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Los Calabozos De Langeais - Becca Fitzpatrick

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Los calabozos de Langeais

Becca Fitzpatrick.-

Tradución: Mel.- {@onlyseeyou}
Para: HushHushArgentina [http://Twitter.com/HushHush_Arg]

no había forma de calmar el ardiente fuego en la boca su estómago. No había esperanza. la luna de finales de octubre se encontraba sofocada por una cubierta de nubes. Un giro brusco sacudió al entrenador. Una fuente llamativa y escalonada. Era una noche vívidamente negra. dejándolo en dos ruedas. la decepción le había enseñado a Chauncey una valiosa lección. Se preparó para el gran apriete de ira que siempre le seguía a un pensamiento sobre el Jeshvan o sobre el oscuro ángel que vendría a apoderarse de él. recién en la soledad del carruaje. Una historia de Hush Hush. El cochero. dejando que la ira fría y salvaje se hinchara dentro de él. y al final. había encontrando que no era más que un tonto estafado. Estaba temblando de dolor y. en busca de esperanza. Presionando los codos en la parte superior de sus rodillas. Sin esperarlo. que emprendieron una carrera desesperada. Se sentó de esa manera hasta que el dolor volvió. había renunciado a tratar de ocultarlo. que apenas le llegaba a la parte superior de la caja torácica. Había pasado una gran parte de los últimos 200 años a la caza de una manera para deshacer lo hecho. tendría que haberles estirado el cuello a cada uno. cediendo el control de su cuerpo por una quincena entera. Por supuesto. Trozos de piedra aparecieron bajo las ruedas delgadas del carruaje.Valle de Loire. Sólo tenía la venganza. Una camisa de lino blanco. Sopló suavemente a través de sus dientes. atada alrededor de su muslo por un vendaje. Sin embargo. El Jeshvan. el brutal ritual que Chauncey sufría cada año. y con él. Los ojos de Chauncey vagaron por su regazo. estaba empapada de sangre. las manos de Chauncey Langeais volaron hacia las paredes. Francia. Chauncey se irguió para ver su castillo. en cambio. pasó por la ventana del coche. ni escapatoria. demostrando una vez más que ningún tipo de estiramiento lo aliviaría. apretó los dientes de dolor. Si él no hubiera sobrevivido ya a todos. se quitó el sombrero . pero. Incluso más. El ángel lo había despojado de todo. y por sobre el chillido del viento. el sonido del látigo del cochero alocó a los cuatro caballos. Tirando de la tela que cubría su cuello. Había empujado grandes sumas de dinero en los bolsillos de místicos. que llegaría el día en el que Chauncey podría encontrar la paz. Ya era hora de que el ángel aprendiera una lección. tras una noche larga. Resopló con disgusto ante el cuadro que presentaba: su ropa estaba sucia y rota. Chauncey abrió la puerta con el talón de su bota y giró torpemente. pero el camino que llevaba hasta el castillo de Langeais era cualquier cosa menos pesado. En el interior. le había ordenado al hombre que condujera tan rápido como fuera posible. El mes judío comenzaba a la medianoche del día siguiente.Los calabozos de Langeais. donde podría cerrar las puertas. Podría haber abierto la ventana y gritarle a su conductor. El cochero desaceleró a los caballos con una sacudida que normalmente habría escapado a la atención de Chauncey. y sólo logrando que éste volviera a ensañarse con ellos una vez más. y luego otra. Esa noche. luego de una escapatoria. estimó los minutos que le faltaban hasta llegar a su hogar. Todos habían afirmado sabiamente. con gárgolas en las ventanas de paneles de diamante. diciéndole que nada podría evitar que el tiempo marchara hacia adelante. gitanos y adivinos parisinos. y ésta había crecido en su interior como una semilla solitaria en un bosque quemado por cenizas. y Chauncey haría cualquier cosa para enseñársela. La tarea lo había consumido. extendiéndose en toda su altura. jurando. inclinó la cabeza y juntó las manos detrás de su cuello. y de allí se dirigieron a sus largas piernas. Cada músculo de su cuerpo gritó en señal de protesta. 1769.

Su Alteza? —1565 —pidió. Había sido un tonto. Se hizo una nota mental para no olvidar despedir al cochero en año nuevo. Unas pocas palabras habían demostrado ser su perdición: Señor. Dilo. Podía recordar los detalles más finos. se inclinó y se escabulló hacia atrás. en poco más de veinticuatro horas. y le había quitado la voluntad de hablar por sí mismo. me convierto en su hombre. Había pasado 200 años deseando poder volver hacia atrás en el tiempo hasta ese año y alterar las últimas horas de la noche. frunciendo el ceño un poco. quien estaba parado en la puerta. lenguaje. Trató de recordar el tiempo que el cochero había estado a su servicio. —¿Algún año en particular. Dejó escapar un gemido. sin sospechar que era simplemente uno de los trucos mentales del ángel. Se incorporó y arrojó su brazo sobre el escritorio. No había entendido el significado de lo que se le había exigido dar. para que le trajera una botella de la bodega. La horrible y desesperante sensación de perder el control de su cuerpo y de verlo caer en las manos del ángel. El ángel. El caliente e invisible hierro golpeando todos los rincones de su cuerpo. cojeó a través de las losas de piedra hasta llegar al castillo. El cuerpo de Chauncey se tensó— ¿Quién anda ahí? —exigió. *** Luego de asearse. . Hizo un gesto a ciegas para Boswell. cegado. Hasta podía ser confundido con un muchacho de veinticinco años. tropezando con sus pies como si estuviera frente a un monstruo. El olor de moho. dando manotazos a los penachos de polvo levantado por los caballos. Chauncey no parecía envejecer. —Tu juramento de fidelidad —había dicho el ángel—. congelándose en esa edad para el resto de la eternidad. El golpeteo de la lluvia. Chauncey lo miró. Incluso su propia mente racional se había vuelto contra él. llenándose de aquella sensación de quietud. no frente aun hombre. Luego. Ninguna tentación terrenal podía verse tan atractiva como ésta lo hizo en ese momento. cerrando los ojos. torturado. y si habría descubierto el obvio y doloroso hecho de que. Él le había jurado lealtad al ángel a los dieciocho años. Pero mientras sus modales. Pero no podía relajarse todavía. —¡Maldito sea! —hubo un cambio en las sombras a lo largo de la pared del fondo. por amor a la ironía. Las lápidas húmedas color pizarra que sobresalían como dientes torcidos de la tierra. frío e implacable. y el hielo. No tenía ningún deseo de pasar la noche atormentado por el conocimiento de que. e inclinó su cabeza hacia atrás. enviando algunas botellas de tinta y un pisapapeles de cristal al suelo. con cada año que pasaba. tenía que pensar cuidadosamente toda la información que había reunido en aquel último viaje a Angers. y vestimenta lo hicieran parecer un poco mayor. alternativamente. La alarmante pérdida que había sentido al darse cuenta de que no podía ordenarle a sus propios pies que corrieran. lo invadió. Chauncey había dado su voto para acabar con un dolor fantasma. No. antes de dormir. pero ese era el límite. el pino. vendarse y vestirse. haciéndole creer que el dolor era real. amasando ambos puños contra sus ojos. podría resolverlo. Le dio a la enorme fortaleza un apreciativo repaso. El ángel lo había engañado. Chauncey se acomodó en la silla detrás de su escritorio en la biblioteca.raído y. Chauncey no quería recordar lo que sucedió después. todo volvería a empezar. con la voz ronca de rabia.

Chauncey? ¿Y no pensabas hacerme una visita? Chauncey sopló profundamente por la nariz y cuadró los hombros. la criatura más exótica y venenosa que había visto jamás. No podría haber tenido más de diecisiete años. Ella era una bailarina.Esperó a que alguno de sus criados farfullara una disculpa. exigiendo el pago de algo (un vestido que ella insistió en que había dejado y que él nunca había regresado. lo que le llevó a creer que era una fugitiva. —Quiero el doble que la última vez. pasándose las manos por la cara. Hasta ahora. sin acompañante. sólo él por qué). pero un fuerte dolor en su pierna cortada le impidió moverse. —Si hubieras sido tan exigente cuando estábamos juntos. —¿Cómo entraste? ¿Boswell? —preguntó. Ella le deslizó una mirada. finalmente. aunque le costaba creer que su mayordomo hubiera dejado entrar a una mujer extraña dentro de su biblioteca personal.. —Necesito dinero. Demonios. ¿cuánto? ¿Ocho semanas? Hasta que su relación terminó abruptamente. Trató callar. —Mi llave. Entonces. No si valoraba su trabajo. Nunca se equivocaba. una femenina y brillante voz habló. —Tendrías que haberme avisado que vendrías —dijo más sosegadamente—.. Me gustaría haberle pedido a Boswell una copa extra de vino. Chauncey sólo le había dado el gusto. —¿De vuelta en la ciudad. pensando que debió haberlo sabido. pensó. ¿verdad? —dijo por fin. y. Elyce lo había vuelto a visitar con frecuencia en las semanas siguientes a su separación. Se había quedado en el castillo. el reembolso de los carros que habían trasladado sus pertenencias del castillo. pero en vez de eso. volvió a pensar. ¿qué? . Cogió el pisapapeles de cristal del suelo y lo estudió con una expresión aburrida. mientras caminaba alrededor de la mesa para apagar una de las lámparas que le estaba causando dolor de cabeza. y él no había vuelto a verla en dos años. Él la había envuelto con su capa y la había llevado de regreso a su casa con menos de una docena de palabras de introducción entre ellos. Finalmente. . Se habían conocido en un hotel de paso. Él bufó divertido. encontrando secretamente cierto placer en su excitante compañía. tal vez te habría respetado más. —¿Él doble? —se echó a reír— ¡Por Dios! ¿Qué haces con todo eso? —¿Cuándo podré esperarlo? —Chauncey se encogió de hombros. descubriendo lamentable que Elyce no se encontraba entre las cosas sobre las cuales su memoria podría haberle fallado esa noche. en particular sobre ese punto. —No he venido aquí a tomar. ella había desaparecido por completo. pero las palabras se le escaparon de la boca. Trató de sentarse de nuevo. —No tendría que haber vuelto nunca.

él lo descubrió. que no le importaba analizar. no podía mirarlo a los ojos. Debajo de la ropa vieja. Hubiera preferido arar sus campos por si mismo antes de tomar a una dama como rehén. o por boxear en las calles—una alternativa moderna a los duelos que se estaba extendiendo por toda Europa. o tal vez ambas. y me iré —dijo. en un esfuerzo para no perder Jolie Abrams. ¿Qué pasaba si. aunque ahora sólo buscara apoyo. De un cierto modo retorcido. Su primer impulso fue matarla directamente. pero Chauncey no se dejó engañar. la había seguido. Chauncey no había sacudido por completo la memoria. Chauncey se acercó a la repisa de la chimenea y se apoyó en ella. buscando en las partes más sórdidos de la ciudad. su posición favorita para la contemplación profunda. Él era un duque. egoísta y manipuladora. Observado. su boca tensa riendo y tragando cerveza barata.. pero. Trató de ocultar ese hecho. Ella estaba disfrazada con ropa de campesino. . hasta que la había perdido en el transporte. Ella era hija de un noble. Ella era agresiva. La imagen de estar persiguiendo un coche por los bulevares de Angers destellaba de su memoria. podía hacerlo. Algo que Chauncey podía tener en sus manos. Era la viva imagen de la naturalidad. pero sobre todo. Durante todo el viaje a casa. Fue mientras espiaba al ángel en uno de esos partidos. En medio de la inspección de su gracia. No se había dirigido de nuevo al castillo. Esa mujer había asistido al ballet y la ópera. Elyce se aclaró la voz. El ángel valoraba algo físico. pasando su dedo a lo largo de la parte superior de un marco dorado e inspeccionando el polvo.? ¿Y si encerraba a Jolie Abrams en el castillo? La idea lo tomó por sorpresa. Chauncey anhelaba hacerlo pedazos. pero había perdido el equilibrio cuando su capa se enredó en las ruedas. No le interesaba en lo más mínimo recordar las circunstancias humillantes en las que su cuerpo había terminado de aquella forma. y Chauncey no tenía ninguna duda de que el ángel. el Señor de Langeais. —¿Chauncey? Sonaba más como una orden impaciente que un recordatorio amable de que estaba esperando. Una mirada secreta entre ella y el ángel. La vio levantar una ceja. entretenida.Ella siempre había sido exigente. con su pelo castaño oscuro suelto. Todo lo que el ángel valoraba. la mitad de su cara estaba lejos de la luz y oculta en la sombra. un caballero. La mirada de los amantes. la primera vez que Chauncey puso sus ojos sobre Jolie Abrams. Se había limitado a la parte trasera del carro. si lograbas ganar. había repasado aquella sorprendente revelación. por alguna razón. dispuesto a callar lo que estaba pensando. la idea era tentadora. y cuando finalmente había quedado libre. Sin embargo. —Dame el dinero. Lo último que necesitaba era avivar la curiosidad que quemaba los ojos de Elyce. Y sin embargo. donde el ángel era conocido por jugar a las cartas en casas clandestinas. Chauncey se limitó a mirarla. la joven que había estado siguiendo durante toda la noche. Era un espejo de sí mismo. Había pasado una semana en Angers. Había mucho dinero en juego. disfrutaba con la pelea. con su basto arsenal de trucos mentales. se lo recordaba ahora sólo para burlarse. ¿Cómo podría usarlo en su beneficio? —¿Estás queriendo decir que me harás esperar toda la noche? —Elyce se cruzó de brazos y se irguió un poco más. había sido pisoteado por un caballo que se acercaba. su piel era limpia y perfumada.. Había sido arrastrado por el carro una buena distancia. Pero por razones de las cuales no estaba del todo seguro.

Su expresión se había blanqueado. pasillos enrevesados. —La amante de un enemigo —murmuró. calabozos. sin duda. Luego.. investigándola en silencio. Giró sobre sus pies. todo estaría perdido. —Jolie Abrams —dijo. durante una exploración secreta de los túneles que se encontraban debajo de la cocina. —Entonces lo siento por ella. El cielo sabía que ella tendría que ganarse su mantenimiento. se había propuesto mantenerse lejos. en los pisos superiores del castillo. Lo que significaba que necesitaba un representante. —¿Disculpa? Chauncey estuvo a punto de sonreír. Cuando era un niño. . pero su opinión sobre él se fijó en el desprecio. ¿Vamos a empezar de nuevo? habló con su mente. Ladeó las cejas. No tengo miedo de ensuciar mis manos un poco. Chauncey tropezó con restos óseos. Las ratas se habían dispersado por debajo de los huesos a la vista de su antorcha. Vio una pizca de confusión apoderarse del rostro de Elyce. Elyce se echó el cabello hacia atrás y levantó la barbilla. Una vez que hagas algo por mí —agregó lentamente. Elyce entrecerró los ojos. su padrastro le había advertido de la suerte de los que vagaban por debajo del castillo sin guía. y Chauncey sonrió ante su fino temblequeo. y Chauncey había pensado que sólo se trataba de cuentos. Si el ángel descubría su olor. estaba algo más que preocupada por la respuesta. porque entonces se dio media vuelta y pateó el objeto. pero Chauncey se dio cuenta de que. y que. utilizando uno de los grandes y terribles dones que poseía por ser el hijo bastardo de un ángel oscuro. Chauncey. Una mujer. Alguien capaz de pasar desapercibido bajo la atenta mirada del ángel. Era imposible. Difícilmente tratas a tus enemigos con amabilidad. Ella lo había imaginado. Una respuesta típica y aburrida que sólo lo irritaba más. mirando a Elyce con un nuevo interés. que salió disparado hacia atrás del sofá. y lo arrojó por el aire hacia ella. Sin embargo. Chauncey aferró el candelabro de plata que había estado acariciando de forma ausente. Su audacia había sido siempre una tapadera de su miedo. Luego la miró por encima de su hombro—. Dejaría que el ángel tratara de encontrarla. debajo de las capas bien practicadas de su expresión. solo con la muerte. dándole toda su atención. moviéndose rápidamente en un vestido que era demasiado lujoso para no tratarse de otra cosa más que de un Coste original. de la táctica de un hombre que confiaba en el miedo como forma de disciplina. había sido financiado por sus bolsillos. por fin. Estaba preocupada por él. Buenas noches. Elyce debió haber oído el roce de velas contra el manto de su vestido. Él no podía. mientras ella luchaba con la idea de que le había hablado con sus pensamientos. Chauncey sonrió de forma sarcástica. Alguien capaz de conseguir la confianza Jolie Abrams.En el castillo había una gran cantidad de torres.. —Tendrás tu dinero —le dijo a Elyce. y. los poderes que había heredado de él no eran del todo detestables. dejando en pie a Chauncey. Chauncey —dijo al fin—. Ella se indignó. Rápidamente fue reemplazada por la negación. —No seas un matón. con la idea del secuestro en su interior. Voy a esperar mi dinero mañana a última hora. —¿Quién? Él se volteó. ¿Qué tienes en mente? —se estaba esforzando por sonar molesta. Estaba casi sin respirar. Desde ese día. Nunca había conocido a su verdadero padre.

Sus sentimientos hacia él no se habían endurecido por completo. Diez segundos antes. ganarás la otra mitad —él no quería bajar por completo la ira del ángel. —Dile mentiras. inyectando un nuevo nivel de pesar en ella— ¿Has puesto tus ojos en ella. Ella quería saber si el hombre tenía valor y riquezas. —Después de esto. pero ahora que ella temía que hubiera encontrado a alguien para llenar su vacío. Entonces corrió hacia la puerta. Ella echó la cabeza hacia un lado y se tambaleó hacia atrás. hazle promesas. —¿Quieres que la traiga hasta aquí? —parpadeó— ¿Por qué no sólo envías un coche a buscarla? Enviar un carro. Ella se quedó momentáneamente sin habla. Si eso no lograba alertar al ángel.—Quiero que traigas a Jolie Abrams hasta aquí. —No te vuelvas entrometida. Con el escudo de la familia Langeais grabado a lo largo de la puerta. . Elyce lo había despreciado. Él la quitó. Chauncey. pero se dio cuenta de que un gesto áspero era más amenazador que las palabras. levantándole la cabeza para poder encontrar sus ojos. ¿qué harás? ¿Secuestrarla? ¡Te mandarán a la cárcel! —No he dicho nada sobre secuestros —Chauncey habló casi en silencio. Voy a pagarte la totalidad cuando el trabajo esté terminado. parándose en el umbral. —Seguro que tiene un nombre. Estaba con Chauncey por una generosa suma de dinero. sólo quería una moneda de cambio—. una imagen del rostro del ángel oscuro ocupó su mente. —No —fue todo Chauncey dijo. poniendo las manos detrás de su espalda. por supuesto. Oh. Chauncey casi soltó un bufido. Estaba a punto de decir algo. —¿Y su amante? —Chauncey hizo un gesto de asco— ¿Tiene un nombre? —Elyce lo estaba presionado. terminaré contigo. no me importa. ¿Quieres que me reemplace? Sonrió. —Trayéndome a la chica ganarás la mitad del dinero. amor. —¿La mitad? —repitió con la mirada brillosa. Sólo asegúrate de que esté aquí antes de la medianoche. Antes de mañana por la noche. ¿Quieres que ella sea…? —se interrumpió. La dejó llenar el silencio. se ahogaba en sus propios celos. entonces? Esta Jolie. —Vigilándola aquí en el castillo y asegurándote de que no muera bajo mi techo. imaginando lo peor. pero Chauncey era lo suficientemente perceptivo como para terminar por si mismo la frase. —Oh. Chauncey —dio un paso audaz hacia él. ¿sabes? —dijo Elyce— Yo puedo… y a continuación. porque vive en Angers. Él le tomó la barbilla. La lealtad de Elyce siempre había pertenecido al mejor postor. poniéndole la mano en la manga. —Yo podría encontrarla. él no sabía qué más podía hacerlo. pero te conozco. —Yo no soy tu amor —cubrió la frustración en su voz. Vas a tener que darte prisa.

él no podría haberlo planeado mejor. Chauncey se sentó en el brazo del sofá. pidiendo dinero. Ella era una ninfa de fuego. Ya estaba deseando que llegue. —entonó aquella última palabra de forma risueña. —La señorita Abrams se encuentra en un estado de… sueño. de pie delante de él en un terciopelo crema que se fundía a la perfección con su piel translúcida y su pelo claro. Jolie Abrams no se encontraba sentada bonitamente en esa misma habitación. —No —respondió.Vio su resistencia a la idea de una docena de días consecutivos de trabajo. Ella no tenía idea de lo que él pasaba en el mismo período de tiempo cada año. —¡Esta vez lo será! Él hizo una mueca de incredulidad. —La señorita Cunningham y la señorita Abrams están esperándolo en la biblioteca. Ella volvería tarde o temprano a vencerlo. pero la visita inesperada de Elyce. —Dudo que tenga que recordarte cómo te he sido de gran ayuda en el pasado. a menos que tuviera al ángel de rodillas. aquella noche… bueno. Boswell tosió incómodamente sobre su puño. reverberando a través de los pasillos. Cruzó las manos ligeramente en su regazo. que sólo la enfureció más. a la tarde del día siguiente. que será de tu futuro sin mí? —Esta es la última vez —le espetó ella. —Voy a estar en un minuto. Su Alteza. No soy una mujer con la que se pueda jugar. . Chauncey!. —¿Tenemos un trato?" —¡Cuidado. pero una corriente de advertencia cayó en su voz. Tras esas últimas palabras. Su ayudante lo estaba vistiendo con pantalones de terciopelo verde y un chaleco a juego. se dio la vuelta. cuando Boswell entró en la habitación. Sólo sus ojos de un azul hielo se destacaban. Chauncey estaba a punto de ser cautivado por ella una vez más. Estaría muy sorprendido si. desfilando junto a Boswell. Podía ser que ella lo dejara tener la última palabra esa noche. *** La noche siguiente. quien saltó a la vida desde su lugar fuera de la biblioteca. Y de que lo pasaría una vez más. Él perdió. —Siempre vuelves. Chauncey se encontraba en su dormitorio. pero eso no iba a durar. ¿Qué piensas. amor. y se fue corriendo tras ella para tratar de llegar a las puertas del castillo en primer lugar. Quería hablar amablemente. Las puertas se cerraron. Odiaba las sorpresas. Siempre jurando que esta vez es la última. Chauncey se volvió hacia su mayordomo. Chauncey sonrió a pesar del dolor de cabeza que sentía.

Tenía que instruir a Boswell y los otros criados para que se mantuvieran alejados del castillo. No había existido necesidad de más soportes en los túneles. colgando de su hombro. Su altura era poco convencional para una mujer. Otros dos sirvientes y yo tuvimos que entrarla. Había mucho por hacer. y la media noche acercaba más con cada segundo que pasaba. No había esperado que llegara drogada. buscando demostrarse a sí mismo que podía. y tiró de él varias veces para confirmar que era seguro. Tenía que meterla en las entrañas del castillo antes de partir a encontrarse con el ángel en el cementerio. pero Chauncey no se encontraba en posición de ser crítico sobre alturas. Saber que no era el único incapaz de controlar su propio destino esa noche le causó una repentina oleada de satisfacción. Sus ropas de campesino habían sido sustituidas por una perfecta seda verde. Chauncey pensó en ello un momento. Chauncey le dio un último tirón al hilo. Chauncey tenía cuatro grandes carretes de hilo en una bolsa de cuero. pero por lo que sabía. fijó la antorcha en un soporte de pared. Ella estaba allí. los túneles eran aún un misterio para él. su impaciencia se desvaneció. En la cocina. la habían llevado a lanzar sus manos hacia arriba cada vez que se había enfrentado a un espejo. Él había planeado saborear la profunda y escabrosa satisfacción que sentiría al oír gritar Jolie mientras la arrastraba hacia lo más profundo de los túneles laberínticos y húmedos por el agua estancada y el moho de las catacumbas. se habían aventurado a ellos. La señorita Cunningham dijo que la señorita Abrams ofrecía resistencia. ¿Elyce la había drogado? La ninfa era aún más imaginativa de lo que él recordaba—. y su ondulado cabello castaño estaba recogido. A pesar de todos los años que había vivido en el castillo. mi Señor —Chauncey soltó una carcajada. Chauncey encendió una antorcha y abrió la pesada puerta que conducía al sótano. *** Incluso entre el humo casi negro de la celda. Jolie Abrams era hermosa. Él no quería que nadie estuviese alrededor para ayudar al ángel a su voluntad. de alguna manera intuía. Está muerta para el mundo. Convencido de que aguantaría. Sus ojos recorrieron la ventana. Había ido sólo una o dos veces desde su última excursión como un niño. marcando su camino con la red de hilo. Empujó la antorcha hacia la oscuridad de la escalera. De repente. Sus botas resonaban contra los escalones de piedra. desentrañando el carrete a su paso. era el último. Tenía las pestañas escandalosamente largas y salpicaduras de pecas que. y sacó el primero. Un relicario de oro colgaba de su cuello. En la parte inferior. que ahora era un hombre grande y que no les tenía miedo a los monstruos inventados en su infancia. y la luz brilló sobre las paredes grises. Su padrastro había bromeado acerca de que había una sola dirección hacia ellos. Los pelos de su cuello se erizaron ante la idea de perderse en los túneles. La luna estaba alta. Ató un extremo a la baranda. Tenía que preparar provisiones para que ella resistiera una quincena.—¿Ella está durmiendo en mi biblioteca? —Drogada. También había uno del otro lado de la bodega. pero era un hecho de poca importancia. Recordando aquello. pero no habría tiempo para que el sedante se desgastase. ya que nadie. burlándose de las estrellas por su brillo. permitiendo observar sin obstáculos sus pómulos y rostro ovalado. perdón por la expresión. recostada torpemente sobre el suelo de tierra. por si acaso. excepto los presos y sus guías. tomó la antorcha y se adentró en la boca del diablo. Tenía que trazar el camino. .

como Elyce. Jolie se agitó a sus pies. cada palabra que salía de su boca era para Chauncey como una aguja punzante. Apostaba su dinero. o bloquear lo que veía. Un par de ratones corrieron a lo largo de la pared cuando él agitó la antorcha en las sombras más profundas. Ella regresaría a su cómoda y segura vida. Estaba tendida de lado en la tierra que era más fría a causa del tiempo de finales de octubre. soltando un suspiro de mal sueño. Bebía su vino. Un catre en la esquina y una bandeja de plata para los alimentos sobre una mesa. Cerró el medallón.Chauncey le gruñó. Para su sorpresa. Por un par de semanas estaba atrapado en un cuerpo que no se sentía como el suyo. ¿Qué pensaría ella sobre el ángel? ¿Qué él era mejor? Si Chauncey era un tirano. Aunque no podía dejarla salir ahí mismo. No le dijo que él no era el responsable de sus quince días de magia. obligado a ver todo acto despreciable que el ángel le hacía pasar. tratándola de una forma a la que ella se refería como "Los catorce días más mágicos de su vida”. —¿Quién eres? —dijo entre dientes. —¿Cómoda? ¡¿Cómoda?! —se incorporó y le lanzó un puñado de tierra. el ángel era diez veces más terrible que el diablo. quienes buscaban un patrón rico. La puerta de la celda era tan gruesa como un árbol cortado. sino el de otra mujer. No. Mantas. Me ocuparé de que te sientas cómoda. mientras el ángel seducía a Elyce. Sus hombros subían y bajaban con cada respiración— ¿Qué quieres de mí? Él sintió la necesidad de decirle que todo aquello era culpa del ángel. Jolie tendría que rascar con sus uñas durante miles de años para tallar una salida. con suficiente comida y agua. y luego inspeccionó la celda. no un marido (cuando lo que él quería. por lo menos. su voz un era silbido de rabia. Aún recordaba la confusión y la furia en sus ojos. era una mujer). Se parecía demasiado a Jolie. ¡Tomaba el cuerpo de Chauncey como rehén cada año! Y no era como si él pudiera huir durante esa docena de días y noches. Bocanadas de aire helado brotaban de sus labios. lentamente. Eso probablemente explicaba por qué elegía a granjeras o bailarinas. mientras que él pasaría los próximos quince días en agonía… —Te vas a quedar aquí por un tiempo—dijo—. había sufrido en silencio. Estaba con sus mujeres. no era el rostro del ángel el que se encontraba dentro. usando su dedo pulgar para presionarlo y abrirlo. pero no veía la necesidad de ellas. Echó un vistazo a las esposas colgando de las paredes. Chauncey le había ordenado salir de su presencia en el momento en que el Jeshvan había terminado. Ella era una dama. después de todo. sintiéndose un tonto por entrometerse en sus cosas más íntimas. . Ordenaba a sus siervos. Los apresó debajo de la puerta y raspó sus excrementos con los talones de sus botas. fuera del alcance de los roedores. —¿Ni siquiera tienes la decencia de decirme de qué se trata? —las mejillas de Jolie estaban totalmente rojas. Hacía dos años. Era un bruto. Tenía que ordenarle a uno de sus cocheros que la llevara a casa. ¿de verdad lo era? Un salvaje irracional. pero la verdad era que él podría haberla dejado ir. por lo que no podía ser otra cosa que su hermana. De pronto deseó haber traído algo para que se sienta más cómoda. Chauncey se quitó la suciedad de la camisa. y el tratamiento adecuado del sexo opuesto se había arraigado fuertemente en él por las enseñanzas de sus tutores.

—¿Con quién? La sonrisa de Chauncey se hizo más profunda. para hallar la salida. Tenía que cumplir con el ángel a la medianoche. Se agachó bajo el techo de los establos. respirando de forma irregular. Las cicatrices de sus alas —estaba disfrutando de aquello. Cada paso se sentía más pesado. —¿No te lo dijo? —¿Decirme qué? —se irritó ella. pero Chauncey cruzó el patio de los establos. pero no para actuar? ¿Qué señor secuestra a una mujer y la mantiene prisionera? Se hinchó de humillación. y Chauncey pudo leer sus pensamientos. Chauncey había ido a reunirse con el ángel. diría yo —el primer atisbo de recelo se asomó en su rostro—. y luego salió de la mazmorra. En Angers. Es uno de los ángeles desterrados. ¿No me crees? Échale un vistazo a su espalda. y a su pesar. Sintió que se hacía eco en todos sus tendones. Tanteó a ciegas por el hilo.. Un ángel. Ahora tendría que dejar el hilo intacto para que Elyce pudiera ofrecerle una segunda bandeja. tú estabas en la lucha. débilmente. y cada respiración le tomaba más trabajo. *** La lluvia crepitaba en el oscuro campo alrededor del Castillo de Langeais. Podía sentir el Jeshvan sobre él. —Tengo un asunto con el ángel —sonrió él. La otra noche.Sus ojos se posaron en su ropa a medida. No llevaba sombrero. amor. La idea lo incitó más allá de la razón. Él sabía sin dudas que sus ojos reflejaban el ennegrecido cielo que tenía por encima. La medianoche estaba demasiado cerca. Si es que ella estaba de acuerdo en volver a reunirse con él. Ella estaba de rodillas. Oyó la bandeja de la comida dar de lleno contra la puerta. la luz del reconocimiento llenó sus ojos. —Él me dijo… que fue azotado —Chauncey echó la cabeza hacia atrás y rió. bloqueándola con una barra de hierro. por temor a lo que podía suceder si no llegaba al cementerio a tiempo. El segundo año. Él había plantado una semilla. Jolie ladeó la cabeza hacia un lado. ¿Un caballero para vestirse. —Tú. —Tu amante no es un hombre. La escuchó golpear y gritar obscenidades del otro lado. aplastándolo. más sabio y . El ángel no se encontraría con su novia tan ignorante en su próxima reunión. y redobló sus esfuerzos para caminar más rápidamente. Chauncey no iba a permitir que lo tomara de nuevo. después de todo. Parte de su juramento consistía en poder convertir su cuerpo libremente. Así es. Cerró la dura puerta. su pelo húmedo y despeinado le azotaba el rostro. Es más como un animal. El primer año. Yo te vi —prácticamente podía oír sus pensamientos tratando de darle sentido de sus palabras. inconsciente del barro que se pegaba a sus botas.. Apretó los puños de las manos—. mientras ella gruñía. sin tener idea de lo que estaba en juego. ¡Me dijo que ocurrió mientras estaba en el ejército! —¿Hizo eso? —preguntó él. pero también tenía que pensar en el ángel. El Jeshvan. o el dolor sería insoportable. Podía sentir el control de su cuerpo desaparecer.

El caballerizo parpadeó su ojo bueno. El hombre insolente aún estaba en pie en su lugar. a menos que el ángel cooperara. Había planeado ser él quien le dijera al ángel que Jolie Abrams había sido encerrada en algún lugar entre allí y París. temeroso de Dios más que de él. salió cojeando de entre las sombras. Su boca se curvó hacia un lado. —¿Dónde está? —preguntó. con el alimento limitado y que. Un relámpago crepitó a través del cielo. Su cabello estaba húmedo por la lluvia. Esperaba que su sirviente fuera lo suficientemente inteligente como para interpretar su gesto. El caballerizo tuerto. Minutos más tarde. ¿Quería decir Jolie? No era así como había planeado su conversación. Fácil y cruel a la vez. su Señoría. *** El ángel había llegado a tiempo. . —¿Milord? —¡Caballo! —ahogó él. Chauncey salía del establo. Chauncey había sufrido el dolor antes de que el ángel siquiera llegara. —Tuviste suerte de encontrarla a tiempo —dijo con calma—. sus ojos se veían oscuros y vigilantes. Es decir. Chauncey estremeció. Todavía había líneas en las paredes del castillo donde él había incrustado sus uñas en la agonía. pensando que le habría arrancado el cuello a su asistente si este hubiera estado a su alcance. La tierra daba vueltas. con el ceño fruncido. El caballerizo dio un paso hacia adelante. Se dirigió hacia el bosque con la sensación de que el ojo bueno del caballerizo lo seguía hasta donde comenzaban los árboles. El dolor era tan brillante que lo arrastraba desde el interior. sintiendo su miedo latir sobre su espalda. y a pesar del frío. Sus manos estaban entrelazadas entre sus rodillas. —Va a tomar un minuto. había forzado el ángel de llegar a él. —Pero es casi la medianoche. Chauncey se hundió de repente en una de sus rodillas. Sintió como la bilis le subía hasta la garganta. protegido por el bosque. Respiraba con dificultad y no tenía ningún deseo de hablar. —Caballo —su voz sonaba áspera. jadeando. iba a morir inevitablemente. Se encontraba sentado sobre una lápida adornada del rústico cementerio. Chauncey hizo un gesto breve en dirección a los establos. Había dejado a Jolie con alimentos más que suficientes. Posando su mano sobre una viga. pero no nerviosos. Voy a preguntarte una vez más— hablaba casi en silencio— ¿Dónde está? Chauncey rió. Yo… no lo esperaba. tensa. El sirviente alzó los ojos y rápidamente se persignó. Chauncey lo fulminó con la mirada. tenía la camisa abierta en el cuello. azotando un caballo a una velocidad vertiginosa. es un poco tarde… —No tengo un minuto —le espetó Chauncey.templado. la sonrisa de un pirata. mi señor. pero no podía permitirse pensar en ello por temor a que el ángel tuviera alguna manera de descifrar su mente.

atrapado en su interior. y la sangre floreció a través de sus pantalones de terciopelo. Aulló. el ángel metió el puño Chauncey de lleno dentro del árbol. pero era un sonido silencioso. Le dirigió una mirada significativa al árbol. ¡su vida! —¿Es tu oferta final? —Sí. pero su estómago se enfermó con la verdad. pero su voz no le respondía. El ángel estaba sobre él. hasta que sintió los huesos de su pie roto. es mi última oferta —gruñó Chauncey impaciente. Gritó y balbuceó. El ángel golpeó su cuerpo contra el árbol por segunda vez. Apretó los dientes. Sentía moretones brotando a lo largo de cada parte maltratada de su cuerpo. El músculo de la mandíbula del ángel dio un vuelco. Libérame de mi juramento. pensó Chauncey. A continuación. para comenzar a azotar la pierna de Chauncey con una rama. He oído que el hambre puede ser muy doloroso — Chauncey levantó las cejas. Sabía lo que venía después y trató de prepararse para eso. ahora pintado con la sangre de Chauncey. El ángel lo obligó a patear el árbol. como si estuviera pidiendo la opinión de los ángeles al respecto. hasta que Chauncey sintió como la sangre comenzaba a correr por su rostro. ¿El ángel se estaba retirando? ¿Estaba tan corrompido que no le importaba dejar morir a la chica? Chauncey sintió la medianoche caer sobre él. Aquí viene la lucha. Le ordenó a sus piernas que corrieran. ¿Estaba preguntándole? ¿Estaba de acuerdo con la negociación? ¿Así de simple? Chauncey había previsto algún tipo de lucha. —¡Nunca voy a decirte dónde está! —escupió. ¡Date prisa y toma una decisión! La posesión pasó muy rápido. La herida se abrió. y Chauncey vio como los huesos le sobresalían de la piel. Los ojos del ángel eran tan negros que la noche parecía pálida en comparación. estaba respirando por sí mismo de nuevo.—Espero que. No podía actuar. —¿Ella a cambio de mi palabra de no poseerte? La adrenalina picaba en la piel de Chauncey. El ángel estaba dentro de él. y otra. La sien le latía de pánico. una y otra vez. pero había sido arrancado de si. Su hombro palpitaba. jurando que mataría al ángel si este se reía de él por aquellos humillantes espasmos y sacudidas. Estaba sucediendo de nuevo. y la chica muere.. Algo menos que eso. Trató de mover la cabeza. Hubo un sonido espantoso. y otra. El ángel había tomado el control nuevamente. y . pero era como si una gran pared de hielo separara su mente de su cuerpo. Chauncey sintió el tormento vertiginoso de la herida en el muslo mientras ésta se desgarraba. Nunca más vas a tomar posesión de mi cuerpo durante Jeshvan. Sacudió la cabeza. El ángel no estaba allí. Chauncey le sostuvo la mirada con recelo mientras el estómago se le agitaba. no le tenga miedo de las ratas. Otra vez. Se quedó tendido en el suelo y en seguida acunó la fractura de la mano contra su pecho. el dolor se llevó hasta la última gota de paciencia y cordura en él. Chauncey se estrelló contra un árbol y no hubo forma de escapar. ¿Había hablado demasiado pronto? ¿Había pedido demasiado? Pero era su cuerpo. —No confío en tu palabra.. sólo estaba obligado a hacerlo en consecuencia. Tan rápido como había perdido el control. para ver dónde estaba el ángel. Él no era más que razón y sentimiento. Quiso gritar para que el ángel se detuviera.

A pesar de su bruma. Había pasado por ese tipo de dolor muchas veces antes. se agrietó. pero ahora. Se arrastró en posición vertical y supo que todo había terminado. Sus pies ya lo estaban llevando en una carrera desesperada. Agarró la antorcha. Estaba inmensamente feliz. Incluso si adivinaba el paradero de Jolie. *** Chauncey despertó en el cementerio. No podía. los ojos de Chauncey revoloteaban. El castillo. hasta que lo alcanzó un mareo y se dejó caer en el barro medio congelado. y el sueño duraría incluso una semana o dos. Dio vueltas en círculos mientras su mente gritaba y saltaba de alegría. Se pasó las manos por el rostro. Estaba apoyado contra una lápida color pizarra y el frío se filtraba por la espalda de su camisa. y hasta con sus propias manos. ¿Qué pasaría si revelaba la ubicación de Jolie en sueños? No podía. cegado por el brillo de la mañana. ¡No hables! No hables! se gritó a sí mismo a través del zumbido del miedo sacudiéndolo.. Las mazmorras. Con la mejilla adormecida por la tierra helada. pero la mañana helada y el paisaje transformado lo hizo adivinar que habían sido varios días. Aspiró el olor embriagador de la selva. convirtiéndose en polvo. estaba fascinado por la austera belleza del mundo que poco a poco se congelaba. y se fusionaban con sus pantalones. La mitad de él anhelaba la oscuridad del sueño. o que su cuerpo apestara. Algunos copos de nieve caían hacia abajo. lo haría con gusto. No iba a morir. el sol en el bosque ya no se sentía como un enemigo. el mundo se veía negro y plata. ¿verdad? Su boca formó las palabras “Buena suerte”. La piedra que había colgado en su interior todos esos años. ¡No dejes que te gane! Chauncey se derrumbó. Le pareció ver correr al ángel a lo lejos. pero iba a perder una gran cantidad de sangre. lo sostuvo. No sabía cuánto tiempo había dormido. nadando dentro y fuera de su conciencia. El ángel tenía que poseerlo. pero éstas se quedaron en sus labios. sin importarle que su ropa estuviera rasgada y manchada con sangre. observándolas emocionado de que se encontraran bajo su poder. camisa. dependiendo de la gravedad de sus heridas. . Sus botas salpicaban a causa de la acumulación de agua en la parte inferior de los túneles. mientras que su cuerpo poco a poco se cosía y se convertía en uno solo otra vez. Jolie. Había desafiado al ángel. Había ido a buscar el paradero de Jolie. Sonrió a los árboles. Entonces sus ojos se abrieron de golpe.. esta vez. El ángel nunca lo había desaprovechado en el pasado. El plazo era de una hora. Él iba a perderse este Jeshvan... Chauncey rodó los ojos. riendo. para el momento en que fuera y volviera del castillo.. *** Chauncey no podía recordar el camino.. sería demasiado tarde. Entre las rendijas de sus ojos. ahora o nunca. Las giró lentamente.. —Jolie… —su voz hizo eco como la de un espíritu sin cuerpo. Todo era fresco. la otra mitad temía la pérdida del control. y lo dejó ir. Trató de sonreír.podía sentir el aroma al terror saliendo de su piel. Por primera vez en su vida. Chauncey sabía que aquel era un momento crucial. Si pudiera hacerlo una vez más.. Se quedó así durante bastante tiempo. Había escapado del Jeshvan.

Se recostó contra la pared.Con un gruñido impaciente. Parpadeó como si no estuviera viendo correctamente. les robaba el escenario. —No —volvió a parpadear—. Elyce estaba muerta. siguió adelante. Cada moneda en la sala fluía hacia ella. estrellándose contra las paredes de los túneles. Vueltas y más vueltas. La puerta al final del pasillo. Chauncey vio el cuerpo en la cama. como se suponía que debía estar. pero escondiéndose por miedo. Las ratas se escabulleron perezosamente en las sombras. incapaz de razonar. ¿Y dónde diablos estaba Elyce? Él le había pagado para que la vigilara. de pie en el sótano de la cocina. giró a la izquierda. Llegó a un cruce. Estaba dando vueltas en círculos. Se puso de pie junto a ella. quedándose corto. y no había nadie a quien preguntarle. él no lo sabía. escuchándolo. ¡Si tan sólo hubiera tenido más tiempo! Chauncey giró una y otra vez. Él no había sido capaz de verla como realmente era. Se deshizo de ella y abrió la puerta de par en par. en lo absoluto. Si pudiera hacer a un lado la oscuridad y recordar el laberinto… —¡Jolie! —gritó de nuevo. ¡Había renunciado al Jeshvan! Le declararía una guerra a implacable si él había dejado a Jolie morir allí. y allí estaba. Ella gobernaba su propio destino. Las manos de Chauncey se flexionaron contra el marco de la puerta. No. ¿Cuánto tiempo había pasado? Días y días. El ángel. pero ¿cuánto? Él había enviado lejos a sus criados. Un torrente de recuerdos irrumpió a través de su presa mental. Dio la vuelta a una curva. siendo sustituida por una espesa capa de excremento de roedores. Había tomado algo ordinario y lo había hecho lucrativo. cerca o lejos de Jolie. Viva. era la religión de los necios. y un trozo de hilo lo sorprendió en el ombligo. Ya había pasado por allí. pero la primera vez que vio Elyce. tropezando con la muerte. por una fracción de segundo. Él era el tirano que la había encerrado. y respirando pesadamente. Sus ojos azules se abrían cínicos. La barra de hierro se encontraba todavía en el lugar. más bien. No creía en el amor a primera vista. Ella podía estar en ese túnel. Se vio como un niño de nueve años de edad. La muchacha estaba cubierta de una fina capa de escarcha. ¿Había dejado suficiente comida? ¿Jolie había estado lo suficientemente abrigada? Él se había despertado en un cementerio congelado. Se preguntó si ella le respondería. Tenía que pensar. pero la comida había desaparecido. o en el siguiente. Sus piernas lo empujaron hacia Elyce. Dos bandejas de plata se encontraban en el suelo. cerrando los ojos. Debería haberlo planeado mejor. el clima era mucho más frío de lo que esperaba aún con el invierno a varias semanas. bloqueando a Jolie en el interior. Tenía que recordar. congelados en una mirada. Él no creía en el amor. Bailaba de una manera que eclipsaba a las chicas comunes. —No me hagas esto… —murmuró. . dejando que el carrete se desentrañara en su mano libre. había dudado de todo lo que pensaba. pero su cerebro estaba confuso. No podía dejar de pensar en el ángel. no pudiendo dejar de observarla.

Yo no tuve nada que ver con esto. y apretó la mano de Elyce contra su rostro. ¿Puedes oírme? ¿El ángel te hizo esto? ¿No? La puerta de la celda se cerró. —¿Hablando con los muertos. Se inclinó sobre el catre.Ni una sola vez en su vida. El pánico se apoderó de la garganta de Chauncey.. —¿Quién anda ahí? —exigió. Chauncey se había sentido comprendido. Se sentía vigilado. se dio cuenta de lo inútil que era la amenaza. pero las paredes fuera de la celda no brillaban con la sombra del ángel. El ángel había sido la única razón por la que la había echado del castillo. pero. Chauncey pudo sentirlos. sino con la de los espíritus de la muerte. . creyendo sentir la presencia del ángel cerca. Todo era culpa del ángel. Había oído historias de cadáveres levantarse de la tumba para beber la sangre de los vivos. Chauncey se sacudió en su posición. pero en las semanas en las que Elyce se había quedado con él en el castillo. manipuladores y cínicos. Has invadido mi propiedad. Allí en las mazmorras. —Elyce —siseó. Miró de nuevo su cuerpo sobre la cama para asegurarse de que todavía estaba allí. él la amaba de la única forma que podía. y se apoyó más en la celda. tenía la certeza de que la muerte estaba muy lejos y muy cerca al mismo tiempo—. pero su enojo fue mal dirigido. él te mató. hambrientos y sin compromisos. Calculadores. ¿qué otra cosa podría ser?— Fue el ángel. —¡Abre la puerta. Eran uno para el otro. —Espero que te coman las ratas —dijo el ángel en silencio. —¿Ahorcarme? ¿Con qué? ¿Todo este hilo? Chauncey sentía como sus fosas nasales se encendían. —No es un movimiento sabio. Chauncey escuchó la caída de barra de hierro en su lugar.. sí. Había odiado a Elyce por eso.. Yo podría colgarte —tras haberlo dicho. Las emociones se agitaban en su interior como pájaros aleteando en una jaula de cristal. “Los días más mágicos de mi vida. Duque? Siga así y la gente va a cuestionar su cordura. Estos son mis calabozos. Se acercó a la puerta en dos zancadas. —Tú — rugió con odio.”.. ángel. —Entonces será mejor que me vaya —la voz del ángel comenzó a desvanecerse. y este es mi castillo! Silencio. sinvergüenza embustero! ¡Soy el Duque de Langeais. Pero también impulsivos. Su cuerpo se convulsionó en la creencia de que los rodeaban. No podía soportar estar en la misma habitación con ella y escuchar esas palabras. No hubo respuesta— ¿Elyce? —no creía en fantasmas. Totalmente incomprendido. por no dejarlo solo en un mundo que lo entendía aún menos de lo que él se entendía a sí mismo. por otro lado. Chauncey se puso rígido ante la voz al otro lado de la puerta. Él no la amaba en la forma la que otros hombres amaban a sus mujeres. encerrándolo en el interior. atrapados y errantes. la profunda brecha que siempre lo había separado del resto del mundo se había reducido. ¿A quién tenía ahora? Estaba completamente solo.

¿verdad? Bueno. Despiadado. Hizo un juramento. Chauncey se hizo un corte y sacudió unas cuantas gotas de sangre. Deslizando su palma abierta contra las espuelas de montar. El ángel caería de rodillas. Chauncey sólo tenía que esperar con paciencia . pues acababa de sentar las bases para su propia destrucción. Sería implacable.Chauncey dio un puñetazo contra la puerta. Jolie podía envejecer y morir. El ángel se creía inteligente. pero habría otras mujeres.