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Sinesio López. Mapas De Una Ciudadania

Cultura política. Perú. Siglo XX.

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  López, Sinesio: Perú: Mapas de una Ciudadanía Inconclusa. La Condición Ciudadana. Lima, Ed. V-nómica, 1996, pp. 4-29. I. LA CONDlCIÓN CIUDADANA. 1. Qué es la ciudadanía? No hay un concepto de ciudadanía porque no existe una concepción única de la misma y porque tampoco existe un solo tipo de ella en la historia del mundo moderno. En realidad, hay tantos tipos de ciudadanía como tipos de comunidades políticas modernas. Existe el ciudadano liberal en sus diversas variantes, el ciudadano socialdemócrata, el fascista, el comunista, etc. Las teorizaciones que se han desarrollado sobre los tipos de ciudadanía y de comunidades políticas han sido llamadas generalmente concepciones de la ciudadanía. Sin embargo, cada una de éstas se refiere no tanto a las comunidades políticas que existen en la realidad como a aquellas que se quiere construir. En este sentido convendría distinguir los tipos de ciudadanía de las concepciones de ciudadanía. Los primeros aluden a una cierta catalogación de las ciudadanías realmente existentes, mientras las segundas se refieren más bien a las ciudadanías imaginadas. Pese a los diferentes tipos y concepciones de ciudadanía que, con frecuencia, divergen y entran en tensión, es posible encontrar un denominador común, un concepto básico o a una especie de definición mínima de la ciudadanía. 2. Una definición mínima de la ciudadanía Más allá de las diversas concepciones de la ciudadanía moderna, ésta supone un conjunto de elementos básicos que la definen. Esos elementos son los siguientes: En primer lugar, el ciudadano es un individuo que no tiene relaciones de dependencia personal o que ha roto con ellas y que, por eso mismo, es relativamente autónomo. No puede haber ciudadanía en una sociedad de estamentos, de siervos y de esclavos. La ciudadanía sólo puede desarrollarse en una sociedad de individuos. En segundo lugar, el ciudadano es un individuo con derechos que son enfatizados frente a las tradicionales responsabilidades que imponía los Estados pre-modernos. ¿Qué son entonces los derechos que definen al individuo como ciudadano? Hay varias formas de definir los derechos. Una de las más frecuentes es definir los derechos como atribuciones de ciertas capacidades a los individuos. En la historia de la ciudadanía, éstas han sido: a) La capacidad de actuar libremente sin impedimentos que bloquean la acción ni restricciones que obligan a actuar de una manera no deseada. Esta es una libertad de la acción, llamada también libertad negativa. b) La capacidad de decidir libremente y de participar activamente en los asuntos publicas. Esta es una libertad de la voluntad, llamada también libertad positiva. c) La capacidad de participar en la riqueza y el bienestar que produce una sociedad ha dado lugar a los derechos sociales.  A la primera capacidad, los filósofos la llaman, como ya hemos señalado, libertad negativa; los juristas, derechos civiles; y los politólogos, liberalización. Esta es definida en la teoría política como apertura al disenso, la oposición y la competencia (Dahl, 1989). A la segunda capacidad los filósofos la han llamado libertad positiva; los juristas, derechos políticos; y los politólogos, democratización o también inclusión o participación política. En la teoría política ésta es definida como participación en la elección de los gobernantes yen la gestión de los asuntos públicos (Dahl, 1989). Existe otra manera de conceptualizar los derechos. Los filósofos norteamericano Rawls. (1978)) y Walzer (1993) han definido los derechos como acceso a ciertos bienes primarios sin los cuales, el individuo no podría existir. Rawls distingue los bienes sociales primarios que tienen que ver con las libertades básicas que son absolutos y permanentes de los bienes sociales primarios que tienen que ver con la riqueza y el poder que tienen un sentido relativo y variable. Sobre esta base se afirma comúnmente que los liberales defienden la prioridad de los derechos sobre los bienes, mientras los comunitaristas defenderían la prioridad de los bienes sobre los derechos. Algunos filósofos sostienen que esta oposición se levanta sobre la confusión entre, la definición de los intereses fundamentales de las personas con los principios de la distribución (Kymlicka, 1989). En tercer lugar, el ciudadano con derechos implica una peculiar relación de la sociedad y de los individuos con el Estado moderno que reconoce el claro predominio de los derechos sobre las responsabilidades y ofrece una serie de garantías constitucionales, organizativas e institucionales para concretarlos, a diferencia de la relación tradicional en la que se enfatizaban las responsabilidades ante el Estado sobre los derechos de los individuos. En cuarto lugar, la ciudadanía implica un sentido de pertenencia y de membresía a una determinada comunidad política entre cuyos miembros se establecen relaciones de interdependencia, responsabilidad, solidaridad y lealtad. En general, la comunidad política ha surgido cuando las élites han sido capaces de integrar a las clases populares a la vida económica, social y política de un determinado país. En resumen, la definición mínima de la noción de ciudadano puede ser la siguiente: el ciudadano es un individuo con derechos garantizados por el Estado y con responsabilidades hacia la comunidad política de la que forma parte. Esta breve definición de ciudadanía tiene la virtud de recoger la dimensión pasiva de la ciudadanía-la ciudadanía como derechos- e integrarla con su dimensión activa: las responsabilidades que los ciudadanos tienen con la comunidad política a la que pertenecen. II. LA SOCIEDAD CERRADA DE SEÑORES Y DE SIERVOS  ¿En qué consistió la sociedad de señores?. ¿Cuáles fueron sus características económicas, sociales, culturales y políticas? ¿Por qué resistió durante mucho tiempo los impulsos modernizadores y democratizadores que iniciaron su transformación en una sociedad de ciudadanos? Los historiadores, los antropólogos, los economistas y los sociólogos han hecho vívidas descripciones de sus características en las diversas dimensiones de la vida social. Pero la mayor atención se ha concentrado especialmente en la naturaleza de sus élites y en las formas de su dominación.  El Perú oligárquico se caracterizó por un conjunto de rasgos que lo definían. En primer lugar, era un país poco poblado. Se calcula que la población peruana llegaba a alrededor de cuatro millones en los años 20, el censo de 1940 encontró 6 ' 906,746 de habitantes y el de 1961, 9' 906,746 habitantes. El crecimiento de la población se aceleró a partir de 1940. Mientras el incremento poblacional entre 1920 y 1940 llegó al 35.5%, el del período 1940-1961 alcanzó el 59.6%. La tasa de crecimiento de este último período fue de 2.19. Flores Galindo y Burga han señalado que en el período de la República Aristocrática (1895- 1918) la población peruana transitaba desde una demografía de tipo antiguo (alta mortalidad, curvas de movimientos febriles, tendencia en la larga duración), hacia una demografía de tipo moderno, definida por un incremento demográfico constante; «Entre 1895 y 1930 el Perú es un país en el que se moderniza su estructura demográfica, pero donde apenas se inician. Las primeras migraciones del campo a la ciudad y la urbanización es muy incipiente. Sigue siendo un país agrario»   (Flores Galindo y Burga, 1980). En efecto, sólo 9 de cada 100 peruanos estaba en un lugar distinto al que había nacido en 1940. En 1961 ese porcentaje sube vertiginosamente a 23 (Censos Nacionales, 1940,1961). En segundo lugar, era una sociedad predominantemente rural. En 19.4.0, 73 de cada 100 peruanos vivía en el campo y en 1961, todavía la mayoría de peruanos (60) seguía residiendo en el mundo rural. Pero las deferentes tasas de crecimiento de las ciudades y del campo anunciaban ya una inversión de las tendencias residenciales de la población. En efecto, mientras la población rural crecía a una tasa de 1.3 entre 1940-1961, la población urbana crecía a una tasa de 4.1 en el mismo periodo. En tercer lugar, la mayoría de los peruanos vivía en la sierra: el 61.9% en 1940 y el 52.2% en 1961. El predominio poblacional de la sierra expresaba el predominio, al menos en términos de la mano de obra, de la agricultura tradicional en la época oligárquica con respecto a otras actividades económicas. La tendencia era, sin embargo, al despoblamiento de la sierra y al repoblamiento de la selva y sobre todo de la costa y, dentro de ésta, de Lima Metropolitana, como efectivamente sucedió a partir de la década del 60, traduciendo el desplazamiento de las actividades agrarias a las urbano-industriales. En cuarto lugar, era un país internamente incomunicado, pero abierto al exterior. Las carreteras y los ferrocarriles, no articulaban internamente el territorio nacional, sino que vinculaban directamente los centros de producción para la exportación con los puertos. Hasta 1945, año en que se inauguró la Carretera Panamericana, no existían carreteras longitudinales ni de penetración. La incomunicación interna del territorio peruano y los débiles intercambios económicos y sociales expresaban la desarticulación económica del país Y la inexistencia de un mercado interno en esta etapa oligárquica. Un testimonio elocuente de la incomunicación del territorio, de las dificultades y los riesgos de viajar por el territorio es el famoso viaje de José de la Riva Agüero a la sierra sur y central en 1912. En quinto lugar, era una sociedad multicultural no aceptada ciertamente por la élite oligárquica- con una vigorosa presencia de la población andina. No disponemos de datos para la tres primeras  décadas de este siglo pero los censos de 1940 y 1961, si bien muestran un predominio de la lengua castellana, aún señalan porcentajes significativos del monolingüismo quechua y aymará: 31.1 % Y 3.5% respectivamente en 1940 y 16.8% y 1.9% para 1961. El bilingüismo quechua-castellano se mantuvo alrededor del l15.6% en ambos censos, mientras el bilingüismo aymará-castellano creció ligeramente de 0.9% a 1.5% entre 1940 y 1961. En sexto lugar, era un país agrario y minero, lo que puede percibiese a través de la PEA y del PBI. Según el censo de 1961, el 51.9% de la PEA trabajaba en la agricultura y el 2.2% .en la minería. Hasta 1950, la agricultura (20%), junto con el sector Servicios (22%), era una de las ramas que más contribuía a la conformación del PBI. La minería contribuía con el 6.8% en 1950 y con el 10,4% en 1960. Sólo en este año, la manufactura (20%) desplaza a la agricultura (18.5%) en la contribución al PBI. En séptimo lugar, su economía primaria poseía un sector predominante abierto al mercado internacional y otro tradicional feudal y semifeudal, pero vinculado al primero sea a través de los bienes de consumo o de la fuerza de trabajo o de las alianzas políticas. En efecto, luego del agotamiento de la era del guano, el Perú volvió a ser un engranaje de la economía mundial capitalista a fines del siglo XIX a través de la producción y exportación del azúcar, el algodón, la minería y el petróleo cuyos volúmenes y valor de exportación variaron según la coyuntura económica internacional (Thorp y Bertram, 1985). Estos sectores se convirtieron mal que bien en una especie de locomotora que arrastró a un sector importante de la economía tradicional que contribuyó con mano de obra (enganche, yanaconaje, etc.) o con bienes agropecuarios a la marcha del sector exportador. Pese a las vinculaciones entre el sector moderno y el tradicional, sus lógicas .de organización económica son diferentes, configurando lo que se ha llamado un dualismo estructural (Fitzgerald, 1981). A través del sector exportador el Perú oligárquico se engarzó al mundo moderno, al que entregó materias primas y alimentos y recogió de él, no la modernidad, sino la modernización, esto es, su utillaje material (tecnología, empresa, etc.) pero no su espíritu ni sus valores culturales y políticos. En esta etapa se consolidaron algunos rasgos básicos de la economía peruana: su carácter primario-exportador, la dependencia y el dualismo estructural. En octavo lugar, su sociedad era señorial y cerrada con un vértice ocupado por una élite criolla y blanca y con una base constituida por los campesinos, predominantemente indígenas y serviles a los que discriminaba por su raza. Era una sociedad rígida con muy poca movilidad geográfica y social. La mayoría de los habitantes moría en el lugar geográfico y social en donde había nacido. Era una sociedad de castas, de estamentos y de corporaciones organizada en torno a privilegios heredados de la colonia. Pese a que se asentaba en una economía abierta, la sociedad tenía un carácter férreamente cerrado que se expresaba en la endogamia de sus élites y en el inmovilismo de sus habitantes. Finalmente, su estado era excluyente o lo que ha llamado Robert Dahl una hegemonía cerrada organizada por la oligarquía, el gamonalismo y el capital extranjero que privatizaban el poder público. Lo que caracteriza al Estado Oligárquico es el carácter total de su exclusión (económica, social, cultural, regional, etc.) frente a las exclusiones parciales que han mantenido los estados postoligárquicos. La oligarquía, como veremos más adelante, se abrió tímidamente a un proceso de liberalización sin democratización entre 1895 y 1930, esto es, al disenso, la oposición y la competencia entre las élites organizadas en pequeños partidos de señores, pero mantuvo excluidas