotípicos son más intensos.
La adolescencia puede constituir un período
especialmente tumultuoso del ciclo vital. Es
característico de los adolescentes cierto aleja-
miento de su entorno familiar, el aislamiento
y la búsqueda de una mayor autonomía. Les
distingue también cierto alejamiento de la
realidad; buscan explicaciones enrevesadas,
esotéricas incluso, que pueden llevarles a dis-
torsiones cognitivas. En cuanto a lo perceptivo,
suelen estar más abiertos a la experiencia y
más hipersensibles. Los primeros contactos
con las drogas precipitan estas experiencias
pseudopsicóticas. Adoptan, por fin, un lengua-
je y comportamientos excéntricos o peculiares,
muchas veces dentro de su propósito de dife-
renciarse de los otros y de distanciarse de las
normas y los convencionalismos.
Los profesionales de la salud mental deberían
tener en cuenta el contexto sistémico de cada
Muchas cosas dependen del color del cristal con que se miran.
joven al definir la supuesta normalidad o no.
El concepto de normalidad psiquiátrica debería
sustituirse por el concepto de funcionalidad.
La incidencia de rasgos esquizotípicos es
mayor entre familiares de primer grado de
pacientes con esquizofrenia. Quizás haya que
hablar de un síndrome multidimensional de
riesgo de esquizofrenia, la esquizotaxia, que
se distingue por alteraciones en la estructura
y función cerebrales, la cognición, el afecto y
el desempeño social en individuos familiares
de pacientes con esquizofrenia sin trastorno
esquizotípico y sin psicosis, es decir, una labi-
lidad subyacente en los individuos con predis-
posición a esquizofrenia, o en definitiva, con
más o menos rasgos esquizotípicos.
Cristina Medina Pradas es psicóloga investiga-
dora en el Instituto de Trastornos Alimentarios
de Barcelona y realiza su tesis doctoral en
la Unidad de Investigación en Psicopatología
y Neuropsicología del Departamento de Psico-
logía Clínica y de la Salud de la Universidad
Autónoma de Barcelona.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA
NEW SCALES FOR THE ASSESSMENT OF
SCHIZOTYPY. O. Mason, G. Claridge y
M. Jackson en Personality and Individual
Differences, vol. 18, págs. 7-13; 1995.
ESQUIZOTIPIA Y MEMORIA VERBAL EN POBLA-
CION GENERAL ADOLESCENTE. P. Martinena,
J. B. Navarro, C. Medina, I. Baños, A. Sa-
banés, J. Vicens, E. M. Alvarez, N. Barran-
tes, S. Subirá, J. E. Obiols en Psicothema,
vol. 18, n.
o
3, págs. 439-446; 2006.
¿EXPLICA LA ESQUIZOTIPIA LA DISCOR-
DANCIA ENTRE INFORMANTES DE ALTERA-
CIONES CONDUCTUALES ADOLESCENTES?
C. Medina, J. B. Navarro, I. Baños,
P. Martinena, J. Vicens, N. Barrantes,
S. Subirá, J. E. Obiols en Salud Mental,
vol. 30, n.
o
4, págs. 24-30; 2007.
SI NTOMAS SEUDOPSI COTI COS EN ADO-
LESCENTES DE LA POBLACION GENERAL.
J. E. Obiols, M. Barragán, J. Vicens y
J. B. Navarro en Revista de Psicopato-
logía y Psicología Clínica, vol. 13, n.
o
3,
págs. 205-217; 2008.
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58 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
E
l estudio del control de nuestros movimien-
tos se ocupa de los procesos que ocurren
desde que decidimos acometerlos hasta que
activamos los músculos necesarios para reali-
zarlos. Compete a la biomecánica abordar el
movimiento de los organismos de acuerdo con
los principios de ingeniería, física y matemáti-
ca. La descripción de la cinemática y cinética
de nuestro movimiento complementa a la des-
cripción y modelado del control.
La bipedestación, el mantenerse en pie, al
igual que andar, se ha considerado a menu-
do una tarea motora automática o controlada
mediante reflejos, esto es, respuestas motoras
generadas de manera involuntaria en reac-
ción ante un estímulo. No requeriría decisión
consciente. Y abarcaría desde el movimiento
elemental de contracción de un músculo —re-
flejo de estiramiento— hasta movimientos
más complejos, que implicarían la contrac-
ción de varios músculos o la generación de
movimientos rítmicos.
Parecería, pues, que en personas sanas, el
control de la bipedestación apenas reclama-
ría la atención consciente. Un supuesto que
ha quedado en entredicho con experimentos
recientes. Se demostró que la inestabilidad
de personas mayores aumentaba si no podían
dedicar suficiente atención al control de la pos-
tura; tal vez porque tenían que ejecutar otras
tareas cognitivas.
Uno de los parámetros más utilizados para
evaluar el equilibrio en posición erecta es la
medida de la deriva del centro de presiones
(CoP) de las fuerzas de reacción del suelo. Esta
trayectoria es el resultado de la intervención
de diversos elementos de los sistemas motor y
sensorial (visual, vestibular y proprioceptivo),
que tratan de estabilizar el cuerpo en posición
vertical.
Por ello, tales medidas se han aplicado en
la práctica clínica para monitorizar el proceso
de recuperación funcional de pacientes neuro-
lógicos u ortopédicos y en grupos de personas
mayores.
Coordinación de movimientos
cíclicos de las extremidades
superiores
El control de las extremidades superiores impli-
ca la regulación jerárquica de varios segmentos
corporales en los que el movimiento de cada
articulación es función de los movimientos en
otras articulaciones.
Si consideramos patrones simples de flexo-
extensión bilaterales, encontraremos varias
combinaciones. Cuando los dos codos se flexio-
nan y extienden a la vez, se dice que están
en fase (IN); si uno se flexiona, mientras el
otro se extiende, decimos que se hallan en
antifase (AN).
De manera similar podemos definir las rela-
ciones entre codo y muñeca del mismo brazo:
isodireccional, si ambos se flexionan o extien-
den, o no isodireccional, si van en sentidos
opuestos.
Existen, por tanto, ocho combinaciones de
modos de coordinación (figura 1), para codos
y muñecas, en fase (IN) o antifase (AN) e
isodireccionales o no isodireccionales. Unos
patrones de coordinación son más fáciles de
ejecutar que otros, en razón de las preferencias
naturales.
Una de las preferencias aludidas se refleja
en el principio de homología de activación de
los músculos, que origina patrones de mo-
vimiento simétricos con respecto a la línea
sagital media del cuerpo. La coordinación se
deteriora en cuanto el modo de coordinación
antifase se introduce en uno o dos pares de
articulaciones; observación de la que se des-
prende que la simetría podría ser uno de los
principios de organización del control neuro-
motor de movimientos complejos.
¿Afecta la coordinación
de los brazos a la postura?
Nos proponíamos analizar las posibles inte-
racciones entre el control de la bipedestación
(tarea secundaria) durante la ejecución y las
extremidades superiores de patrones de coor-
dinación cíclicos (tarea primaria), con diferen-
tes niveles de complejidad.
El movimiento de las extremidades superio-
res generará pares de reacción sobre el tronco.
Este efecto mecánico dependerá de la magni-
tud y dirección del movimiento, así como de la
masa y momento de inercia del segmento que
se mueve, mano o antebrazo. Por ejemplo, la
flexo-extensión de ambos codos en fase (IN)
perturbaría el centro de masas corporal en la
dirección anteroposterior (AP); sin embargo,
en el modo AN originará desplazamientos la
dirección medio-lateral (ML).
BIOMECANICA
Control motor de la coordinación y la postura
ARTURO FORNER CORDERO
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1. Esquema de los modos de coordinación de los brazos orientados al estudio experimental
del control motor.
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MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 59
Además de la perturbación mecánica, está
la perturbación cognitiva: la ejecución de ta-
reas motoras de complejidad creciente podría
reducir la capacidad de atención al control de
la postura y comprometer el equilibrio.
Para discernir entre tales efectos, hemos de
diseñar tareas de coordinación con los brazos
que, con similar perturbación mecánica, pre-
senten diferentes niveles de complejidad. Hay
una preferencia por los patrones simétricos (IN),
que se ejecutan con mayor precisión incluso a
frecuencias de movimiento altas. Por ejemplo,
el modo de coordinación AN en las muñecas
resulta en un movimiento menos preciso que
el IN y deteriora el patrón de coordinación IN
de los codos. Además, de ser más complejo de
ejecutar, no altera significativamente las interac-
ciones mecánicas entre brazos y tronco, debido
a la baja inercia de las manos. Por tanto, se
espera que el balanceo postural dependa esen-
cialmente del movimiento de los codos.
Para determinar si los patrones de coordina-
ción de extremidades superiores más difíciles
de ejecutar (las muñecas en AN y los codos IN)
resultan en una ejecución menos precisa y si
afectan al control del equilibrio, se midieron
los ángulos de ambas muñecas y codos durante
la realización de combinaciones de patrones
de coordinación (figuras 1 y 2) junto con la
deriva del CoP.
Los resultados experimentales indican que
los patrones de coordinación más complejos
interfieren sobre el equilibrio postural; una
interferencia mecánica y cognitiva a la vez.
Inicialmente se consideraron los factores
mecánicos: el movimiento de los brazos pro-
voca fuerzas de reacción sobre el tronco, que
aceleran el centro de masas. Sin embargo, en
el patrón de coordinación sólo ha cambiado el
movimiento de las muñecas, de escasa influencia
desde el punto de vista mecánico. La mecánica
se ve, pues, incapaz de explicar el aumento
de la deriva del balanceo postural cuando los
patrones de coordinación pasan de estar en
fase para codos y muñecas (IN, IN) a codos
en fase (IN) y muñecas antifase (AN).
¿Podrían ser responsables los factores cog-
nitivos? La mayor dificultad en la ejecución de
los patrones con las muñecas en antifase (tarea
focal) podría ser la causante del aumento de
la oscilación postural.
Además, los coeficientes de correlación en-
tre los centros de masas del tronco, los brazos
y el centro de presiones fueron muy bajos para
los patrones de coordinación preferidos (am-
bas articulaciones en fase IN, IN). Esos valores
indicaban que el movimiento de los brazos es
independiente del tronco y del CoP en las di-
recciones antero-posterior y medio-lateral.
Ahora bien, al ejecutar patrones de coordina-
ción más complejos (AN, IN), las correlaciones
aumentaron, lo que señalaba un acoplamiento
entre el movimiento de los brazos y la postura.
Quedaba así atestiguada la importancia de los
procesos cognitivos y de la asignación de recur-
sos en la ejecución de tareas aparentemente
automáticas, como la postura erecta.
Las nuevas técnicas de formación de imá-
genes se han aplicado al estudio de la activa-
ción de diferentes áreas cerebrales durante la
realización de distintas tareas. Y han puesto
de manifiesto que la ejecución de tareas de
coordinación motora más complejas resulta en
una mayor activación de áreas cerebrales rela-
cionadas con el procesamiento e integración
de la información sensorial.
Parece, pues, que la ejecución de tareas
de coordinación complejas requiere mayores
recursos neuronales que la ejecución de tareas
más simples basadas en modos de coordina-
ción preferidos, lo cual deja menos recursos
neuronales disponibles para otras tareas.
Estos resultados tienen implicaciones para
personas con riesgo de caídas. Si realizan ta-
reas complejas con las extremidades superiores
durante la bipedestación, se produce una re-
ducción del control postural que puede facilitar
la caída. Las personas mayores no sólo mues-
tran mayor propensión a caídas, sino que ex-
perimentan también mayores dificultades en la
ejecución de tareas complejas con los brazos.
Por tanto, unas tareas más complejas pondrían
a estas personas en mayores riesgos.
Conclusiones
La ejecución de tareas de coordinación com-
plejas con los brazos afecta a las oscilaciones
posturales durante la bipedestación y puede
provocar inestabilidad. El aumento del balan-
ceo postural obedece a agentes mecánicos
y a factores relacionados con el procesado
cognitivo necesario para realizar las tareas
de coordinación complejas con los brazos y la
redistribución de recursos dentro del sistema
nervioso en un contexto multitarea.
Se han encontrado estos efectos en adultos
sanos, pero es probable que tengan consecuen-
cias más dramáticas en grupos de enfermos
neurológicos o en personas mayores que se
enfrentan a una disminución de las capacida-
des cognitivas y de procesamiento.
Se ha demostrado que los movimientos vo-
luntarios con la extremidad superior inciden en
el control de la bipedestación de pacientes con
déficits neurológicos y de personas mayores
sanas. La frecuencia de oscilación de los brazos
resulta en diferentes estrategias de compensa-
ción bien con la cadera o con el tobillo cuando
aumenta la frecuencia.
Arturo Forner Cordero
Grupo de Bioingeniería (CSIC)
Motor Control Lab. (KULeuven)
Arganda del Rey, Madrid
Agradecimientos: Prof. S.P. Swinnen (KULeuven),
donde se ha desarrollado este trabajo
2. Fotografía vista superior de uno de los participantes en los ensayos durante la ejecución
de los patrones de coordinación con los brazos sobre las plataformas de fuerzas.
60 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
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LA GENERACION
DEL MOVIL
No se puede concebir el mundo de los jóvenes actuales sin el teléfono móvil.
Les sirve de repositorio musical, central de comunicación y símbolo de distinción.
Pone a disposición de los adolescentes nuevas formas de expresar su pertenencia y afinidad.
Los padres deberían, por su parte, vigilar que estas maravillas de la técnica no se conviertan
en una suerte de “cordón umbilical virtual” de su desarrollo
ANNETTE SCHÄFER
1. ¡HOLA!
Los jóvenes utilizan los
teléfonos celulares como
centralita de su red social
de contactos. Quien no esté
localizable por móvil suele
quedarse fuera de juego.
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 61
E
ncontrar hoy un adolescente que no dis-
ponga de un móvil es más difícil que dar
con un chico de 13 años al que le guste la ópera
o una quinceañera que no se preocupe por su
figura. Ningún otro grupo de edad ha integrado
la telefonía móvil en su vida cotidiana con tan-
ta celeridad e intensidad que los adolescentes
de 12 a 19 años. En 1998 sólo un ocho por ciento
de los jóvenes poseían teléfono propio. En 2002
el porcentaje era ya de 82 por ciento y siguió
subiendo hasta el 94 por ciento registrados en
2007. Los expertos hablan de saturación de
móviles en el ámbito juvenil. Incluso uno de
cada dos preadolescentes, entre 10 y 13 años,
posee su móvil.
La fascinación por tales ingenios actúa de
nexo común entre los jóvenes de todos los es-
tratos sociales. A diferencia de lo que acontece
con los ordenadores, aquí no hay discrepancia
entre chicas y chicos. De hecho, la cantidad
de usuarias es ligeramente superior que la de
usuarios; aquéllas lo utilizan, además, con ma-
yor precocidad y frecuencia.
El nivel de formación tampoco segrega.
Los alumnos de formación profesional son
aficionados a los Nokia y demás, al igual que
los alumnos de institutos y colegios. Para los
jóvenes procedentes de la clase trabajadora, el
móvil constituye un objeto de prestigio.
Las capacidades técnicas de los aparatos van
en aumento cada año; los jóvenes muestran su
interés en experimentar y probar de inmediato
las innovaciones ofrecidas. Escuchar música,
bajarse tonos o logotipos, tomar fotografías,
grabar películas, navegar en Internet... no hay
ninguna función del móvil que no entusiasme
a los jóvenes.
Sin embargo, la más importante con dife-
rencia sigue siendo telefonear y el envío de
mensajes cortos. La mayoría de los jóvenes
telefonea diariamente o como mínimo varias
veces a la semana, según revela el estudio “JIM”
(“Juventud, Información, Multimedia”), una
encuesta nacional realizada en Alemania so-
bre 1200 jóvenes. Otros sondeos hablan de un
tiempo medio diario acumulado en llamadas
telefónicas de una hora en adolescentes. A ello
hay que sumar en promedio 9 SMS entrantes y
salientes al día. Los adultos no dejan de asom-
brarse al ver la velocidad con que los jóvenes
teclean sus mensajes.
Pero, ¿qué efectos psicológicos y sociales
comporta el uso regular del móvil en la vida
diaria de los adolescentes? Se ha abierto ya esa
línea de investigación. Padres y jóvenes han
sido preguntados y se han analizado las pautas
de uso de los móviles en los centros escolares,
así como el lenguaje y el contenido de men-
sajes cortos. Se ha comprobado que el móvil
cambiaba la vida de los jóvenes en numerosos
aspectos, a menudo para bien.
Un ejemplo de ello es la organización de su
propia vida. El móvil ayuda a mantener con-
trolado el tiempo. Se puede informar a la ma-
dre trabajadora de las actividades de la tarde.
Se pueden coordinar las agendas para poder
aprovechar al máximo las actividades escola-
res, extraescolares y familiares.
Quedar con amigos se ha convertido, gra-
cias al móvil, en algo mucho más espontáneo
y flexible. En lugar de planificar sus citas con
mucha antelación, los jóvenes proyectan sobre
la marcha. De camino a un encuentro se fija el
lugar del mismo, lo que supone una economía
de organización y tiempo.
Agente de relaciones portátil
El móvil desempeña una función importante
como objeto de prestigio social. La elección del
modelo se interpreta entre los jóvenes como
una expresión de la propia personalidad y
genera controversia. ¿Debe tener tapa? ¿De
qué color ha de ser? ¿Incorporará funciones
complementarias como cámara, reproductor
MP3, acceso a Internet y correo electrónico?
¿Cuáles son los accesorios y tonos de llama-
da de moda? Otros aspectos que proveen de
información son el número de teléfonos al-
macenados y la frecuencia de llamadas y SMS
recibidos, ya que se trata de un indicador de
la propia popularidad.
El significado de un móvil trasciende, sin
embargo, las propiedades asociadas de pres-
tigio y ayuda organizativa. Reviste particular
interés en la gestión de las relaciones de los
adolescentes: constituye una auténtica cen-
tralita de su red social entre los compañe-
ros. Disponer de un móvil es hoy condición
imprescindible para pertenecer a un grupo.
Quien no esté permanentemente disponible
por móvil queda excluido del flujo de infor-
mación.
En una investigación japonesa realizada en
el año 2005 se trabajó sobre 600 estudiantes,
de unos 13 años; la mitad disponía de móvil,
no así la otra mitad. Se demostró que los pro-
pietarios de móviles preferían elegir sus ami-
gos de entre los que tenían móviles. El aparato
desempeñaba una función fundamental en sus
relaciones.
La interrelación
permanente
a través
del móvil
parece ayudar
a determinados
jóvenes
a expresar
sus estados
de ánimo.
62 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
Aquellos que no disponían de móvil tenían
que luchar con denuedo contra su inferioridad.
Aunque sólo un cinco por ciento confesaron
sentirse excluidos socialmente por ese moti-
vo, un 70 por ciento deseaba poseerlo y uno
de cada tres suponía que no podría pasar sin
móvil, una vez adquirido el suyo.
Los móviles acaparan la atención de los jó-
venes. La necesidad de comunicación es ele-
vada en esas edades. Se considera un signo
de buena predisposición estar localizable. Si
no hay respuesta pronta a un mensaje en el
buzón de voz o a un SMS, se interpreta como
una ofensa. Un tiempo de reacción de entre 15
a 30 minutos apenas es aceptable. Apenas han
salido del colegio y ya se les ve telefoneando a
unos compañeros con los que han compartido
clase. Para los adultos, tal afición por la comu-
nicación cuesta de entender.
¿Qué es lo que necesitan comunicar los
chicos con tanta urgencia? Nicola Döring, de
la Universidad de Ilmenau, ha analizado el
contenido de 1000 mensajes cortos. Ha ob-
servado que los adolescentes utilizan el móvil
con fines que van más allá del intercambio
de informaciones concretas. Se trata de una
comunicación empática, destinada a partici-
par lo máximo posible de las preocupaciones
cotidianas del compañero, de expresar per-
tenencia y proximidad y de airear en cierto
modo las emociones.
Es fácil imaginarse lo bien que se acogen
tales mimos virtuales. El entramado de co-
municación y contacto continuo a través del
teléfono celular ejerce en ellos un efecto de
reafirmación de sus estados de ánimo. Así lo
indica un amplio estudio del año 2005, en el
que se preguntó a 12.000 jóvenes, con edades
comprendidas entre los 13 y los 19 años, sobre
los usos dispares del inalámbrico.
El estudio demostró que la probabilidad de
que un joven se sintiera solo era inversamente
proporcional al número de conversaciones tele-
fónicas que realizaba y al número de mensajes
cortos de móvil que intercambiaba; es cierto
que el estudio no aportaba indicios sobre las re-
laciones concretas causa-efecto. Podría ser que
un adolescente que intrínsecamente disponga
de una actitud abierta y positiva utilice el mó-
vil de forma más asidua. No obstante, la ar-
gumentación opuesta se antoja como mínimo
igual de plausible: la posibilidad de contactar
con amigos en cualquier momento de forma
inmediata contribuye a reducir el número de
accesos de inseguridad y soledad.
Ineficaz sustituto de las citas
Pese a constituir un elemento principalísimo
en la vida del adolescente, no hay indicios que
apunten hacia una sustitución progresiva de
los encuentros personales por encuentros vir-
tuales. La relación directa con los amigos es
tan importante hoy como ayer.
Numerosas parejas de adolescentes se inter-
cambian de forma permanente SMS con mensa-
jes amorosos. La investigación de Döring puso
de manifiesto que las formas abreviadas de “te
quiero” y otras variantes también abreviadas
con contenidos equivalentes formaban parte
de la jerga habitual de los mensajes SMS.
Según una encuesta británica realizada por
Internet a los jóvenes, la comunicación escrita
facilita que expresen sin inhibiciones emocio-
nes y sentimientos. Aquellos que son tímidos y
se describen a sí mismos como solitarios con-
fesaron que les resulta más sencillo abrirse
mediante SMS.
En las relaciones con los padres, el móvil está
ganando protagonismo. Pero no siempre con-
lleva implicaciones positivas. Por un lado hay
temas de discusión sobre aspectos prácticos;
por ejemplo, el importe de la factura mensual y
quién lo paga. Además, muchos padres se que-
jan de no saber qué es lo que hace su hijo con
unos dispositivos electrónicos cada vez más
potentes y complejos.
El inalámbrico rompe a veces el débil equi-
librio de fuerzas entre padres e hijos. En la
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3. ABREVIACIONES
PREFERIDAS.
Las abreviaciones más comu-
nes son las relacionadas con
los contenidos emocionales
de amor o amistad.
2. EDUCACION A DISTANCIA.
Los adolescentes acuerdan
los horarios de salida, con la
condición de que estén dis-
puestos a recibir llamadas
de sus progenitores.
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 63
pubertad, cuando chocan inexorablemente
las aspiraciones de control de los padres con la
necesidad de libertad y espacio de los hijos,
el móvil ha introducido modificaciones inespe-
radas. Se diluye también la frontera entre estar
dentro de casa o estar fuera. Un adolescente
puede estar en contacto con amigos desde cual-
quier lugar y en cualquier momento, sin que
los padres puedan intervenir.
Intercambio nocturno de SMS
La fusión de espacios dentro y fuera de casa,
por lo que atañe a la comunicación, beneficia a
todos los miembros de la familia. En los jóve-
nes, su grado de independencia aumenta; po-
seen mucha más libertad de comunicación que
las generaciones precedentes, que dependían
del teléfono familiar. ¿Quién se habría atrevido
entonces en mitad de la noche a llamar a la
amiga íntima o al compañero de clase?
Hoy, sin embargo, enviarse mensajes SMS
constituye una de las ocupaciones nocturnas
preferidas de los jóvenes. En cierto trabajo rea-
lizado en Bélgica, se preguntó a 2550 jóvenes
(mitad de 13 y mitad de 16 años) con qué fre-
cuencia se despertaban por la noche con men-
sajes SMS. En el grupo de los más jóvenes, había
un 14 por ciento que recibían SMS nocturnos
entre una vez al día a una vez a la semana. En
el caso de los mayores, el porcentaje se eleva-
ba al 23 por ciento. Los frecuentes ataques de
cansancio diarios que sufrían los autores de los
mensajes SMS son consecuencias aceptadas de
dichas costumbres.
Los padres no estarían muy entusiasmados
si conocieran las actividades nocturnas de sus
hijos con el móvil. No obstante, la idea de po-
der localizar a sus hijos a la hora que sea en
caso de emergencia les seduce. Gracias al te-
léfono celular, el área de control que pueden
ejercer los padres se amplía. Cuando los chicos
se van con los amigos, en su bolsillo llevan
la conexión con sus padres; siempre se les
puede llamar interesándose por su situación
o exigirles que vuelvan a la hora convenida.
Remote parenting (educación a distancia) de-
nominan los expertos a esta práctica cada vez
más habitual.
La posibilidad de vigilar a distancia permi-
te que los padres concedan más libertad a su
hijo, según indica un estudio acometido por
Stephen Williams, de la Universidad de Gla-
morgan en Gales. Entrevistó a 25 adolescentes
con edades comprendidas entre los 15 y los 16
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4. MAYOR LIBERTAD, MAYOR CONTROL.
Madre: “¿Dónde estás?, te estamos esperando.”
Hija: “Estaba con Tina tomando un helado.”
Madre: “Podrías haberlo dicho y ya está, ¿no?”
Hija: “¿No has recibido mi SMS? ¡Voy de camino! Hasta ahora.”
64 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
años, así como a sus padres, para averiguar
qué papel desempeñan los teléfonos móviles
en las negociaciones sobre las “salidas” de los
hijos. La posibilidad de localización y las lla-
madas intermitentes constituían la moneda
de transacción para salidas más duraderas y
lejanas.
El acuerdo aportaba a los padres sensación
de seguridad; a los hijos, mayor independencia.
Pero existen también zonas oscuras: muchos
progenitores madres se intranquilizaban en
cuanto llamaban y no conseguían localizar a
sus hijos. Por su lado, a los hijos les resultaba
vergonzoso que los padres les llamasen delante
de sus amigos.
Los mensajes de SMS están bien,
pero el control es mejor
Los efectos ambivalentes del móvil aparecen
también en la investigación llevada a cabo por
Michael Feldhaus en 2003. Este sociólogo de la
Universidad de Bremen consultó a 30 familias
sobre sus experiencias con la comunicación
móvil. Realizó entrevistas exhaustivas, por
separado, con padres e hijos. Una y otra gene-
ración valoraban el uso del teléfono celular de
forma positiva en el contexto de las relaciones
familiares.
Les servía no sólo como dispositivo de segu-
ridad ante cualquier acontecimiento, sino tam-
bién de elemento estabilizador de sentimientos.
Los jóvenes apreciaban la tranquilidad de los
progenitores en su ausencia, facilitada aquélla
con llamadas telefónicas regulares.
Pero la sensación cambia de signo si los
progenitores utilizan el móvil como medio
de control social. Así lo reflejaron un tercio de
las familias encuestadas. No basta con apa-
garlo, pues los padres reclaman entonces una
explicación. Además, la mayoría de los jóve-
nes quiere estar disponible para su círculo de
amistades. En palabras del sociólogo Michael
Feldhaus, “los adolescentes se sienten atrapa-
dos en el dilema de estar localizables en todo
momento. Sus deseos de pertenencia al gru-
po y de independencia, los cuales pretende
conseguir ayudado por su móvil, les llevan al
mismo tiempo a mayor control por parte de
los padres”.
Para los padres, la disponibilidad telefóni-
ca constituye también un arma de doble filo.
Hay jóvenes que llaman a sus padres ante un
comentario hostil de la mejor amiga o el mero
retraso del autobús. Psicólogos y pedagogos
hablan de cordón umbilical virtual que retra-
sa el proceso de maduración de la progenie.
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“¿Y QUE PUEDE
HACER EL TUYO?”
De entre las aplicaciones
disponibles en los dispositivos
de telefonía móvil, las preferi-
das son la cámara integrada
y el acceso a Internet. Escuchar
la radio o ver la televisión
importan menos
(Estudio JIM, 2007)
Cámara
83
84
83
Acceso a Internet
82
82
82
Bluetooth
66
63
70
Comunicación
por infrarrojos
61
57
66
Reproductor MP3
58
52
64
Radio
49
46
53
Ver la tele
12
8
16
Total
Chicas
Chicos
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 65
“Los jóvenes, cuenta Feldhaus, que ya de por
sí reaccionan de manera impaciente y emo-
cional, necesitan exteriorizar sus sentimientos
inmediatamente. La madre, sobre todo, corre
el riesgo de ser el punto de descarga de estas
comunicaciones de urgencia.”
El móvil como adicción
El móvil puede tener repercusiones negativas
para los adolescentes. Como en cualquier otra
técnica novedosa, existe el peligro de uso ina-
decuado. De acuerdo con determinados traba-
jos, el teléfono puede generar una dependencia
enfermiza.
En determinada investigación del año 2005
se solicitó a 102 jóvenes alumnos estadouni-
denses abstenerse del móvil durante dos días.
Accedieron a la prueba 82, pero sólo doce con-
siguieron llegar hasta el final. A los otros les
resultó imposible prescindir de su Nokia o
iPhone. En otro estudio, realizado en 2006 en
Corea del Sur, se demostró que la tendencia al
uso desmesurado se daba especialmente entre
los alumnos con problemas psicológicos. En
una encuesta al azar realizada entre 575 jóve-
nes, la mayoría chicos, resultó que un tercio de
ellos eran usuarios compulsivos: recurrían al
móvil más de 90 veces al día, con un intervalo
entre usos de diez minutos como promedio.
Verificaban permanentemente si habían re-
cibido nuevos mensajes y se mostraban irrita-
dos si los enviados por ellos no se respondían
de inmediato. Asimismo, se pudo observar una
relación entre la intensidad de uso y el empeo-
ramiento de los resultados de las pruebas de
tendencias a depresión, miedos y problemas
de autoconfianza.
“Los jóvenes intentan mejorar su tensa si-
tuación emocional buscando contacto personal
de forma continua”, concluye el responsable
del estudio, Jee Hyun Ha. En algunos casos, el
móvil libera predisposición a la violencia o in-
cluso instintos criminales. De hecho, algunos
adolescentes se divierten atacando y golpeando
a los compañeros, grabándolo y remitiendo las
grabaciones a otros.
Este fenómeno apareció en Inglaterra, donde
fue bautizado como “happy slapping”. Se ha
extendido por Europa entera. En el estudio JIM,
uno de cada tres jóvenes usuarios afirmó haber
presenciado en alguna ocasión una filmación
con móvil de un acto violento. Y lo preocupan-
te es que esa proporción representa el doble
que el año anterior. Con todo, se ignora si las
escenas de violencia eran reales o se simulaban
las peleas y palizas.
Los expertos coinciden en admitir que pa-
dres y profesores deben apoyar a los jóvenes a
fin de potenciar un uso constructivo del teléfo-
no celular. Han de establecer normas de buen
uso. Aunque a menudo son los adultos quienes
infringen el código de convivencia con su con-
ducta irreflexiva o incluso maleducada.
Annette Schäfer ha estudiado sociología y psicología
y ejerce el periodismo en Chicago.
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5. VOYEURISMO
CON EL MOVIL.
Aproximadamente uno de
cada tres jóvenes usuarios
de móvil afirma haber sido
testigo de la grabación de
un acto de violencia juvenil.
BIBLIOGRAFIA
COMPLEMENTARIA
“REMOTE CONTROL” DURCH
DAS MOBILTELEFON —EMPIRIS-
CHE ERGEBNISSE ZU EINER NEU-
EN QUALITÄT IN DER SOZIOLOGIE
DER ERZIEHUNG. M. Feldhaus
en Zeitschrift für Soziologie
der Erziehung und Sozialisa-
tion, vol. 4, págs. 416-433;
2003.
MOBI LE COMMUNI CATI ONS
VIS-À-VIS TEEN EMANCIPATION.
PEER GROUP INTEGRATION AND
DEVIANCE. R. Ling en The In-
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on SMS in the Mobile Age,
dirigido por R. Harper et al.;
Klewer; Londres, 2005.
HANDY-KIDS-WOZU BRAUCHEN
SI E DAS MOBI LTELEFON? N.
Döring en Machen Compu-
ter Kinder dumm? Wirkung
interaktiver, digitaler Medien
auf Kinder und Jugendliche
aus medienpsychologischer
und medi endi dakt i scher
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y M. Hoyer. KoPaed-Verlag;
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LIFE. A. Caron y L. Caronia.
McGi l l - Queen’s Uni versi t y
Press; Montreal, 2007.
66 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
E
n junio de 2008, muchos padres vieron
confirmados sus peores temores: los pe-
derastas van a la caza de menores a través de
Internet. Los medios de información mencio-
naron el caso de la periodista danesa que se
hizo pasar por una chica de 13 años y colocó su
foto en la red. Inmediatamente recibió centena-
res de proposiciones sexuales, entre ellas la de
un jefe de policía suspendido de sus funciones.
Uno de los solicitantes se masturbó ante la foto,
otro quería acordar con ella un viaje en tren y
hubo quien había reservado habitación en un
hotel para tener un encuentro íntimo.
Poco después, un diario austriaco daba la no-
ticia de la repetición del experimento, ahora
protagonizado por un tirolés. La mera inclu-
sión de un nombre femenino y una fecha de
nacimiento provocó inmediatamente que unos
20 internautas expresaran sus deseos sexuales.
Un tercio de ellos desistió cuando la supuesta
seductora del anuncio les puso reparos. Otros
quisieron agotar las posibilidades: un hombre
se interesó por lo que la supuesta chica de
14 años llevaba por debajo de la falda; otro la
citó en un bosque.
No se trata de ninguna ficción. Ni de situa-
ciones excepcionales. Un 13 % de los jóvenes
norteamericanos han tenido que defender-
se de proposiciones sexuales no deseadas,
recibidas por Internet. Una de cada dos de
tales proposiciones venía de un adulto. En
2005, David Finkelhor y sus colegas, de la
Universidad de New Hampshire en Durham,
obtuvieron resultados parecidos en una en-
cuesta telefónica realizada a 1500 niños y
jóvenes, de entre 10 y 17 años. En un estu-
dio similar, acometido en el año 2000, los
investigadores encontraron que el 19 % de
los adolescentes informaron haber recibido
propuestas sexuales. Cinco años más tarde,
habían aumentado hasta el 25 por ciento la
cifra de requeridos.
Ante semejante panorama, ¿deberían los pa-
dres impedir a sus hijos el acceso libre a Inter-
net? Los expertos lo desaconsejan. Si mediante
una clave secreta se impide el acceso del niño a
la red o no se le permite utilizar el ordenador,
se le está obstaculizando que se desenvuelva
en el complejo mundo de los nuevos medios.
Por otra parte, una prohibición total de acceso
a la red puede provocar que se inicie por su
cuenta en casa de amigos o en un ciberercafé,
sin preparación alguna y sin la compañía de
sus padres.
Uso de Internet
en los niños
Desde los seis años los niños pueden acudir a Internet
y encontrarse allí con fotografías y vídeos pornográficos.
Ante una omnipresente invasión de sexualidad, ¿cómo protegerlos?
CHRISTIANE GELITZ
Niños en la Web
Número de niños que, al
menos de vez en cuando,
utilizan Internet en Ale-
mania
EDAD PORCENTAJE
De 6 a 7: 18
De 8 a 9: 46
De 10 a 11: 78
De 12 a 13: 87
(Según el estudio “Niños y
Medios” de 2006, www.mpfs.de)
Cómo utilizan el tiempo
en Internet, al menos una
vez a la semana, los jóve-
nes de 12 a 19 años
PORCENTAJE

Búsquedas para
deberes escolares: 48

Búsquedas de otras
informaciones: 44

Juegos on line
en solitario: 40

Visita a páginas
infantiles: 38

Escribir correos
electrónicos: 33

Visita a páginas
para adultos: 25

Juegos on line con
otros participantes: 24

‘Chats’: 20

Audición
de archivos musicales: 17

Bajada de archivos
musicales: 15

Utilización de
‘Instant Messenger’: 14
ares: 48
44
40
38
33
25
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20
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0 a 11: 78
e 12 a 13: 87
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 67
Además, la prohibición se alejaría de una
realidad del entorno, en la que el 95 % de los
jóvenes de 12 a 19 años tienen acceso a Internet
en su casa. La mitad de los niños de 8 y 9 años
hace alguna que otra incursión ocasional y, a
los 10 y 11 años, ya suman tres cuartas partes
de los niños.
El ordenador es el medio preferido
Según un estudio realizado en el año 2007 en
Stuttgart por la Asociación para la Pedagogía
de los Medios de Comunicación del Sudoeste
de Alemania, que cada año encuesta a más de
mil jóvenes de 12 a 19 años, para los jóvenes de
hoy, el ordenador e Internet son los medios de
comunicación principales. Mientras que la tele-
visión ha caído al cuarto lugar en sus preferen-
cias, después de la consola, apenas un 50% de
los jóvenes estarían dispuestos a prescindir
del ordenador (en primer lugar) o de Internet
(en segundo lugar).
Los hechos reseñados tienen una explica-
ción. Sin tales medios, los jóvenes caerían en
la marginalidad social. A través de Internet
entran en contacto con la vida real y adquie-
ren nuevas amistades. Un estudio alemán
realizado en 2007, sobre una muestra de 1100
jóvenes, señala que alrededor del 70% de los
menores se distraen diariamente o varias veces
a la semana con un “Instant Messenger”. Las
búsquedas en Internet de referencias o datos
para los deberes escolares se cuentan entre las
tareas cotidianas.
Los escolares obtienen también información
a través de Internet sobre sus asuntos privados;
por ejemplo, cuánto cuesta un teléfono móvil,
cuánto vale el álbum de su música preferida o
de qué métodos anticonceptivos se dispone. Se
recurre a Internet para recabar ideas y aclara-
ciones sobre temas personales; por una razón:
resulta más cómodo y barato navegar por la red
que acudir a un centro asistencial o preguntar
a los padres.
Las palabras clave que con mayor frecuencia
utilizan los niños son “animal” y “juego”. En
ocasiones, búsquedas de contenido inocente
en apariencia recalan en páginas soeces y por-
nográficas. Quien busque en la lista de direc-
ciones nuevas comedias de amor, por ejemplo
a través de www.kinofilm.de, esperará encon-
trarse los mayores éxitos actuales del género,
sin embargo, se encontrará con películas por-
nográficas amateurs de “DirtyRonja” y “Sweet
Pussy Cat”.
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¿Cuánto tiempo
puede mi hijo
navegar en la red?
El Instituto Estatal para la Pe-
dagogía de Niños recomienda
en su “Libro familiar on line”
las siguientes limitaciones:
Hasta los tres años
Ocasionalmente, a lo sumo
presionar las teclas de 5 a
10 minutos
De 4 a 6 años
Jugar o aprender como
máximo 30 minutos diarios
De 7 a 11 años
Ver televisión o navegar en
la red como máximo de 6 a
8 horas semanales
A partir de los 12 años
Los jóvenes pueden navegar
toda una tarde, pero han
de mantener un equilibrio
entre el mundo virtual y otras
actividades.
1. ORIENTACION SEGURA.
En sus primeras incursiones
en Internet, los niños necesitan
la compañía de los padres.
68 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
El estudio citado de Finkelhor y colabora-
dores, basado en una encuesta telefónica, de-
muestra que de esta o parecida forma, uno de
cada cuatro jóvenes navegadores se encontrará
al menos una vez al año con contenidos por-
nográficos. Y a su vez, uno de cada cuatro de
éstos confiesa que la visión de tales escenas le
produjo una muy turbadora impresión.
Ante tales resultados, Christiane Eichen-
berg, de la Universidad de Colonia, investigó
la sexualización de Internet para la revista de
computación “c’t”. Demostró que, en cuatro
de los buscadores más utilizados, el número
de entradas de contenido sexual es inferior
al de otros dominios. El número de páginas
sexuales tampoco aumenta desproporciona-
damente. La psicóloga llega a la conclusión de
que “el inocente niño que después de una pe-
lícula de ratoncitos, sin buscarlo, se encuentra
con una pareja copulando es algo que forma
parte de las leyendas de nuestros tiempos”.
Adición al cibersexo
Si un niño busca pornografía le es más fácil
encontrarla en Internet que en el quiosco. El
8% de quienes utilizan la red visitan páginas
2. FELIZ PALIZA:
así se llama un brutal juego de
acoso cibernético. Mientras uno
o varios agresores apalean a la
víctima otro graba la escena.
ACOSO CIBERNETICO Y ACOSO SEXUAL

Prohíba a su hijo dar a conocer datos perso-
nales de sí mismo o de su familia. Forman
parte de esos datos el apellido, el lugar de re-
sidencia, la edad, la foto, el número del móvil
y las preferencias o aficiones personales.

Los pseudónimos o nombres familiares deben
ser elegidos por el niño de forma que no
delaten su auténtica identidad.

Prohíba encuentros reales con personas
conocidas a través de la red, a no ser que se
hagan de acuerdo con usted.

Busque en Google regularmente los nombres
de todos los miembros de la familia; pídales
que borren de la página web los contenidos
de los encuentros no deseados.
PIDALE A SU HIJO

Que dé inmediatamente por terminadas las
conversaciones desagradables en la red y que
ignore cualquier posterior intento de contacto.

Que informe tanto a usted como al mode-
rador del local de chat o al director de las
páginas web de cualquier hecho sospechoso.

Que conserve el material donde aparezcan
intenciones de dominio o acoso para poder
utilizarlo como prueba que pueda presentarse
en una denuncia.

Que cambie la cuenta.
(Periódico Deutsche Polizei, 2006)
IMAGENES DE VIOLENCIA Y PORNOGRAFIA

Instale un sistema de filtro o disponga el na-
vegador de modo que sólo se abran páginas
adecuadas para los niños.

Acuerde junto con su hijo qué páginas puede
visitar.
JUEGOS POR ORDENADOR

Compre o alquile únicamente juegos autori-
zados para los niños de la edad de su hijo.

No permita que su hijo juegue con el orde-
nador inmediatamente antes de irse
a dor mir.

En caso de que el niño abandone la escuela,
los contactos sociales, el deporte u otras afi-
ciones, póngase en comunicación con centros
de consejo para adictos.
OTROS PROBLEMAS

Preste atención a los costes inesperados:
abono de señales acústicas o juegos
tragaperras on line.

Controle en la factura telefónica
los costes que le resulten inexplicables
(para las compras por Internet a veces
es suficiente con facilitar el número
del teléfono móvil).

Sensibilice a su hijo frente a ofertas
seductoras. Vean juntos la publicidad
y explíquele que no todo lo que figura
en Internet se corresponde con la realidad.

Adviértale de las descargas ilegales.
Puede demostrarse quién hace las descargas
y frecuentemente están prohibidas.

Infórmese regularmente en publicaciones
especializadas de la aparición de virus
y troyanos informáticos, así como
de los programas antivirus y otras
medidas protectoras.
Peligros mediáticos y cómo superarlos
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de contenido sexual, de ellos el 95 % son jóve-
nes. Esto es lo que encontró Michele Ybarra,
de “Soluciones al problema de Internet para
niños”, en una encuesta telefónica realizada el
año 2005 en Santa Ana, California; la entidad
es una organización sin ánimo de lucro.
Las imágenes o películas pornográficas no
sólo son difíciles de digerir para buena parte de
los encuestados, sino que llevan consigo riesgos
a largo plazo. De acuerdo con la investigación,
una elevada proporción de los usuarios del ci-
bersexo acabarán adictos.
En un estudio de la Universidad de Viena,
inédito aún, Mario Lehenbauer expone que
un cinco por ciento del millar de encuesta-
dos, usuarios germanos de Internet, cumplen
el perfil de adictos. Expertos del Centro Alemán
para el Estudio de la Dependencia cifran los
afectados en un millón. La mayoría son adictos
a la pornografía por Internet o a juegos on line
(del tipo “World of Warcraft”).
Si los niños pasan mucho tiempo en la red
corren el peligro de convertirse en dependien-
tes del cibersexo o de los juegos on line. Corres-
ponde a los padres estar atentos a las señales
de alarma; por ejemplo, cuando sus hijos van
abandonando las relaciones con amigos, fami-
liares o aficiones.
Otra consecuencia cada vez más extendida
del uso de Internet es el acoso cibernético
(“cyberbullying”): las molestias, calumnias o
agresiones a través de correos electrónicos,
teléfonos móviles y páginas web. En algu-
nos casos que han salido a la luz pública, los
jóvenes agreden corporal o psíquicamente
a sus víctimas, graban la escena con su te-
léfono móvil y colocan las imágenes en la
red. El 29% de los adolescentes alemanes de
entre 12 y 19 años han comprobado en algu-
na ocasión la aparición de actos violentos en
los teléfonos móviles. El año pasado se abrió
una investigación al respecto por parte de la
Asociación de Pedagogos de los Medios de
Comunicación.
Según el resultado de una encuesta realizada
en 2007 a unos 2000 escolares por el Centro
para la Investigación Pedagógica Empírica de la
Universidad de Landau, aproximadamente uno
de cada cinco ha sido ya alguna vez víctima de
estos ciberagresores. En más de la mitad de los
casos, los atacantes son compañeros de clase. La
mayoría de las veces, la cosa no pasa de insul-
tos y propagación de calumnias, pero un 20%
de los afectados han tenido de sufrir el envío
de correos electrónicos, con fotos o películas
on line que los dejan en ridículo. Víctimas de
casos aparentemente sin importancia, pueden
sufrir una grave marginación social. Ocurre,
por ejemplo, cuando una alumna se ve ignorada
en el “chat” por una compañera o amiga, o bien
es eliminada de la “lista de amigos”, que la lleva
a perder todo contacto con su grupo.
Los síntomas de la víctima recuerdan a los
de otros tipos de acosos psíquicos: cambios
bruscos de conducta, actitud persistentemen-
te agresiva o depresiva, trastornos del sueño
o de los hábitos de comida, así como com-
portamientos arriesgados para impresionar a
los compañeros. Al acoso cibernético pueden
atribuirse también los novillos escolares o una
fuerte aversión a las aulas.
Las víctimas acostumbran guardar silencio.
Según un estudio publicado en 2008 por la
Universidad de Londres, los jóvenes entre 12 y
20 años afectados no suelen contarlo a nadie,
si acaso a amigos íntimos, pero rara vez a los
padres.
A partir de cierta edad sirve de poco explicar
los peligros que puede tener el uso de la red.
Los jóvenes lo saben perfectamente por sí mis-
mos. A esta desalentadora conclusión se llegó
en un trabajo publicado en 2008 por Wolak
y sus colaboradores, donde se valoraban los
resultados de tres estudios norteamericanos
realizados con varios miles de niños y jóvenes.
Un equipo de sociólogos del Centro de Investi-
gación de Agresiones infantiles de New Hamp-
shire vieron que ya a los 12 años los niños eran
conscientes de los riesgos de conversar sobre
asuntos personales en el “chat”’.
Contra lo que venía creyéndose, Wolak y sus
colaboradores encuentran que ninguno de los
niños afectados era menor de 12 años. El 99%
de las víctimas sexuales en Internet tenía entre
13 y 17 años. Aproximadamente tres de cada
cuatro víctimas se encontraron varias veces de
forma voluntaria con el delincuente, algunos
incluso sintieron simpatía por él. En el cinco
por ciento de los casos, el agresor pasó a la vio-
lencia luego de varios contactos on line.
La atracción por las nuevas
experiencias
Lo más frecuente es que los jóvenes de entre
15 y 17 años accedan a contactos reales con las
amistades surgidas a través de la red, a pesar
de que en la mayoría de las ocasiones sean
conscientes de sus intenciones sexuales. No
actúan tanto por ingenuidad como por curio-
sidad ante experiencias amorosas. Los inves-
Usuarios
de páginas
en alemán que
aparecen en
el buscador
‘Google’
“SEXO”
Unos 22,1 millones
“PUESTOS DE TRABAJO”
Unos 25,4 millones
“AMIGOS”
Unos 77,4 millones
“MUSICA”
Unos 127 millones
(Situación el 8 de julio
de 2008)
Megan, con trece años, del
estado norteamericano de
Missouri, se ahorcó en 2006
después de que un supuesto
amigo de Internet la acosó
e injurió. Pero no había tal
chico. La madre de una
antigua amiga había creado
el perfil de ese joven imagi-
nario en “MySpace”.
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70 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
tigadores encuentran ya atracción por expe-
riencias eróticas en los niños de 13 a 15 años.
El problema se agudiza porque los jóvenes
actúan impulsivamente, suelen ser amantes
del riesgo y no han adquirido todavía control de
sus emociones. En su mayoría, prefieren que
sus encuentros con desconocidos interlocuto-
res del “chat” sean secretos.
Los sociólogos informan que el riesgo no
consiste en que la mitad de los jóvenes bus-
que informaciones personales en Internet.
Estos adolescentes son sexualmente acosados
con más frecuencia, pero no llegan a tener con-
tactos personales más continuos que lo hacen
el resto de los jóvenes. Hay otra forma de im-
prudencia que sirve de indicador de la proba-
bilidad de tener un posterior encuentro real
consentido: el intercambio de temas íntimos.
Uno de cada cuatro lo hace y el cinco por ciento
de ellos mantiene incluso conversaciones so-
bre asuntos eróticos. Los pervertidos hábiles
aprovechan esa oportunidad para ganarse su
confianza.
Los grupos más atractivos para los navega-
dores son las chicas y los chicos homosexua-
les, seguidos por quienes todavía no tienen
fijada su orientación sexual. Los niños soli-
tarios y depresivos pueden considerarse otro
grupo de riesgo.
Wolak y sus colaboradores recomiendan
trabajar preventivamente con los propios jó-
venes vulnerables y no (sólo) con sus padres.
Es posible que éstos puedan hacer poco, ya que
las potenciales víctimas a menudo son margi-
nadas por sus familias o no mantienen una
buena relación de confianza con ellas. Medios
de comunicación y amplios programas edu-
cativos deben informar a los jóvenes sobre la
dinámica de las relaciones a través de Internet.
Una astuta preparación y una táctica seductora
pueden abocar en explotación sexual, sobre
todo si los jóvenes carecen de experiencia en
materia de sexo y relaciones íntimas.
La red ofrece también consejos en materia de
seguridad: algunas páginas recogen orientacio-
nes para jóvenes navegadores y para sus padres.
En Alemania, el Ministerio Federal para la Fa-
milia y el Instituto Pedagógico Estatal para la
Infancia en Múnich ofrecen buenos consejos. A
través de páginas de la red confeccionadas para
quienes se inician en Internet pueden obtener-
se útiles recomendaciones. No se dispone, sin
embargo, de estudios sobre la eficacia de tales
medidas; las recomendaciones se basan en im-
presiones, elucubraciones lógicas y, en el mejor
de los casos, experiencia pedagógica.
La mayoría de los consejos están de acuerdo
en que los niños se inicien paulatinamente en
Filtros
protectores
de la infancia
Tanto los buscadores de In-
ternet como los programas
filtradores en softwares que
se venden en los comercios
ofrecen la posibilidad
de impedir el acceso a
determinadas páginas web.
3. ZONA BLOQUEADA.
Algunos padres protegen a sus
hijos frente a experiencias no
deseables en Internet mediante
una palabra clave secreta.
Este método tiene el peligro
de que el niño acceda a la red,
sin ninguna preparación, en
otro lugar.
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el nuevo medio bajo la atenta vigilancia de los
educadores. El ordenador no debe estar en la
habitación del niño y éste debe hacer sus pri-
meras prácticas de navegación por la red en
compañía de otras personas. En ningún caso,
los padres deben asumir el papel de inspec-
tores, sino actuar como auxiliares del niño
informándole y ayudándole a hacer pruebas
y resolver dudas. En un principio debieran
evitarse buscadores del tipo Google y preferir
páginas adecuadas a su edad.
La Oficina Federal para los Medios de Comu-
nicación recomienda autorizar a los niños a
que usen el ordenador para que aprendan lo
antes posible a enfrentarse a este seductor me-
dio. Existen programas ideales que estimulan
el desarrollo. Los juegos colectivos no tienen
por qué abocar en una dependencia; por regla
general, su interés decae con el tiempo.
Después de los primeros años de escuela
primaria, los padres deben conceder progre-
siva libertad al niño para que vaya practicando
y asumiendo su propia responsabilidad con
Internet; por ejemplo, limitándose racional-
mente el tiempo que le dedica. Lo ideal sería
que el padre o la madre navegaran con él de
vez en cuando y, luego, comentaran sus ex-
periencias.
El tabú de la oferta sexual
Si el niño navega solo por la red, los padres
debieran preguntarle qué es lo que le ha gus-
tado y qué lo que le ha resultado desagradable,
si ha recibido mensajes de alguien descono-
cido o ha vivido otras situaciones en las que
se ha sentido molesto. En todo caso, no hay
que esperar que los menores manifiesten sus
vivencias negativas. Apenas uno de cada cuatro
afectados confiesan a sus padres haber tenido
ofertas sexuales no deseadas.
Si en alguna ocasión “ha pasado algo”, los
niños temerán que se les prohíba seguir uti-
lizando el chat. Ante esa situación, los padres
deben reaccionar sensatamente y alabarles su
sinceridad, porque, de lo contrario, en el futuro,
los niños guardarán para sí hechos similares.
Además, es importante que el niño no se sienta
culpable de lo sucedido; por lo tanto, los padres
nunca deben preguntarle si ha provocado al
agresor o ha flirteado con él.
Quien no quiera asumir estos riesgos pue-
de recurrir a sistemas de filtro, que permiten
bloquear el acceso a páginas web, índices y
películas, así como limitar el tiempo de uso
de un juego. Puede protegerse la instalación
de sistemas y comprobar las actividades que
se han realizado en el ordenador. Los padres
pueden incluso informarse de todo esto por
correo electrónico. Por ejemplo, pueden recibir
automáticamente información sobre qué pági-
nas web ha activado el niño y qué documentos
ha abierto.
A pesar de todo, la protección que ofrecen
los sistemas de filtrado no es absoluta. A par-
tir de determinada edad, muchos niños saben
mejor que sus padres cómo superar las barreras
y desactivar los protocolos que indican el uso
que han hecho de Internet.
Según Michele Ybarra, en la famosa encues-
ta realizada en el año 2005 a 1500 jóvenes,
la estrategia paterna ideal para prevenir que
los hijos naveguen por las páginas de conte-
nido sexual es procurar guardar una buena
relación con ellos. Los adolescentes que tienen
unos débiles vínculos emocionales con sus pa-
dres acuden con doble frecuencia a las páginas
pornográficas de Internet que sus compañeros
de la misma edad. El dato más desconcertante
es que, con items estadísticamente significa-
tivos, ninguna de las tres medidas utilizadas
por los padres con la intención de controlar el
acceso a Internet de sus hijos influye en que
los niños visiten o no visiten las páginas de
contenido sexual.
Ni el acuerdo de normas de uso del orde-
nador, ni los programas bloqueadores, ni la
inspección de los protocolos utilizados para
navegar sirven para nada. Diríase que las pre-
cauciones técnicas sirven sólo para tranquili-
zar a los progenitores.
Mientras consigan que su hijo venza su re-
sistencia y se siente a estudiar matemáticas,
pueden prescindir de todo software: cuando
el niño se da cuenta de que sus padres confían
en él, por regla general, procurará no defrau-
darles. La combinación de garantía de libertad
de acción, fruto de la confianza, y de participa-
ción interesada no sólo es útil para estimular la
competencia del niño en el uso de los medios,
sino que sirve también para adquirir confianza
en sí mismo en otros campos de la vida.
Los psicólogos recomiendan que los padres
hagan un equilibrado uso del tiempo libre:
las actuaciones conjuntas son muy favorables
para un buen clima familiar y tienen una ac-
ción preventiva frente adicciones de todo tipo.
Los ejercicios al aire libre y los contactos per-
sonales con niños de la misma edad son más
importantes para el desarrollo infantil que la
navegación por Internet.
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COMPLEMENTARIA
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128; 2008.
72 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
E
n los debates sobre televisión queda cla-
ra una contradicción entre lo deseable y
lo real. Por una parte se pretende alejar de la
pantalla porque lleva al entontecimiento de las
jóvenes generaciones y, a la larga, constituye un
semillero de psicópatas, pedófilos y violentos.
Pero, por otra parte, observamos que en cada
hogar hay, al menos, un receptor de televisión.
En el caso alemán, la mitad de los niños dis-
pone de un aparato en su habitación y casi el
30% de los niños de dos y tres años se sientan
diariamente ante la pantalla.
Los científicos no son ajenos a una serie de
enconados debates, desarrollados a menudo sin
el debido rigor. Los enemigos de la televisión
afirman que en el consumo televisivo se es-
conde la causa de la proliferación de personas
obesas, tontas, agresivas y violentas. Lo sus-
tentan basados en estudios de campo. Algunos
padres prohíben rigurosamente a sus hijos ver
la televisión, si bien lo hacen con una sensación
ambivalente, pues, a la postre, los héroes de
las series se hallan presentes por doquier; en
el patio del colegio todos los niños hablan de
ellos. Ante esta realidad se teme que la pro-
hibición total del consumo televisivo origine
cierta marginación social.
Lo mejor sería conseguir que los niños, por
sí mismos, afrontaran la televisión con espíri-
tu crítico. Para lograrlo vale la pena examinar
detenidamente los resultados que arrojan los
estudios sobre los efectos de la televisión: ¿qué
contenidos son los más apropiados para cada
edad? ¿Son útiles determinados programas
educativos? ¿Durante cuánto tiempo es con-
veniente que los niños vean televisión?
Las investigaciones clásicas sobre los efectos
de los medios de comunicación siguen la tra-
dición del famoso libro de Neil Postman (1931-
2003) Nos divertimos hasta morir, del año 1985.
Este crítico hace responsable a la televisión de
la pérdida de normas morales y del sentido
del pudor. Pero resulta muy difícil justificar
empíricamente tales afirmaciones. No se ha
aportado ningún trabajo que demuestre la
existencia de una vinculación entre los conte-
nidos captados de los medios de comunicación
y la conformación de carácter.
Desde hace tiempo se vienen investigando
los problemas psicológicos que se presentan en
la percepción y adquisición de conocimientos
a través de los medios de comunicación. En
este sentido, sería de esperar un papel predo-
minante de la inquisición cerebral, reputado
por muchos como el ámbito adecuado del es-
tudio en cuestión. Sin embargo, revisando los
trabajos publicados aparecidos en los últimos
años, resulta que la mayoría de ellos siguen
sirviéndose sólo de los métodos psicológicos
clásicos. Apenas se encuentran trabajos expe-
rimentales sobre niños que aborden los efectos
de la “recepción” de contenidos televisivos en
sus neuronas.
Ante este panorama, ¿cómo podemos valorar
objetivamente las consecuencias cognitivas,
emocionales o sociales que tiene el consumo
de televisión sobre los niños y jóvenes? Lo
primero que hay que hacer es tratar de enten-
Se ha de aprender
a ver
TELEVISION
Los tutores de niños y adolescentes se muestran críticos con la televisión.
Pero los padres no deberían prohibir del todo ver televisión a sus hijos.
Para que los niños adquieran una actitud crítica han de aprender a convivir con ella
ALEXANDER GRAU
1. TELEVISION PARA TODOS.
Según una encuesta realizada
por investigadores muniqueses
entre unas 730 madres, alre-
dedor del 95% de los niños
de cuatro y cinco años ven
la televisión, al menos
de vez en cuando.
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der cómo se desarrolla la capacidad que van
adquiriendo los niños para habérselas con el
receptor. En definitiva, si la comprensión de
una imagen se ha de “aprender”, cuánto más
la de una película entera.
Las primeras experiencias del niño con la
televisión se adquieren ya en el seno materno.
El feto reacciona con movimientos especiales
a estímulos mediáticos; la música, por ejem-
plo. Hasta el octavo mes de embarazo el niño
responde a las sensaciones de la madre. En los
dos últimos meses de gestación podría, ade-
más, ejercer una actividad independiente de
la madre. Como demostró Peter G. Hepper,
de la Universidad Queen´s de Belfast, el niño
es capaz de “aprender” prenatalmente motivos
musicales que haya ido oyendo repetidamente.
Se ha visto que los lactantes se tranquilizan en
cuanto oyen la melodía que anuncia la serie te-
levisiva preferida por su madre, tal vez seguida
ya durante el embarazo.
La televisión adquiere interés para el niño a
partir de los cinco meses. A esa edad le fascinan
los movimientos y los colores. Apenas gatea y
se siente poderosamente atraído por el receptor,
fuente constante de estímulos visuales y acústi-
cos. Las capacidades mentales que exige la com-
presión de la emisión televisiva se ponen de
manifiesto al comprobar cómo un lactante de
nueve meses intenta coger un objeto que apare-
ce en la pantalla. No sabe todavía que lo que ve
es la imagen que “representa” el objeto.
Símbolos incomprensibles
En el curso del segundo año de vida, los ni-
ños aprenden a concatenar las figuras que
ven en la televisión, empiezan a imitarlas y
hablan de ellas con las personas de su entor-
no. Aceptan que los personajes que ven no vi-
ven en la caja del televisor y poco a poco van
dándose cuenta de que el significado de las
imágenes difiere del sentido de la realidad en
la que viven. Antes de haberse desarrollado
esta “comprensión de los símbolos”, no cabe
reconocer utilidad alguna de los medios de
comunicación.
Una capacidad específica para la televisión
que los párvulos adquieren de forma progresi-
va es la de poder diferenciar los formatos de los
programas. Según una información publicada
en 2006 por Gerhild Nieding, de la Universidad
de Würzburg, a los cinco años empiezan los
niños a distinguir entre programas. Una tarea
más difícil de lo que pudiera parecer a primera
vista, porque a menudo la televisión emplea
para la publicidad imágenes tomadas de pelí-
culas conocidas. De acuerdo con la investiga-
ción experimental, los pequeños aciertan más
que yerran al diferenciar un corto televisivo de
un mensaje comercial.
Puede darse el caso de que un niño de cinco
años particularmente despierto sea capaz de
reconocer cuándo se trata de publicidad; es
decir, entienda la intención manipuladora de
presentar productos de la forma más atractiva
posible para ser vendidos. No es la norma. La
2. LA TELEVISION
ES PERJUDICIAL...
sobre todo si su consumo es
excesivo. Los niños no deben
dejarse “aparcados” frente al
televisor. Por sí solos no se per-
catan del tiempo perdido.
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¿Cuánto ven los
niños la televisión?
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mayoría de los niños tardan más en desarro-
llar esa capacidad. Para Michael Charlton, de la
Universidad de Freiburg, sólo seis de cada diez
niños de cinco años reconocen la intención de
la publicidad. “Para poder identificar el forma-
to y el género”, explica Charlton, “se requiere
haber adquirido conocimientos del medio y
conocimientos sociales. Tanto unos como otros
todavía están desarrollados muy rudimentaria-
mente antes de la edad escolar.“
Los héroes de la televisión
La capacidad de diferenciar ficción de reali-
dad no se desarrolla hasta la edad escolar. De
acuerdo con un estudio reciente realizado en
las universidades de Würzburg y Chemnitz, se
adquiere en paralelo a la facultad de entender
símbolos y metáforas. A los ocho años, los ni-
ños todavía creen que el director del parque
zoológico que aparece en una serie televisiva
en la vida real trabaja en el zoo y que el comisa-
rio de policía sigue persiguiendo delincuentes
después de apagar el televisor.
Con frecuencia en las historias de la televi-
sión y del cine no se sigue un orden cronoló-
gico, sino que presentan cambios bruscos de
escena y de perspectiva, utilizando técnicas
de montajes paralelos, remisiones al pasado y
otros recursos. Quien no entienda ese lengua-
je cinematográfico será muy difícil que pueda
seguir el argumento.
La mayoría de los niños de cuatro años
pueden interpretar correctamente cambios
directos de un plano general y distante a otro
particular y próximo: cuando ven que aumenta
una imagen se dan perfecta cuenta de que
el objeto es visto más de cerca, no que haya
aumentado de tamaño. Otras técnicas fílmi-
cas más ambiciosas (así, los montajes paralelos)
suelen escaparse a las posibilidades interpreta-
tivas del niño menor de diez años.
Los preescolares tienen evidentes dificulta-
des para interpretar técnicas narrativas com-
plejas que interrumpen la secuencia cronoló-
gica de los hechos, en cuyo caso no captan el
sentido de la narración. Robert Abelman, de
la Universidad estatal de Cleveland, comprobó
que resultaba punto menos que imposible que
un niño de cuatro años se hallara en condicio-
nes de seguir una narración con remisiones
3. ALTERNANCIA DE SENSACIONES.
Las películas adecuadas para niños van aumentan-
do paulatinamente la tensión que les provocan.
Los jóvenes espectadores son capaces de cerrar los
ojos cuando ven algo desagradable y luego ale-
grarse ante el final feliz.
Importante
factor
aglutinador
Lo más frecuente es que
los niños pequeños y
párvulos vean la televisión
con sus padres para dis-
frutar juntos. En ocasiones
sirve como “ocupación de
urgencia”, por ejemplo en
tiempo lluvioso.
(Según una encuesta realizada a
459 madres, Götz et al., 2007)
76 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
al pasado. A los ocho años el 90% puede ya
hacerlo.
“Trucos” ingenuos, que los adultos apenas
reconocen como tales, no suelen ser entendi-
dos por los niños hasta que llegan al final de la
escuela primaria. Un ejemplo nos lo ofrecen las
imágenes desenfocadas, como símbolo de que
lo que se representa es sólo un sueño del pro-
tagonista. Según una investigación publicada
en 2001 por Johannes Beentjes, de la Univer-
sidad de Nimega, únicamente la mitad de los
niños de cinco y seis años interpretan como
soñadas las imágenes desenfocadas; se trata,
en efecto, de un convencionalismo del lenguaje
cinematográfico que debe ser aprendido. Los
padres no han de confiar en que sus hijos in-
terpreten como hechos distantes las escenas
así presentadas. Los niños no se dan cuenta de
su carácter ficticio. Si las imágenes que acaban
de ver han despertado ya fuertes emociones
apenas servirán de nada las explicaciones de
los adultos.
Miedo al querido monstruo
Por su parte, los niños de primaria suelen cap-
tar selectivamente algunos fragmentos con-
cretos de las películas; “escogen” episodios
aislados y no los consideran enmarcados en el
film. Helga Theunert, directora del Instituto
Muniqués de Investigación y Práctica Pedagó-
gica de los Medios de Comunicación, sostiene
que no es frecuente que escenas aisladas de
terror o amenazantes sean compensadas por
otras distendidas.
También depende mucho de la edad qué con-
tenidos son los que despiertan temor. A los pár-
vulos les provoca más miedo la visión de una
figura que su comportamiento. Joanne Cantor,
de la Universidad de Wisconsin en Madison, lo
pudo demostrar en una serie de estudios: el
monstruo de una película de dibujos animados
puede ser muy cariñoso y de buen corazón. Si
tiene una apariencia fea o amenazadora, a los
preescolares les provocará miedo. A medida
que van haciéndose mayores, va dejándose pro-
gresivamente de lado la importancia concedida
a la apariencia.
En opinión de Cantor, el niño se comporta
de modo similar frente a la ficción. Cuanto
mayor es el niño, menos amenazadoras le
parecen unas escenas o historias que no pue-
den darse en la realidad. Al mismo tiempo, va
creciendo el potencial temor ante contenidos
cinematográficos tomados del mundo en que
viven los niños. Por este motivo, los padres
han de ser muy precavidos ante determinados
programas.
Las escenas para cuya comprensión se re-
quiere cierta capacidad de abstracción suelen
impresionar más a los niños mayores. Un buen
ejemplo de ello es la película El día después,
donde aparecen las consecuencias que una gue-
rra atómica tendría para los humanos. De una
encuesta realizada por Joanne Cantor se deduce
que, cuando en 1983 se presentó la película en
la televisión norteamericana a los niños de más
de doce años, les provocó mayor intranquilidad
que a los espectadores de menor edad.
4. “¿POR QUE ESTABA
EL OSITO TAN TRISTE...?”
Los padres deben ver los
programas con sus hijos. Sólo
así se dan cuenta de lo que
preocupa a los niños, pueden
ayudarles, descubrirles nuevas
impresiones y valorar crítica-
mente los contenidos.
5. EFECTO CONMOVEDOR.
El film El día después (The Day
After, 1983), que presenta
las consecuencias de un ataque
atómico, causó una gran con-
moción en muchos espectado-
res, sobre todo entre los niños
mayores y jóvenes.
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 77
Qué contenidos televisivos suponen una
amenaza para la psique infantil es fenómeno
que depende del grado de desarrollo del niño.
Los padres deben tenerlo en cuenta a la hora de
valorar el potencial de temor que puedan com-
portar las películas. De lo contrario, pueden
cometerse errores como el de la película Bambi.
Desde el punto de vista de los adultos, es un
maravilloso film familiar con preciosas imá-
genes de un simpático cervatillo; sin embargo,
desde la perspectiva infantil resulta una pelí-
cula de terror cuando los cazadores matan a la
madre de Bambi. Para la imaginación infantil,
la pérdida de los padres es la mayor catástro-
fe imaginable. Por otra parte, ni la técnica del
dibujo animado ni el hecho de que Bambi sea
“sólo” un animal consigue crear una distancia
suficiente para los niños que ven en él a un
pequeño desvalido con su madre muerta. Es
una experiencia que puede tener persistentes
consecuencias negativas.
En general, los niños no consumen conteni-
dos que despierten un temor primitivo, como
pueden ser la pérdida de los padres. Tampoco
hay que dramatizar las situaciones de temor
o que no acaben con un final feliz. Figuras de
su misma edad, con las que se identifican, no
debieran llevarse a situaciones arriesgadas o en
las que no ven salida alguna. Las personas que
les protegen, como son los padres, debieran ser
dueños de la situación y no verse impotentes,
ni presas del temor.
De las reacciones de miedo provocadas por la
televisión en los niños se desprende que los ele-
mentos desencadenantes en unos niños difie-
ren de los que operan en otros. Los padres han
de tener siempre en cuenta la sensibilidad indi-
vidual de su hijo frente al temor. Para Charlton,
“a la edad de cuatro años suelen aparecer los
temores a los animales y a los monstruos. Mu-
chos niños se aterrorizan cuando desfilan sus
imágenes; otros, por el contrario, disfrutan de
un cierto placer por el miedo”.
El hecho de que los niños busquen en la
televisión ese placer por el miedo encuentra
una buena explicación en que así aprenden a
hacer frente a su temor. En consecuencia, care-
ce de sentido prohibirles cualquier programa
de terror. En todo caso, importa que los niños
puedan confiar en un final feliz. Aprenden
muy pronto las reglas que se cumplen al pre-
sentar las escenas de miedo. Las películas que
no cumplen tales normas crean inseguridad
en los niños y no son apropiadas. Las emisio-
nes o películas han de dar oportunidad a que
los espectadores creen activamente su propia
“autodefensa”; por ejemplo, cerrando los ojos
cuando aparecen escenas peligrosas.
¿Crea niños agresivos la violencia en
los medios de comunicación?
Cuando la crítica se endurece, se esgrimen las
escenas de violencia (peleas, guerras, terroris-
mo, fetichismo de las armas, desgarradoras
heridas, etcétera). Según el Convenio Estatal
alemán para la Protección de la Juventud en
los Medios de Comunicación (JMStV), mediante
limitaciones en las horas de emisión, los pro-
gramas para niños y jóvenes procurarán no
interferir en el desarrollo de una “personali-
dad responsable y socialmente comprometida”.
En coherencia con ello, la asociación germana
“Auto control Libre de la Televisión” (FSF) coloca
en el centro de su atención los contenidos que
“provocan un temor exagerado”, la exaltación
de la violencia y la transmisión de falsos va-
lores, calificados en el argot especializado de
“desorientación ético-social”.
¿De qué modo incide la violencia de los me-
dios sobre la juventud? Unos investigadores
sospechan que una excesiva violencia pueda
llevar a la insensibilización, otros creen que
puede dar lugar a la formación de una deter-
minada imagen del mundo dominada por el
terror o a que se aliente la imitación a los he-
chos presentados. No es fácil encontrar una res-
puesta científica a los efectos que pueda ejercer
la violencia ofrecida por los medios. Resulta
crítico el modo en que la violencia se presenta
dentro de la narración general del programa. A
este respecto, Theunert se lamenta de que “sin
6. BRUTAL MUNDO DE DISNEY.
La historia del cervatillo Bambi
(1942) puede provocar un trau-
ma persistente en los niños. La
madre del cervatillo muere de
un disparo.
Autocontrol libre
El Autocontrol Libre de la
Televisión (FSF) es una aso-
ciación de utilidad pública;
engloba a emisoras alema-
nas de televisión y cumple
la misión de valorar los
programas con vistas a la
protección de la juventud.
En 2006 se presentaron
ante ese organismo para su
valoración 912 emisio-
nes, sobre todo seriales,
películas para los cines o la
televisión, así como spots
publicitarios y videoclips.
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conocer el contexto en el que aparecen las es-
cenas violentas no se puede analizar nada”: en
unas ocasiones la violencia puede salir fortale-
cida, en otras relativizada. Lo cierto es que la
acción dramática sólo puede aportar un efecto
apaciguador si se entiende; una comedia no ha
de tener necesariamente un efecto distensor
sobre un niño que sencillamente no compren-
de aún la sátira.
Es frecuente que los jóvenes encuentren di-
vertido presenciar escenas sangrientas y com-
probar lo que pueden “dominar”. La superación
de fronteras forma parte del desarrollo normal
y no hay que ver en ello una mayor predispo-
sición a la violencia. Según el estado actual de
las investigaciones, se da cierta relación entre el
consumo de violencia a través de los medios de
comunicación y la agresión individual, aunque
se debe sobre todo a factores trasmitidos por el
ambiente familiar (violencia en el domicilio pa-
terno, abandono y carencia de perspectivas).
En el caso de jóvenes “con riesgo”, los modelos
transmitidos por los medios de comunicación
pueden confirmarles e incluso reforzarles una
imagen agresiva del mundo e incitarles a imi-
tarlos. También a ello puede contribuir un film
“normal” de acción cuando se limita a transmitir
un estricto sistema de valores. Theunert advierte
que “estas películas suelen jugar con ideologías
del tipo el fin justifica los medios o al servicio del
bien la violencia está justificada”. Una vez más
se ratifica que el consumo juvenil de contenidos
problemáticos transmitidos por los medios no
constituye la causa, sino el efecto de un inade-
cuado desarrollo. El origen de ello se ha de ver
no en el mundo mediático sino en el real.
Sin normas no se rompe ningún tabú
Conviene que los niños de primaria establezcan
un sistema normativo de lo bueno y lo malo.
Se evitan temores y la prevención de que todas
las personas son malas. De forma espontánea,
los pequeños buscan una persona de morali-
dad intachable que les sirva de referencia. Pero,
¿qué pasa con los adolescentes? ¿Toman como
ejemplo las actitudes racistas, sexistas o violen-
tas de los héroes de las películas? ¿O, en el peor
de los casos, los medios actúan simplemente
como refuerzo de un potencial previamente
existente? También aquí hay que repetir la pre-
gunta ¿qué es la causa y qué el efecto?
Se conviene en que el sistema de valores de
una persona está ya establecido entre los 12 y
los 14 años. Y los jóvenes encuentran divertido
romper ocasionalmente a través de los medios
algún tabú; disfrutan con las series en que los
protagonistas cuentan chascarrillos donde
abundan sin venir a cuento palabrotas, proca-
cidades y otras degradaciones.
Los adolescentes con principios morales
firmemente establecidos suelen estar en con-
diciones de afrontar a distancia la ruptura
mediática de tabúes. Lo contrario también es
cierto: una película con un claro contenido
pedagógico a favor de las buenas personas no
convierta un fanático en un manso cordero
piadoso que frecuenta la iglesia.
Para muchos padres, más importante que
el miedo a que la televisión haga a sus hijos
violentos es el temor a que los haga tontos. Por
supuesto, pasarse la tarde entera embobado
ante la pantalla no es la mejor premisa para
mejorar las notas en matemáticas. Pero las bue-
nas notas sólo se consiguen si se ha estudiado
la asignatura.
Los padres deben acordar con sus hijos un
horario fijo para ver televisión. Ursula von der
Leyen recomienda lo siguiente: entre los tres y
los cinco años, los niños no debieran ver más
de media hora diaria de televisión; entre los
seis y los nueve años no más de 45 minutos, y
los mayores no más de una hora. En esa onda,
varios estudios llegan a la conclusión de que los
7. EL HORROR DE AQUEL AÑO.
A muchos jóvenes les gustan
las películas sanguinarias en
las que la violencia y la cruel-
dad ocupan el primer plano.
Un clásico del género es Blood
Feast (1963).
1. Planifique conjuntamente con sus hijos qué programas se van a
ver.
2. Interésese por las preferencias de sus hijos; respete sus gustos.
3. Los televisores no son niñeras: vea los programas con sus hijos y
después comente con ellos lo bueno y lo malo observado.
4. Renuncie a colocar un televisor en la habitación de los niños.
5. La autorización o la prohibición de ver televisión no se ha de utilizar
como premio o castigo.
6. Atienda a las recomendaciones que se hacen sobre la edad adecuada
para ver cada programa.
7. Si un programa provoca inseguridad en su hijo, dele la posibilidad de
que controle esta experiencia; por ejemplo, representando escenas
de guiñol.
8. Entre el visionado de un programa televisivo y el irse a la cama
debiera transcurrir al menos media hora.
9. Los niños entre 3 y 5 años no debieran ver más de media hora de
televisión al día, entre los 6 y los 9 no más de tres cuartos de hora
y, a partir de los 10 años, una hora como máximo.
10. Sea un modelo para el niño, incluso en su conducta respecto a la tele-
visión. (Según “Filmado en la Habitación”, folleto del Ministerio Federal
para la Familia, la Tercera Edad, la Mujer y la Juventud, 2008)
Diez consejos breves a los padres
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 79
BIBLIOGRAFIA
COMPLEMENTARIA
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ri gi do por B. Bani ti c y
M. Appel. Springer; Heidel-
berg, 2008.
niños que ven más de hora y media de televi-
sión diaria durante mucho tiempo presentan
déficits de desarrollo y padecen fracaso escolar.
Daniel Süss insiste en que la televisión tiene un
efecto negativo sobre el aprendizaje de los ni-
ños cuando se ponen a verla inmediatamente
después de llegar de la escuela y no se les esta-
blece ningún límite horario. Con frecuencia, la
televisión supone también una huida ante los
fracasos docentes.
La televisión infantil
no sirve para nada
¿No podrían aprovecharse los niños de algu-
nos programas educativos de televisión? Las
observaciones realizadas con los más pequeños
ofrecen unos resultados decepcionantes: a los
niños de dos años parece ser que no les afecta
la televisión en su desarrollo mental. Un equipo
bajo la dirección de Frederick Zimmermann, de
la Universidad Washington en Seattle, encontró
en 2007 que ciertos programas docentes como
“Baby-Einstein” no ejercían efecto alguno sobre
los niños; peor, en los menores de 16 meses,
frenaban la adquisición del lenguaje.
El desarrollo intelectual de los pequeños
está fuertemente ligado a la atención que se les
presta. En un experimento neurológico reali-
zado en 2006 por dos investigadores de la Uni-
versidad de Tokio, se demostró que el cerebro
de los niños entre seis y siete meses reacciona
ante una imagen humana de la televisión de
forma muy diferente de como lo hace ante una
persona real. Si una mujer real manipula un
juguete ante ellos, las áreas cerebrales motoras
del cerebro de los niños reaccionan ante sus
movimientos; pero si ven a esa misma mujer a
través de la pantalla del televisor no se produce
ningún efecto.
Maya Götz, directora del Instituto Central In-
ternacional para la Televisión Juvenil y Educativa
(IZI), explica que los niños pequeños van apro-
piándose del mundo a través de lo que captan,
saborean y prueban: “El consumo de televisión
les roba mucho tiempo que podrían dedicar a
otras actividades estimulantes”. Cierto es que
los párvulos pueden aprender con las emisiones
televisivas pedagógicas adecuadas a su edad. En
este sentido, los niños de cuatro años que ven re-
gularmente “Barrio Sésamo” tienen ventaja a la
hora de identificar mejor los colores, contar has-
ta 20, reconocer las letras y contar historias.
La investigación reciente concluye que, me-
diante programas adecuados de televisión, en-
tre otras cosas, mejora la capacidad de lectura.
Süss opina también que “la televisión no debe
desplazar a la lectura”. “Particularmente las ni-
ñas suelen disfrutar leyendo incluso cuando
ven relativamente mucha televisión. Los niños
buscan en los diferentes medios de comunica-
ción sus intereses y figuras preferidas.”
Los padres no deben recurrir a la televisión
como niñera. Han de ver la emisión junto a sus
hijos. De acuerdo con Daniel Süss, “ver juntos
la televisión y luego conversar sobre lo que se
ha visto supone una importante contribución
a que el niño afronte de manera consciente y
constructiva su contacto con los medios”. En
definitiva, la mayor influencia sobre los hábitos
televisivos de los niños la ejerce la conducta
de los padres.
Alexander Grau, diplomado en filosofía, es experto
en medios de comunicación de masas.
8. TELEVISION SIN FIN.
Los niños que disponen de su
propio receptor de televisión
la ven mucho más tiempo.
Según una encuesta, pasan
118 minutos diarios pegados
al monitor, en comparación con
los 80 minutos de quienes no
disponen de televisor propio.
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E
n la silenciosa penumbra del aula magna
empieza a librarse una frustrante lucha
contra el cansancio. El zumbido del retropro-
yector no permite concentrarnos en las diapo-
sitivas. Se nos escapa información y dibujamos
garabatos mecánicamente. El conferenciante
parece deambular en otra galaxia. Hemos caído
presa del aburrimiento.
Todos hemos experimentado esa sensación.
La mayoría lo achacamos a un entorno ano-
dino. “El modo habitual de definir el aburri-
miento en la cultura occidental lo asocia a no
tener nada que hacer”, afirma Stephen Vodano-
vich, de la Universidad de West Florida. Por eso,
las primeras investigaciones sobre los efectos
del aburrimiento se realizaron con personas
obligadas a desempeñar tareas monótonas; por
ejemplo, trabajar en la cadena de montaje de
una fábrica.
Sabemos hoy que el aburrimiento no se ago-
ta en una propiedad inherente a las circunstan-
cias. Antes bien, esa sensación subjetiva hunde
su origen en la conciencia. El grado de aburri-
miento varía según la persona: hay individuos
mucho más propensos al hastío que otros. Los
extrovertidos, en particular, se revelan espe-
cialmente expuestos.
Los investigadores declaran ahora que el
aburrimiento no es un concepto unitario, sino
que se presenta con diversos matices. El grado
de atención, un rasgo de la percepción cons-
ciente, desempeña una función importante,
hasta el punto de que podemos reducir el tedio
mejorando la capacidad de concentración. Los
factores emocionales pueden también contri-
buir al aburrimiento. Las personas incapaces
de comprender sus propios sentimientos y a las
que su estado de ánimo obsesiona y trastorna
se aburren más fácilmente.
Escapar al tedio no es tarea fácil. Quienes
están predispuestos al aburrimiento son más
propensos a caer en la depresión y la droga-
dicción, a sentirse incómodos en el trato con
los demás y a rendir poco en los estudios y en
el trabajo. Descubrir los orígenes del aburri-
miento puede llevar a prevenir y tratar estas
patologías y conductas perjudiciales.
Monotonía mental
La psicología viene ocupándose del aburri-
miento desde hace un siglo. Al principio, se
deliberaba sobre los efectos de las tareas in-
trínsecamente tediosas, inspirándose en el
trabajo fabril. A. Hudson Davies, del Institu-
to Nacional de Psicología Industrial de Gran
Bretaña, reseñaba en un artículo publicado
en el British Medical Journal, en 1926, que el
aburrimiento guardaba relación con la fatiga
mental y venía provocado por la repetición
y falta de interés en las tareas minuciosas y
fragmentadas de la producción de una cadena
de montaje.
Davies anotó diferencias individuales en la
susceptibilidad al aburrimiento de los emplea-
dos de las fábricas: “Hay quienes no se aburren
con este tipo de trabajo y quienes, incluso con
el trabajo más variado, mantienen una actitud
de abatimiento en la vida y se quejan amarga-
mente de monotonía”.
A finales de los años treinta, Joseph Barmack,
del City College de Nueva York, acometió el
estudio de los principios del aburrimiento en
un laboratorio. Propuso que el aburrimiento
se asemejaba a la sensación de somnolencia y
El aburrimiento
De esa sensación no tienen la culpa el trabajo, ni el tráfico ni las tareas rutinarias.
Para combatir el aburrimiento hay que encontrar un rumbo en la vida,
disfrutar del momento y tener algo por lo que vivir
ANNA GOSLINE
RESUMEN
Diseccionar
el aburrimiento
1
La mayoría culpa a
las circunstancias del
aburrimiento, pero los
psicólogos sostienen que
es una emoción alta-
mente subjetiva y ancla-
da en la conciencia. Los
niveles de aburrimiento
difieren de un individuo
a otro. Algunos tienden
al hastío con notable
facilidad.
2
El aburrimiento
no es un concepto
acotado, sino que ad-
mite múltiples formas;
unas veces se presenta
pasajero (guardar cola),
otras, de tipo existen-
cial, ahonda en la insa-
tisfacción con la forma
de vida.
3
El aburrimiento
está ligado a facto-
res emocionales y ras-
gos de la personalidad.
Los problemas de aten-
ción también desempe-
ñan su papel.
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¿Se aburre fácilmente? He aquí un test para descubrirlo. Tras cada afirmación, puntúese entre 1 (si está totalmente en
desacuerdo) y 7 (si está totalmente de acuerdo). Una calificación de 4 es neutra. Puntúese a la inversa las afirmaciones
marcadas con un asterisco: dese 1 punto si está completamente de acuerdo y hasta 7 puntos si está completamente
en desacuerdo.
Sume los valores de sus reacciones a las 28 afirmaciones. Pertenecen a la Escala de Tendencia al Aburrimiento (escala
BP) desarrollada por Norman D. Sundberg, de la Universidad de Oregón, y Richard F. Farmer, del Instituto de Investi-
gación de Oregón. Una puntuación alta en la escala sugiere que se aburre con facilidad. Una puntuación baja indica
que no es propenso al aburrimiento.
En un estudio de población realizado por John D. Eastwood, de la Universidad de York en Toronto, y sus colaboradores,
la puntuación media fue de 99 y el intervalo “normal” —en el que encajaban dos tercios de la población— fue entre
81 y 117. Sólo el 2,3 por ciento de los sujetos de la muestra recibió una puntuación superior a 135 o inferior a 63.
Test del tedio
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1. Me concentro fácilmente en las actividades que realizo.*
2. Con frecuencia me descubro preocupado sobre otras cosas mientras trabajo.
3. Parece que el tiempo siempre pasara muy despacio.
4. A menudo me encuentro mano sobre mano, sin saber qué hacer.
5. Frecuentemente me encuentro atrapado en situaciones en las que tengo que
hacer cosas carentes de sentido.
6. Me aburre soberanamente ver películas o diapositivas de viajes en casa
de los demás.
7. Siempre tengo en mente proyectos, cosas que hacer.*
8. Me parece fácil entretenerme por mí mismo.*
9. Muchas de las cosas que tengo que hacer son repetitivas y monótonas.
10. Necesito más estímulos que la mayoría para seguir adelante.
11. La mayoría de las cosas que hago me complacen.*
12. Casi nunca me emociona mi trabajo.
13. Siempre encuentro, en cualquier situación, algo que hacer o ver que mantiene
mi interés.*
14. La mayor parte del tiempo lo paso esperando sentado sin hacer nada.
15. Se me da bien esperar pacientemente.*
16. A menudo me encuentro inactivo, sin nada que hacer.
17. Me impaciento mucho en situaciones en las que me hacen esperar,
como guardar cola.
18. Con frecuencia me despierto con una idea nueva.*
19. Me sería muy difícil encontrar un trabajo lo suficientemente emocionante.
20. Me gustaría encontrar otros retos para mi vida.
21. La mayor parte del tiempo tengo la sensación de que mi trabajo no está
a la altura de mi capacidad.
22. Mucha gente diría que soy una persona creativa o imaginativa.*
23. Me interesan tantas cosas, que no me da tiempo a hacerlas todas.*
24. De entre todos mis amigos, soy el que más tiempo dura haciendo algo.*
25. A menos que esté haciendo algo emocionante, incluso peligroso,
me siento medio muerto y aburrido.
26. Para sentirme feliz, necesito muchos cambios y mucha variedad.
27. Parece que en la televisión o en el cine ponen siempre las mismas cosas.
Están desfasados.
28. Cuando era joven me encontraba a menudo en situaciones monótonas o tediosas.
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 83
descubrió que tres estimulantes —las anfeta-
minas, la efedrina y la cafeína— reducían las
manifestaciones de cansancio, somnolencia,
falta de atención y aburrimiento durante el
desempeño de tareas repetitivas, como sumar
una serie de cifras grandes. También parecía
que los sujetos de estudio, sus alumnos, mos-
traban más interés si recibían remuneración, lo
que sugería que los sentimientos tediosos eran
una combinación entre bajo nivel de activación
y motivación insuficiente.
Más de un decenio después, Otto Fenichel
identificaba en su libro Organization and Pa-
thology of Thought, publicado en 1951, un
tipo de aburrimiento que resulta de la repre-
sión de los impulsos y los deseos de una per-
sona y da lugar a una aparente falta de rumbo
en la vida. Fenichel contrastó ese aburrimiento
“patológico” con el aburrimiento normal, que
se manifiesta “cuando no debemos hacer lo que
queremos, o debemos hacer lo que no quere-
mos”.
La investigación sobre el aburrimiento per-
dió fuerza y coherencia durante los 30 años
siguientes. Hasta que, en 1986, Norman D.
Sundberg, actualmente profesor emérito de
la Universidad de Oregón, y el que fuera su
alumno Richard F. Farmer, hoy en el Institu-
to de Investigación de Oregón, desarrollaron
un riguroso integrador sobre el aburrimiento,
que resultó en la Escala de Tendencia al Aburri-
miento (“Boredom Proneness Scale”, o BPS), de
28 preguntas, la primera escala psicométrica
completa diseñada para medir el aburrimiento
como rasgo de la personalidad (véase el recua-
dro “Test del tedio”).
La escala BP evalúa a las personas según
su propensión al aburrimiento en diferentes
situaciones. Sabido es el hastío vital transi-
torio que surge en situaciones repetitivas,
monótonas u obligatorias; la de guardar cola,
por ejemplo. Algunos, con todo, experimen-
tan aburrimiento con mucha más frecuencia.
Puede que necesiten una vida más excitante,
que se aburran en el tiempo de ocio (debido a la
incapacidad para entretenerse por sí mismos)
o que sufran desazón “existencial” asociada a
una vida carente de proyecto o sentido.
Según la investigación que Vodanovich y sus
colegas han llevado a cabo durante los últimos
veinte años, quienes se aburren con frecuen-
cia padecen, entre otros problemas, un mayor
riesgo de desarrollar ansiedad, depresión y
adicción a las drogas o al alcohol, de mostrar
enfado, comportamiento agresivo y falta de
aptitudes para relacionarse, y de rendir poco
en el trabajo y en los estudios.
Necesidad de novedad
Un análisis de la escala BP realizado en 2005 por
Vodanovich y los psicólogos J. Craig Wallace, de
la Universidad estatal de Oklahoma, y Steven
Kass, de la Universidad de West Florida, reduce
la propensión al aburrimiento a dos factores
principales. El primero es la estimulación ex-
terna, o necesidad de novedad, emociones y va-
riedad. Los varones, que en general se aburren
más que las mujeres, obtienen puntuaciones
más altas en este concepto, según Vodanovich.
“Los varones tienden más a hacer afirmaciones
como ‘lo que me ofrece el entorno no es sufi-
ciente y por eso me aburro’”, afirma.
Esa necesidad de estímulos externos pue-
de explicar por qué los extrovertidos tienden
más al aburrimiento. Muchos de los primeros
estudios sobre el desempeño de tareas mo-
nótonas descubrieron que los extrovertidos a
menudo flaquean y pierden precisión mucho
antes que los introvertidos. La razón, según
1. LAS PRIMERAS INVESTIGACIO-
NES SOBRE EL ABURRIMIENTO
se centraron en los efectos
psicológicos de tareas inheren-
temente tediosas, como las que
se realizan en la cadena de
montaje de una fábrica.
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Hans Eysenck, pionero de los estudios de per-
sonalidad y adscrito al Instituto de Psiquiatría
de Londres, estriba en que los extrovertidos
necesitan estímulos adicionales para alcanzar
un nivel óptimo de activación.
Consecuentes con esta idea, los extroverti-
dos tienden a puntuar más alto en la escala de
búsqueda de sensaciones clásica, desarrollada
en los años sesenta por Marvin Zuckerman, de
la Universidad de Delaware. Esta escala, pensa-
da para medir la avidez de estímulos del indivi-
duo, incluye preguntas diseñadas para puntuar
la propensión al aburrimiento.
Sin embargo, no todos los estudios han
encontrado un nexo entre extroversión y
aburrimiento. Algunos extrovertidos evitan
el aburrimiento si dan con formas de inyectar
algo de intriga en las tareas de por sí aburridas.
En 1975, A. B. Hill, de la Universidad de Keele,
reseñaba que entre 32 estudiantes universi-
tarios a los que se les pidió que realizaran la
monótona tarea de coger y colocar chinchetas,
los 16 extrovertidos la desempeñaron de una
forma mucho más variada que los 16 introver-
tidos. Incrementaron el grado de estimulación
con sutiles e interesantes modificaciones de
la tarea.
Así pues, aunque los extrovertidos reclamen
mayores estímulos externos, poseen su habili-
dad para generar sus propios estímulos. Tal era
el segundo factor importante que Vodanovich
extrajo de la escala BP. Las personas creativas,
con muchas aficiones e intereses, capaces de
mantenerse ocupadas en cualquier circuns-
tancia, no se prestan al aburrimiento. En pala-
bras de Sundberg: “Uno debería sentarse como
un monje budista en completo silencio y no
aburrir se; encontrar en el interior de su mente
la vida, el entretenimiento y el crecimiento”. A
falta de semejante capacidad de concentración
interior, el mundo exterior nunca proveerá su-
ficientes emociones ni novedades. “El cerebro
siempre busca estímulos y cada vez necesita
más. Es una batalla perdida. Nunca tienes bas-
tante”, apostilla Vodanovich.
La necesidad de emociones para despren-
derse del hastío puede hacer que las personas
busquen sensaciones en actividades destruc-
tivas (tabaquismo, vandalismo, juego o dro-
gas). En un estudio realizado en 2005 entre
92 adolescentes escoceses, se descubrió que
el aburrimiento era una de las principales
razones alegadas para consumir drogas. “Se
consumen drogas en los períodos de ocio,
cuando la persona tendría que buscarse en-
tretenimiento”, resume McWelling Todman,
de la Nueva Escuela de Investigación Social e
investigador del aburrimiento con grupos en
rehabilitación de drogodependencia y en en-
fermos psiquiátricos.
Prestar atención
El aburrimiento va ligado a trastornos de la
atención. Resulta difícil interesarse por algo si
no puedes concentrarte en ello. Se ha demos-
trado esa relación manipulando el entorno de
un test para que los sujetos tuvieran problemas
para dedicarse a ciertas tareas.
En un experimento ya clásico realizado en
1989, James Laird y Robin Damrad-Frye, de la
Universidad de Clark, descubrieron que una
distracción menor, como una televisión en-
cendida a bajo volumen en la habitación de
al lado, provocaba que los participantes cali-
ficaran de aburrida una tarea de comprensión
auditiva. Sin ser conscientes de lo que les esta-
ba distrayendo, los probandos no encontraron
otra explicación para su falta de atención. Pero
se subió el volumen de la televisión a un nivel
atronador y los sujetos comentaron que el so-
nido les imposibilitaba concentrarse. Cuando
se eliminó toda distracción, los estudiantes de-
clararon que lo que habían oído en el ejercicio
de comprensión era estimulante.
El resultado apoyaba la hipótesis de los auto-
res de que “el componente conductual esencial
del aburrimiento es la lucha por mantener la
atención”.
El aburrimiento puede también provenir de
una incapacidad patológica para concentrarse.
Vodanovich, Wallace y Kass descubrieron, en
un ensayo, acometido en 2003, entre 148 estu-
diantes de licenciatura, que las puntuaciones
2. LAS DISTRACCIONES,
como una televisión encendida
al fondo de la sala, podrían
hacer que un libro interesante
se tornara aburrido.
Quienes
se aburren,
acostumbran
exponerse a
un mayor riesgo
de sufrir ansiedad
y depresión y caer
en la adicción
a las drogas
o al alcohol.
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en la escala BP guardaban correlación con las
medidas para el trastorno por déficit de aten-
ción con hiperactividad en adultos (TDAH), lo
que indicaba que la tendencia al aburrimiento
derivaba del déficit de atención.
Daniel Smilek, neurólogo de la Universidad
de Waterloo en Ontario, junto con los psicó-
logos de la misma institución Al Cheyne y
Jonathan Carriere, han vinculado la tenden-
cia al aburrimiento con habituales lapsus de
atención; de esos que hacen que, por ejemplo,
coloquemos la leche en el armario y los cerea-
les en la nevera. En junio de 2007, el equipo
de Waterloo sometió a un test a 304 estudian-
tes de licenciatura para evaluar su tendencia
a sufrir lapsus diarios de atención, y el grado
en el que se percataban de sus sentimientos
y su entorno. A los voluntarios se les evaluó
también la memoria a corto plazo, la falta de
concentración y la depresión clínica.
Los investigadores descubrieron que los pro-
bandos proclives a sufrir lapsus de memoria y
fallos de atención obtenían puntuación alta en
la escala BP. Es más, los modelos estadísticos
sugirieron que los fallos de atención explica-
ban las elevadas puntuaciones en tendencia al
aburrimiento, así como en depresión.
El trastorno en cuestión comparte docu-
mentadas similitudes con el aburrimiento,
incluyendo un estado de ánimo negativo y
no encontrar sentido a la vida, afirma Cheney.
Los investigadores suponen que la incapacidad
crónica para concentrarse en actividades puede
hacer que éstas, en efecto, resulten carentes de
sentido. Como afirma Cheney, “la atención es el
eslabón que enlaza falta de sentido, depresión
y aburrimiento”.
Otros han visto en el aburrimiento la antíte-
sis del flujo de la conciencia, expresión que de-
signa un estado en el que el sujeto, sin ningún
esfuerzo, se mantiene atento, concentrado y
abstraído en una tarea; algo parecido a alcanzar
un estado de máxima concentración mental,
física y emocional. Mihaly Csikszentmihalyi,
de la Universidad Claremont de Postgrado, ver-
tebrador de la teoría, afirma que el flujo de la
conciencia ocurre cuando las habilidades de
una persona se ajustan al nivel de desafío que
presenta el entorno y cuando la tarea tiene ob-
jetivos claros y recompensas inmediatas. Las
tareas demasiado fáciles se tornan aburridas.
En el extremo opuesto, las tareas percibidas
como demasiado difíciles generan ansiedad.
En cierto trabajo publicado en 2003, en el
que participaron 526 estudiantes de instituto,
Csikszentmihalyi y sus colaboradores descu-
brieron que el flujo se producía más a menudo
cuando los desafíos eran altos pero acordes con
las capacidades de los estudiantes.
Sin aliento
Los factores emocionales pueden incidir en
la atención, el flujo y, por tanto, en el aburri-
miento. Mary B. Harris, profesora emérita de la
Universidad de Nuevo México, relaciona aburri-
miento con atención emocional, la tendencia
de una persona a escrutar y obsesionarse por
sus estados de ánimo. En el año 2000, Harris
Nadie ha identificado los correlatos neuronales del aburrimiento, pero
una de las claves de los fundamentos biológicos de esta emoción viene
de pacientes que han sufrido daños en el córtex frontal (parte roja en
el cerebro, a la derecha). Este tipo de pacientes a menudo experimentan
diversas anomalías emocionales y cognitivas. Entre ellas, aburrimiento
agudo y un enorme incremento de las actividades de riesgo y de búsque-
da de emociones, lo que sugiere que la experiencia del aburrimiento —o
su opuesto— puede surgir en parte por la actividad en esta franja del
tejido cerebral. Los pacientes con lesiones en el córtex frontal presentan
también déficit de atención, lo que aporta una relación adicional entre
aburrimiento y concentración inestable.
Los estudios de imagen cerebral sugieren que en el lóbulo frontal
existen conexiones de percepción del tiempo; los daños en este ló-
bulo pueden distorsionar la percepción del tiempo. Es más, algunos
estudios sugieren que los proclives al aburrimiento tienden a percibir
que el tiempo pasa más despacio que los menos propensos. Así, los
trastornos sufridos por la red reguladora de la percepción del tiempo
en el lóbulo frontal podrían también repercutir en la capacidad de
una persona para centrarse en una tarea.
Aburrimiento en el cerebro
una persona para centrarse en una tarea.
Los más
propensos a
sufrir lapsus
de atención se
aburren más
fácilmente.
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solicitó a 170 estudiantes de licenciatura que
rellenaran el test de la escala BP, junto con un
cuestionario que determinaba cuán a menudo
experimentaban flujo de la conciencia y si se
reconocían capaces de identificar y categorizar
sus estados de ánimo.
Harris descubrió que las personas proclives
a la atención emocional alcanzaban puntua-
ciones más altas en la escala BP y eran menos
propensas a experimentar flujo de la concien-
cia. Concluye que una obsesiva observancia
de las propias emociones proporciona “menos
oportunidad para concentrarse en profundi-
dad en la situación y para que se dé flujo en
la conciencia. Para una persona que presenta
alta atención emocional, realizar una activi-
dad requerirá un gran esfuerzo para mantener
esa tensión, lo que resulta en una sensación de
aburrimiento más frecuente”. Por otra parte,
el aburrimiento supone menor problema para
las personas que presentan claridad emocio-
nal. Al evaluar con exactitud sus emociones,
estos individuos pueden efectivamente ol-
vidarse de sí mismos y concentrarse en las
tareas que tienen entre manos.
Los resultados fueron similares a los del es-
tudio de Vodanovich realizado junto con Ho-
pe M. Seib, de la Universidad de West Florida,
en 1998 con 308 estudiantes de licenciatura, en
el que los individuos con una percepción alta-
mente positiva de sí mismos —conscientes de
su propio estado interno— declararon aburrir-
se menos en general. Por el contrario, los que
mostraron una alta percepción negativa de sí
mismos —caracterizada por cavilaciones sen-
tenciosas— obtenían puntuaciones más eleva-
das en la escala BP.
Comprender los propios estados internos
puede ser un factor importante en el aburri-
miento, independientemente de lo que influ-
yan en la atención. La explicación psicoanalí-
tica del aburrimiento que avanzó Fenichel en
1951 planteaba que la represión de los afectos y
deseos lleva a una sensación de falta de sentido
y de rumbo porque quien lo sufre no sabe lo
que quiere hacer.
Las pruebas experimentales apoyan en parte
la noción de que el aburrimiento puede surgir
de una incapacidad para identificar las activi-
dades que llevan a la felicidad y la realización
personal. En 2007, el grupo encabezado por
John D. Eastwood, de la Universidad de York
en Toronto, señaló que los voluntarios que
puntuaban alto en escalas de alexitimia —defi-
ciencia para comprender y describir los propios
sentimientos, acompañada de una inhibición
de las emociones y las fantasías— puntuaron
más alto en la escala BP.
La prueba de que esta causa del aburrimiento
existe, independientemente de problemas de
atención, la muestra un trabajo del grupo de
Eastwood, inédito, en el que analizaron las
puntuaciones de 206 estudiantes en la escala
BP, un diagnóstico para ADHD adulto y una
escala de conciencia emocional. Descubrieron
que tanto los niveles altos de falta de aten-
ción como la conciencia emocional reducida
explican, por separado, una gran parte de la
variabilidad en la tendencia de los estudiantes
al aburrimiento.
Llevado al extremo, la incapacidad para sa-
ber lo que nos hará felices puede llevar a un
aburrimiento existencial más profundo que
surge de una omnipresente sensación de vacío
y falta de sentido. El aburrimiento existencial
también se puede dar cuando una persona
abandona objetivos y sueños importantes de
la vida por intereses más prácticos u otras pre-
siones. En el año 2000, Richard Bargdill, hoy en
la Universidad de Saint Francis, describió seis
3. EMPEZAR UNA AFICION,
como tocar la guitarra, puede
ayudar a evitar el aburrimiento.
La incapacidad
para saber lo que
nos hará felices
puede llevar a
un aburrimiento
existencial
profundo.
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BIBLIOGRAFIA
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Smilek en Consciousness
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online; 15 de junio 2007.
casos de lo que él llama “aburrimiento vital” en
el que el abandono de los objetivos de la vida
lleva a un estado de ambivalencia emocional
y aburrimiento penetrante. Por ejemplo, una
mujer, que había abandonado su sueño de ser
bióloga, ahora se encontraba en un hogar vacío
con un marido al que aborrecía; un hombre
que había renunciado a su deseo de hacerse as-
trónomo para dedicarse profesionalmente a la
religión. “Estar aburrido es estar desconectado
del mundo”, concluye Eastwood.
Combatir el aburrimiento
El tratamiento para el aburrimiento, al igual
que la propia sensación de aburrirse, es poli-
mórfico. Csikszentmihalyi sugiere que, si lo que
genera el aburrimiento es un trabajo anodino,
podría cambiarse de empleo o enriquecer el
entorno laboral con nuevos niveles de comple-
jidad y desafíos. Sea por caso el empleado de
un supermercado: podría mejorar el servicio
dedicando algún tiempo a entablar conversa-
ción con los clientes.
Un estudio del psicólogo William McBain,
del State College de San José, realizado en 1970
con camioneros que recorrían largas distancias,
reflejó que los conductores que se distraían con
juegos mentales, como contar los objetos que
pasaban, declararon aburrirse poco. También
conducían con más precaución.
Si el aburrimiento invade el tiempo de ocio,
el individuo puede ensayar nuevos intereses, ha-
bilidades o pasatiempos, dice Vodanovich. Para
dar ejemplo, lucha contra la rutina mediante
trucos sencillos, que van del cambio de trayec-
to para ir al trabajo hasta la manera de ver el
mundo que lo rodea.
Esta apreciación profunda de uno mismo y
de los entornos más inmediatos también yace
en el fondo del estado de clara conciencia
(“mindfulness”), “el estado de prestar atención
y percatarse de lo que está ocurriendo en el
momento”, escribieron Kirk Warren Brown, de
la Universidad Commonwealth de Virginia, y
Richard M. Ryan, de la Universidad de Roches-
ter en un ensayo de 2003. Las prácticas de ese
estado de conciencia —cada vez más populares
en entornos educativos, médicos y de oficina—
tienen sus orígenes en las filosofías orientales
de meditación. A los sujetos se les enseña a
sosegarse, concentrarse en la respiración y en
las sensaciones del cuerpo, y dejar pasar los
sentimientos libremente sin juzgarlos.
Este tipo de prácticas puede reducir el
aburrimiento haciendo que la gente se mues-
tre más abierta y menos obsesionada con sus
propios estados de ánimo. En febrero de 2007,
un equipo de psicólogos de la Universidad de
Melbourne reseñó que un grupo de medita-
dores principiantes mejoró el rendimiento
en tareas que requerían atención continua y
esfuerzo de memoria con un curso de mind-
fulness de diez días —y también disminuyó
en ellos la cavilación y los síntomas de depre-
sión— comparados con los principiantes que
no pasaron por el curso.
Alentar a los niños a entretenerse de una for-
ma mentalmente activa, imaginativa, y evitar el
ocio pasivo podrían también reducir el aburri-
miento. “Proporcionamos a los niños mucho
entretenimiento en forma de televisión e iPods
evitando que desarrollen sus habilidades in-
ternas para lidiar con el aburrimiento”, afirma
Sandberg. Involucrarse en pasatiempos activos,
como el deporte o los juegos, producirá flujo de
la conciencia, afirma Csikszentmihalyi.
Desarrollar formas de combatir el aburri-
miento puede ayudar a curar otras enfermeda-
des. De acuerdo con investigaciones recientes
sobre recuperación de drogadictos, si éstos
aprenden a lidiar con el aburrimiento, es me-
nos probable que recaigan. En un ensayo que
Todman lleva a cabo con 156 adictos en una
clínica de metadona en el Centro Médico Beth
Israel de la ciudad de Nueva York, ha descubier-
to que el nivel de aburrimiento que declaraban
los adictos era el único indicador fiable para
saber si se mantendrían limpios.
Por supuesto, el aburrimiento también tiene
sus beneficios. Puede aportar una oportunidad
para pensar y reflexionar, constituir un sínto-
ma de que determinada tarea es una pérdida
de tiempo y que, por tanto, no vale la pena
seguir con ella. “En vez de luchar contra el
aburrimiento, haríamos bien en detenernos y
aprender de la experiencia”, dice Eastwood.
Efectivamente, muchos estudiosos consi-
deran el aburrimiento un catalizador para la
acción. En su ensayo de 1995, Elogio del aburri-
miento, el poeta y premio Nobel Joseph Brods-
ky escribió: “Cuando el aburrimiento haga
presa en ti, ve a por él. Deja que te aplaste;
sumérgete, toca fondo. En general, con todo
lo desagradable, la regla es que cuanto antes
toques fondo, antes emerges”. A lo que aposti-
lla Vodanovich: “Si no sucumbes a sus efectos
negativos, el aburrimiento es una gran fuerza
motivadora”.
Anna Gosline dirige Inkling, revista virtual de ciencias.
88 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
ILUSIONES
L
os primeros psicólogos de la Gestalt
—entre ellos Stuart Anstis, de la
Universidad de California en San Diego,
y Hans Wallach— hallábanse intrigados
por la que ellos llamaban “ilusión de
la señal de barbería” (a). El anuncio de la
barbería consiste en un cilindro vertical
en cuya superficie se arrollan en hélice
franjas rojas y blancas. El cilindro gira en
torno a su eje longitudinal. Las franjas se
mueven en realidad en sentido horizon-
tal, pues cada uno de sus puntos describe
un círculo alrededor del eje, pero pare-
cen desplazarse en sentido vertical, hacia
arriba o hacia abajo, según el sentido de
rotación.
Esta ilusión constituye una sólida
prueba de la tesis que hemos venido
repitiendo en la sección, a saber, que la
percepción no remeda a la física. En ella
interviene la interpretación del cerebro,
deducida de una imagen proyectada so-
bre el fondo del ojo, en la retina, el cual
ha de emitir un juicio sobre lo que está
ocurriendo en el exterior, en el mundo.
Ahora bien, ¿qué es lo que provoca la
ilusión?
Consideremos un caso más sencillo:
una cartulina en la que se han pintado
franjas verticales y que es movida por
detrás de una abertura circular (b). Aquí
hemos mostrado esquemáticamente los
márgenes exteriores de la tarjeta a fran-
jas, para dejar claro qué es lo que ocurre
tras la abertura. No deberían quedar vi-
sibles, sin embargo, cuando se observe el
montaje real, que el lector puede prepa-
rar fácilmente en casa recortando en una
hoja grande de cartulina una abertura
circular, que tenga, por ejemplo, de 4 a 5
centímetros de diámetro. Utilice después
una segunda cartulina, más pequeña,
con franjas verticales, alternativamente
rojas y blancas, de unos 5 milímetros de
anchura. Pídale a otra persona que mue-
va la tarjeta a franjas a un lado y otro
en una dirección cualquiera; mientras
usted observa las franjas visibles por la
abertura, trate de decidir la dirección del
movimiento.
Si la tarjeta a franjas es desplazada ho-
rizontalmente, observará que las franjas
se mueven en sentido horizontal. Pero si
las franjas estuvieran moviéndose obli-
cuamente a mayor velocidad, el estímulo
visual en la retina sería exactamente
el mismo. De hecho, existe una fami-
lia de vectores (es decir, movimientos
en una cierta dirección) de diferentes
velocidades y orientaciones que produ-
cen todos en la retina la misma imagen
cambiante.
Esta familia de vectores está indicada
en b por flechas de distintas longitudes,
que representan su velocidad y direc-
ción. No obstante, aunque el estímulo
propiamente dicho sea ambiguo, nues-
tra percepción no lo es: siempre vemos
que las franjas se mueven en sentido per-
pendicular a su orientación. Tal parece
FRANJAS DESLIZANTES
Unos cuantos experimentos sencillos desentrañan los misterios de la ilusión del poste de barbería
VILAYANUR S. RAMACHANDRAN Y DIANE ROGERS-RAMACHANDRAN
a
La ilusión del poste de barbería demuestra, una vez más,
que la percepción no remeda a la física.
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ser coeteris paribus, la solución preesta-
blecida de nuestra percepción, o como
ahora se dice, la “solución por defecto”.
No se aprecia que las franjas se muevan
en sentido diagonal a mayor velocidad.
El cerebro resuelve el llamado problema
de la abertura dando por supuesta una
situación preconcebida.
En el rectángulo
Examinemos otra vez estímulos como el
del poste de la barbería, es decir, estímu-
los en los que la abertura es rectangular
y vertical, y las franjas están orientadas
en diagonal (c). Al repetir el mismo ex-
perimento en este nuevo planteamien-
to, se podría esperar que la percepción
preconcebida siguiera siendo la misma,
es decir, de movimiento perpendicular
a la orientación de las franjas. Pero no
ocurre tal: no se aprecia un movimiento
oblicuo. Antes bien, las franjas parecen
invariablemente moverse en sentido ver-
tical, en la dirección del eje longitudinal
de la abertura, lo mismo que en el poste
de barbería. ¿Por qué?
Cabría pensar que en este caso inter-
viene un factor adicional. Observemos
que, aunque la dirección (y la velocidad)
de las franjas sigue siendo ambigua, los
ápices de las franjas se mueven sin am-
bigüedad hacia arriba a lo largo del bor-
de de la apertura (o de la generatriz del
cilindro, en el caso del poste). El movi-
miento de estos “terminadores” puede
contribuir a resolver la ambigüedad de
la dirección del movimiento; las pun-
tas “arrastran” a las franjas en un único
sentido ascendente, efecto al que algu-
nos investigadores denominan “captura
de movimiento”. Este fenómeno explica
la ilusión del poste de barbería. Se po-
dría decir que este movimiento, que no
es ambiguo, le da la clave al cerebro y
dicta que toda la estructura a franjas
se vea en movimiento ( flechas en c) a
lo largo de la dirección mayor del rec-
tángulo, ya sea en posición horizontal
o vertical.
Podemos plantearle un problema al
sistema visual mediante un montaje
como en d, formado por un grupo disper-
so de aberturas verticales u horizontales,
por detrás de todas las cuales se están
moviendo oblicuamente las franjas. Si se
fija la mirada en una cualquiera de esas
aberturas, se verá que las franjas se des-
plazan, ya en dirección horizontal, ya en
vertical, como sería de esperar. Pero con
un poco de esfuerzo es posible obligarse
a ver el conjunto como un todo.
En tal caso, uno percibe el tout ensem-
ble como un único y gran conjunto de
franjas en movimiento oblicuo, visto a
través un gran cartón opaco, en el que se
han recortado al azar aberturas verticales
u horizontales en diversos lugares. Nues-
tro sistema visual “considera” que esta
percepción constituye una descripción
más económica de los datos que la visión
de postes de barbero independientes, dis-
tribuidos por el mundo en esta precisa
manera por algún marciano loco que se
propusiera confundirnos.
Nuestra inmunidad para no ver pos-
tes de barbero independientes implica
que en el sistema visual han de estar im-
plantadas reglas complejas de segmenta-
ción de imágenes (entre ellas, reglas de
“completación” de la superficie a franjas
situada por detrás de las ventanas hori-
zontales o verticales).
Intersección de las restricciones
Tomemos ahora otro ejemplo. En e se
tiende a ver un movimiento diagonal,
a 45 grados hacia arriba y hacia la dere-
b
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Aunque el estímulo visual sea ambiguo, nuestra percepción no lo es.
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cha, mientras que en f este movimiento
es hacia abajo y hacia la derecha, como
indican las flechas.
¿Y si ahora los superponemos? ¿Las
veremos pasar unas junto a otras en án-
gulo recto? La respuesta es negativa; lo
que veremos es un tartán en movimien-
to horizontal (indicado por la flecha de
g). Edward H. Adelson, del MIT, y J. An-
thony Movshon, de la Universidad de
Nueva York, investigadores ambos de la
percepción, han llevado a cabo sagaces
experimentos para demostrar que, con-
trariamente a la intuición ingenua, este
efecto no se produce por simple prome-
diación de los vectores de ambas series
de rayas. Se debe, en cambio, a un princi-
pio denominado “intersección de restric-
ciones”. Cada movimiento del tartán es
compatible con una familia de vectores,
y la región de superposición —donde las
dos familias se superponen— es tomada
como la “auténtica” dirección de movi-
miento.
Curiosamente, las neuronas sensibles
al movimiento de áreas cerebrales que
empiezan a actuar en las primeras fases
del procesamiento jerárquico del movi-
miento (entre ellas, un región llamada
MT), responden por separado a la direc-
ción de cada rayado (“componente de
movimiento”), mientras que las células
situadas a nivel más elevado responden
a la dirección general del cuadriculado
(“movimiento del tartán”). Es como si es-
tas neuronas estuvieran integrando las
señales eferentes de las neuronas sensi-
bles a las componentes del movimiento
y pusieran en servicio el algoritmo de
intersección de restricciones.
Existe un segundo modelo para la in-
tersección de restricciones. Observemos
en g que, no obstante la ambigüedad del
movimiento de las franjas, las intersec-
ciones entre éstas se desplazan inequí-
vocamente en sentido horizontal. Tales
puntos de cruce podrían “capturar” y
arrastrar horizontalmente consigo los
rayados, desempeñando así un papel
semejante al de las puntas agudas en
la abertura vertical o en el poste del
barbero.
No existe, por el momento, una razón
poderosa para preferir uno u otro mode-
lo. El primero (intersección de restriccio-
nes) es de mayor elegancia matemática y
podría ser del agrado de un cosmólogo,
mientras que el segundo (un atajo más
“chapucero”) podría ser el favorito del
biólogo.
Se cree que el patrón decorativo del
poste de barbería pretendía en un prin-
cipio ser representación de sangre y ven-
das, cuando los barberos eran también
cirujanos. Mal podían aquellos hombres
imaginar que esta ilusión iba a propor-
cionar análisis tan incisivos sobre la for-
ma en que los humanos percibimos el
movimiento.
Vilayanur S. Ramachandran y Diane Rogers-
Ramachandran investigan en el Centro para
el Cerebro y la Cognición en la Universidad
de California en San Diego.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA
PHENOMENAL COHERENCE OF MOVI NG
VISUAL PATTERNS. E. H. Adelson y J. A.
Movshon en Nature, vol. 300, págs.
523-525; 1982.
TRANSPARENCY AND COHERENCE IN HU-
MAN MOTION PERCEPTION. G. R. Stoner,
T. D. Albright y V. S. Ramachandran en
Nature, vol. 344, págs. 153-155; 8 de
marzo, 1990.
d
e f g
Nuestra inmunidad para no ver postes de barbero independientes entraña
complejas reglas en nuestro sistema visual.
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 91
SYLLABUS
E
n los últimos años, y coincidiendo
con el surgimiento de la psiquiatría
comunitaria, hemos asistido a un progre-
sivo proceso de desinstitucionalización
de los pacientes ingresados en centros
psiquiátricos. A los menos discapacitados
se les reconduce a los nuevos recursos co-
munitarios, dejando a los graves en otros
más institucionalizados. Los pacientes
institucionalizados presentan peor ca-
lidad de vida que los comunitarios, no
experimentan mejora en sus habilidades
de la vida diaria y se reduce al mínimo
su red social.
Los enfermos mentales severos que
predominan en las instituciones psi-
quiátricas son los diagnosticados de es-
quizofrenia. Esta enfermedad presenta
tipologías clínicas muy heterogéneas
y una evolución que, en muchos casos,
conducirá a una discapacidad notable.
Al tratarse de pacientes institucionali-
zados, no es fácil su entrenamiento en
habilidades y roles sociales.
Una aproximación novedosa a la
realización de programas de rehabili-
tación nos la ofrece la introducción de
animales de compañía en el proceso
terapéutico.
La TFA, o terapia facilitada por ani-
males, constituye una modificación en
las intervenciones tradicionales dise-
ñadas para mejorar el funcionamien-
to cognitivo o social del paciente, con
unos objetivos específicos y definidos
en el tiempo. La modificación consiste
en introducir un animal de compañía
en el proceso terapéutico. La interac-
ción entre el animal y el paciente es
generalmente de uno a uno. Los anima-
les, especialmente entrenados, no son
los del propio paciente. Igual que otros
programas de intervención, los progra-
mas de TFA han de estar protocolariza-
dos, diseñados según las características
individuales de cada paciente y adjun-
tos al tratamiento normal de éstos. El
objetivo terapéutico debe dirigirse a
mejorar las habilidades sociales de los
sujetos, su autonomía y sus respuestas
emocionales. Además, la participación
de los pacientes ha de ser libre y con-
sentida.
De un tiempo a esta parte se han
venido acometiendo proyectos que se
proponen cuantificar los beneficios de
ESQUIZOFRENIA CRONICA
Utilización de animales de compañía en los programas de rehabilitación
VICTORIA VILLALTA GIL
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92 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
utilizar el vínculo animal-persona en
un ámbito terapéutico. Aunque no son
muchos los estudios de gran rigor me-
todológico, los realizados hasta la fecha
indican que la TFA es beneficiosa para
diferentes síntomas y enfermedades en
poblaciones diversas. Los programas de
TFA se han aplicado a personas con dis-
capacidad física, psíquica o ambas, per-
sonas en la tercera edad, población pe-
nitenciaria y sujetos con enfermedades
mentales crónicas. Entre los programas
realizados y evaluados dirigidos a per-
sonas con esquizofrenia crónica se han
informado mejoras significativas en el
funcionamiento social-interpersonal,
en el tono hedónico, en la percepción
de su calidad de vida, y en algunas ac-
tividades de la vida diaria. También se
han registrado mejoras en los síntomas
clínicos de estos pacientes utilizando
programas de TFA. Un estudio realizado
por nuestro equipo también cosechó re-
sultados similares. Otro estudio encon-
tró que los niveles de ansiedad de los
pacientes con diagnóstico de trastorno
psicótico a los que se les aplicaba un
programa de TFA disminuían de forma
significativa, comparados con un grupo
de pacientes a los que se les daba apoyo
emocional.
Toda esa gavilla de estudios realizados
con personas diagnosticadas de esquizo-
frenia se han realizado con muestras no
muy grandes, aunque con un alto segui-
miento y vinculación por parte de todos
los pacientes.
Hasta el momento, la medicación neu-
roléptica ha fracasado ante la sintoma-
tología negativa, caracterizada por un
enlentecimiento del pensamiento, afecto
aplanado y retraimiento social. Este con-
junto de síntomas negativos es el que se
ha asociado, con frecuencia, a una larga
evolución de la enfermedad, una dis-
función cognitiva y la discapacidad del
individuo.
Ya que el reto de la rehabilitación es de-
sarrollar creativamente apoyos de largo
plazo que promuevan el funcionamiento
social y ayuden a aceptar las dificultades
incurables y cómo mantenerlas eficaz-
mente, creemos que la aplicación de un
programa de TFA, como complemento
de la terapia tradicional y no una terapia
exclusiva ni autosuficiente, podría ser be-
neficioso para personas con enfermedad
mental crónica residentes en una unidad
de larga estancia. ¿Por qué? Porque opera
sobre la sintomatología negativa y reduce
su severidad. Se muestra asimismo eficaz
en cuanto catalizador social. Los ejerci-
cios de rehabilitación cognitiva que se
realizan en presencia de animales obtie-
nen unos resultados mejores que aque-
llos a los que no se les añade la presencia
de un animal. Una presencia que reduce
los niveles de ansiedad.
La TFA se plantea como complemen-
to a las intervenciones tradicionales. Su
talón de Aquiles estriba en la ausencia
de estudios que evalúen su eficacia y be-
neficios e investiguen los perjuicios que
pueda acarrear.
Victoria Villalta Gil
Unidad de Investigación de San Juan de Dios,
Servicios de Salud Mental, Barcelona
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 93
LIBROS
A
nte un estímulo, la neurona res-
ponde emitiendo cierto número
de espigas. El esquema clásico de mo-
dificación de la sinapsis, avanzado por
Hebb en 1949, requiere que la neurona
postsináptica se excite inmediatamente
después de la neurona presináptica. Así
se admitió durante decenios, hasta que,
en 2007, Remy y Spruston mostraron
que la excitación postsináptica no era
de suyo necesaria. Cuando percibimos
un estímulo que presenta una combi-
nación de cualidades sensoriales (color,
sonido y sabor), intervienen diversas
regiones cerebrales, de dispar rango
jerárquico. No cabe imaginar que las
células que representan ese conjunto
de cualidades terminen por converger
en una sola neurona. Hay demasiadas
cualidades perceptivas y muy pocas
neuronas.
Conviene reparar en un rasgo crucial,
para distinguir entre una percepción
significativa y una acción intenciona-
da: cómo se siente en relación con el
yo. Existe una nítida diferencia cuali-
tativa subjetiva entre tener mi pupila
constreñida por un rayo de luz mien-
tras duermo y ver el Sol, y existe una
diferencia cualitativa subjetiva entre
un doblamiento espontáneo de la ro-
dilla y otro voluntario. El primero no
implica necesariamente qualia, pero sí
el segundo.
En respuesta a una escena natural,
bastoncillos y conos dependen de la
luz. Las células ganglionares, las célu-
las geniculadas y las células corticales
comparan una región con sus contor-
nos. Compete al sistema visual codificar
los bloques estructurales de la escena
—bordes, texturas y formas— que po-
sibiliten el reconocimiento de objetos
y la comprensión de lo percibido. Esen-
cial para ese proceso es la formación de
representaciones abstractas que gene-
ralicen a partir de ejemplos específicos
de información visual. Una tesis común
sostiene que las neuronas del primitivo
sistema visual señalan conjunciones de
rasgos de la imagen, pero el mecanis-
mo a través del cual se producen tales
representaciones invariantes apenas
si se conoce. En un artículo publicado
en Nature a principios de este año, Yan
Karklin y Michael S. Lewicki proponían
que, para generalizar sobre imágenes
similares, las neuronas visuales de alto
nivel codifican variaciones estadísticas
que caracterizan regiones locales de la
imagen.
El hecho de que una célula del cerebro
responda a estímulos visuales no garan-
tiza que tome parte directa en la percep-
ción. Muchas estructuras del tallo que
son primariamente visuales sólo inter-
vienen en los movimientos oculares, la
constricción de las pupilas y el enfoque
del cristalino. Sí acontece, en cambio,
que la destrucción de una porción del
córtex estriado produce ceguera en una
pequeña parte del mundo visual. No sólo
en humanos: la lesión del córtex estriado
produce idéntico resultado en el mono.
En el gato las cosas no son tan senci-
llas; un gato al que se le ha eliminado
el córtex estriado puede ver, aunque no
tan bien. Por su parte, ranas y tortugas,
PERCEPCION
La importacia de la ilusión en la interpretación de lo observado
SEEING THROUGH ILLUSIONS,
por Richard L. Gregory. Oxford University
Press; Oxford, 2009.
CIRCUITS IN THE BRAIN. A MODEL OF SHAPE PRO-
CESSING IN THE PRIMARY VISUAL CORTEX,
por Charles Legéndy. Springer; Nueva York,
2009.
94 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
vertebrados inferiores, carecen de una
estructura que se parezca al córtex hu-
mano y nadie se atrevería a afirmar que
son ciegos.
Sostenía ya Hubel en 1988 que los
contornos luz-obscuridad constituían
los componentes principales de nues-
tra percepción. Pero no son los únicos.
Podemos equiparar la percepción a un
tratamiento de la información. La co-
loración de los objetos ayuda a definir
sus contornos. Sin olvidar que el som-
breado de los objetos, que consiste en
lentas transiciones de luz a obscuridad,
así como de sus texturas, pueden aportar
claves importantes sobre la forma y la
profundidad.
La forma es una estructura única, no
analizable, que se nos impone. Un fenó-
meno que siempre ha acompañado al
hombre. Esa tendencia a las percepciones
organizadas, a ver unidades construidas
incluso allí donde no existen, es utiliza-
da por algunos psicólogos para estudiar
el imaginario de los individuos en los
tests proyectivos (el de Rorschach, por
ejemplo).
Las ilusiones, por el contrario, son
fracasos espectaculares de la percep-
ción. La Luna se nos aparece mayor que
el Sol y fundimos las imágenes que se
suceden con una cadencia de 24 por se-
gundo (Seeing Through Illusions). Desde
su inicio, la psicología experimental se
ha interesado por las ilusiones geomé-
tricas (óptico-geométricas), fáciles de
reproducir y mesurar. Sirviéndose de
una multitud de ejemplos, Gregory
demuestra de qué modo las ilusiones
aportan unas posibilidades de enfoque
únicas en lo que concierne a la percep-
ción cerebral. Con ellas caemos en el
error por la sencilla razón de que no nos
apoyamos en nuestros ojos para inter-
pretar el mundo, sino en el conocimien-
to innato y en reglas congénitas sobre
la forma en que opera el mundo, forja-
dos en el curso de la evolución; amén
de basarnos también en lo aprendido
por experiencia. En breve, vemos lo que
esperamos ver y hemos evolucionado
para ver. Si no fuera así, no habría ilu-
siones ni magia.
Sólo hasta cierto punto podemos
creer lo que observamos con nuestros
propios ojos. Nos apoyamos en claves
muy sutiles, tales como el sombreado
o la intensidad de color, para ver la di-
mensión de profundidad, y en varios
supuestos sobre la realidad externa. Las
ilusiones nos engañan con una sombra
obscura allí donde esperaríamos ver luz;
con líneas de igual longitud, cuando las
claves asociadas sugerirían otra cosa. No
es, en la mayoría de los casos, culpa o
fallo de nuestros ojos, sino de nuestro
cerebro. No importa tanto ver como
interpretar. E interpretamos el mundo
con cerebros que han evolucionado para
utilizar la visión en ayuda de nuestra
supervivencia.
El ver no constituye un proceso de
abajo arriba, del ojo al cerebro, sino que
implica también procesos laterales y
de arriba abajo que se sustentan sobre
un conocimiento implícito —esto es,
una sintaxis evolucionada e innata, así
como una semántica basada en un cono-
cimiento perceptivo congénito— amén
de nuestra comprensión conceptual, de
lo que conocemos o pensamos que cono-
cemos. En la visión convergen la óptica,
la fisiología, el procesamiento de la in-
formación, la resolución de problemas y
la probabilidad.
Las percepciones no están, en efecto,
directamente relacionadas con los ob-
jetos. Por mucho que parezcan vividas
y directamente vinculadas al mundo
observado, lo que viene a constituir la
mayor ilusión de todas. Por mucho que
ver parezca elemental y fácil, lo cierto
es que la mitad de la corteza del cerebro
humano interviene activamente en la
lectura de las imágenes retinianas. Para
ver, la corteza gasta en torno al 4 por
ciento de la energía que extraemos de
la alimentación. Las señales visuales son
procesadas inicialmente en la retina por
tres capas de neuronas. Luego, los pul-
sos eléctricos de potenciales de acción
cursan a lo largo de millones de fibras
del nervio óptico para ser leídos por es-
tructuras maravillosamente organizadas
del cerebro, utilizando el conocimiento
de los objetos guardados en la memoria.
Por consiguiente, el presente se ve a tra-
vés del conocimiento del pasado, lo que
puede inducir a error.
MENTE Y CEREBRO 39 / 2009 95
Podemos dividir las ilusiones en cla-
ses de acuerdo con la naturaleza del
truco empleado, cubo de Necker, dis-
torsión, inestabilidad y paradoja, entre
otras. Las ilusiones pueden resultar de
errores fisiológicos (de señalización)
o de errores cognitivos (de un conoci-
miento equivocado, a la hora de leer las
claves de las imágenes que llegan de los
ojos). Aunque las ilusiones fisiológicas
y cognitivas tienen causas tan diferen-
tes, algunas ilusiones son similares y se
confunden fácilmente. Una fisiología
con funcionamiento deficiente y un co-
nocimiento erróneo pueden producir
efectos iguales; pero sus implicaciones
para comprender lo que está sucedien-
do son muy distintas.
Mientras las criaturas simples res-
ponden directamente a los estímulos,
los animales superiores ven y se com-
portan en respuesta a causas de estímu-
los conjeturadas. Este movimiento de
respuesta a los estímulos, a la planifi-
cación del comportamiento a partir de
causas atribuidas, a resultados anticipa-
dos es, podríamos decir, un movimien-
to de una recepción primitiva a una
percepción cognitiva. Las respuestas
de los protoorganismos a los estímulos
constituyen un ejemplo de recepción;
reservamos el término percepción para
la experiencia cognitiva de alto nivel,
con comportamiento inteligente aso-
ciado. La clave reside aquí en responder
a situaciones y objetos atribuidos, no
directamente a los estímulos. Hay de-
sarrollo evolutivo desde las respuestas
de abajo arriba hasta el conocimiento de
arriba abajo. La percepción primitiva, o
mejor recepción es, en buena medida,
innata. La percepción refinada se basa
en el conocimiento de causas verosími-
les de estímulos, es decir, de hipótesis
de lo que pudiera haber fuera. Parte de
nuestro comportamiento procede de la
recepción primitiva, como cuando par-
padeamos ante un ruido repentino sin
conocer las causas.
Considerando la que quizás es capaci-
dad única para el pensamiento abstracto,
podemos introducir una categoría final:
concepción. Recepción Percepción
Concepción forman una secuencia evo-
lutiva. La evolución podría considerarse
como un despliegue desde la recepción
en organismos elementales, pasando
por la percepción cognitiva basada en
el conocimiento, hasta la concepción
del pensamiento abstracto. Las ilusio-
nes de la recepción son primariamente
distorsiones fisiológicas de las señales
procedentes de los sentidos. Las ilusio-
nes de la percepción abarcan errores
en la interpretación de las señales, por
culpa de un conocimiento inadecuado
y supuestos falsos.
Charles Legéndy (Circuits in the Brain)
extrae determinados rasgos globales del
cerebro a partir de las neuronas. Idea un
modelo “de excitación relacional” para
explicar el procesamiento de la forma.
Dicho modelo comprende un desarrollo
progresivo (paso a paso) de un conjunto
de redes multineuronales para transmi-
tir relaciones visuales. De ese modo apli-
ca su formación en ingeniería eléctrica
y en física del estado sólido.
Legéndy escribió su primer artículo
sobre teoría cerebral en 1967, sobre
grupos de neuronas excitables, donde
reflejaba la influencia de McCulloch,
Rosenblatt y von Neumann. En ese en-
sayo se proponía explorar la dualidad
entre percepción subjetiva y los hechos
de la conectividad, así como describir
un conjunto de “redes con círculos”,
más fiables que sus propios elementos
individuales. La ramificación y conec-
tividad de las neuronas caracterizan al
cerebro. Hay kilómetros de fibras por
milímetro cúbico y miles de sinapsis
por neurona; el cerebro ha adquirido
una notable pericia en la creación de co-
nexiones. Una función del cerebro es la
de traducir “conexiones en sentido me-
tafórico” en conexiones en sentido físi-
co; en otras palabras, transformar co-
nexiones entre objetos de la realidad de
la naturaleza, cuando se hallan vincu-
ladas en nuestra mente, en conexiones
que son tangibles y toman la forma de
fibras y sinapsis.
La conexión entre objetos, produci-
da por nuestra mente, viene a ser una
suerte de engarce sintáctico; una copa
de café es más que “copa, café”. El reto
lanzado estriba en comprender cómo
las neuronas y las sinapsis, de acuerdo
con ciertas reglas, se desenvuelven para
acometer una vinculación sintáctica. El
problema guarda una estrecha relación
con lo que, en una formulación más ge-
neral se conoce por problema del enlace,
aplicado al procesamiento de los con-
tornos individuales en la corteza visual
primaria.
Sin abandonar del todo el modelo de
conjunción o asamblea celular (es de-
cir, grupos de neuronas interconecta-
das), con capacidad para la excitación
grupal, se propone que cada ignición o
excitación consistirá en una sola espiga
emitida por cada neurona del conjunto.
El cerebro no opera a través del ensa-
yo y el error. En el modelo de Legéndy
se pondera la capacidad de la corteza
visual de trasladar los bloques compo-
nentes de la información sobre la forma
a la corteza superior, en vez de trasladar
sólo las respuestas del campo receptor
individual.
Un buen punto de partida a la hora
de enfrentarse a la cuestión sobre la
percepción de la forma es el artículo
que Lettvin y sus colegas publicaron
en 1959, que tomaba registros de las
fibras del nervio óptico de la rana y
clasificaba las células del ganglio reti-
niano. De estas células se originan las
fibras. La clasificación de las células
se basaba en su respuesta al estímulo
visual. Lettvin puso a su artículo el tí-
tulo provocador de What the frog’s eye
tells the frog’s brain. Subrayaba así que
el nervio óptico se interpone entre el
ojo y el cerebro. Y admitido eso, cabe
admitir que nada más puede alcanzar
al cerebro procedente del ojo que algu-
nas aristas o bordes, puntos o manchas.
Pero ninguna forma compuesta. Por la
misma época, en 1959, Hubel y Wiesel
registraban en la corteza visual del gato
una estructura interpuesta también en
serie entre el ojo y el resto del cerebro,
y demostraron que los gatos sólo po-
dían distinguir aristas y barras. Unos
años más tarde, en 1968, Hubel y Wiesel
observaron que los monos no podían
hacer ni una cosa ni otra.
Las etapas concretas del procesa-
miento de la forma no han sido abor-
dadas todavía. Buena parte de la mo-
delización del cerebro es un trabajo de
ingeniería inversa. La imagen retinia-
96 MENTE Y CEREBRO 39 / 2009
na de una escena natural típica es un
laberinto de formas y urge al sistema
visual a dividirlo en entidades que co-
rrespondan a objetos a los que debamos
atender. Para acometer ese reto, el siste-
ma visual recurre a estrategias varias,
una de ellas fijarse en los contornos del
campo visual, en extensión suficiente
para contener numerosos campos re-
ceptores elementales. El contorno es la
frontera del objeto, lo que lo delimita
en el mundo real.
En principio, una célula elemental
respondería sólo cuando el contorno se
centrase en su campo receptor, ni antes
ni después. Cierto agrupamiento celular
temporal (cuerda de contorno) emerge
siempre que aparece un contorno en
la imagen retiniana subyacente. Las
células de un mismo tipo con campos
receptores adyacentes y similares se
asocian a lo largo de cada contorno, de
una suerte tal que les permite trasladar
espigas en ambas direcciones a lo largo
de cada contorno, e iniciar espontánea-
mente tales espigas propagadoras (on-
das de contorno) en tanto en cuanto el
contorno se encuentre presente en sus
campos receptores.
Luis Alonso
MAL SAGRADO
MANUAL DE EPILEPSIA,
por Tomas R. Browne y Gregory L.
Holmes. Traducción de Javier Vizcaíno
Guillén revisada por María Sueiras Gil.
Wolters/Lippincott Williams & Wilkins;
Barcelona, 2009.
L
a epilepsia tal vez sea la enferme-
dad conocida e identificada desde
más antiguo. Aureolada de misterio fue
calificada de “enfermedad sagrada”. La
descripción detallada de sus síntomas
no ha cambiado apenas desde los es-
critos hipocráticos. En pleno siglo XXI,
todavía sigue presentando muchos
enigmas etiológicos, patogénicos y te-
rapéuticos, sin dejar de constituir un
problema sanitario de primer orden.
A pesar de disponerse de un extenso
repertorio de fármacos antiepilépticos
y de avanzadas técnicas quirúrgicas,
los fracasos terapéuticos siguen alcan-
zando cifras del 30 al 40%.
Entre los abundantes libros dedi-
cados a esta enfermedad está parti-
cularmente acreditado el Manual de
Epilepsia de Browne y Holmes cuya
cuarta edición, cinco años después
de la anterior, acaba de aparecer en
español. Se trata de una obra eminen-
temente práctica, dirigida a médicos
generales, pediatras, postgraduados en
formación neurológica y estudiantes
de medicina.
Después de una introducción donde
se presentan los últimos avances pa-
togénicos y diagnósticos, incluyendo
las más modernas técnicas analíticas,
de imagen y electroencefalográficas, se
pasa revista a los distintos tipos de epi-
lepsias clasificándolas según las eda-
des más frecuentes de aparición de los
síntomas. Particular interés reviste el
capítulo dedicado a los fármacos antie-
pilépticos, completamente actualizado,
donde se exponen los mecanismos de
actuación, forma de administración,
dosis y datos farmacológicos. Hubiera
sido útil para los lectores españoles
incluir los nombres comerciales entre
nosotros.
Un interesante complemento de los
aspectos estrictamente clínicos son los
dos últimos capítulos, sobre la morbili-
dad asociada a la epilepsia y al asesora-
miento respecto a las precauciones que
los pacientes epilépticos deben tomar.
En el primero se insiste en los trastor-
nos psicológicos que suelen acompañar
a la epilepsia tanto en niños (hiperacti-
vidad, dificultades de aprendizaje, tras-
tornos de conducta, ansiedad) como en
adultos (depresión, ansiedad).
En el último se dan una serie de
consejos a los pacientes epilépticos
respecto a las actividades que les pue-
den suponer riesgo de desencadenar
un ataque epiléptico y las precauciones
que se han de tomar en caso de que
ocurra.
Con este Manual se dispone de una
excelente guía actualizada de consulta
rápida para orientarse en el complejo y
multifacético mundo de la epilepsia.
FRANCESC ASENSI BOTET
Hospital de La Fe, Valencia