Preview only show first 10 pages with watermark. For full document please download

El Olduvayense: La Industria De Piedra Tallada Más Antigua En áfrica. Una Visión General Y Algunas Reflexiones.

El Olduvayense: la industria de piedra tallada más antigua en África. Una visión general y algunas reflexiones.

   EMBED

  • Rating

  • Date

    June 2018
  • Size

    1.1MB
  • Views

    5,765
  • Categories


Share

Transcript

  Sautuola / XV Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”Santander (2009), 11 - 33 ISSN: Las herramientas de piedra más antiguas en África.Una visión general y algunas reflexiones The oldest stone tools in Africa. An overview and some reflections Alberto GÓMEZ CASTANEDO 1 José YRAVEDRA SÁINZ DE LOS TERREROS 2 RESUMEN El objetivo de este texto es resumir el conocimiento actual en relación con la industria de piedra más antigua de la humanidad (Olduva-yense). Se reflexiona sobre las causas de su aparición en el continente africano, qué tipo de homínido habría estado implicado en su facturay cuáles son las características básicas de su sistema de producción. Del mismo modo, se valora finalmente la sustitución en África de este pri-mer tecnocomplejo de la humanidad por otro cognitiva y técnicamente más avanzado (Achelense).  ABSTRACT The aim of this text is to summarise current knowledge on the Oldowan, Humanity´s earliest stone technology. We reflect on the causesfor its beginning in the African continent, and we consider what kind of hominid could be responsible for its manufacture. We also explainwhat the main characteristics of its production scheme are. In the same way, we would like to reflect on the substitution in Africa of this firsthuman industrial complex by the Acheulian, a more developed one from both a cognitive and a technical point of view. PALABRAS CLAVE: Achelense. Género Homo . Homínidos. Innovación. Olduvayense. KEY WORDS: Acheulean. Genus Homo . Hominids. Innovation. Oldowan. I. INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES Las herramientas de piedra son uno de los princi-pales elementos de estudio para los arqueólogos. Sinembargo, gran parte de las veces, cuando han sido in-terpretados desde férreas tendencias tipologistas,losartefactos pétreos presentes en los yacimientos hanperdido su potencial explicativo en relación con el usoque recibieron y las actividades en las que estuvieronimplicados. Por ello son necesarios nuevos enfoques yasí, hoy día, la existencia de diferentes perspectivasanalíticas favorece el que los arqueólogos puedan en-contrar respuestas para el amplio espectro de pregun-tas que barajan en relación con los útiles recuperadosen los yacimientos; además de apoyarse en métodosde trabajo cada vez más sofisticados e interdisciplina-res. El objetivo fundamental es poder contestar apre-guntas relacionadas con la vida cotidiana de nuestrosantepasados. Preguntas como qué tipo de recursoseconómicos podrían haber sido aprovechados y ges-tionados con tales implementos, conocer las dimen-siones del espacio ocupado por el colectivo social o laspropias características del sistema de producción desoportes que ilustraría, especialmente en las primerasfases de la evolución humana, de forma más o menosclara sobre las habilidades y capacidades cognitivas delos responsables de su factura. Además se pueden in-ferir otro tipo de aspectos conductuales que no pue-den ser observados directamente en el registro ar-queológico,como pautas de aprendizaje o transmi-sión de información. En este sentido,la arqueologíaexperimental y las prácticas actualistas se están confi-gurando como un importante recurso interpretativopara los arqueólogos (por ejemplo MARTÍNEZ-MORE-NO etalii  , 2003; BRAUN etalii  ,2005; LEWIN, 2005;POBINER y BRAUN, 2005; BRAUN etalii  , 2006; EGE-LAND y DOMÍNGUEZ-RODRIGO, 2008).En este texto nos centraremos en aproximarnos aalguna de esas cuestiones mencionadas en relacióncon las primeras industrias de piedra de la humanidad,prestando especial atención a la primera de ellas: elOlduvayense y su posterior sustitución por el Achelen-se; además trataremos de acercarnos a la cuestión dequé tipo de homínido habría sido el artífice las prime-ras herramientas de piedra y qué razones o motivosprincipales le impulsaron a ello.A día de hoyes asumido que en África se srcina-ron las industrias de piedra más antiguas. Tras ese des-pegue inicial se desarrolla un periodo conocido comola Early Stone Age (ESA) que incluye a dos tecnocom-plejos con producciones materiales caracterizadas poruna relativa simplicidad, el Olduvayense y el Achelen-se. En este sentido la ESA observa una división quecomprendería el Complejo Industrial Olduvayense y elComplejo Industrial Achelense que,en conjunto,abar- ISSN: 1133-2166 1.Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.Correo electrónico: [email protected]. Prehistoria, Universidad Complutense de Madrid.Correo electrónico: [email protected]  12 LAS HERRAMIENTAS DE PIEDRA MÁS ANTIGUAS EN ÁFRICA. UNA VISION GENERAL Y ALGUNAS REFLEXIONES carían una horquilla cronológica que iría desde los 2·6m.a.hasta unos 300/200 mil años (Ka.).El concepto de Olduvayense 3 fue formalmente acu-ñado por Louis S. B. Leakey a mediados de la décadade 1950 cuando describió los materiales hallados en lagarganta de Olduvai (Tanzania, África). Posteriormen-te, los trabajos de Mary Leakey (1971) sobre los con- juntos industriales de los lechos I y II de Olduvai im-pulsaron el conocimiento de este tecnocomplejo y sen-taron las bases para la clasificación de los demás yaci-mientos arqueológicos africanos. Tradicionalmente lasinvestigaciones realizadas sobre el Olduvayense se hancentrado en proponer una tipología más o menos co-herente en función de la disponibilidad de los mate-riales, en valorar las dimensiones funcionales del pro-pio utillaje Olduvayense y en tratar de determinar lascapacidades psicosomáticas de los homínidos respon-sables de la manufactura de estas tempranas herra-mientas. De este modo han quedado establecidos unaserie de atributos básicos y fundamentales que tratande encuadrar a esta primera industria de piedra de lahumanidad. Grosso modo hasta hace poco, las carac-terísticas principales asumidas para eltecnocomplejoOlduvayense se centraban en incidir sobre el hecho deque se trataba de un sistema de producción de carac-terísticas bastante elementales. El utillaje logrado seríael resultado final de un proceso carente de organiza-ción y generado por el simple golpeo de una piedracontra otra, asemejándolo, por parte de algunos au-tores,al tipo de uso que le dan a este recurso los si-mios antropoides.En este sentido, el esquema de talla olduvayenseestaría basado en la consecución de un conjunto delascas tras el golpeo de un nódulo mediante percusióndirecta (Figura 1).Del mismo modo las características de los grupossociales implicados en tales sistemas de produccióntecnológica estarían marcados por un estigma de sim-plicidad semejante, considerando que se trataba degrupos de homínidos con un bajo desarrollo psicoso-mático,con pobres aptitudes para la talla de la piedray una carenciade esquemas desarrollados de planifi-cación, organización y cooperación a la hora de ex-plotar la materia prima. Como veremos, la realidad se-gún los últimos trabajos, es bien diferente. En cual-quier caso,y aún reconociendo una cierta simplicidaden ellas, estas actividades constituyen una innovacióntrascendental en el manejo de la piedra como recursocon importantes repercusiones en el posterior des-arrollo de los homínidos 4 en general y del género Ho-mo en particular (DE BAUNE, 2004; SCHICK y TOTH,2006; GÓMEZ CASTANEDO, 2007).Entre1·7/1·5 m.a. parece observarse,en determi-nados asentamientos,herramientas típicas olduvayen-ses con otras que evidencian ya un nuevo tipo de ges-tión y manufactura de la materia prima. Ese momen-to transicional es lo que se ha venido denominandoOlduvayense Evolucionado (Developed Oldowan) y sellegó a argumentar que,en ese tránsito,las herra-mientas con características olduvayenses seguían sien-do fabricadas por homínidos que continuaban ese mo-do de proceder tecnológico frente a otros que incor-poraban un sistema productivo marcado por el pre- 4.En los últimos años la comunidad científica, basándose en la solidez de di-ferentes propuestas analíticas de índole fundamentalmente biológico, semuestra más favorable a rechazar la separación establecida de forma tra-dicional entre la familia Hominidae y la Pongidae y abogan por incluir den-tro de la primera a algunos de los miembros de la segunda, como chim-pancés y gorilas. Este tipo de opción se basa en el reconocimiento de unamayor proximidad genética entre chimpancés y gorilas con los humanos yasí se reservaría la designación de homininos para los humanos y sus an-tepasados más próximos ya extinguidos, es decir, lo que tradicionalmentese ha venido designando como homínidos. Reconociendo esa similitud ge-nética entre los simios antropoides con el hombre, optamos por seguir de-finiendo a los humanos y sus parientes más cercanos ya extintos como ho-mínidos. Ello se debe fundamentalmente a una razón y es el tratar de evi-tar confusiones en los lectores y en la sociedad en general puesto que lanueva tendencia nominativa, como decimos, se enfrenta a la práctica, tra-dicionalmente asumida, de designar como homínidos a los humanos y asus antepasados más cercanos excluyendo a chimpancés, gorilas, orangu-tanes y los antepasados de éstos.3.En los últimos años ha cobrado fuerza la tendencia de denominar comoModo I al Olduvayense y Modo II al Achelense. Esta propuesta procede detrabajos desarrollados en las décadas de 1960, 1970 y actualizados a fi-nales de la década de 1990 (ver MARTÍNEZ-MORENO et alii  , 2003; DE LATORRE, 2006). En este texto usaremos los términos de Olduvayense y Ache-lense. Fundamentalmente porque parece que aún no hay del todo con-senso por parte de todos los investigadores en el uso unánime de Modo Iy Modo II; además el Olduvayense es un tecnocomplejo definido a partir delos trabajos realizados sobre conjuntos líticos africanos de Olduvai y se ci-ñe mejor al margen cronológico que se aborda en este trabajo. Por todoello, y hasta que no se produzca una unificación de criterios y una ten-dencia nominal formal, nos parece más pertinente respetar la designacióntradicional de Olduvayense y Achelense. Figura 1: Esquema del sistema básico de producción de lascas (AM-BROSE, 2001).  dominio de bifaces; se le otorgaba asíun punto de vis-ta cultural a la cuestión, vinculando unas tecnologíasa unos homínidos particulares y otras a otros diferen-tes. El hecho inmediatamente posterior a esta circuns-tancia marcaría la llegada del llamado complejo in-dustrial Achelense (nombre que deriva del yacimientofrancés de Saint Acheul) hacia 1·5 m.a. con la inclusiónen los conjuntos olduvayenses de las llamadas Largecutting tools (LCTs) o herramientas de filos largos (AM-BROSE, 2001). El Achelense se asocia a homínidos quepresentaban ya un patrón biológico y físico cercano alde los humanos anatómicamente modernos y conunas capacidades cerebrales y cognitivas más desarro-lladas, asociadas a mejoras de tipo sociocultural. ElAchelense pues supone la emergencia de otro innova-dor sistema de producción de herramientas de piedraen el que el producto estrella sería, en principio, el bi-faz o hacha de mano. Para lograr estas produccioneslos soportes eran trabajados por las dos caras logran-do un filo activo que implicaba todos los laterales delcanto. Las diferencias en relación con el tecnocomple- jo precedente son evidentes, pero sobre todo destacael hecho de que los talladoresoperabancon un es-quema mental diferente, más volumétrico, de cara aobtener el útil final, predominando en su esquema detrabajo conceptos como el de configuración y estan-darización(ver GONZÁLEZ y MOURE, 2000; AMBRO-SE, 2001; DÍEZ MARTÍN, 2005). En cualquier caso ypartiendo del carácter innovador del complejo indus-trial Olduvayense, nos gustaría remarcartambiénla in-novación que supone la llegada de este tecnocomple- jo, el Achelense. Teniendo en cuenta además del hechode que los homínidos que comienzan a desarrollar es-te tipo de producciones ( Homo ergaster/erectus) yapresentabanunos volúmenes cerebrales sensiblemen-te más elevados que los de homínidos previos con to-das las implicaciones socioculturales que ello lleva con-sigo (MCHENRY y COFFING, 2000). II. EL OLDUVAYENSE Las primeras evidencias incontestables del trabajode la piedra proceden de yacimientos de África orien-tal (Fig. 2) en Gona ubicados en los márgenes del ríoAwash, con fechas de 2·5/2·6 m.a.Estos emplazamientos, además, incluyen concen-traciones de restos de fauna que podrían haber sido Alberto GÓMEZ CASTANEDO y José YRAVEDRA SÁINZ DE LOS TERREROS 13 Figura 2: Mapa que refleja los principales lugares del Este de África con los vestigios arqueológicos más antiguos de la humanidad (HARRIS etalii  , 2007).  procesados con los propios útiles (SEMAW etalii  ,2003). Sin embargo, no tenemos motivos para dudardel hecho de que,muy probablemente,el conoci-miento de los principios de la fractura concoidea y lageneración de herramientas de características olduva-yenses fueran cronológicamente anteriores a estos ha-llazgos. A pesar de que las evidencias son precarias,ello podría muy bien ser debido a que las concentra-ciones de útiles en yacimientos hayan sido escasas oque pudieran haber sido dispersadas y/o eliminadaspor procesos postdeposicionales (PANGER et alii  ,2002). Podemos pensar pues que en fechas anterioresa 2·5 m.a. algunos homínidos ya habrían sido capa-ces de gestionar materia prima lítica y de manufactu-rar herramientas que, aunque elementales, sirvieronpara diferentes tipos de actividades 5 .Mientras tanto tenemos quelas evidencias olduva-yenses más arcaicas, como hemos mencionado,se handetectado en África oriental, en los yacimientos etío-pes de Gona,con fechas de 2·6/2·5 m.a. (SEMAW etalii  , 2003). Igualmente, como hemos señalado, en Go-na se han hallado restos de fauna con marcas de pro-cesado que ilustran claramente sobre alguno de losusosa los que las herramientas fueron dedicadas enesas fechas.Lo mismo que sucede con los restos deotro yacimiento etíope, Bouri, de similar cronología(DE HEINZELIN etalii  ,1999; DOMÍNGUEZ-RODRIGO etalii  , 2005). Junto a estos importantes emplaza-mientos se han documentado evidencias superiores alos 2 m.a. en otros puntos del este de África. De estemodo, siguiendo en antigüedad a los citados de Go-na y Bouri, se encontrarían los emplazamientos deOmo, también en Etiopia, en la llanura del lago Turka-na y al Sur del país (DE LA TORRE, 2004). Con fechasparejas a las de Omo (2·3 m.a.) se hallan los yaci-mientos keniatas de la formación Nachukui(en la zo-na conocida como West Turkana), Lokalalei 1 y Loka-lalei 2c 6 (ROCHE et alii  ,1999; ROCHE etalii  ,2003; DE-LAGNES y ROCHE, 2005). Igualmente, por encima delos 2 m.a.,tenemos las evidencias procedentes de laformación de Hadar en Etiopía donde se han halladorestos de industria olduvayense caracterizada por lapresencia de núcleos de materia prima basáltica y decuarzo; también en Hadar se halló un maxilar de ho-mínido (A.L. 666) atribuido a un espécimen de Homohabilis con una cronología estimada de 2·3 m.a. (KIM-BEL et alii  , 2006). En fechas similares (2·2 m.a.) tene-mos el material lítico procedente de Kanjera (KanjeraSouth),en Etiopia occidental(PLUMMER etalii  ,1999;BISHOP et alii  , 2006).Existen, además, otros yacimientos con cronologíapor encima de los 2 m.a., como Senga 5A, ubicado enlos llamados lechos Lusso de la parte alta del valle delrío Semliki (R. D. Congo), donde se hallaron restos deindustria asociada a fauna de especies de característi-cas acuáticas; no obstante, recientes revisiones ven concierto escepticismo que esa asociación sea del todo fia-ble (TAPPEN y HARRIS, 1998). Por otro lado, en los le-chos Chiwondo (Malawi) se localiza el yacimiento deMwimbi en el que se registró una pequeña colecciónde 27 piezas. El yacimiento, sometido a una serie deprocesos postdeposicionales, es dudoso, pero en él sehalló un maxilar atribuido a un espécimen de Homorudolfensis lo que acrecienta su interés (KAUFULU ySTERN, 1987; JUWAYEYI y BETZLER, 1995).A partir de los 2 m.a. el número de yacimientos conindustria olduvayense aumenta de forma considerablecuestión que, como han señalado algunos autores,pueda deberse a dos factores. Por un lado que el tra-bajo de la piedra por los homínidos cobrara más im-portancia a partir de este momento o por cuestionesde conservación diferencial debido a razones sedi-mentarias(DÍEZ MARTÍN, 2005). Destacan pues enÁfrica oriental una serie de lugares, como los yaci-mientosetíopes de Gadeb (< 1·5 m.a.) y Fejej(1·96m.a.), y los emplazamientos de Garba IV y Gombore Ien Melka Kunture (1·7/1·4 m.a.), también los keniatasde Koobi Fora (1·9/1·4m.a.) y Chesowanja (1·4 m.a.).En West Turkana debemos mencionar los yacimientosde un conjunto, Kokiselei (1·9-1·6 m.a.), que en un fu-turo podríanaportar valiosa información a tenor delos datos ofrecidos por Roche et alii  (2003)y Harmand(2007). Contamos también con evidencias proceden-tes de yacimientos tanzanos como los lechos I y II dela garganta de Olduvai(1·9 - 1·2m.a) o el ST SiteComplex de Peninj, en el lago Natrón (1·6/ 1·4 m.a.)y de Uganda como el sitio de Nyabusosi (1·5 m.a.).Igualmente al Olduvayense ha sido adscrito el asenta-miento de Barogali (al lado del lago Abhé, en Djibou-ti) con fechas entre 1·6 y 1·3 m.a. Este emplazamien-to cuenta además con la particularidad de que haaportado un conjunto de restos macrofaunísticos deun proboscideo ( Elephas recki  ). Los investigadores delasentamiento (BERTHELET et alii  , 2002) proponen queel elefante habría sido procesado por los homínidospara conseguir su encéfalo cuestión que quedaría porconfirmar. De todos ellos, Nyabusosi, Gadeb y Cheso- 14 LAS HERRAMIENTAS DE PIEDRA MÁS ANTIGUAS EN ÁFRICA. UNA VISION GENERAL Y ALGUNAS REFLEXIONES 5.El hecho de que algunos simios antropoides hagan uso de herramientas(como los chimpancés), ha abierto el debate sobre si es posible la existen-cia de una cultura material preolduvayense, es decir una producción líticaa medio camino entre los primeros ensayos de algunos primates y las pro-ducciones propias del Olduvayense. De hecho, como veremos más ade-lante, los últimos trabajos realizados sobre algunos yacimientos generadospor chimpancés, esencialmente en Costa de Marfil (MERCADER et alii  ,2002; MERCADER et alii  , 2007), tienden a equiparar las primeras eviden-cias tecnológicas de la piedra con los restos del uso que los chimpancés ledan a este recurso para golpear y conseguir acceder a los frutos que con-sumen. Cuando realizan esas actividades de golpeo se generan una seriede vestigios pétreos que se han querido relacionar con un sistema tecno-lógico previo al Olduvayense.6.Tras una revisión de la contemporaneidad de los yacimientos L1 y L2C(BROWN y GATHOGO, 2002), se ha propuesto que L2C es algo más re-ciente que L1, al menos unos 100.000 años.  wanja con cronologías entre 1·5 y 1·2 m.a., a pesar dehaber sido tradicionalmente adscritos al Olduvayense,podrían reubicarse a comienzos del Achelense (DE LATORRE, 2006).Fuera del área esteafricana, y viendo como el Ol-duvayense se expande hacia otras zonasdel continen-te en épocas tempranas, no podemos obviar el con- junto argelino de Ain Hanech (con fechas de 1·8 m.a.),emplazamiento que aúna vestigios pétreos con restosde diferentes especies animales –bóvidos y équidos,por ejemplo–(SHANOUNI et alli  , 2002). El material deAin Hanech presenta algunas formas características ensus conjuntos que podrían calificarse de poco habi-tuales en los conjuntos olduvayenses clásicos, como laexistencia de un número importante de formas polié-dricas y que podrían estar relacionadas con las carac-terísticas de la materia prima que en esencia es la ca-liza. El conjunto de Ain Hanech está sometido a críti-ca por algunos autores que ven en él a un yacimientomás relacionado con sitios más recientes y de contex-tos achelenses (GERAADS et alii, 2004).Otra de las áreas de África donde se documentanregistros olduvayenses es en el Sur del continente. Enel conjunto cárstico de Sterkfontein, esencialmente elmiembro5 (KUMAN y CLARKE, 2000), se han halladoun elevado número de herramientas olduvayenses y su Alberto GÓMEZ CASTANEDO y José YRAVEDRA SÁINZ DE LOS TERREROS 15 Figura 3: Dibujo de material olduvayense procedente de Gona (yacimientos EG 10 y EG 12). 1 a 7 Núcleos con diferentes tipos de explotación.8 a 10 lascas (SEMAW, 2000).