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De Las Notas De Campo A La Teoría. Descubrimiento Y Redefinición De Nagual En Los Registros Chiapanecos De Esther Hermitte

De las notas de campo a la teoría. Descubrimiento y redefinición de nagual en los registros chiapanecos de Esther Hermitte

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   Alteridades Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa [email protected]  ISSN (Versión impresa): 0188701-7MÉXICO   2001Instituto de Desarrollo Económico y SocialDE LAS NOTAS DE CAMPO A LA TEORÍA. DESCUBRIMIENTO Y REDEFINICIÓNDE NAGUAL EN LOS REGISTROS CHIAPANECOS DE ESTHER HERMITTE Alteridades, enero-junio, año/vol. 11, número 021Universidad Autónoma Metropolitana - IztapalapaDistrito Federal, Méxicopp. 65-79 Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y PortugalUniversidad Autónoma del Estado de México http://redalyc.uaemex.mx    ALTERIDADES, 200111 (21): Págs. 65-79 GRUPO-TALLER DE TRABAJO DE CAMPO ETNOGRÁFICO DEL INSTITUTO DE DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL (   IDES  )** Introducción Este artículo recorre las instancias del descubrimientoetnográfico expresadas por las notas de campo, a tra- vés del análisis de las anotaciones de una de las an-tropólogas sociales argentinas pioneras. Entre 1960 y 1961 Esther Hermitte realizó su primer gran trabajode campo en un pueblo de Chiapas, México, mientraselaboraba sus tesis de maestría y doctorado para la Universidad de Chicago. Aprovechamos la recuperaciónde aquellas viejas notas para exponer la base nodal delconocimiento antropológico, esto es, la compleja y crea-tiva articulación entre el trabajo de campo etnográfico y la reelaboración teórica de la categoría nativa maya de nagual ( nahual, naual o nawal ).En las últimas dos décadas del siglo XX el públi-co académico ha tenido acceso a un creciente volu-men de estudios sobre la historia de la antropología y de los antropólogos, dando lugar al análisis de lastras- De las notas de campo a la teoría.Descubrimiento y redefinición de nagualen los registros chiapanecos de Esther Hermitte* tiendas del método etnográfico de campo (Stocking,1983 a, b y c, 1984). Esta literatura fue simultánea aldebate generado por algunos antropólogos norteame-ricanos en torno a la etnografía como género textual y a la construcción de autoridad en dicho producto.Las notas de campo, el primer producto escrito deri- vado del campo, fueron las últimas en aparecer en estedebate.Tales notas comprenden una amplia gama de expre-siones: registros de observaciones, eventos y discursosde los actores, anotaciones casuales y fragmenta-rias, diarios personales, planes de actividades diarias,copia de material escrito hallado en el campo y diagra-mas, planos y dibujos son los diversos tipos de registroelaborados por el investigador a lo largo de su tra- bajo de campo (Sanjek, 1990a; Bernard, 1988; Emerson et al ., 1995). En este sentido, las notas son represen-taciones del campo y componen un capítulo de los ma-nuales de métodos de investigación social. *Una versión preliminar de este artículo fue presentada en las II Jornadas de Etnografía y Métodos Cualitativos, IDES , Bue-nos Aires, 3-5 de junio 1998.**Elaboraron este artículo Christine Danklemaer, Carolina Feito, Iris Fihman, Sabina Frederic, Rosana Guber, Andrea Mas-trángelo, Elías Prudant, Brígida Renoldi, Rolando Silla y Virginia Vecchioli. Agradecemos los comentarios de Patricia  Arenas, Mauricio Boivin, Ana Domínguez Mon y Alejandro Grimson.  Este trabajo se enmarca en la literatura reciente sobre la producción de campo y textual de la etnografía. Partiendodel análisis de la tesis doctoral de la antropóloga social argentina Esther Hermitte y de tres cuadernos de notas decampo en Chiapas (1960-1961) suyos, reconstruimos su proceso de redefinición del concepto de nagual en la antro- pología del área maya. Diversos indicios nos advierten sobre la peculiaridad del trabajo de campo etnográfico, talcomo lo practicó Hermitte: la capacidad de conocer/descubrir lo culturalmente inesperado y la posibilidad de dialo- gar con la teoría desde otros universos empíricos examinados a través de métodos cualitativos.   De las notas de campo a la teoría. Descubrimiento y redefinición de nagual en los registros... 66 En publicaciones más recientes, sin embargo, lasnotas han comenzado a verse como la instancia dondeconfluyen las vicisitudes previsibles e imprevistas deltrabajo en terreno, la subjetividad del investigador y de los informantes, sus conceptos y el producto textual(Jackson, 1990; Wolf, 1990). En efecto, ellas no son elinforme que conocerán los evaluadores, ni el libro queleerá la audiencia, sino los primeros peldaños hacia eltrabajo final, retazos inacabados, a menudo desorde-nados y por eso quizá poco presentables (Obbo, 1990).Como punto intermedio entre el trabajo de campo y elescrito final, suelen mantenerse en la esfera privada de la investigación (Jackson, 1990), convirtiéndose asíen expresión íntima de la vida cotidiana del investi- gador en el campo y, por lo tanto, en un excelente acceso a las instancias del trabajo en terreno que suelen quedarsilenciadas en el texto etnográfico final. En este segundosentido, pues, son representaciones del proceso de co-nocimiento que tiene lugar en terreno, permitiendo vislumbrar los cambios de un proceso de investigaciónsupuestamente dado e inmanente (Ottenberg, 1990).Sin embargo, las notas constituyen una interrup-ción del flujo de esa cotidianidad que se expresa en elacto de la escritura, interrupción que James Clifford(1990) identificó con tres términos: la inscripción, la transcripción y la descripción. En la inscripción, el ob-servador participante realiza anotaciones para fijaruna observación o información casual; en la transcrip-ción el investigador copia en su idioma, su puntuación y su sesgo relatos precodificados como las tradicionesorales; la descripción es la presentación más o menoscoherente y ordenada de algún aspecto de la realidadobservada. Estos tres aspectos o momentos de lasnotas tienen en común que la escritura sucede en elcampo, y revelan distintos procesos de elaboración y conceptuación que dependen de distancias variablesen los diálogos entre el investigador y sus informantes.Entre la inscripción y la descripción hay un continuodonde la proximidad al campo es en apariencia inversa-mente proporcional a la conceptuación y la abstracción.Charles Wright Mills se refería a esto cuando afirmaba que la escritura es un proceso que entraña la configura-ción de nuevos contextos de descubrimiento cada vezmás comprometidos con el contexto de presentación .En tal elaboración el investigador pasa de presentar“su pensamiento para uno mismo”, a trabajar su re-presentación escrita a través de modificaciones sintác-ticas y sustantivas con el fin de transmitir con mayorclaridad su experiencia de conocimiento (Wright Millsen Plath, 1990: 36).Este proceso, que Wright Mills ubicaba en el escri-torio, los antropólogos lo localizan en el campo. Lasnotas de campo encierran un carácter desafiante y a veces contradictorio: pertenecen y no pertenecen alcampo, hablan del trabajo de campo pero se apartande él, anuncian pero no son todavía el trabajo final y revelan la familiaridad progresiva del investigador conla vida local, pero también su perplejidad ante lo quepaulatinamente va conociendo. Este proceso es comúna todas las ciencias empíricas, pero en antropología cobra una dimensión diferente.Las notas de campo constituyen la necesaria bisa-gra entre el campo empírico y el procesamiento teóricono sólo porque indican una transición secuencial,sino también porque en ellas tiene lugar el diálogo dela perplejidad del investigador ante la dificultad de darcuenta de su objeto de conocimiento. Esta dificultad y suma de perplejidades se revelan en las vicisitudesque afronta el etnógrafo a la hora de inscribir, trans-cribir y describir el campo, que es también, en un giroreflexivo, inscribir, transcribir y describirse a sí mismo.Suele identificarse el llamado  giro reflexivo de la an-tropología desde los ochenta, con la exposición textualde la subjetividad del investigador. Sólo las nuevasetnografías, designadas como “experimentales” (Mar-cus y Cushman, 1982; Marcus y Fischer, 1986) odialógicas (Clifford, 1983), tendrían la virtud de introdu-cir al investigador como sujeto cognoscente en el textoetnográfico. Sin embargo, y según señalan trabajos an-teriores (especialmente desde Garfinkel), la reflexividades una condición de toda la actividad humana y nouna cualidad dependiente de la voluntad del cientí-fico social (Watson, 1987).   La protagonista de este ar-tículo, Esther Hermitte, figura central de la antropología social argentina, 1 realizó su trabajo de campo de pos-grado entre el 28 de julio de 1960 y el 1 de noviembrede 1961 en Pinola, una localidad de Chiapas en elsur de México. No se le ocurría entonces que sus notaspudieran calificarse como “reflexivas”. Tampoco empleóeste término cuando, tras su regreso desde Chicago a la Argentina en 1965, inició su trayectoria profesionalen una especialidad sin antecedentes en el país. Ni susinvestigaciones en una localidad mediana de la provincia norteña de Catamarca (Hermitte, 1972; Hermitte y He-rrán, 1970), ni su descripción de la situación indígena en la capital provincial y poblaciones menores del 1 Hermitte se graduó en historia. La carrera de ciencias antropológicas se creó en La Plata y en Buenos Aires, Argentina, en1957 y 1958, respectivamente. Hermitte fue asistente de investigaciones arqueológicas y etnológicas hasta que fue incorpo-rada a los programas de posgrado en antropología social de la Universidad de Chicago. Sus tesis de maestría y doctoradofueron premiadas como las mejores en toda esa universidad.  Grupo-taller de trabajo de campo etnográfico del  IDES 67 Chaco (Hermitte y equipo, 1996), tienen a Hermittecomo figura textual sino, a tono con la época, como una narradora impersonal de procesos sociales en lo quepor entonces se designaba como “antropología de lassociedades complejas”.Sin embargo, como bien señala Watson, la reflexivi-dad se manifiesta de modos diferentes según cada eta-pa de la investigación, y Hermitte dio muestras de ello.Esta manifestación no sólo se expresaba en el textoetnográfico final (Hermitte , 1970)   sino también en lasnotas de campo, en lo que llamaremos diálogo de la per- plejidad . Recurriendo a los énfasis en las perspectivasdialógicas de algunos antropólogos norteamericanos,designamos como diálogo de la perplejidad al proce-so de descubrimiento que sucede en el campo y no úni-ca, ni primordialmente, en la etapa de la redacciónfinal, domesticada por la retórica persuasiva. En efec-to, en las notas de campo el estado de perplejidad deletnógrafo emerge de manera más descontrolada. Enlas páginas siguientes presentamos las inscripcio-nes, descripciones y transcripciones del diálogo deHermitte con los pinoltecos de los tempranos años se-senta, como vía de acceso a este proceso de investigaciónetnográfica. A través de las notas manuscritas y me-canografiadas intentaremos reconstruir el proceso conel cual Hermitte contribuyó a la redefinición teórica del concepto maya de nagual. Nuestro material consisteprincipalmente en sus notas de campo chiapanecasque integran hoy su archivo personal 2 en el Institutode Desarrollo Económico y Social ( IDES ). En esta institu-ción de ciencias sociales, una de las tantas que crecie-ron en la Argentina y particularmente en Buenos Airesconforme a los avatares políticos de intervenciones uni- versitarias y persecución de intelectuales, Hermittecreó el Centro de Antropología Social. Entre 1974 y 1983 desempeñó una continua tarea docente dado quela antropología social estaba proscrita de la mayoría de las carreras de antropología debido a su supuestopotencial subversivo. 3 En suma, las notas de campo mexicanas de EstherHermitte muestran el proceso por el cual ella convirtióuna perplejidad consciente y controlada en un descu- brimiento. Así, esperamos poner de relieve tanto la sis-tematicidad de la investigación etnográfica como la necesaria comparecencia de la investigadora en notasque, cronológicamente lejos de las tendencias actualesa la reflexividad, debían incluirla. Esperar lo inesperado y describir lo indescriptible se revelan como el hiloconductor del proceso de conocimiento que acometióHermitte treinta años antes de que un movimiento po-lítico indígena estallara inesperadamente en las naricesdel gobierno mexicano y del mundo. Para dar cuenta deeste proceso pasaremos revista a las acepciones másgeneralizadas acerca de las notas de campo en sociología  y antropología; luego nos internaremos en el trabajo deHermitte, desandando el contexto de presentación desde su versión final publicada en 1970 hasta su diá-logo de la perplejidad, tal como fue registrado en susnotas y diarios de campo. Las notas de campoen ciencias sociales y antropología La temática de las notas de campo o “registros” sueleaparecer en la literatura metodológica de las ciencias 2 De sus estudios de posgrado y de su etapa profesional posterior resultaron artículos, libros e informes técnicos. Mientrassólo una parte de su investigación antropológica en la Argentina llegó a ser publicada, su investigación en México se convir-tió en libro y en un par de artículos (ver Bibliografía de la autora). 3 Su carrera profesional estuvo signada por conflictos políticos nacionales argentinos que, a diferencia de otros contextosacadémicos como el brasileño, penetraron profundamente el ámbito académico —por ejemplo, con intervenciones universi-tarias, destitución masiva de profesores, etcétera—. Tras el régimen militar de 1976-1983, Hermitte se integró a la carrera de ciencias antropológicas de la Universidad de Buenos Aires, donde dictó cursos sobre métodos y técnicas de investigaciónetnográfica hasta su fallecimiento en julio de 1990.   De las notas de campo a la teoría. Descubrimiento y redefinición de nagual en los registros... 68 sociales como un subtema de la aplicación de técni-cas determinadas. Sin embargo, cuando se habla de“recolección de datos” se suele hacer hincapié en losmodos de fijar la evidencia más que en cómo observar,participar o entrevistar. Los énfasis difieren, empero,según las tradiciones disciplinarias.La mayor parte de los “manuales” sobre métodos y técnicas de investigación realizados y dirigidos por y para sociólogos 4 no presenta a las notas de campocomo una dimensión problemática. Más aún, el tema suele estar ausente. A diferencia de lo que ocurre conotras técnicas, la observación participante parece re-querir de los manuales ciertas recomendaciones sobreel registro de su aplicación, debido a la centralidad queasume el etnógrafo como única herramienta de trabajo. Así, el compromiso personal que implica esta técnica cuestionaría las garantías de objetividad en la produc-ción de los datos. La imprevisibilidad y complejidad delas situaciones de participación y observación directasagravan todavía más estos problemas de validación.Es en función de las condiciones en que se desarrolla la observación participante, y en la búsqueda de siste-maticidad y confiabilidad de los registros, que la dis-cusión sobre las notas apunta a la necesidad de alcan-zar una cierta estandarización. Coexisten, así, algunossupuestos sobre la investigación social y la realidadestudiada. Por un lado se entiende que la utilidad de es-tas técnicas deriva de su asimilación a los métodosutilizados en las ciencias naturales (Selltiz et al. , 1980:383; Jahoda, Deutsch y Cooke, 1961: 4); por el otro,estas técnicas suponen concepciones más o menosexplicitadas de la acción social. Por ejemplo, ciertos au-tores señalan la importancia de codificar las notas decampo que resultan del uso de la técnica de la obser- vación, para formular modelos de conducta arraigados con independencia de los participantes particulares(Selltiz et al ., 1980: 379). Así, la búsqueda de relacio-nes causales entre pautas normativizadas de conducta social explica por qué se establece como ideal la expe-rimentación controlada en laboratorio. Frente a los pro- blemas de confiabilidad, las distorsiones de la memoria  y la validez de la observación no estructurada, las es-peranzas están puestas en alcanzar una mayor sofis-ticación en las técnicas de observación y registro a través del uso de fórmulas más precisas de estanda-rización de unidades de conducta.Una de las particularidades de lo que Adam Kuperllama  revolución funcionalista en la antropología de la primera década del siglo XX, fue la focalización en la in-tegración sociocultural de los grupos humanos y, conello, la reunión en una misma persona del proceso derecolección de datos, la elaboración teórica y el análisis.La presencia del investigador era crucial para reconocerel funcionamiento de la sociedad, examinando las prác-ticas, creencias y nociones de sus miembros que guar-daban alguna función en la totalidad.La pieza fundacional de la metodología de la an-tropología moderna fueron  Los argonautas del PacíficoOccidental (1961 [srcinalmente publicada en 1922]),donde Bronislav Malinowski explicitó que el etnógrafodebía tener propósitos científicos, conocer la etnogra-fía moderna, vivir entre la gente que estudia y aplicaruna serie de métodos de recolección de datos para ma-nipular y fijar la evidencia. Esta evidencia era tripartita,como los vehículos para obtenerla. Identificaba asítres tipos de material, correlativos a tres métodos: a)el esqueleto de la sociedad, asimilable a lo cuantificable y lo normativo, se recolectaba a través de documen-tación estadística por evidencia concreta; b) los im-ponderables de la vida cotidiana y el comportamientotípico, accesibles por estar cerca de la gente, observan-do y registrando en detalle su vida cotidiana y sus oca-siones inesperadas; y c) el punto de vista del nativo, susformas de pensar y de sentir, se conocía aprendiendola lengua y elaborando un corpus documental en len-gua vernácula. El registro era, para Malinowski, el tes-tigo de cientificidad de su presencia en el campo. Sinembargo, entre el registro y los eventos Malinowskioptaba por los segundos, ya que a veces el curso de losacontecimientos imponía la participación del inves-tigador, quien debía abandonar transitoriamente su li- breta de notas. Además, Malinowski registraba supropia rutina y sus estados emocionales en un diariode campo que no estaba destinado al público sino a constituir una válvula de escape personal ante las pre-siones de la corresidencia.Estos diarios vieron la luz editorial cuatro décadasdespués de  Los argonautas , y su publicación estuvosecundada por un debate donde las primeras figurasde la antropología británica objetaron la exhibición demanuscritos inherentes a la vida privada del investiga-dor. Sin embargo, de hecho, esta controvertida publi-cación vino a desmentir el tono objetivista y académicoque Malinowski había intentado imprimir al trabajo decampo desde la introducción de su primera etnografía.El tedio y el deseo sexual, el desprecio racista y la deses-peranza eran algunos de los ingredientes inexcusablesde la dimensión humana del trabajo de campo etnográ- 4 La siguiente tipificación no resulta de la compleja práctica disciplinaria sino del perfil que sugieren los autores consultados,considerados paradigmáticos para la formación metodológica de los sociólogos.