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Tu Perro Tuespejo

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Andrea Wolf Tu perro, tu espejo Lo que el comportamiento de los animales permite adivinar sobre sus amos Si este libro le ha interesado y desea que lo mantengamos informado de nuestras publicaciones (Astrología, Autoayuda, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Marciales, Naturismo, Espiritualidad, Tradición, Tradición, Libros Infantiles), escríbanos indicándonos qué temas son de su interés inte rés y gustosamente gustosam ente lo complacer compl aceremos. Puede consultar nuestro catálogo en www.edicionesobelisco.com Colección Psicología Tu perro, Tu espejo  Andrea  Andr ea Wolf  Wolf  1ª edición: junio de 2012 Título original: Dein Hund, dein Spiegel Traducción: Rosa Renedo Diseño de cubierta: Enrique Iborra Ilustraciones: Stefan Stutz  © 2010, Andrea Wolf  Original en alemán publicado en 2010 por KOHA-Verlag GmbH Burgrain, Alemania (Reservados todos los derechos) © 2012, Ediciones Obelisco, S. L., (Reservados los derechos para la presente edición) Edita: Ediciones Obelisco, S. L. Pere IV, 78 (Edif.Pedro IV) 3.ª planta 5.ª puerta 08005 Barcelona - España Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23 E-mail: [email protected] Paracas , 59 Buenos Air Paracas, Aires es C1275AFA Repúbl República ica Ar Argentina gentina Tel. (541 -14) 305 06 33 Fax (541 -14) 304 78 20 ISBN: 978-84-9777-848-0 Depósito legal: B-14.153-2012 Printed in Spain Impreso en España en los talleres de Romanyà/Valls S.A. Verdaguer erdaguer,, l. 08786 Capellades (Barcelona) Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, cubier ta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida transmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento fragmento de esta obra. Índice Prólogo..................................................................................... 11 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. El perro adecuado para cada uno................................. El descubrimiento de la lentitud ................................. Juntos somos fuertes ...................................................... ¡Que viva el cambio!....................................................... ¿Quién establece las reglas? ........................................... Somos diferentes ¿Somos diferentes? .......................... La nueva moderación .................................................... Dar libertad a la alegría ................................................. 13 17 33 49 61 77 85 93 Epílogo: ¿y ahora qué? ........................................................... 103  Agradecimientos ..................................................................... 111 Bibliografía.............................................................................. 115 En homenaje a Freya y Chinook Comprenderse mutuamente no es ninguna evidencia. Prólogo Durante muchos años, un amigo mío siempre me hacía la siguiente pregunta: ¿por qué tienes perro? Irritada, le contestaba inventando cualquier cosa que me viniera a l a mente. Con el paso del tiempo me he dado cuenta, sin embargo, de que esta pregunta continúa en mi cabeza. Sí, en realidad, ¿por qué tenemos perro? Condicionada por diversos procesos que he tenido que atravesar a lo largo de mi vida, y por mis observaciones como veterinaria y entrenadora de perros, me he ido ocupando cada  vez más de este tema que parece encerrar en sí mismo tanta profundidad. También, las experiencias obtenidas en los largos paseos diarios con mi perro ayudaron a dar rienda suelta a mis pensamientos. — 11 — Quizá, en el fondo, somos nosotros la raíz del mal. Inconscientemente, mandamos señales, a las que nuestros compañeros de piso de cuatro patas dan forma y que, en determinadas circunstancias, les hacen pensar: «¡los humanos están también bastante locos!». Lo que ustedes, lectores, tienen entre manos es el resultado de varios años de reἀexión. ¿Les apetece sorprenderse y alegrarse con esta lectura? ¡Yo me daré por satisfecha con conseguir tan sólo que reἀexionen! — 12 — 1 El perro adecuado para cada uno ¿Ha pensado alguna vez por qué precisamente es éste el perro al que puede considerar suyo? ¿Por qué se le ha acercado justamente él? ¿Por qué, de toda una camada, se ha dirigido a usted ese cachorro en concreto y se ha quedado dormido en sus brazos? O ¿por qué en un refugio para animales un perro se queda tranquilo y busca su compañía, mientras los demás guardan distancia y montan toda una algarabía? ¿Nunca le ha pasado esto? Quizás sea porque, seguramente, usted ha buscado un criador serio y bien informado que, tras sopesar las circunstancias, le ha elegido un perro. Sí, pero ¿por qué ese en particular? Por supuesto, puede darme todos los aspectos racionales de la elección, pero yo también puedo replicarle con — 13 — toda libertad: «¿Y es su perro tal como usted lo quería? ¿En todas las facetas y en cualquier situación de la vida?». De verdad, con toda honestidad, ¿puede decir «Sí»? Entonces le felicito de todo corazón. Pero si al responder le ha pasado aunque sólo sea una brizna de duda, entonces, defnitivamente, este libro es para usted. Puede estar seguro de esto: prácticamente ningún perro desarrolla todo su potencial desde el primer día que vive con usted. Eso es algo que se desarrollará a través de la convivencia con el animal a lo largo del tiempo. Después de la satisfactoria elección recíproca, su perro se instala en su casa con toda clase de comodidades y  libre de peligros. Las molestias nocturnas que ocasiona la falta de aseo no deberían merecer aquí nuestra atención, ya que el control del esfínter es un proceso psicológico que se completa al acabar la adolescencia del perro. Y para esto, la verdad, es que usted ya debería estar preparado. Lo que puede no haber previsto bien es cómo reaccionará usted en determinadas circunstancias a estas molestias y a la falta de sueño y caos en general en el día a día que lleva asociado. Y con esto hemos llegado al meollo de la cuestión. Déjese sorprender por usted mismo. Usted es su propio guía turístico –igual que es su propio animador en las diferentes situaciones de su vida. Nos sumergimos en un viaje a las zonas desconocidas de su conciencia. ¡Créame, será muy interesante! — 14 — Todo lo que necesita es una buena lámpara de lectura, un poco de tiempo y una buena dosis de valor (el perro ya se supone que lo tiene). Valor para contemplarse a usted mismo; valentía para adentrarse en su interior más profundo; y humor para encajar con alegría todo aquello que pueda surgir. Ampliará el conocimiento que tiene sobre usted mismo, reforzará su propia conciencia y adiestrará su tolerancia. Esto no signifca, no obstante, que los perros nos hagan mejores personas. Los animales llegan a nuestra vida para enseñarnos algo. Nos hacen conscientes de nuestra impenetrabilidad. Cuanto más sencilla nos hayamos imaginado la convivencia con nuestro perro, más complicada nos resultará. En el mundo de los mitos, el perro aparece en una encrucijada. Su presencia marca un claro punto en la vida, en el que debe cambiar algo. Una oportunidad de romper con los viejos patrones y de cuestionar los comporta— 15 — mientos actuales; de tender hacia nuevos horizontes por caminos desconocidos hasta ahora. Satisfacción, conocimiento y conciencia es el nombre de los objetivos de este viaje a lo desconocido. Lo que usted experimente en dicho viaje no sólo afectará a la relación que tiene con su perro. Sus hijos, su pareja y cualquier otra persona de su entorno se aprovecharán igualmente de todo aquello que usted saque en claro. Para que no se vea perdido con sus nuevos conocimientos en medio del extenso paisaje de la vida, se le proporcionarán consejos y ejercicios que le ayudarán a integrar lo aprendido en su vida práctica. Evidentemente, este libro no puede sustituir al apoyo psicológico de un experto ni a la ayuda de un buen entrenador de perros. Pero quizá sí dé luz a un espacio en el que posiblemente usted no se hubiera atrevido a entrar antes, dada, precisamente, su amenazante oscuridad. ¡Ánimo! ¡Descubra otros mundos! Un paso después de otro. Nadie le exige que lo haga usted solo. ¿Está preparado? Entonces empecemos. — 16 — 2 El descubrimiento de la lentitud Dediquémonos, pues, a l a emocionante realidad de nuestra relación hombre-perro. Las razas de perro de los ejemplos están elegidas al azar, y los patrones descritos pueden darse igualmente al tratar otras razas. Quisiera pedir comprensión a mis compañeros de sexo por haber renunciado a los fnales «al estilo de los entrenadores de perro» en pos, espero, de la ἀuidez de la lectura. Pueden sacar sus propias ideas de mis ejemplos, independientemente de la edad o el sexo de las personas participantes. Escena 1: Su border collie acude a usted entusiasmado cuando lo llama. Baila a su alrededor feliz, le saluda con fuertes mo— 17 —  vimientos de la cola y, rápidamente, su amigo de cuatro patas se va otra vez, mientras usted intenta liberar la correa enredada que cuelga de algún sitio que, desde luego, no es el cuello del perro. Los demás perros siguen jugando y él tiene que vol ver junto a ellos rápidamente para correr, ladrar o para medir sus fuerzas. No hay tiempo para amos ni amas… A las órdenes de «Siéntate» o «Abajo» obedece porque sabe que hay algo rico como recompensa. Pero apenas se haya tragado la golosina, pegará un salto y se irá a buscar cosas más interesantes. Su hocico descubrirá algún olor especial, sus ojos verán a alguna perra que corre alegremente o su estómago encontrará una delicatessen que está escondida en algún sitio, justamente para él. Durante el paseo mordisquea nervioso las golosinas de sus dedos, hasta el punto de que tras el ejercicio usted necesita una caja entera de esparadrapo para parar la sangre que ἀuye de ellos. Si decide no ponerle nada más ante el hocico, le castiga con su falta de colaboración, y de repente hay  muchas cosas divertidas que llaman su atención, tanto a derecha como a izquierda, delante o detrás . Pronto tendrá que tener mucho cuidado para no tropezar con el animal, que se mete entre sus piernas y enrolla en ellas la correa con sus patas. De alguna manera usted tiene en mente ya el  jaleo que se está formando. La velocidad que coge resulta imposible de seguir. No obstante, usted intenta acomodarse a la situación, lo que termina en un caos agotador para usted y en un entretenido juego de brincos para el perro. — 18 — Escena 2: Su labrador camina perezoso detrás de usted, constantemente preparado para tumbarse, agotado, en algún sitio predestinado especialmente para él, no se sabe por qué razón. Usted necesita hacer gala de todo el arte del con vencimiento del que es capaz con él para dar una vuelta a la manzana. A la menor oportunidad se para y se sienta. Su hobby  es estar tumbado y su lema es la comodidad. Pero «¿qué es todo ese estrés?», parece pensar mientras usted, desesperado, despliega ante él media tienda de juguetes y los mueve de un lado para otro. Todos estos movimientos son demasiado para él, sobre todo si usted espera que el animal también se mueva. Ahora bien, si él se interesa por algo concreto, entonces no hay vuelta atrás. Echa a correr en esa dirección, dándole absolutamente igual si usted está en el otro extremo de la correa y  en qué circunstancias se encuentra. — 19 — Justo en el momento en que usted le llama, él tiene que olisquear hasta la última molécula del aroma que desprende la hierba y en esto permanece hasta que, de repente, decide que es hora de volver hasta usted trotando, eso sí, muy sosegadamente. ¡Eso sí que es lentitud! ¿Se está poniendo nervioso? ¿Acaso le parece natural que alguien pueda perder la cabeza en estas circunstancias? Al principio puede resultar un tanto divertido, después ya le pica todo el cuerpo, y más tarde, directamente, empieza a apretar los dientes para no perder el control delante del entrenador de perros. Llega un momento, sin embargo, en que no puede aguantar más: como el chorro de una botella de agua con gas agitada, así se disparan sus sentimientos y uno deja de ser agradable. Tanto si usted le lanza improperios a su perro, como si tira de él con toda la fuerza de sus brazos en actitud amenazante, o ambas cosas a la vez, su perro le odiará por ello. Y sacará la conclusión de que no es aconsejable permanecer cerca de usted. Hay gente a la que todo esto no le hace perder la sangre fría. Personas que permanecen en medio del caos como una roca azotada por el oleaje; nada les perturba. Pero usted es distinto. En una situación como esta, usted siente como si tuviera un hormiguero en el estómago. ¡Hay que salir rápidamente de ese dilema! ¡Cambio de tema! ¡Fuera! Toda esa agitación del perro le pone a usted muy ner vioso. Apenas se puede concentrar. Elige las órdenes erró- — 20 — neas, se da cuenta enseguida y quiere corregirlas; harto, desata la bolsa de las golosinas y ¡ya ha pasado! Un puñado de comida aparece justo delante del hocico del perro, que se siente directamente en el paraíso.¡Llueven las golosinas sin que yo haya tenido que hacer nada a cambio, sólo saltar un p oco alrededor de mi amo! ¡Magnífco! Por supuesto, usted está furioso –sobre todo, por su propia torpeza– y riñe al perro mientras tira de la correa. Ya le ha dado cinco órdenes…; sin resultado, claro. Por lo menos puede desahogarse agitando fuertemente los brazos, lo que su perro encuentra muy interesante y divertido, saltando contra usted como una pelota de ping-pong. Y ahora se acerca la entrenadora de perros a usted con la vieja historia de siempre… ¡Ya me lo ha dicho mil  veces y ahora es la mil una! Así es que se excusa ante la entrenadora con todo tipo de palabras de disculpa, y entre tanto está tan desconcentrado que ya no puede atender a nada más. «¡Se acabó! Simplemente lo olvidamos todo y nos vamos». Pero cuando observa a Timmy , el labrador fastidioso de su compañera de armas, le hierve la sangre. «Pero ¿cómo se puede llegar a eso? Al perro hay que hacerle caminar. ¡Qué molesto, tirar de él todo el rato!». Para usted lo único que están haciendo ahí es perder el tiempo. Por el momento, incluso es usted el que se ocupa del animal, haciendo que dé una vuelta alrededor del grupo que espera en orden u obligándole a hacer di— 21 — ferentes ejercicios. ¡Usted no ha ido ahí a echar raíces! ¡No es para eso para lo que ha pagado ese curso tan caro! ¿Qué ha pasado? Como quizá ya haya adivinado, de lo que se trata aquí es de la velocidad. Para unos nada es sufcientemente rápido; van por la vida dando zancadas; otros preferen la tranquilidad, ir paso a paso. A los perros les pasa lo mismo que a las personas. Si al ver estas escenas, se le despiertan determinadas emociones es porque usted tiene un problema con la velocidad. Y se llama «impaciencia». Debería saber que la impaciencia es uno de los siete principales miedos del hombre. Es el que aparece con más frecuencia, al menos en las sociedades industrializadas. La impaciencia es el miedo a desatender o descuidar algo. Seguramente, usted a veces llena una jornada con diferentes citas para no perderse ni un s olo acontecimiento, ni una sola conversación o reunión, ni una sola invitación a tomar café; y, por supuesto, además tiene que  ver la última película que han estrenado en el cine antes — 22 — que su colega, porque no puede permitir que nadie llegue antes que usted a nada que salga nuevo en el mercado. Pues lo mismo le pasa a su perro. ¡Cómo se va a concentrar en una sola cosa si hay tantas cosas para coger a la orilla del camino? (Y esto en los perros se puede entender literalmente). La impaciencia crea intranquilidad. En nuestra sociedad, basada en el rendimiento, la intranquilidad y la instancia a tirar hacia adelante todo el tiempo, se valora como algo positivo, porque es dinámico y se entiende como síntoma de energía. Del estímulo a tirar hacia adelante se deriva la intranquilidad, y de ahí, pronto se desemboca en el trajín y la agitación. En este punto ya no se puede esperar una buena prestación, porque, a su vez, los compañeros de equipo han traspasado con mucho las fronteras. O puede ser que se sienta bajo una gran presión y, a pesar de sus mejores propósitos, en algún momento deja de tener fuerzas para seguir ese ritmo. Al fnal se impone el reἀejo de la huida: como superior impaciente será temido tanto por sus empleados como por su perro. Puesto que un impaciente espera algo mejor permanentemente, carece de la conciencia del presente. En lugar de vivir en el ahora, lo que hace es privarse de su felicidad porque no puede detenerse en nada. No puede detenerse en las cosas bellas del momento, en lo momentáneo, en los pequeños logros. Y los logros suelen ser pequeños en el adiestramiento de los perros. Pero es necesario aprender a conocerse a uno mismo y aprender — 23 — a apreciarse. La impaciencia obliga a pasar por encima de todo y a anhelar el siguiente acontecimiento. Por fn tiene usted su largamente añorado perro, ese que hasta ahora le había sido negado. ¡Y a quí empieza todo! Comienza luchando con la limpieza del habitáculo del cachorro y en su imaginación se ve a sí mismo como parte de un equipo experto en agilidad que va a ganar una copa. Los consejos que su entrenadora de perros le dio en las primeras lecciones se desvanecen con el viento, porque usted sólo quiere una cosa: subir lo más rápido posible la escalerilla del vencedor de la vida y demostrarles a todos ¡el magnífco equipo que forman su perro y usted! Aproveche el potencial de su frme resolución, de su celo y de su efciencia para motivar a su un tanto desidioso compañero de equipo y haga que se una a usted en las tareas. No les exija a los demás que compartan su rápida capacidad de comprensión; ocúpese más bien de dibujar la verdadera tarea con claridad y de hacerla comprensible para los demás. La tranquilidad no es ninguna pérdida de tiempo, muy al contrario. Dice un proverbio que a la meta también se llega lentamente. Para ello se necesita tolerancia. Tolerancia frente a la forma de ser de la pareja, de los compañeros, de los niños, de los padres o de los conductores. O del perro. Además, ahí están las órdenes, las frases y los ejercicios, siempre iguales. Un día tras otro, una semana tras otra, incluso un mes tras otro. — 24 — ¡Qué aburrido! grita entonces la impaciencia. ¿Realmente tiene que ser así? ¡Ah, sí! Para anclar lo aprendido en la cabeza de un cachorro son totalmente necesarias innumerables repeticiones. Con un poco de creatividad se puede hacer, no obstante, bastante más variado. La impaciencia es un desafío especial para profesores y entrenadores de animales. Una y otra vez las mismas indicaciones, permanentemente los mismos errores, que han de ser corregidos con las mismas explicaciones. Uno se harta de ello, créame. También los entrenadores quieren ver resultados. A veces les gustaría poder quitarle la correa al dueño del animal y mostrarle lo rápido, efciente y claro que se puede hacer todo. ¿Conoce a Monty Roberts? Yo tuve el gusto de obser varlo en una presentación en Múnich en la que, en muy  poco tiempo, hizo tratables con su Join-up a algunos caballos problemáticos. A la pregunta sobre de dónde sacaba la paciencia para trabajar tan tranquilamente con los caballos, me respondió: «¿Paciente? Yo no soy en absoluto paciente, más bien impaciente. Yo quiero ver resultados. Por eso he desarrollado este programa del  Join-up. Para terminar el trabajo con el caballo en veinte minutos». Si es verdad lo que afrma de sí mismo, entonces me quito el sombrero. Este hombre domina su impaciencia magistralmente y le saca el mayor provecho posible. ¿Ha pensado alguna vez que sus maneras pueden poner muy nerviosas a otras personas? ¿Que probablemen— 25 — te se sientan agobiadas por su impaciencia y c ometan errores que con su ritmo de trabajo normal quizá fueran totalmente evitables? ¿Que posiblemente sientan como si tuvieran que arrastrar unas piedras pesadísimas y que pueden perder la ilusión y la alegría en el trabajo conjunto? No ven ninguna posibilidad de ser el primero en algo alguna vez, porque usted permanentemente está delante. Es posible que a su pareja también le gustara terminar de formular sus pensamientos sin que le interrumpieran. Y la lista de este tipo de cosas es interminable. * jetz = ahora Quien se pasa el día corriendo acaba siempre en fuga. Huye de sus problemas, de su vida, de la alegría y de la tranquilidad y, al mismo tiempo, no presta atención a la diversidad ni al colorido de todo lo que le rodea. La vida pasa ante ellos como el paisaje en un tren< de alta velocidad. Y es que la tranquilidad para estas personas signifca estancamiento, aburrimiento e interrupción del desarrollo. — 26 — Al fnal de esta carrera de velocidad, el estrés espera con los brazos abiertos de par en par para atrapar a estos corredores en sus garras de extenuación y depresión y  mantenerlos ahí dentro. Por el contrario, quien por sí mismo encuentra el camino de la relajación, de la tranquilidad, encuentra los pequeños tesoros que nos regala cada nuevo día. Uno descubre la pequeña ἀor que está escondida en medio del seto verde; se alegra con los vivos colores de la colada recién lavada que cuelga de una cuerda en un jardín; observa la sonrisa de la gente con la que se encuentra en la calle; huele el aroma de la primavera que le trae el  viento y siente su caricia fresca en la piel y escucha voces y canciones en las que su oído no había reparado antes. La persona que descarga su vida se verá enriquecida por muchas impresiones sensoriales, cuyo procesamiento dista mucho de ser aburrido. Igual que un recipiente con un líquido que se reposa, moviéndose de un lado a otro, al principio uno se siente desorientado y extraño, pero esto es sólo la fase inicial del sosiego. Cuando uno se instala en la tranquilidad, se regala a sí mismo la belleza y la fuerza de esta última, su riqueza de colorido, su comprensión y su claridad, además de paz. Una vez que ya se ha encontrado uno con ella, la tranquilidad promete regresar en todo momento, porque siempre está presente y espera a aquellos que quieren visitarla para agasajarlos con sus obsequios. — 27 — Es amable, no hace daño a nadie. Es un bálsamo, un aceite de masaje para la tensión de los nervios. ¿Cómo ve pues el desenlace con su perro? ¿Será usted consciente del miedo que tiene a perder el tiempo? No es  verdad que no se consiga nada. Consiga lo que consiga será lo correcto en ese momento. ¡Descubra la tranquilidad! Y hágalo de la siguiente manera: Ejercicios para usted y su perro 1. Practique en el momento adecuado. ¡Nada de estrés en los ejercicios! Primero relájese con una taza de café o de té o échese una siestecita. 2. Practique en el lugar correcto. Si quiere trabajar con tranquilidad, es necesario elegir un lugar poco frecuentado. Al principio puede ser su casa o su  jardín (no olvide desconectar el teléfono). 3. Procure que su perro esté calmado antes de empezar con los ejercicios. Tras algunas horas de espera mientras usted está en el trabajo, lo que él quiere — 28 — 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. hacer primero al verlo llegar es estirar un poco las piernas, correr, saltar, olisquear y hacer sus necesidades. Reserve diez o quince minutos para todo esto. Diseñe un plan claro de cuántos ejercicios se van a realizar. Por cierto, es mejor hacer de menos que de más. Dé cada orden una sola vez. Así el perro tiene la oportunidad de procesar correctamente la tarea antes de cambiar a otra cosa. Hable despacio y con claridad. Las órdenes tienen que tener pocas palabras y cortas. Hable con el perro lo estrictamente necesario, o sea, sólo dele la orden y el elogio. ¡Prohibido acariciar! No toque al perro durante los ejercicios. Proporciónele situaciones de ayuda lentas y pausadas, en caso de que no comprenda su primera instrucción o no la haya obedecido. Para la ayuda y los elogios utilice comida o juguetes (o lo que es lo mismo objetos de motivación). ¡Prohibido el entusiasmo! Usted mantenga la calma en todo momento. Si un ejercicio no sirve para llegar a la meta deseada, tendrá que repetirse, y siempre con mucha paciencia, pero sólo hasta que se consiga la meta propuesta. En el mejor de los casos, se consigue lo propuesto con la primera orden; después se puede pasar a otras cosas. — 29 — Si el perro no juega limpio, es muy importante para usted seguir estos pasos: 1. Respirar profundamente. 2. Mantenerse tranquilo. 3. Repetir el ejercicio con la misma amabilidad y no abandonarlo o resignarse antes de que se haga correctamente (de lo contrario tendrá consecuencias). 4. Si se alarga demasiado, es recomendable terminar el ejercicio después de una realización correcta de la tarea propuesta un poco simplifcada. 5. Terminar el trabajo siempre con un resultado positivo. 6. Para acabar, olvide que se va a m anchar y juegue despreocupadamente con su perro por la pradera. ¡Cuidado! ¡Premie al perro sólo después de haber recibido una orden! De lo contrario los perros con exceso de celo habrán descubierto una manera de conseguir una chuche. Cuando usted domine estos pasos, se encaminará directamente hacia la meta soñada. Y créame: su perro y  usted serán un equipo de primera al que nada hará perder la tranquilidad. Como ayuda: Póngase cada día una tarea para realizar de forma muy  consciente. Por ejemplo, caminar quince minutos a l a — 30 — mitad de la velocidad con que lo hace habitualmente o comerse el bocadillo en la pausa con lentitud. Ya verá como gana muchas y nuevas impresiones sensoriales. ¿Qué puede haber tan importante que le haga acabar cada cita que tiene en un día jadeando? Póngase prioridades y deje de lado lo que no tiene importancia. Eso le otorgará el espacio libre necesario para poder caminar más cómodamente. Pierda el miedo a que se le pueda pasar algo de importancia vital, respirando aire profundamente,  porque lo que es verdaderamente importante en su vida está pasando exactamente ahora. — 31 —