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José Antonio En La Cárcel Y A Hombros De Sus Falanges – José Martín Villapecellín

Description: La Falange y Martín Villapecellín Poco después del 19 de febrero de 1936, una imponente manifestación del Frente Popular asistía al entierro de uno de los suyos e inundaba la Gran Vía de Madrid de...

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La Falange y Martín Villapecellín Poco después del 19 de febrero de 1936, una imponente manifestación del Frente Popular asistía al entierro de uno de los suyos e inundaba la Gran Vía de Madrid de puños cerrados y de gritos de odio contra la Patria y contra la Falange. Sonó de pronto un potente ARRIBA ESPAÑA y el hombre que lo lanzó se vio envuelto en el acto por la masa frenética que intentaba lincharle. A punta de pistola mantuvo a distancia a los más peligrosos y logró a duras penas salvar la vida. Tan extraordinaria audacia deparó a José Martín Villapecellín una larga temporada de cárcel y una satisfacción inextinguible que teñirá para siempre su vida. La alegría de compartir la prisión con JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA, con el fundador, que en el más alto servicio de España vivía sus últimos meses de existencia rodeado de discípulos predilectos, de sus mejores camaradas. La admiración y el respeto que tenía Villapecellín para José Antonio se agrandaron hasta lo inconcebible. Recuerdo la obediencia fervorosa con que cumplía sus órdenes y recuerdo también que ni una sola vez se retiró a su celda sin cuadrarse antes militarmente y ponerse a las órdenes de José Antonio, que respondía con una afectuosa frase de despedida. Una noche de finales de mayo, el Oficial de guardia interrumpió nuestra tertulia de sobremesa con la orden de libertad inmediata de Víllapecellín y del autor de estas líneas; orden que nos salvó de una muerte cierta y nos permitió actuar otra vez en la calle al servicio del Movimiento. Preparamos nuestros maletines en el acto y nos dispusimos a salir. José Antonio, Miguel, Julio Ruiz de Alda, Raimundo, Augusto Barrado, Roberto Basas, Alejandro Salazar, Andrés de la Cuerda, Palao y otros heroicos camaradas, caídos ya casi todos en acto de servicio, acudieron a despedirnos hasta cerca del centro de la prisión, límite que muchos de ellos no habían de quebrantar jamás. Sólo sus almas lo franquearon meses después para montar la guardia eterna. Tras estrecharnos fuertemente las manos, adoptamos la posición de firmes y José Antonio gritó un ARRIBA ESPAÑA contestado por todos con voz fuerte que dominaba la emoción. Pero a José Martín Víliapecellín, que había sabido lanzarlo con ímpetu magnífico ante la manifestación comunista, le quebró la voz y las lágrimas no le dejaron contestar. Recibió entonces de José Antonio la primera y única reprimenda, y estoy seguro que ella ha quedado para siempre como una reliquia en el ánimo y en el espíritu de Martín Víliapecellín. RAFAEL CARCERAN