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Prólogo - Garay

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Prólogo - Garay iter hominis Página. Página. Inicial Inicial Obras de Leonardo Leonardo Polo (textos completos) GARAY, Jesús de. Los de. Los sentidos de la forma en Aristóteles. Aristóteles . Pamplona: Pamplona: EUNSA, 1987, pp. 11-16. Prólogo Leonardo Polo La filosofía es un descubrimiento griego profundamente insertado en la historia de occidente. Desde luego, el descubrimiento tiene también una historia interna, que en la mente de Aristóteles se decanta para reemprender su andar con una nueva búsqueda, más ambiciosa que la de Sócrates. Por eso, los logros aristotélicos ofrecen una doble faz. Por una parte, su madurez invita al comentario. Comentar a Aristóteles significa volver a hacer vivir un alto pensar y llegar a ser filósofo al convertirlo en propio. Por otra parte, es posible notar la búsqueda aristotélica y tratar de continuarla. Para que esto no se quede en mero propósito, es preciso determinar con rigor dónde se detuvo el buscar del Filósofo. Ensayar otras actitudes — por ejemplo, ejemplo, Jaeger, Jaeger, Zürcher Zürcher — denota denota cierta renuncia a la filosofía. Este libro de Jesús de Garay se orienta desde el comentario hacia una temática que se abre a partir del tratamiento aristotélico de la forma. Como en dicho tratamiento la forma es plural, cabe advertir no sólo que la forma entraña diferencia, sino, más en el fondo, que la diferencia implica un sentido de la forma que trasciende la forma como actualidad y puede entenderse como una Prólogo - Garay noción primaria. Si es correcto dirigir el pensamiento del Estagirita en esta dirección, se amplía la distancia con el platonismo, el cual se mueve decididamente hacia la unidad. Jesús de Garay nota certeramente que su propuesta depende del significado del principio de contradicción y de la ampliación de dicho significado. Coincido en este punto con su planteamiento; sin embargo, aprovecharé este prólogo para exponer el principio de contradicción atendiendo tan sólo a su enclave griego.  Aristóteles formula el principio de contradicción de un modo explícitamente axiomático en el libro IV de la Metafísica. Lo primero que debe decirse de este complejo li  bro es que ocupa un lugar central en el conjunto de escritos con los que Aristóteles expresa la ciencia que está buscando  y que es nueva porque, como ya ha mostrado, los filósofos anteriores se equivocaron al considerar que la física es la ciencia primera [1]. El contenido del libro IV se puede dividir en varios núcleos temáticos. En primer lugar, aparece el elenco de los diversos sentidos del objeto de la filosofía primera [2].  Aristóteles los saca a relucir todos, y en una estrecha  vinculación que, a mi modo de ver, es proporcionada por el principio de contradicción. La metafísica versa sobre el ente en cuanto ente, sobre las causas, sobre la sustancia y sobre Dios.  Aparece enseguida la famosa sentencia según la cual el ente se dice en varios sentidos, que no son equívocos porque hay un sentido principal [3]. Esta pluralidad reaparece en los libros siguientes [4] ; en éste, Aristóteles parece limitarse a enunciarle, pero no es así. 1. Cfr. Metafísica, I, 983a 24-b8 y IV, 1005b 1-2. 2. Cfr. Metafísica, IV, 1003a 21 - b19. 3. Cfr. Metafísica, IV, 1003a 33 - b10. Prólogo - Garay 4. Cfr. Metafísica, V, 1017a 7 - b9; VI, 1023a 33 - b2; VII, 1029a 10 ss; IX, 1045b 27-35 y 1059a 34 - b2; XI, 1060b 31 - 1061b 27. En efecto, aunque a la sustancia se le dedica el libro VII,  juega un importante papel, junto a la distinción entre el ente en cuanto verdadero y el ente real, y a la distinción según la potencia y el acto, al fijar el alcance del principio de contradicción. Lo verdadero (y lo falso) hacen propiamente acto de presencia cuando se trata de los que niegan el principio de contradicción. El principio de contradicción no se puede demostrar (es imposible demostrarlo todo; además el principio es evidente de suyo, no es hipotético, etc.), pero sí se puede refutar a los que, de  buena o mala fe, lo niegan. Ahora bien, tal refutación sólo se puede hacer en términos de ente veritativo [5]. Esto implica que el principio de contradicción tiene valor real (si bien no puede ser refutado quien niegue ese valor. Sólo se presta a refutación el intento de hablar o de pensar sin atenerse a él). Con otras palabras, la distinción entre lo que puede y no puede ser refutado cara a este principio se corresponde estrictamente con la distinción entre el ente veritativo y el ente real. Por su parte, la noción de potencia tiene que ver con varios puntos pertinentes al respecto. El primero de ellos es que el principio de contradicción sólo es válido en el orden real cuando se trata del ente actual . Si hay  posibilidad — potencia — real, la vigencia del principio de contradicción no se extiende a ella [6] . 5. Cfr. Metafísica, IV, 1006a 18-21. 6. Cfr. Metafísica, IV, 1009a 24-36. También parece sugerir Aristóteles que en la potencia no se mantiene el valor veritativo del principio de contradicción, ya que no es cierto en general que toda composición sea verdadera o falsa. O dicho de otra manera, Prólogo - Garay no vale en todos los casos que afirmar sea negar lo contrario. Lo que constituye la excepción es, justamente, la potencia. El principio de contradicción es lógico y  ontológico, pero sólo vale cuando las proposiciones tienen el  verbo en presente. En orden al ente en potencia no vale, porque la potencia se abre de suyo a opuestos (para  Aristóteles — Averroes lo sigue manteniendo —, la quintaesencia, la materia prima de los astros, es aquel sentido de la potencia que no está abierto a contrarios). Todo esto interesa a la formulación del principio de contradicción que en el libro IV se propone. El principio de contradicción tiene varios sentidos. En primer lugar, vale en la relación de sujeto y predicado. En segundo lugar, se refiere a la sustancia, pues con él se establece que hay algo básico (no todo es accidente) o separado (frente a Anaxágoras). Pero hay que añadir enseguida que el principio de contradicción, como primer principio, no vale sólo en estos dos órdenes, sino que exige la eternidad del acto. Por tanto, lo enteramente no contradictorio es el primer motor. Expondré brevemente este triple nivel. “Es imposible, en efecto, que un mismo atributo se dé y  no se dé simultáneamente en un mismo sujeto y en el mismo momento” [7]. Es la formulación judicativa: de acuerdo con esta formulación, cabe decir que el principio de contradicción es el principio de la actualidad . No es imposible que un mismo atributo no se dé en distintos momentos en el mismo sujeto. Lo que es imposible es que ese mismo atributo se dé y no se dé a la vez. Lo que subyace en este aserto y lo justifica es el criterio de presencialidad, que se conserva en todo el ámbito de validez del principio. Porque esta formulación se refiere inmediatamente al atributo; un predicado no se puede dar y no dar simultáneamente en un mismo sujeto (en otro caso sería imposible hablar y pensar). Pero esa simultaneidad no se Prólogo - Garay mantiene demasiado; puede fallar: es posible, por ejemplo, ser blanco y dejar de serlo. En rigor, la actualidad reside aquí en la posesión de una propiedad por parte del sujeto, la cual tiene mucho de contingente según el tiempo (según el “ahora” es necesario que, si lo tiene, lo tenga y no no lo tenga. Axiomáticamente necesario, pero ¿por cuánto tiempo?). Precisamente por eso, es menester una actualidad mayor para el sujeto. El sujeto ha de ser más actual que su relación con el predicado; o, dicho de otro modo, el sujeto dura más que la posesión de un accidente [8]. Pues, como dice la fórmula, es imposible que un mismo atributo sea y  no sea simultáneamente en un mismo sujeto. La mismidad del sujeto, su actualidad, es el camino por donde Aristóteles alcanza la noción de sustancia como lo más intenso o profundamente actual; precisamente por eso, la Física no es la ciencia que se busca. 7. Cfr. Metafísica, IV, 1005b 19-22. 8. Cfr. Metafísica, IV, 1012b 28-31. En suma, es imposible que B se dé y no se dé simultáneamente en A. Esto es la formulación predicativa. Respecto del sujeto, la formulación podría ser que es imposible que A sea y no sea a la vez. A lo que conviene añadir que, en rigor, de ahí se sigue que la duración del sujeto es mayor que la de cualquier atributo. Aquí puede tomar pie Aristóteles para distinguir el juicio de la definición: es el uso real de la definición. La precedencia de la definición sobre el juicio aparece con claridad en  Aristóteles [9] . Zubiri ha insistido en que para Aristóteles la ousía  es simplemente el correlato de la definición; hay que conceder, al menos, que la definición es precisa para garantizar la mismidad del sujeto. Lo que se define es el sujeto; la ciencia de los accidentes es sofística. La definición es precisa para consagrar la actualidad, la solidez, el no cambiar de la sustancia. Pero hay distintos géneros de Prólogo - Garay sustancias; unas se generan y se corrompen; esto exige que existan sustancias incorruptibles. De lo contrario, el criterio de actualidad a cuya consagración está sirviendo el principio de contradicción, quedaría en suspenso. Dicho de otra manera, se podría sostener que en algún momento no hay nada actual: si todo fuera generable y corruptible, así sucedería. Los físicos presocráticos no pueden garantizar la actualidad sin fisuras. Esto lleva a la distinción entre lo generable y  corruptible, y lo eterno: el mundo sublunar y el astral. Es, en definitiva, el camino que lleva a Dios. Dios, desde el punto de vista del principio de contradicción, se puede describir como la actualidad que nunca falta, indefectible, eterna [10]. Dios es tema de la metafísica en virtud del principio de contradicción. 9. Cfr. Metafísica, IV, 1012b 5-8. 10. Cfr. Metafísica, IV, 1012b 30-31.  Así pues, hay una actualidad débil, que es la actualidad de la predicación, y una actualidad más fuerte, más básica, separada, que es la actualidad de la sustancia. Pero tiene que haber una actualidad indefectible, pues la sustancia, de suyo, no es indefectible. Desde el punto de vista de la pérdida de la actualidad, se abre paso a la noción de potencia, cuyo acto (no actual) es el movimiento. En definitiva, hace falta una sustancia que sea enteramente actual: no sólo ingenerable e incorruptible, sino completamente inmóvil. De otro modo, el principio de contradicción quedaría en el aire. La metafísica de Aristóteles se articula de esta manera como un cuerpo doctrinal coherente. Partiendo de la inspiración central de Parménides. Aristóteles añade las distinciones imprescindibles para no incurrir en el monismo  y continuar la filosofía. Es un paso de gigante que, con todo, Prólogo - Garay paga un fuerte tributo a la tradición griega. Jesús de Garay  sugiere que ese tributo puede aligerarse. Esta observación, a mi juicio, es atendible.