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1986. En esta importante etapa de la Historia de la Falange Española de las J. 0. N. S. , caracterizada, fundamentalmente, por el intento continuado de recuperar su propia identidad, tantas veces desvirtuada, el trabajo de Santiago Pisonero del Pozo, amigo y camarada entrañable de tanto tiempo y de tantas circunstancias, viene a contribuir, decisivamente, a ese empeño que nos hemos propuesto de aclarar las ideas, en principio a muchos de nuestro propios camaradas y después a todos los españoles, para que cuando alguien trate del Nacional Sindicalismo no haya posible confusión con otras tendencias, ideas o posturas políticas. Falange Española de las J. O. N. S., instrumento político de la doctrina nacionalsindicalista, y esta propia doctrina, han sufrido durante muchos años, la tergiversación y la deformación que las circunstancias poIíticas acarrearon y que dejaron a nuestra organización y a nuestra ideología prácticamente inservibles para los tiempos que venían, al unir su destino al de un Régimen político que tenia de vida lo que durase su creador. Sin embargo los falangistas, que estamos convencidos de que en las soluciones políticas, sociales, económicas, morales y culturales del nacionalsindicalismo está la única salida que le queda a España, nos negamos firmemente a que la Falange quedase descolgada de la Historia futura de España al quedar identificada con un Régimen político que había agotado sus posibilidades en los cuarenta años que gobernó a España. Precisamente la tarea que Santiago Pisonero se impuso al acometer este trabajo, que además de ser oportuno es brillante y riguroso, fué la de incidir, una vez más, en la necesidad de diferenciar el nacionalsindicalismo de cualquier opción liberal, capitalista, conservadora, fascista, o de derechas, por un lado y de cualquier opción estatista, marxista o de izquierdas por otro. Nosotros creemos que en el futuro, en el tiempo que está por llegar, hay que buscar el camino exacto que, apartándonos de la moral materialista de izquierdas y derechas, apartándonos de las concepciones económicas del liberalismo y del marxismo, nos conduzca al alumbramiento de una nueva sociedad, en la que los valores supremos no radiquen en el dinero (sociedad liberal - capitalista) ni en el Estado (sociedad marxista) sino en la persona y en el trabajo..Una nueva sociedad que para nosotros tiene ya una denominación muy clara: sociedad nacionalsindicalista. Difícil empeño el de los falangistas; pero ante esa dificultad, como siempre, nosotros decimos con el poeta: El hoy es malo pero el mañana es mío". Diego Márquez
