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Serrano Marcela - Antigua Vida Mia
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Serrano Marcela - Antigua Vida Mia
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June 2018
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Nature
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Marcela Serrano Antigua vida mía © Marcela Se rrano, 1995 © Aguilar Chilena de Ediciones Ltda. (Primera edición, 1995) © De esta edición Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A. (Primera e dición, !""") #ea$le% &'", (1&*) #uenos Aires +++.alaguara.com.ar • Grupo Santillana de Ediciones S. A. -orrelaguna " !'"&, adrid, Es/a0a • Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A. de . !. Ada. 2niersidad **, Col. del 3alle, "&1"", 4ico • Ediciones 6antillana 6. A. alle '", 1"!&, #ogot7, Colom8ia Aguilar Chilena de Ediciones Ltda. Doctor An:8al Ari$t:a 1, Proidencia, 6antiago de Chile, Chile • Ediciones 6antillana 6. A. "avier de !iana #$%&. ''#&&, Montevideo, 2rugua% 6antillana de Ediciones 6. A. Avenida Arce #$$$, arrio de 6alinas, La Pa$, #oliia 6antillana 6. A. Pr)cer arlos Argue llo !'', Asunción, Paragua% 6antillana 6. A. Ada. 6an ;eli/e *&1 < =es>s ar:a, Lima, Per> *S+ -%&%''/-'' ?echo el de/ósito @ue indica la le% 11.*!& 0ise0o Pro%ecto de Enric 6atu4 0ise1o de cu2ierta Claudio A. Carri$o ;otogra:a de cu8ierta Cecilia oth % Ana #el4n, /rotagonistas de la pel:cula Antigua vida míacon dirección de ?4ctor Bliera. Gentile$a de Aries C inematogr7ica Argentina *mpreso en la Argentina. Printed in Argentina Primera edición octu8re de !""" Segunda edición a8ril de !""1 A Violeta Parra. A mis hermanas: Nena, Paula, Margarita y Sol Serrano, las mujeres que completan mi «nosotras». «La poesía es la única prueba concreta de la e istencia del !ombre." 3uis ardo4a 5 Arag)n, ilustre /oeta antige0o (asa de la Cultura de La A ntigua). Primera parte 6in de fiesta (Seg7n el gra2ado de a2a1as, "os8 lemente 9ro4co, :ospicio Guadala;ara.< '. :o5 ca5) el muro de erlín. Todo =a comen4ado este - de noviem2re de '->-, con la caída del muro. ?)mo sospec=ar cu@nto m@s se derrumba con él? Fue lo que dijo Violeta Dasinski ese día. 0e2í ser testigo, si =u2iese estado m@s atenta. Su mirada en la fotografía ofrece un desamparo ue no =e advertido =asta a=ora. omo si su conciencia se disolviese en sus o;os. 3a fec=a del inicio p72lico de la vida de !ioleta 0asinsBi fue el día ue apareci) su nom2re en la primera p@gina de los diarios, el '% de noviem2re de 1991. Fui despertada, de golpe llegaron el fin de los sueos ! el comien"o de la memoria. #ruscamente $ol$í atr%s, retomando el recuerdo pre$io al largo paseo del inconsciente. &ndrés me traía el desa!uno !, en la bandeja, el diario de la maana. 'ntonces la $i. Escrut8 ese rostro en la fotografía. Pero es otra la !ioleta ue me persigue la escarc=a fucsia so2re su m@scara de arleuín C?pa5aso o PierrotDC 5 las manos del mauillador transform@ndola en la triste4a veneciana, confetti dorado 5 ro;o so2re su cue llo. (o tenía una tarea. Tom8 las llaves del auto ! partí. )Va a estar toda la prensa, *osefa. +o lo -agas )&ndrés no disimulaba su preocupaci/n. C+o tengo alternati$a. CEntonces vo5 5o. C+o, 8ste es un asunto mío con !ioleta. A medida ue avan4a2a =acia el 2arrio de u1oa, un escalofrío se i2a desli4ando por mi cuerpo. Al enfilar por la calle Gerona para estacionar frente a la casa de !ioleta, vi la a dos policías resguardando la puerta de entrada. Efectivamente, toda prensa esta2a allí, al acec=o. Feconocerme pareci) darles nuevos 2ríos, 5 como una avalanc=a se 8 lan4aron so2re mí. 3os dos policías salieron en mi defensa. no me tom) del 2ra4o. CHPero si es ustedI ?J u8 viene a =acer auíD CKuiero entrar, tengo ue =a2lar con su =i;a. C3a casa est@ vacía. A la ni1a se la llevaron. favor, d8;eme entrar. So5 amiga la familia. sacar algo CPor Cel cara2inero me mir) perple;oC. Sondecosas mías, +ecesito las de;8 auí =ace unos días 5 no uiero ue va5an a parar a manos a;enas... C mientras 5o 2a;a2a el tono, la perple;idad crecía en su miradaC. Sea 2ueno... +o me cupo duda de ue su deseo era franuearme la entrada, pero le complica2a =acerlo. Mir) a su compa1ero. Este mantenía a ra5a a los periodistas, ue no se da2an por vencidos 5 trata2an Ca gritosC de =acerme preguntas. C!enga usted conmigo Cle propuseC, así podr@ compro2ar ue no tengo malas intenciones. C+o es eso, se1ora. !amos, por ser usted... 0a acompao. &$ancé, sintiendo los pasos del carabinero a mis espaldas e intu!endo su curiosidad casi podría -aberla tocado. (a en el interior de ese largo ! oscuro corredor uoíno )todas las persian as cerradas), me dirigí sin titubear al fondo, a la galería. 'l sol de la maana entraba sin pedir permiso por los miles de pequeos $idrios del $entanal. Detr%s de ellos, el nost%lgico patio solo. 2e sobresalté, como si Violeta estu$iera esper%ndome sentada en el floreado sill/n de lino. 'n el aire, algo de sus inciensos, de sus $elas perfumadas. 's que Violeta ! esa galería eran la misma cosa, una le traspasaba su sentido a la otra, asimil%ndose, fundiéndose. 3ero, por cierto, ella no estaba. En el costado derec=o, apo5ado contra el grueso muro verde, reposa2a el 2a7l. 3a ca;a rectangular, de mim2re 2arni4ado entre casta1o 5 amarillo, =acía frente a los mil vidrios 5 me aguarda2a. LMi a2uela arlota lo salv) del terremoto de =ill@n, me =a2ía contado muc=as veces !ioleta, como si 5o no lo supiera. 3o a2rí con prisa C nunca funcion) su llaveC 5 =urgu8 en auel orden desordenado li2ros, li2retas, 2locBs, impresos, di2u;os. Mi mente tra2a;a2a d)nde est@n, no puedo registrarlo todo, se supone ue son míos, ue de2o sa2er... 3os vi, eran varios cuadernos desiguales, atados con un simple cord)n. J so2re ellos, un gran cuaderno empastado en cuero marr)n. Si no se lo =u2iese regalado 5o misma, difícilmente =a2ría podido reconocerlo. 3o tom8 resuelta 5 el cara2inero pareci) aliviado. C?Eso es todoD !acil8. ?J los otros, los ue esta2an amarradosD n solo cuaderno en mis manos parecía inofensivo, creí2le, un o2;eto ue 5o misma =u2iese olvidado. Pero, ?todos los dem@sD +o tenía cora4)n para de;arlos allí. Se lo de2o a !ioleta, me dict) la culpa, envalenton@ndome. 3os tom8.CEsto es todo Clo mir8, asertiva, mientras trata2a de amoldar todo auel 2ulto dentro de mi 2olso. 9 CSe1ora... Ctitu2ea2a el po2re, su mirada oscura 5endo del 2olso a mis o;os, de mis o;os al 2olso. Entonces =ice algo impropio de mi car@cter le ofrecí un aut)grafo. Auella mirada oscilante se ilumin). Avanc8 =asta el escritorio de !ioleta. Por principio, ella siempre tenía papel fresco a la mano. Al lado de la resma descansa2a un li2ro a2ierto la p@gina 3uego de preguntarle de pila, en le dediu8 un-&. largo 5 cari1oso saludo. al policía por su nom2re Mi salida fue triunfal. (Po2re Andr8s, ?c)mo eNplicarle ue 8l no lo =a2ría conseguidoD< Tan concentrada =a2ía estado en mi tarea, ue =a2ía olvidado a la prensa. Me dio una ra2ia tremenda cuando, al cru4ar el port)n, sentí el calor de los focos en la cara la televisi)n =a2ía llegado. 3e pedí sin vacilar al cara2inero, con su aut)grafo en el 2olsillo, ue me escoltara =asta el auto 5o no tenía nada ue declarar. A las tres cuadras mi aparente prestancia se derrum2). Es ue al acercarme al escritorio de !ioleta =a2ía leído la p@gina -& de ese li2ro a2ierto. +o pude de;ar de =acerlo. Supongo ue fue lo 7ltimo ue !ioleta le5). Auellos dos p@rrafos, su2ra5ados con línea insegura 5 en tinta caf8, me so2recogieron. 3a p@gina era LPoem of Oomen, de Adrienne Fic=. A5, !ioleta, no fue mi deseo afanarme en el desencuentro. +o, cr8eme ue no elegí ser esa testigo desatenta de lo ue te estaba pasando. 3uedo reproducir lo subra!ado, me lo sé de memoria And all the limbs of a woman plead for the ache o# birt!. And $omen come do$n to lie li%e sic% s!eep by the $ells &to !eal t!eir bodies, their faces blackened with your long thirst for a child's cry ' and pregnant women approach the white table s o# t!e !ospital with quiet steps and smile at t!e unborn c!ild and per!aps at deat!.1 !ioleta, dime que tu sonrisa fue para el nio no4nacido, pero no me lo digas si fue para la muerte. ' J el cuerpo entero de la mu;er suplica por el dolor del parto. J entonces 2a;an ellas, las mu;eres, cual ove;as =eridas. 2uscando la sanaci)n de sus cuerpos C;unto a los po4osC, sus rostros ensom2recidos por la larga % sedienta es/era del llanto de un reci4n nacido.(...) % las mueres encintas se acercan a las 8lancas camillas del hos/ital con /asos silenciosos % le sonr:en al ni0o a>n no nacido % le sonr:en, acaso, a la muerte. 10 Es ue durante el sue1o =a2ía vuelto a mí una imagen olvidada. Esta imagen esta2leci), en ese difícil momento del despertar, una relaci)n entre el presente 5 la víspera. Andr8s apareci) con el diario. omenc8 adaptarme a esta nueva realidad cuando sentí la puntada en la sien, noaantes. na imagen de la infancia. !ioleta llegando a mi casa con una ca;a de cart)n en las manos. Era 2astante grande 5 el leve tem2lor de su cuerpo delata2a el esfuer4o ue =a2ía =ec=o para sostenerla, cuidadosamente, durante el recorrido en micro de su casa a la mía. C?Me la puedes guardarD Csus o;os de ni1a, interrogantes 5 recelosos a la ve4. on el mismo resuemor con ue se entrega un 2otín en custodia, estir) sus manos depositando la ca;a en las mías. C?u@l es el lugar m@s tu5o de toda tu casa, donde no llegue nadie m@s ue t7D Tan serias sona2an sus pala2ras, ue =ice un esfuer4o para responder a su altura. )2i cama. )(a. Vamos. 5ubimos silenciosas -asta mi -abitaci/n. 2e quit/ la caja ! ella misma la meti/ debajo de la cama. C3isto. Se disponía a partir cuando le pedí una eNplicaci)n. CMa1ana es la famosa mudan4a 5 s8 ue nadie va a respetar mis cosas. 3os grandes creen ue son cac=ivac=es. Por eso uiero ue t7 guardes todos mis tesoros =asta ue pase el peligro, cuando =a5an arreglado la casa nueva. Así, nadie puede 2otarlos. Al irse me clav) la mirada. CMe los vas a cuidar, ?verdad, "osefaD Al día siguiente me a2ord) en el primer recreo. C?0ormiste so2re mis papelesD ?+adie los =a tocadoD C?Son papelesD Cpregunt8 asom2rada. +o me =a2ía pro=i2ido a2rir la ca;a, pero fue como si lo =iciera, 5 a pesar de mi curiosidad no me atrevíC. ?+o di;iste ue eran tesorosD Me mir) entre arrogante 5 sorprendida. CSí, son tesoros. 6ranscurrida una semana, le recordé la caja. C+o, no me la devuelvas a=ora. Jo te aviso cu@ndo. Pasadoalelparadero tiempo ue prudente, fue a recogerla. 3a acompa18 del consider) 2us. *2a mu5 concentrada. uando nos despedimos, me dijo )'ste es un acto de confian"a mu! grande. 5er%s mi amiga toda la $ida. 11 !ioleta siempre escri2i). ?0iariosD Ella no los llamaría así. Apuntes. LPara ordenarme la ca2e4a, decía. Era f@cil contentarla. 0e cada via;e 5o le traía alg7n cuaderno 2onito. Notebooks, but not golden. Fecuerdo uno con la fotografía de !irginia Ooolf en la portada. en cu5o cart)n reluciente se reproducía el enecio de Paul Qlee. J 9tro los ue se forra2an con telas de colores, 8sos eran sus favoritos. Sus p@ginas vírgenes, suaves, incitadoras como el cuerpo de una ;oven para un =om2re maduro, decía !ioleta al pasar sus manos por ellas. 3os pistac=os 5 los cuadernos f@cil !ioleta para regalar. +o me eNigía concentraci)n. 3os acumula2a. Su letra era mu5 grande, 2onita, desordenada 5 generosa. 3os consumía r@pido, m@s aun si llega2an a sus manos en alg7n momento de crisis. Me atrevería a afirmar ue durante su matrimonio con Eduardo llen) m@s cuadernos ue en el resto de su vida. 3ogr8 salvarlos. +o resistí la idea de ver su intimidad en manos de la prensa o la policía, cu@l de am2as m@s despiadada. Es ue fue tan casual ese día, =ace un par de meses... Est@2amos en la galería Cnunca se esta2a en otro lugar con !ioleta, dentro de su casaC 5 ella interrumpi) la conversaci)n al mirar =acia el 2a7l de mim2re, como si recordara algo ue temía olvidar pronto CSa2es, 5a no retengo nada. +o s8 u8 le pasa a mi po2re ca2e4a, el día ue estalle encontrar@n adentro miles de cuadraditos con anotaciones de todo lo ue no de2ía olvidar, las mil estupideces diarias. Para eso solamente parece estar la ca2e4a, o al menos la mía... 5 detr@s de los cuadraditos aparecer@ un polvo negro ue ser@ la medida del esfuer4o ue =e =ec=o por acordarme de cada una de esas cosas. J cr8eme ue =a2r@ m@s polvo ue cuadrados... C?J u8 es lo ue no tienes ue olvidar de ese 2a7lD CA=, sí. Eso... si me pasa algo, "osefa, imagínate ue me muero sin aviso, un ataue en plena calle, cualuier cosa mis diarios est@n en el 2a7l. Por favor, =a4 algo con ellos, prot8gelos. Me reí. )73ara qué los escribes, entonces? )3orque no puedo dejar de -acerlo, es mi 8nico orden posible. 72e lo prometes? CSí, te lo prometo. )(a, despac-ado una $ariable menos. 6antas $eces me -e dic-o tengo que pedirle a *osefa... 0uego te $eo ! se me ol$ida. 7'n qué est%bamos? &-, en la 3amela. 5igue cont%ndome. +o necesit8 mirar los diarios a la ma1ana siguiente las llamadas telef)nicas de innumera2les periodistas me lo =icieron suponer. Era mi 12 fotografía esta ve4, entrando en la casa de !ioleta, 5 la prensa =aciendo con;eturas so2re nuestra relaci)n. ?Ku8 =acía 5o a=íD Esa era la gran pregunta. +ada ue responder. +o acept8 ue me pasaran ni un solo llamado. Si en tiempos normales no los tolero, muc=o menos ese día. Me encerr8 en el3e estudio. a los ni1os les a2rítemprano la puerta.5 se =iciera cargo... 3a casa pedí a+i Andr8s ue llegara entera vi2ra, convulsionada. Estamos todos igualmente inuietos. :ago esfuer4os por disimular. Tengo ue acomodar un lugar para "acinta entre nosotros. Me sorprende c)mo se repite la =istoria mi mam@ tra;o a !ioleta a nuestra casa cuando 8ramos ni1as. ueno, las circunstancias eran distintas, aunue no de2o suponer ue el a2andono en ue se de2ate a=ora "acinta sea ma5or ue el de !ioleta en esa 8poca. Tarde o temprano tendr8 ue declarar. ?0e u8 =a2lar8D ?0e la infanciaD ?0el colegioD ?0e los anteo;os celestes con marco de care5, alargados en sus puntasD +o, no 2asta. !o5 a tener ue =a2lar so2re la fiesta de disfraces, so2re el atraso de !ioleta esa noc=e, cuando mi mauillador la convirti) en ese precioso pa5aso de cara fucsia. J so2re el gin. Tam2i8n so2re su temor "osefa, avísale t7, me atras8 tanto, Eduardo se va a eno;ar. Pero no 2asta. 3a 7nica defensa posi2le sería =a2lar so2re el 7ltimo 2osue, el lugar au8l para guarecerse, el sue1o de !ioleta. J so2re la casa del molino. Sí, es lo 7nico de lo ue de2o =a2lar. ontar la =istoria de una mu;er. na mu;er es la =istoria de sus actos 5 pensamientos, de sus c8lulas 5 neuronas, de sus =eridas 5 entusiasmos, de sus amores 5 desamores. na mu;er es inevita2lemente la =istoria de su vientre, de las semillas ue en 8l fecundaron, o no lo =icieron, o de;aron de =acerlo, 5 del momento au8l, el 7nico en ue se es diosa. na mu;er es la =istoria de lo peue1o, lo trivial, lo cotidiano, la suma de lo callado. na mu;er es siempre la =istoria de muc=os =om2res. na mu;er es la =istoria de su pue2lo 5 de su ra4a. J es la =istoria de sus raíces 5 de su srcen, de cada mu;er ue fue alimentada por la anterior para ue ella naciera una mu;er es la =istoria de su sangre. Pero tam2i8n es la =istoria de una conciencia 5 de sus luc=as interiores. Tam2i8n una mu;er es la =istoria de su utopía. !ioleta. Rsta uisiera ser la =istoria de !ioleta, si la mía no se entrete;iera tanto con la de ella. Pero nuestras 2iografías no me permiten la distancia necesaria. Tampoco algunas marcas comunes, como el sentido de la cio por lo opaco. p8rdida, el de laellaeNclusi)n 5 cierto 3robablemente, definiría su $ida como una despre -istoria de pasi/n. 5in embargo, si etiendo la que no, no es s/lo la pasi/n. 0a -istoria de Violeta es una -istoria de aoran"a. 13 mirada, creo 14 #. A pesar de nuestras diferencias, Violeta ! !o teníamos cosas en com8n. 3or ejemplo, la -onestidad ! el amor por las blusas de seda. ( el brillo. 5iempre nos import/ el brillo. o el usual ni el ob$io. :equeríamos una cierta lu" sobre nosotras. ;na lu" que nos sal$ara de lo inmediato, que nos alejara de la $ulgaridad. Detest%bamos lo ordinario. 3or ello, compartíamos el deseo de soledad. 0a soledad física. & medida que pasaban los aos la $alor%bamos m%s, como si su carencia impidiera todo florecimiento. 5in ella, Violeta ! !o nos marc-it%bamos. os reconocíamos como mujeres de nuestro tiempo ! no éramos tan ilusas como para no comprender que nuestro tiempo se confabulaba contra este inocente deseo. Fue buscando esta soledad, entonces, que Violeta dio con ese lugar la casa del molino. 3ugar innom2rado, secreto. 0ugar del $iento perenne, del abandono, desconecta do de todos los otros lugares que lo circundan.
5i alg8n día logramos con$encer a :ic-ter para que nos $enda este lugar=, me decía, >nos -aremos dos casas... 0as tengo totalmente diseadas en mi cabe"a. o solamente la mía, la tu!a también. Ver%s las preciosuras que ser%n, enteras de alerce. 0as dos tendr%n $ista al $olc%n ! al lago. 0as -aremos sin coetería, *osefa, +prep%rate= ( es que ella de 19 $erdad -abitaba los lugares, se apropiaba de ellos ! los inundaba de sí misma. :ara cualidad ésa. 0a -e encontrado poco en la $ida. 0a comunidad ac8stica era total, por lo que no se podía compartir una casa así entre desconocidos. 'ra di$ertida la di$isi/n a mí me toc/ la gran cocina, a Violeta el gran bao. 0a casa de ella tenía dos dormitori os. 'l su!o, casi monacal, era pequeo, con una cama matrimonial ! una silla, nada m%s. 'l otro era enorme, de tec-os mu! altos, con muc-os camarotes *acinta se apoderaba de él, procurando llenarlo con sus amigas. Violeta era muc-o m%s permisi$a que !o al respecto. (o me agotaba con la casa repleta de gente ! limitaba el n8mero de amigos que podían in$itar mis -ijos. 'lla no. >2ira, *osefa=, solía decir, nada me importa m%s que los recuerdos que *acinta tenga de sus $acaciones le dar%n consistencia cuando sea grande, lo sé. o quiero que le pase lo mismo que a mí.= 2i casa tenía cuatro dormitorios, dos baos c-icos, modernos, pro$istos s/lo de una duc-a. 'l bao de Violeta ! su enorme tina eran la en$idia de todos los míos. !ioleta se levanta2a siempre a medianoc=e, o de madrugada, 5 se dirigía al lugar m@s ti2io de la casa del molino el 2a1o era su espacio favorito. El gran termo de agua caliente, las muc=as ca1erías al aire C como si su antigUedad o precariedad =u2iese tenido la intenci)n m@s vanguardistaC 5 el calor ue despedían esos tu2os parecían llamarla era un calor ue !ioleta no sa2ía 2ien de d)nde venía ni =acia d)nde i2a. Su cuerpo avan4a2a casi con independencia de su voluntad como un fantasma, se desli4a2a incorp)rea, apenas un movimiento, apenas la ti2ie4a del roce de esos c@lidos cilindros. !ioleta 5 5o cant@2amos. Eran los momentos predilectos de Andr8s, cuando arm@2amos de noc=e la fogata 5 5o veía asomarse, a trav8s de las lenguas anaran;adas, sutilmente, su amor. LMe enamor8 de tu vo4 antes ue de ti, me decía. L+o importa, lo disculpa2a 5o, Lmi vo4 5 5o somos la misma cosa. :u2o tiempos largos en ue !ioleta cant) conmigo. Aferrada a cualuier forma de arte Lpara respirar la vida, la m7sica no podía estar ausente de ella. En distintos escenarios Cel colegio, la universidad, el campo, las fiestasC, siempre la misma escena !ioleta me =acía la segunda vo4. 3a su5a era alta, fr@gil 5 dulce, una soprano si =u2iese sido profesional. Jo era la ue da2a la partida con mi registro fuerte 5 sonoro de contralto La pericona se ha muerto% no pudo &er a la meica... Ella entraría en el momento eNacto La pericona se ha muerto% no pudo &er a la meica... 20 J am2as voces se unían ...le faltaron cuatro reales% por eso se cay muerta... En ese punto nos mir@2amos nos cam2ia2a el espíritu 5 continu@2amos con alegre intensidad. Asmate a la rincon(... 0iscutimos siempre so2re las canciones de !ioleta Parra, nuestra favorita. Acordamos ue las dos me;ores eran Gracias a la vida ! e l Maldigo. 'lla insistía en que ésta 8ltima era, lejos, la mejor de todas, mientras !o no cejaba con Gracias a la vida. CEs el desgarro, "osefa. HEl "aldigo es la esencia del desgarroI S)lo en la casa del molino volvía !ioleta a acompa1arme en el canto. ant@2amos la una ;unto a la otra, la otra ;unto a la una. ant@2amos a la pena, al amor, a la esperan4a, al futuro. ant@2amos amorosamente. (o seguí cantando, Violeta se qued/ con la pena ! la esperan"a... ésta 8ltima, en Violeta, a toda prueba. 3ara mí, $islumbrar tal esperan"a significaba ineludiblemente quedarse con la pena. 5í, Violeta cantaba a la $ida. 0e cant/ -asta que la maldijo. 5iempre an-elando que abrir los ojos a la maana, cada maana, $aliera la pena, inc/lume su ilusi/n de que la suerte cambiaría para los -ombres, confiando en que los adoloridos no necesitarían esperar el fin del mundo. 21 22 $. )stoy condenada por las cat(strofes de mi tierra. orral. 3a culpa la tuvieron el muro de erlín 5 el maremoto de orral, dice Violeta en su diario, que por fin -e tenido la $alentía de abrir. Aquel d*a de mayo de +,-. )ntonces yo era una ni#a% pero no )duardo. )l cumpli en esa fecha los &einte a#os. / me cont muchas &eces el cuento0 el mar se retir para adentro% para adentro% muchos kilmetros. La gente% sorprendida% mara&illada% corri hacia este nue&o suelo de arena h1meda que nunca hab*a &isto. 2und*an sus talones y sacaban mariscos% contemplando embelesados esos tesoros secreto s al descubierto. 3e s1bito se oy un estr4pito que se acercaba desde el hori5onte. )ra un rumor gigantesco% como si% furioso% el mar rugiera. 6n sonido e7tra#o nunca antes escuchado y que probablemente nadie &ol&er*a a o*r. )duardo mir hacia arriba y pens0 algo muy malo &a a pasar. )l cielo cambiaba sus colores% todo se ennegreci. A lo le8os% muy a lo le8os% a&an5aba hacia la costa una enorme ola% treinta metros de altura% negra% y el cielo dale con cambiar de color0 con el rugido &en*a el ro8o% luego el a5ul% incluso &erde se puso el cielo. )duardo ech a correr como un loco cerro arriba. Lo enceguec*a la luminosidad del cielo% esos colores que se trucaban. 9om su bufanda% se la puso sobre los o8os y por una peque#a abertura miraba el cerro por el cual corr*a y corr*a% desaforada mente, subi(ndolo. Apenas lleg) a la cima, !abiendo puesto la tierra pedregosa de por medio, volvi) la cabe*a y tuvo tiempo de ver la ola gigante abati(ndose sobre la costa de +orral. l agua lo cubri) todo. -odo. Se trag), vora*, absolutamente todo lo que encontr) en su camino. duardo mir). +on sus ojos !abía visto c)mo el mar se completaba con lo que (l !abía tenido. Se qued) completamente solo. Su casa y la casa de sus padres !abían desaparecido. Su #amilia, esposa, !ijo, padre y madre, cada uno de los miembr os de su #amilia enred ado entre las aguas, sumergido entre las aguas, muerto entre las aguas. duardo !abía creído !asta entonces que los !u(r#anos s)lo eistían en los cuentos. 23 3a =istoria de orral aparece en el cuaderno grande, el de las cu2iertas de cuero marr)n. +o de2o a2rirlo en cualuier p@gina. Meticulosamente eNamino las fec=as nada al a4ar. Si me falt) atenci)n para escuc=arla entonces, no puedo fallar a=ora. , de no&iembre de +,:, ;resiento el d*a de hoy como uno importante. 3os cosas han ocurrido. !ay el muro de
l: Nada en especial. 4ien por la libertad. 12 tú3 /o0 *% bien por la libertad. ;ero... no s4% me tiene desconcertada% como si todo perdiera su rumbo. >l: 15u( importa que se pierdan los rumbos, si no eisten las causas superio res3 -ú eres muy joven.. . pero a mi edad ya se sabe que lo único que eiste es la demencia de los #an/ticos o el vacío interior que los trans#orma en tales. Ay, si se va de tesis no lo soportaría, pens(. Por lo tanto, no le respondí. No era el momento de eplicarle a un desconocido algo tan con#uso para mí misma. Nos quedamos callados y autom/ticamente nos pusimos a mirar libros que en realidad no veíamos. )duardo0 ?)res una buena lectora@ /o0 *% bastante. ?9iene alguna sugerencia@ )duardo0 ?;or qu4 me tratas de usted@ 24 /o0 ;or puro respeto% supongo. )duardo0 la otra es que sea por &ie8o... i me tuteas% te &oy a recomendar un libro magn*fico. /o0 3e acuerdo. ? !u(l ser*a @ )duardo0 ? !onoces a Agota Bristoff@ /o0 No% ni"ira% de nombre. )duardo0 tu padre tiene aqu* su no&ela El gran cuaderno. Es una escritora húngara, aunque escribe directamente en francés. No es muy conocida. Llévatelo, no lo vas a encontrar fácilmente en otra arte. !laro que, una ve" le#do, e$i%o un comentario. No vacilé& nada me causa tanto lacer como saber que tengo entre mis manos un buen libro. ' más aun si me lo recomienda él, que no es un escritor de moda& él es serio. ()en (le di%e(, te invito a un café en se*al de agradecimiento. !aminamos or +rovidencia (ya no el centro, como en mi infancia( no y tuvimos que avan"ar mucho ara instalarnos aroiadamente. nsisto en que lo de -erl#n me ten#a confusa, no era un d#a normal. Mi intencin era conversar y, o%alá, hacerme un oco amiga de este hombre a quien sent#a conocer or sus libros. /ui"ás hasta odr#a mos haber conversado del maremoto de !orral, de su viude" y su inusitada historia. 0e hecho, durante un mágico momento, lo hicimos. Le hablé de mis autores favoritos y escuché sus comentarios casi con devocin. 1n unto a su favor& rear inmediatamente en mi anillo. (Esa es la iedra cru" (di%o. (Lo sé. (Es del sur, del r#o Laraquete, cerca de mi tierra. $9ambi4n lo s4. $"e sorprende que lo uses. No se lo he &isto nunca a otra persona. ;ero prefiri irse por lo f(cil0 me con&id a un hotel% a la media hora de haberlo conocido. CDu4 poco sutilE ;or si acaso% le di8e que no. No&iembre% no s4 qu4 d*a )stoy molesta con usana. )lla me da lo mismo% no es m(s que una aspirante a escritora que da &ueltas alrede dor de la librer*a. ;ero igual tengo rabia% como si me hubiera ganado. Es que en verdad me gan, y !armencita, por supuesto, no pudo dejar de cont/r melo en cuanto me vio. Aunque tampo co es tan claro que me !aya ganado: despu(s de todo yo lo rec!ac(. 6e dije que no, y por eso invit) a Susana. Me siento superio r a Susana, soy una presa menos #/cil y eso siempre da una cierta categoría. Aunque sea #eo decirlo, y odiando la #alta de solidaridad entre mujeres, Susana recibe lo que yo desec!o. 2 tambi(n estoy molesta con duardo. No dud) en comentarle a pap/ lo sensible e inteligente que era su !ija, c)mo !abíamos congeniado, todo eso. Pero igual me !abr/ considerado intercambiable si pudo !acerme una proposici)n y, al momento siguiente, !ac(rsela a otra. Me aterra ser yo una Susana el día de ma7ana. Al #in, me trat) igual que a ella, la única di#erencia es que !oy yo dije que no y ella accedi). No s( si gan( o perdí. Soy una mujer sola, con los amores un poco cansados, y le !e entregado a otra una bonita oportuni dad. +laro, me angusti a terminar en la cama a la primera &1ac aso no lo !e !ec!o 25 nunca3& o decir que sí s)lo por miedo, el puro miedo a ser rec!a*ada el día de ma7ana, probablemente por uno peor que duardo. 1No dicen que en las solteras el tiempo va mermando la selectividad3 se #rívolo &escritor ser/, pero es #rívolo igual& debe estar pensando para sus adentros: tú te la perdiste. 8 tal ve*: no eres la única mujer sobre la tierra. Mi rec!a*o le da lo mismo. stoy molesta, pero la verdad es que, dejando a Susana #uera, me doy cuenta de que tampoco estoy enojada con duardo. 9s tan di#ícil decir no n ese terreno, nunca s( bien lo que quiero. Soy yo la que me molesto a mí misma. Me siento atravesada por emociones #uertes e inc)modas, pero ninguna tiene que ver dilectamente con duardo, sino conmigo misma. ;rincipios de diciembre )s que me conmo&i su historia. 9oda geograf*a arrebatada me conmue&e. ?!mo no@ Fosefa dice que la desproteccin en los hombres act1a sobre mí como anzuelo sexual, que soy el refugio perfec to para narcisos desvalidos. sa es su ponderaci!n. s cierto que fue así con el padre de "acinta, pero han pasado los a#os y supongo que no ha sido en vano. $ien estuvo mi s%per&yo al no admitir la separaci!n externa entre una mujer 'otra C y yo. So5 usana y ella es Violeta. 3ebemos reconocernos la una en la otra. "e fui a la cama con 4l. A la segunda% no a la primera. Nos &ol&imos a encontrar en la librer*a. eg1n 4l% me buscaba . (ijo que yo le debía las impresiones de El gran cuaderno. )ran tantas% y tan apasionadas% que del caf4 pasamos al trago =que 4l no tomG y terminamos en la comida. )ntre el congrio frito del Vene5ia y las papayas al 8ugo me fui enterando de su historia. upe% desde los titulares% que el hotel estaba muy cerca% que casi ten*a un pie adentro. A los &einte a#os% a ra*5 del maremoto% )duardo qued absolutamente solo. )nfil hacia el norte. e detu&o en !hill(n. Ni 4l sabe cmo pas los dos meses siguientes% metido d*a y noche en una cantina. Los &ecinos% de puro buenos% emborrachaban a este damnificado y as* le in&entaron esa sed de la cual es &*ctima hasta hoy. 3espu4s% lo de siempre0 empe5 traba8ando en un camin% sali a buscar ripio a los r*os cercanos. 6na mu8er lo in&it a &i&ir con ella $ alimento para el cuerpo y para el alma$% y luego lleg el cl(sico momento del &ac*o intelectual0 decidi entrar a la uni&ersidad. Leyes fue su elecci!n. )o dur! mucho. mpleado en una notaría gan! el dinero suficiente, hasta que pudo volcarse al centro de *antiago, incorp orarse a la bohemia que florec ía en esos a#os y escribir un libro. *u primera novela, Al fondo del mar, ambientada en el sur y con el maremoto como elemento central% fue todo un suceso. e ley% se &endi% se critic% se reimprimi% llegaron los derechos de autor% la 26 inclusin en la lectura escolar obligatoria% las reediciones% una tras otra. !omen5 muchas segundas no&elas que no termin $el drama de todo escritor% me di8o$% hasta que a principios de los setenta public Terra Australis, este nuevo mundo. Ahora el tema era contingente% nada que &er con el costumbrismo sure#o. ;ero no pas casi nada. ;or fin% )duardo el pa*s% imaginando otras donde tierraspublic% respirar*a &i&encias%abandon imaginacin y fuer5a. e instalque en en !anad(% en los a#os ochenta% su tercera no&ela. Hecuerdo muy bien cuando lleg a !hile% era una buena edicin y se &e*a bonita en lo s estantes de la librería de pap/. 6a leí y me gust), me gust) muc!o . ra pura nostal gia de su tierra, y en aquella (poca la nostalgia nos envolví a a todos0 tanto los de a#uera como los de adentro se identi#icaron. Pero la crítica no valor) esta identi#icaci)n, que atribuy) a ra*ones ;etraliterarias"
72e $eo igual a la 2ia Farro?=, me preguntaba con los ojos mu! abiertos. 29 30 %. +osotras, las otras, vimos nacer a "acinta. 3a ni1a naci) en Europa 5 =ered) su nom2re de una trapecista. 6ue conce2ida en Grecia, en el Peloponeso. !ioleta 5 Gon4alo =a2ían contraído matrimonio en el a1o '-W$ 5 emigraron a poco andar. S)lo esperaron ue ella tuviese en sus manos su título de aruitecta para partir. Para Gon4alo, en cam2io, la aruitectura s)lo =a2ía cumplido el rol de antesala para la pintura, 5 el título no le interesa2a. Se i2a a dedicar al arte sin concesi)n alguna. Foma fue la ciudad elegida. 0esde esa casa matri4 recorrieron muc=o mundo. !ioleta gasta2a largas =oras, eternas =oras, inclinada so2re el ta2lero, en la sala de di2u;o de una empresa constructora romana, ganando el sustento mientras Gon4alo aprendía, pinta2a, so1a2a con el pincel en las manos sucias de )leo. Eran sue1os de grande4a, de 8Nito, de reconocimiento !ioleta, por su parte, llega2a tan cansada al min7sculo departamento Cen pleno entro StoricoC ue no tenía sue1os propios so1a2a 5 tra2a;a2a para 8l. uando el dinero era suficiente, cerra2an el departamento o se lo su2arrenda2an a alg7n amigo, 5 a2orda2an trenes, 2arcos, 2uses. Grecia fue el destino uno de esos inviernos. 0e Atenas se fueron al Peloponeso. Al cru4ar el istmo, !ioleta se enamor) de orinto, con su enorme fortale4a. 3as piedras gigantes le confundieron naturale4a 5 aruitectura todo le parecía a !ioleta alcan4ar el cielo, mientras sus casas c=icas de antigua te;a pudieron =a2er al2ergado enanos. Pero fue frente al templo de Apolo, tan solo en medio de orinto antiguo C ?cu@ntos a1os llevaría a=í ese templo peue1o, nítido, a2andonadoDC, ue decidi) uedarse. LEst@ todo tan seco, !ioleta, mov@monos un poco, el viento es demasiado, me muero de frío... Gon4alo la sac) por fin de auel lugar eNtra1o, 5 avan4aron =asta otro, m@s in=)spito aun Micenas. !ioleta pis) una 5 otra ve4 el um2ral de la gran Puerta de los 3eones, mientras Gon4alo le murmura2a en el oído L!uelve a pisar este suelo, ser@ la primera ve4de ue tus pies5descansen so2re algo tan milenario. 6rente 5a 7ltima la tum2a asandra a los montículos de piedra ue una ve4 fueron los leones guardianes de la entrada, !ioleta evoca2a el eNilio remoto 5 for4ado de auella otra mu;er, sola, cargada 31 con el peso de las ;o5as familiares, prisionera de Agamen)n. Así tal ve4 la reci2ieron esos leones de piedra 5 ese pue2lo eNtra1o, =ostil como el viento, indiferente como ese cielo inalterado ue vio a asandra caminar con su mente cru4ada por im@genes premonitorias de sangre 5 a2andono. asandra, sola con su relato roto 5 con su muerte. !ioleta no uiso irse El peor viento sopla2a el m@s =elado ue conoci) ende sua=í. vida, aun ue el sin de pausa orinto.fue *gual se uedaron. Allí, so2re esa tierra amarillenta, conocieron a la gente de un circo ue recorría una por una todas las ciudades del Peloponeso. !ioleta se senta2a con una 2olsa de pistac=os en el suelo 5, mientras se los ec=a2a a la 2oca 5 se rompía las u1as descascarando ese fruto verde 5 duro, mira2a a los infatiga2les trapecistas en las =oras de ensa5o. (6ue entonces ue conoci) los pistac=os. +o de;) nunca de comerlos, 5 cuando volvi) a =ile 5 no los encontr) por ning7n lado, confia2a siempre en ue "osefa se los traería de alg7n via;e. uando al fin se pudieron comprar en =ile, 5a era tarde para !ioleta.< +o se perdi) uno solo de los ensa5os ue los trapecistas =icieron en esos días. Sus o;os se dilata2an frente a sus espectaculares acro2acias, fi;os, =ipnoti4ados, mientras Gon4alo ela2ora2a en su 2locB los correspondientes 2ocetos. "acinta, la trapecista, usa2a en el anular un anillo de plata. 3a piedra era un delgado )valo negro su;eto por un círculo maci4o 5 plateado. El mundo en sus manos, pensa2a !ioleta. El mundo en un solo dedo, le decía Gon4alo. 92sidiana de M8Nico, le di;o "acinta, 5 !ioleta 2uscaría ese anillo =asta encontrarlo, a1os despu8s, en M8Nico. "acinta no mentía. "acinta provenía de anad@. (uando, siglos m@s tarde a ;uicio de !ioleta, supo ue Eduardo =a2ía vivido en ese país, le pregunt) si la conocía. Eduardo se ri) de ella.< Su pare;a era MaNN, con dos 7. MaNN el trapecista, el acr)2ata de m7sculos fa2ulosos ue le da2a a "acinta una seguridad total en los aires. Su25ugados, !ioleta 5 Gon4alo accedieron cuando MaNN 5 "acinta los in$itaron a compartir su carpa unos días. ;na de esas noc-es )7elegida?) fue concebida la segunda *acinta. De $uelta en :oma, Violeta supo que estaba embara"ada ! se consider/ a sí misma una reina ! a su -ija una elegida de las diosas. 0esués de todo, su semilla fructific en tierra de dioses, escribiría m%s tarde en su diario. ' cuando cre"ca le ense*aré sobre ellas. Le hablaré de >era, la matriarca, y del poder terreno y la #orma de soldarse a un matrimonio. =e Artemisa, la ama*ona, con su amor a la naturale*a. 2 de Atenea, con su gran sentido cívico y su l)gica intelectual srcinada en el mundo paterno. -ambi(n de A#rodita, la diosa de cuerpo sagrado, sagrada en la pasi)n y en las artes. 2 por último le !ablar( de =em(ter, la madre?tierra #(rtil y nutricia, y de Pers(#one, due7a de lo subterr/neo y lo oculto, con sus sue7os de muerte y trans#ormaci)n. +onocer sus !istorias la ayudar/ a ser mujer. so sí, le pedir( que no se identi#ique solamente con una, porque puede ser #uente de impensables dolores. 5ue las cono*ca a todas y en cada una pueda reconoc er una parte de sí misma. 5ue no sea una diosa vulnerable como su madre, que !a eistido s)lo en la medida del vínculo. 0e allí viene el nom2re de esta ni1a a uien !ioleta, em2ara4ada, nunca so1) siuiera como var)n. J muc=as veces especific) "acinta es mi =i;a. Pero "acinta, la srcinal, era una trapecista. 32 33 /. Mauricio me llama por tel8fono. Est@ so2resaltado. CEs ella, ?ciertoD CSí, es ella. CPero "osefa, ?u8 dia2los pas)D C+o s8, Mauricio, no s8... *magínate, esto5 =ec=a peda4os. Me niego a interpretar ni a dar eNplicaciones. C+o puedo de;ar de pensar en el pa5aso Cinsiste MauricioC. 3a de;8 tan linda ese día... 6ue 8se el día de los acontecimientos, ?ciertoD CSí. Jo tampoco =e de;ado de preguntarme u8 =a2ría pasado si no la =u2ieras mauillado. +o se =a2ría atrasado 5 ui4@s todo =a2ría sido distinto... C3a not8 nerviosa cuando vio ue se =acía tarde. C?SíD +o alcanc8 a darme cuenta, esta2a concentrada en otra cosa... CA5, "osefaE +o. no esto5 para resistir los llantos de Mauricio. Me 2asta con los de Andr8s, los de "acinta, los de mis =i;os. Me 2asta con los míos. Auella noc=e fatídica, la víspera del salto de !ioleta a la primera plana de los diarios, auella noc=e, la de la fiesta del arleuín, ella pas) por mi casa. Se la ve apurada. C3os 4apatos, "osefa. ?Te acuerdas de ue me i2as a prestar esos 4apatones para mi disfra4D 0ice ue ir@ a la fiesta vestida de pa5aso. Jo apenas la veo en el espe;o, porue est@ Mauricio arregl@ndome. +o puedo vivir sin Mauricio, so5 incapa4 de dar un paso sin 8l, no conci2o salir a la calle si mi cara 5 mi pelo no =an pasado antes por sus manos. Rl le pregunta a !ioleta por su disfra4. se lo eNplica. CHKu8Ella po2re4aI Ccomenta Mauricio. Sigue mauill@ndome, pero mira de reo;o a !ioleta 5 no se resigna. Termina conmigo 5 la instala frente al espe;o. 34 C!en ac@ un poco, c=iuilla, te vo5 a dar una manito de gato. Se entusiasma 5 decide transformarla de pa5aso de circo po2re en un so2er2io arleuín veneciano. C?PierrotD ?Tra;e de patchwork o de a;edre4D C+o, no pienses en los arleuines de Picasso Cle contesta !ioleta con candorC. S)lo parc=es ro;os 5 amarillos. Mauricio se engolosina con el tra2a;o so2re su rostro. +o puede soltarla. CPreciosa tu amiga Cme diceC, pero tan de;ada de la mano de 0ios... !ioleta ríe 5 se entrega. !an pasando los minutos 5 Mauricio no puede detenerse. A2re su maletín. CEs totalmente m@gico Cdice !ioleta, em2elesada al ver todos esos colores 5 2rillos. CHEl peloI Tengo ue =acerte un arreglo genial en el pelo... "ose, linda, dame todas las cintas ue tengas. C?Tienes cintasD Cle grito a eleste, 5 siento un esco4or de celos. 3uego vino el 2rillo, esos miles de puntos fucsia 5 oro. !ioleta se transforma frente al espe;o. Aparece esa otra ue no es ella 5 ue a ella le gusta tanto. CAp7rate, Mauricio Cruego 5o de prontoC, nos vamos a atrasar. C+o importa ue lleguen tarde, mira lo =ermosa ue va a uedar tu amiga. CEduardo se va a poner nervioso, lo cono4co Cdice !ioleta. Se di2u;a 5a el arleuín. Me entusiasmo. (3os celos se =an diluido.< CEs una o2ra de arte, Mauricio CeNclamoC. HEst@ fant@sticaI !ioleta mira su relo;. Se toca el confetti ro;o 5 dorado so2re su cuello. C3l@malo t7, "osefa, 5o no me atrevo, me va a retar. C?Pero ui8n es ese monstruo, por favorD C c=illa Mauricio con su vo4 afectada. CMi marido no m@s. +o es un monstruo. Es ue... anda un poco alterado. C+o le =agas caso, no le avises nada. 3lega así no m@s, 5 apenas te vea, caer@ rendido. 3a escarc=a fucsia so2re su m@scara de arleuín. Efectivamente, !ioleta llega tarde a la fiesta. Eduardo la espera2a con un gintonic en la mano ! los labios fruncidos en un rictus distante. 5eg8n alcan"/ a contarme después, en ese mismo momento tu$ieron el primer desencuentro de la noc-e. De aquella noc-e. 'n mis retinas, ! en las de 2auricio, ! en las de todos los que asistiero n a esa fiesta, quedaron impres as las -uellas de la triste"a $eneciana. 35 :a2ía comen4ado el calor a fines de '->-, el a1o de la caída del muro de erlín. Por esos días 5o gra2a2a en un estudio u2icado a s)lo una cuadra de la casa de !ioleta. Ja =a2ía empe4ado a sumergirme, lentamente, en mi encierro, 5 convivía con mu5 poca gente. Pude verla esos días estrictamente por la cercanía entre el estudio 5 su casa. uando un intervalo sonidistas para una cerve4a,=acíamos 5o camina2a =acia la ue callelos Gerona 5 nosaprovec=a2an tom@2amos ;untas un caf8. Esa tarde "acinta me a2ri) la puerta 5 entr8 directamente al dormitorio de !ioleta, deteni8ndome un instante para mirar el di2u;o de la alfom2ra m@s grande del living. 3a casa de !ioleta era como una me4uita, esta2a llena de alfom2ras. 3o ue diferencia una casa de un hogar son las alfom2ras, decía ella. :a2la2a de nudos por centímetro cuadrado, de la me4cla del algod)n con la lana 5 la seda. ompr) una :erecBer en Estam2ul, ue tenía firma 5 título Ilores de los siete montes. Frente a ella, con su jardín bordado en a"ules profundos, me detenía siempre al entrar a su casa. 0a encontré tirada en la cama, sujetando su cara tensa ! concentrada con ambas manos. & su lado, un plato de -ermosas c-irimo!as. 0a m8sica sonaba a todo $olumen Violeta no sabía escuc-arla sino de esa manera. 2e mir/ absorta. )+3or Dios, qué difícil es Debuss! 0ivertida, le devolví la mirada. C?( qué importa, Violeta, que sea difícil Debuss!? )'s que me gustaría poder entenderlo. ( no s/lo a Debuss! quisiera entender cualquier manifestaci/n artística, sea la que sea... )'specialmente la literatura, en estos días. 5e ri/. )+& eso $iniste )6engo die" minutos, cuéntame r%pido )! empecé a comerme, sin consulta, las dulces c-irimo!as. 6ue el tiempo en ue a !ioleta le dio por =a2lar con sus muertos. onversa2a con ellos frente a sus fotografías en esa especie de feria am2ulante ue era su dormitorio. En la 2ase del paragUero, pie4a esencial de la =a2itaci)n, entre colga;os de todo tipo, som2reros, pa1uelos, 2ufandas, al lado de la =endidura de co2re ue te)ricamente reci2ía los paraguas c=orreados de lluvia, =a2ía acomodado una fotografía de a5etana 5 otra de su a2uela arlota 5 del vie;o Antonio. Tam2i8n colg) ;unto al tocador una de Gon4alo, confundida entre aros, cuentas, pulseras 5 collares. LPero si mi pap@ no =a muerto, le reclam) "acinta. L+o importa, mi amor, el concepto de muerte tiene varias acepciones. Se activaron las velas ro;as. !ioleta siempre se rodea2a de velas prendidas 5 8stas convivían con sus invaria2les inciensos. A=ora se multiplica2an frenteauel a sus2ic=o muertos. Seue sentía protegida por ellos,5 5ue lesla pidi) ue ignoraran negro la =a2ía estremecido, unieran a Eduardo para toda la vida. 36 Porue un par de semanas despu8s del primer =otel, !ioleta 5 Eduardo van al a;)n del Maipo por el fin de semana. omen c=ampi1ones en una modesta =ostería 5 con el paisa;e precordillerano frente al ventanal se =acen promesas de amor. Ella le confía su o2sesi)n por ser madre otra ve4, =a2la de su potencialidad 5 de no su parece miedo amilanarse, de ue "acinta repita =istoria siendotan =i;amenguada 7nica. Eduardo como otrossuue =an fingido ser c)mplices de ese discurso. Rl tiene sus propias am2iciones necesita una esposa. 3uego de la p8rdida ue sufri) tan ;oven en el maremoto de orral, arranc) de cualuier compromiso afectivo por muc=os a1os. L:e =ec=o una vida de perros, le dice, Lperro calle;ero, perro li2re 5 li2ertino, pero perro al fin. ree ue lo 7nico ue le permitir@ escri2ir su gran novela ser@n una casa 5 una mu;er. na estructura dom8stica so2re la cual pueda descansar 5 crear. L3as mu;eres le dan el tratamiento de algo sagrado a la escritura del =om2re, comenta Eduardo, 5 !ioleta se ríe porue sa2e ue es cierto. LJo tam2i8n necesito una esposa, dice !ioleta, Les el gran negocio para cualuiera. Lomo no puedes tenerla, conviértete en la mía=, le sugiere 'duardo. Violeta se asombra de un -ombre que en su cincuentena les tenga tan poco miedo a esas palabras. >68 quieres casa, !o la tengo. uieres esposa, !o puedo serlo. uieres estructura, puedo d%rtela. 5/lo pido a cambio un -ijo.= 6odo esto fue dic-o entre risas ! mimos, pero lo dijeron de todos modos. Violeta me cuenta que terminada esa dulce con$ersaci/n en sus bra"os, se le$anta al bao dejando a 'duardo en la cama. &l abrir la puerta, se le cru"a por el piso una cucarac-a negra >'ra la m%s grande que -e $isto en toda mi $ida, ! la m%s fea.= Violeta queda suspendida. Pas) diciem2re con sus cere4as tam2i8n dulces, m@s dulces ue nunca ese a1o. En fe2rero nos fuimos. 6ue en la casa del molino donde !ioleta me =a2l) por primera ve4 de Lel 7ltimo 2osue el no lugar% 8se en su conciencia, auel espacio para la solidaridad ue su mente empie4a a fa2ricar por el deseo de no perder los sue1os. C+o es un lugar a alcan4ar, "osefa. Es s)lo la fuer4a para salir de la inmediate4. Si 5a no eNiste la gran 4tica% uisiera ue el 7ltimo 2osue fuera mi peue1a 8tica personal. Espera2a a Eduardo. 3a víspera de su llegada, se uie2ra un vidrio en la ventana de su dormitorio. orre donde Agua5ito, todo de2e estar impeca2le para el día siguiente. Agua5ito manda a su =i;o con un vidrio nuevo. Jo entro tras 8l. !ioleta est@ encima de su cama con un li2ro, a7n en tra;e de 2a1o. !eo su sost8n 5nervioso, sus cal4ones tirados desprender so2re la 7nica disponi2le. =i;o de Agua5ito, no puede sussilla o;os de esas Elprendas sedosas. !ioleta no se inmuta. C?)mo puedo agasa;arlo, "osefaD 37 Con salm)n a=umado. CJa est@ en el refrigerador. Pensa2a en algo m@s íntimo, como alguna ropa especial. Pero no tengo nada auí. HJa s8I T7 me mauillar@s. CCTienes con u8D C?JoD CTengo)mo Bo=l.se te ocurre, apenas tengo en Santiago. Mu5 de ella, no tener nada con u8 arreglarse. Al día siguiente llega a mi casa. Se =a sacado los 2lu5ines, cam2i@ndolos por una larga falda =ind7. Sentadas am2as so2re mi cama, la pinto les invento a sus o;os una profundidad ue no tienen. Mi =i;a eleste nos o2serva. 0e;a de lado el @l2um de fotografías ue est@ =o;eando. +os interrumpe C!ioleta, mira estas fotos son de =ace cinco veranos 5 est@s eNactamente con la misma ropa. eleste no puede creerlo. !ioleta se ríe. C+o me sorprende, esta falda tiene die4 a1os. Pero es linda, ?ciertoD ?Te gustaD CSí... CHKu8 entusiasmo, elesteI Ccomenta !ioleta. Como puedes ver, =ace gala de su edad Cintervengo 5o. uando !ioleta parte, un =alo de s@ndalo, los o;os mu5 negros 5 destellando el naran;o de su falda, eleste se vuelve =acia mí. CHKu8 antigua es !ioleta para todo, mam@I CEs uno de sus grandes valores, eleste. +o lo mires en menos. A7n =o5 mis o;os pueden admirar, record@ndolo, el espect@culo del lago enfurecido a4otando la 2a=ía. J del volc@n, enorme 5 ma;estuoso, como 7nico testigo los cerros regados de verde callan. !ioleta sale envuelta en una manta, camina =acia la pla5a con paso lento, pensativo. Me encuentra allí. Se sienta a mi lado en silencio 5 mira =acia las olas. CEduardo est@ igual ue el agua Cme comenta al ca2o de un rato. C?Eno;adoD CParece. C?Ku8 pas)D CA2solutamente nada. Eso es lo m@s sorprendente. Mi soledad esa tarde era total los ni1os en Ensenada C=a2ían ido a tomar t8 al ellavistaC, Andr8s se =alla2a en Santiago por unos días. A !ioleta 5 Eduardo no los =a2ía visto en toda la ;ornada presumí ue estarían aprovec=ando el tiempo de intimidad, tan escaso casi siempre para C3os las pare;as adultas. cam2ios en su car@cter son tan vertiginosos. Me apa2ullan. Espero ue diga algo m@s. 38 Teme ponerse densa, la cono4co. Ella es la primera en detestar la gravedad. Seria, sí grave, no =agamos la distinci)n. Es una de sus m@Nimas. C?Ku8 pas), !ioletaD CMe viol). +o puedo de;ar deue reírme. CPero es lo 7nico t7 uieres, ?o me euivocoD C:a2lo en serio, "ose. Gicimos el amor, todo perfecto. 0uego dormimos siesta. &l despertar, él quiso -acer el amor de nue$o. (o no tenía ganas ! le dije cariosamente que pretería leer un rato. 5e le$ant/ ! se fue al li$ing. 6omé mi libro, cre!endo que todo estaba tranquilo. 0o sentí abriendo el refrigerador ! pensé que -abría despertado -ambriento. &l rato lleg/ a la pie"a, con otra cara. o quiero dar detalles, pero fue mu! raro. 6enía olor a alco-ol, un gesto como per$erso, que no le conocía, en sus labios. 5e me tir/ encima, literalmente. 68 sabes que él es abstemio, por eso me etra/ tanto. 0e pregunté qué le pasaba ! me contest/ algunas obscenidades. ( aquí $iene lo peor de mí misma esas obscenidades me calentaron. ( lo que parti/ siendo una $iolaci/n termin/ en una pasi/n desenfrenada. &-ora est% durmiendo. ( !o me siento a$ergon"ada, -e quedado con un sabor amargo en la boca. )2e parece e$idente que fue el alco-ol )también !o esto! asombrada. )Debe ser eso... 5e le$anta ! abra"a su manta. Desde la arena tiro uno de sus bordes, al $er que comien"a a alejarse. C?)mo te sientesD C+o s8 Cme dice ella. Pens8 ue !ioleta se da2a ciertos lu;os 5 ue de ve4 en cuando se concedía a sí misma algo inadecuado. Fecord8 su amor por el filo de la nava;a, por estar siempre cerca del límite, en el 2orde. J por ello !ioleta era m@s vulnera2le ue 5o. C3a cucarac=a negra, ?te acuerdasD J a=ora el vidrio roto. ?+o ser@ ue se acerca el Espíritu MaloD C+o s8, 5o no necesito espíritus malos para ;ustificar nada. CHTan concreta ue eres t7, "oseI CSiempre =e tenido claro ue el g8nero =umano es perverso, !iola uerida. C?J te uedas tan tranuilaD CEs ue no =a5 nada ue =acer. ?+o te das cuenta de ue la civili4aci)n 5 la norma son lo 7nico ue nos impide comernos vivosD +o entiendo c)mo t7 puedes tener todavía esperan4as en el futuro 5 la evoluci)n de esta especie. Pareci) volver la !ioleta de siempre, con la risa otra ve4 en sus o;os. Apret) nuevamente la manta contra su cuerpo, como si efectivamente la acec=ara el peligro. Se separ) de mí, despacio. (o tenía fija la $ista sobre sus dedos de bamb8 ! apenas la oí cuando me dijo )'s un sentimiento conocido, *osefa. Debo escarbar. 2i obser$ador interno me est% dando algunas seales... #ueno, como me las -a dado siempre. 39 40 W. +osotras, las otras, sa2emos a u8 se refiere !ioleta. Est@2amos a su lado ese primer día de colegio. Tam2i8n el segundo 5 el tercero 5 todos los días ue vinieron. 3a o2servamos auel viernes, cuando a la =ora del recreo sac) su termo 5 su s@ndic= del 2ols)n. 3a profesora, parada en el um2ral de la puerta, controla2a el contenido del pan de cada ni1a en la fila. Tom) el de !ioleta, lo eNamin) e =i4o una mueca despectiva. CHPat8I HEscuc=en todas, la ni1a nueva =a traído un s@ndic= de pat8I J m8tanselo 2ien en la ca2e4a para ue aprendan lo ue no se de2e =acer. Muc=as caras Ctantas, a los o;os de la peue1a !ioletaC giraron para mirarla. C:o5 es viernes la *glesia at)lica pro=í be comer carne o cualquiera de sus deri$ados en este día. )3erd/n... no lo sabía. )7( su mam%? 7&caso ella no lo sabe? )a Violeta le son/ incomprensible el tono desdeoso de esta mujer. C+o s8. CHFeuisadoI Cgrit) la profesora, tirando el pan al 2asurero. !ioleta sali) sola al patio. Al menos el termo apaciguaría su =am2re. Se sent) en un 2anco 5 lo a2ri). Algunas compa1eras la o2serva2an desde una distancia prudente. uando verti) el líuido color caf8 ro;i4o en el ta4)n, una de ellas eNclam) CHocacolaI Se a2alan4aron, dispuestas a dirigirle la pala2ra por primera ve4. !ioleta se puso contenta, ui4@s le perdonarían sus anteo;os celestes 5 el pat8. 3es ofreci) su ta4a, sonriendo. CHaaa=I H+o es cocacolaI Cse espant) la primera ni1a ue =a2ía pro2ado. C+o CeNplic) ellaC, es t8 puro. dem@s compa1eras retrocedieron por segunda ve4 esa ma1ana =a2ía3as desprecio en sus rostros. CTra;o t8... Cson) a sentencia inapela2le. C?Tomas t8 puroD ?A tu edadD Cle pregunt) otra. 41 CEso lo =acen los po2res no m@s Cagreg) una tercera. CH!@monosI 9tra ve4 !ioleta sola en el patio, con su t8 tan despreciado en una mano 5 el termo en la otra. 9dia a su madre en ese momento. ?Es ue no entiende ue a un colegio como 8ste no se puede traer t4? Se lo dir@ esa noc=e. Perocompr) 5a le di;otulo padre de los lentes 5 ella no le =i4o Ja caso CTe los en Estados nidos. sa2es, los inmigrantes nunca se =an caracteri4ado por tener 2uen gusto. C@m2iamelos, mam%, se ríen de mí. )3or fa$or, Violeta, aprende a tener personalidad. (a $er%s cuando grande lo importante que es ser distinta. 3uede ser, pens/ la nia, pero ella s/lo sabía que era c-ica, ! lo 8nico que le interesaba era ser lo m%s parecida posible a las dem%s. +o lo logra2a. Kue no llueva, ue no llueva, se decía en el invierno. 3os días de lluvia eran los 7nicos en ue su madre i2a a 2uscarla al colegio. on la lluvia aparecían casi todas las mam@s, 5 la su5a no era como las otras. a5etana tenía el pelo liso 5 lo usa2a largo, mu5 largo. Antes de entrar al nuevo colegio, !ioleta adora2a el pelo de su mam@, ese casta1o 2rillante ue seguía m@gicamente el ritmo vivo 5 en8rgico de a5etana, mo;ado a la salida de la duc=a, secado al viento incluso en invierno, las gotas de agua tem2lando en sus =om2ros cuando se pasea2a por la casa semidesnuda se tapa2a solamente con una toalla corta, su;eta con su mano i4uierda mientras la derec=a seguía el ritmo de la m7sica ue escuc=a2a a todo volumen. Su marido siempre la rega1a2a, sin demasiado convencimiento LHKu8 fac=a, a5etana, por 0iosI J !ioleta la contempla2a, fascinada ante la li2ertad de esos movimientos secundados por su ca2ellera. Pero a=ora esa misma melena la avergon4a2a. Era la 7nica mam@ con pelo largo en todo el colegio. 0urante los a1os cincuenta, el escarmenado 5 la permanente eran los 7nicos peinados tolera2les. 3as se1oras finas usa2an el pelo corto 5 a2om2ado. J ;am@s se las veía en pantalones. a5etana no =a2ía cumplido a7n los treinta, pero su =i;a la veía como una persona ma5or por lo tanto, de2ía parecerlo. 3a casa de a5etana, en u1oa, fue la cuna de !ioleta. El patio de atr@s, amplio 5 nost@lgico, le ense1) el amor por los @r2oles 5 los parrones. !ioleta camina2a =asta el almac8n de la esuina, mientras ue a sus compa1eras no las de;a2an salir solas ni siuiera a la puerta de calle. M@s tarde ella misma le inventaría Lestricteces a su madre (ue nunca tuvo<, se sentía frente inadecuada con los permisos ue a5etana le las da2a, 5 nopues los reconocía a sus compa1eras. L?Kuieres uedarte a alo;ar donde la *sa2elD HKu8 entretenido, !iola, u8dateI, le decía a5etana en cam2io, las otras mam@s del curso considera2an de 42 mal gusto acceder. L+o, no me de;), le decía !ioleta a su amiga *sa2el, 5 8sta respondía con resignaci)n LTípico de las mam@s, a mí nunca me de;an. El almacenero la saluda2a por su nom2re de pila 5, antes de ue !ioleta pidiera nada, decía invaria2lemente Ln paraguas para la !ioletera. Alarga2a su 5mano =acia estante de colores, a la ni1a le parecía un carrusel, saca2a un el dulce alargado, pino oue paraguas, verde 5 ro;o, forrado en celof@n. Ella lo reci2ía 5 entrega2a su moneda. !ioleta vivía intensamente su pertenencia al 2arrio, se sentía partícipe de sus ritos. Ella era parte de esos se1ores con cara de inteligentes ue discutían en la fuente de soda 3as 3an4as 5 la saluda2an al verla pasar, o de los vie;os ue se senta2an a leer en la peue1a pla4a. A la pla4a grande de2ía ir acompa1ada, pero a la peue1a, 8sa en la esuina de la calle Fic=ards, la de;a2an ir sola. Ja m@s grande aprendi) a fumar en esa misma pla4a compra2a los cigarrillos de a uno en el uiosco de la esuina. 3os amigos del 2arrio tenían madres del estilo de la su5a. no era =i;o de pintores, el otro de un diputado, la ni1a de los vestidos con vuelos era =i;a de una escritora. J el pap@ de Alicia, su amiguita m@s íntima, era fil)sofo. Kue su padre fuese due1o de una li2rería era normal entre ellos. Tam2i8n lo era ue !ioleta acompa1ase a su madre a las marc=as en la calle antes de las elecciones. Sin em2argo, nada de eso parecía suceder en su colegio. !ioleta ama2a su 2arrio 5 no sospec=) ue ese dato sería el ue terminaría de liuidarla ante sus nuevas compa1eras. 0ecidi) cele2rar su cumplea1os. a5etana se entusiasm) 5 prepar) la fiesta en grande. 0i2u;) a mano, una por una, cada tar;eta de invitaci)n. !ioleta siempre recordaría las ;aleas ro;as dentro de c@scaras de naran;a las =a2ía =ec=o a5etana, ella ue casi no cocina2a. Se veían =ermosas. A las cuatro de la tarde de auel s@2ado de agosto, !ioleta, de punta en 2lanco, espera2a a las amigas ue la acompa1arían en la cele2raci)n de sus nueve a1os. 3a espera se =i4o larga. El tim2re, porfiado, se nega2a a sonar. n cuarto para las cinco, por fin, lleg) la primera ni1a. a5etana sali) a reci2irla. Sonri) ante los o;os oscuros 5 tímidos de la compa1era de su =i;a, su pelo corto 5 liso, su vestido mu5 almidonado 2a;o el a2riguito a4ul. C?)mo te llamasD Cle pregunt) a5etana. C"osefina. C?"osefina u8 m@sD C6errer. CAdelante, "osefina, 2ienvenida. 43 Avan4aron a la pie4a del fondo, donde ;uga2an los =i;os de armencita, la empleada de la li2rería, ue nunca se salta2an un acontecimiento familiar. A las cinco 5 media reina2a el silencio. !ioleta temía romperlo si solta2a el nudo ue se agiganta2a en su garganta. 3os =i;os de armencita en el suelo ;uguete, "osefina en una silla, !ioleta en otra, inm)viles comocon s)loalg7n inmovili4a la espera. A las seis pasaron a la mesa. n cuarto de =ora antes =a2ían llegado los amigos del 2arrio, ue no esta2an invitados. !ioleta se alegr) tanto de verlos, en esa soledad, an=elando ue no se perdieran todas las cosas ricas desplegadas so2re la mesa del comedor los merengues, las ;aleítas, los peue1os panes con pasta de =uevo 5 de pollo, la enorme torta de man;ar. 3o peor de todo era uedarse con la comida preparada. +unca supo ue Marcelina los =a2ía ido a 2uscar uno por uno a sus casas, por orden de a5etana. 0e este modo pudieron partir la torta con una cierta dignidad. +adie m@s lleg). uando 5a =a2ían cantado 5 comido, a5etana se acerc) a esta 7nica ni1a del colegio ue =a2ía aparecido. C"osefina, ?por u8 crees t7 ue no vinieron las dem@s compa1erasD CPorue !ioleta vive en u1oa. C?)moD Al perci2ir la incredulidad de a5etana, la ni1a no supo si continuar o no. Pero a5etana la anim), 5 entonces dio rienda suelta a sus sentimientos. CEn el curso =a5 un grupo ue manda 5 todas =acen lo ue el grupo dice. A este grupo no le gusta !ioleta dicen ue es polaca, ue les cargan los anteo;os ue usa. 3a miran en menos porue toma t8 puro 5 come s@ndic=es de pat8. uando reci2ieron la invitaci)n 5 vieron ue !ioleta vivía en u1oa, se pusieron de acuerdo entre ellas para no venir. Eso les di;eron a las dem@s, pero la gracia era no avisarle a !ioleta. C?J por u8 viniste t7D CPorue 5o tam2i8n les cargo. C?Por u8 les cargasD CPorue mi pap@ es panadero. C?S)lo por esoD C+o s8. a5etana termin) a=í el interrogatorio, sin sa2er si llorar o, dado su car@cter, sencillamente largarse a reír. !ioleta recuerda 2ien la discusi)n esa noc=e en la pie4a de sus padres. C?5er% necesario que Violeta tenga que pagar un precio tan alto por -ablar bien el inglés? )le preguntaba
. Muc=as veces !ioleta me cansa2a. Me cansa2a alimentar nuestra amistad, como me cansa2a alimentar cualuier elemento ue no fuera mi vo4. Si lo =ice, no fue por generosidad, como cre5) ella. Tampoco por lealtad, como pensaron otros. Era s)lo mi temor al desacompa1amiento. 3o descu2rí en San Miguel de Allende, en M8Nico. A mi recital =a2ía asistido Amalia, una famosa 5 antigua cantante meNicana, admirada 5 escuc=ada por mí desde siempre. Me invit) a tomar un trago al atardecer 5o, =onrada, acept8. Sa2ía ue, en su retiro, ella =a2ía elegido vivir en esa ciudad, pero me sorprendí al ver ue su direcci)n correspondía a un =otel. En el patio inmenso, rodeadas de ro;os arcos coloniales 5 verdes eNu2erantes, meci8ndonos en el corredor con el teuila en las manos, me lo advirti). A los sesenta a1os Amalia dio su 7ltimo recital. J esa noc=e, con toda tranuilidad, cerr) la puerta. +o pensa2a eNponerse a la =umillaci)n de los contratos decadentes, a las boites en lugar de los auditorios o teatros, a ue el p72lico comparara sus actuaciones en vivo con las gra2aciones de otros tiempos. Ante mi inuietud por comprender por u8 vivía sola en un =otel, me cont) su proceso a medida ue se =a2ía ido acercando a la c7spide de su fama, el mundo entero empe4) a so2rarle. 3o primero de lo ue se des=i4o fue su marido, ue no resisti) verse relegado a un segundo lugar. 3uego fueron sus =i;os a poco andar decidieron vivir con el padre, uien parecía disponer de m@s tiempo para ellos. 3uego fue la casa sin una familia, no tenía sentido administrar esa empresa, si la empresa de su éito era tanto m%s seductora. &rrend/ una gran bodega, guard/ allí todos sus muebles ! pertenencias, ! los -oteles pasaron a ser su -ogar. 'ntonces se sinti/ por fin independiente. 2e confes/ -asta qué punto le molestaba la gente, c/mo se sentía perseguida... ada srcinal=, me agrega, >muc-os -an decidido -acer lo mismo, $i$en artistas de todos lados, especialmente nuestros $ecinos del norte.=
la casa=. &cordamos con &ndrés no darle a nadie el n8mero, s/lo a la familia para alguna urgencia . &mbos cont%bamos con oficinas para ser ubicados.
(a no tengo teléfono, déjame recado con mi secretaria.= 3ero cometí un error darle a Violeta esa misma $ersi/n. o supe -acer las distinciones necesarias. 6rabajaba con &lejandro una maana en mi oficina, re$isando mis contratos, cuando la secretaria nos interrumpi/ )Violeta Dasinski quiere $erla. 2e sorprendí. 'ra mu! discreta ! no llegaba a mi oficina sin a$iso. 'staba sentada frente a mi escritorio. *ugaba con un l%pi" amarillo ! no sonreía. )6e traje una idea para tu pr/ima canci/n. C75í? $«9he soul selects her own society. 2hen, shuts the door3 Crecit) con su pronunciaci)n perfectaC. Es de la Emil5 0icBinson. Conito Ccoment8 desconcertada. Pedí caf8 para am2as tenía un leve presentimiento. Entonces se levant) Clargas las faldas de !ioleta, gruesas sus 2otasC 5, mirando =acia afuera por la ventana, me espet) 2 C?Te =as en tus nivelesella deno voracidadD ENtra1a lafi;ado, frase. "osefa, uidadosa 5 c@lida, solía =a2lar así. # LEl alma elige su propia compa1ía. 3uego cierra la puerta. 50 C?0e u8 est@s =a2landoD Cel tono defensivo en mi vo4. C0e detalles. Síntomas. ?Te =as fi;ado en ue fumas el cigarrillo =asta el filtro, como si fuera el 7ltimo de tu vidaD C+o me digas eso, sa2es ue no de2ería fumar Cdesvi8 la respuesta para apaciguarla. CJ=aces cuando tomas vino, ?cu@ntas veces llenas la copaD Me refiero a cuando vida social. C+o me estar@s acusando de alco=)lica... C+o, por eso te especifiu8 lo de la vida social. J cuando llegas a la casa, t7 misma me =as contado ue entras a la cocina 5 te comes una marraueta entera, especialmente si est@s a r8gimen... C?A u8 viene todo esto, !ioletaD C3levo tres noc=es anali4@ndote. Supe por tus =i;os ue era mentira ue no tenías tel8fono. +o contaste con la complicidad de ellos con "acinta. CA=, es eso. Se me sec) la 2oca de pura angustia. +o resisto la idea de una pelea con !ioleta, no la resisto. C!ioleta, lo siento. +o me ;u4gues, por favor. Esto5 eN=austa. CEst@s siempre eN=austa. CHEs ue no es f@cilI +o es f@cil esto de ser... C no encontra2a la eNpresi)n eNacta. C?6amosaD CMe carga esa pala2ra... CPero es corta... 5 precisa. +o me daría tregua, lo sentí en el aire. CT7 de2ieras entenderlo. HT7 m@s ue nadieI Hu@ntos a1os fui la =i;a de mi mam@ ue canta2aI 3uego la estudiante de m7sica ue canta2a, despu8s la madre de or;a 5 eleste ue canta2a, m@s adelante la profesora de m7sica ue canta2a, =asta ue por fin =e llegado a ser, lisa 5 llanamente, una cantante. ?rees ue =a sido f@cilD C+o, s8 ue no. J nadie =a go4ado m@s de tu 8Nito ue 5o. El pro2lema es lo ue la fama =a =ec=o contigo. )3erd/name, pero eageras. o tengo quejas. 3an4) una risa llena de ironía. CEs ue a ti nadie te dice nada. CKui4@s. 3o peor es ue dudo de ue me importe. CEst@ claro ue no. Siempre fuiste esc8ptica, eso no se lo co2ro a la fama. Pero no creí ue tam2i8n t7 fueras a dar ese salto tan cl@sico del escepticismo al cinismo Cse interrumpe a sí misma con un gesto refleNivo, un gesto mu5 de !ioleta cuando va em2aladaC. el 8Nito favorece intrincados caminos de inconeNi)n, 5 t7reo 5a ue te =as internado en ellos. C?rees de verdad ue me =e convertido en una cínicaD 51 Animada por su propia certe4a, me respondi) sin un uie2re en la vo4 CJo comprendo, "osefa, ue el cinismo funciona como una droga para distanciarse, un analg8sico para no sentir el peligro de eNistir, =asta ue te envenena. Al principio, no ca2e duda, te alivi) pudiste 2urlarte de tus temores. Pero al final te =a intoNicado Cvacila un instante, me miraC. !eneno acumulativo, morfina, cada ve4 dosis m@s altas, =asta ue tu adicci)n se vuelve irreversi2le. Se levanta. Toma su cartera 5 el a2rigo, camina =acia la puerta 5 dicta su sentencia C9;o, "osefa el cinismo es una enfermedad de alto riesgo. Kued8 =elada. +o =ice gesto alguno para retenerla. Kue se fuera. Prendí uno de mis cinco cigarrillos diarios... ue usualmente guarda2a para otros momentos. 6um8 con voracidad, como =a2ría descrito !ioleta. Me sentía como una casa con sus rincones, recuerdos e intimidades ue el otro nunca apreciar@ en su ;usta dimensi)n. Esa ca;a de madera a4ul ue Fo2erto me envi) una ve4, llena de dulces de colores, grandes dulces con man;ar 5 coco rallado esa ca;a es mirada como un adorno 5 5o la miro como un o2;eto de amor. Mi legítima reserva es a2rir la puerta de mi casa 5 de;ar entrar a la gente en la ;usta medida de mi deseo algunos al hall de entrada, otros -asta el sal/n. o m%s all%. 0os dormitorios, la salita, los patios del fondo, son míos. 7ué dijo Violeta sobre los intrincados caminos de inconei/n? o, no son caminos intrincados, es s/lo que -a entrado a operar la reser$a ! allí no -a! $ulnerabilidad posible.
2éico es un país desaforado=, fue la definici/n de Violeta. ( en ese desmadre nos dejamos seducir, cada una en su propio momento. 'n mí, cuando grabé allí mi primer disco en Violeta, cuando -i"o su romería buscando a
3ara siempre=, dijo Violeta.J )&$ísame si te $as a construir una casa en Guatulco )le dije Iotra casa m%s para su lista de fantasíasJ.
l se ha ido en el momento mismo en que el acto termin. / yo quedo absolutamente sola% con el semen adentro% los olores colgando de mi cuerpo% mi amor dando &ueltas por el dormitorio. in una mano amiga que me reafirme luego de la fusin que reci4n he &i&ido. 6na &e5 m(s he sido el deps ito de )duardo% una &e5 m(s me ha tomado y me ha de8ado. /a no le sir&o a esta hora. !reo que la pr7ima &e5 deber*a cobrarle. Z Al menos% si tengo demonios es que tengo conciencia. Z 57 2oy% mientras com*amos% le he contado di&ertida a )duardo el di(logo que tu&e con Fosefa cuando &ino del estudio a tomarse un caf4. Fosefa0 No puedo entender% Violeta% sencillamente no puedo entender que tu ob8eti&o% en general% no sea el 47ito. /o0 ?Du4 te impresiona de eso@ Fosefa0
e seguido masticando la rabia. -an de este tiempo !acer de los adjetivos, sustantivos, y... 9qu( !orror de los sustantivos, adjetivos. Z i yo fuese capa5 de planear por encima y no referirme directamente% me habr*a dedicado a la pol*tica. iempre me ando ca&ando mi propia tumba. C!mo me gustar*a conocer la prudencia y la mesura <18 la #alta de transparencia3 Z u &o5 es 1nicaJ es superdotada , 4qu1 duda cabe5 cu6ntas cantantes les es dado ese timbre, cu6ntas lo pueden lucir/oy fue el esperado recital de "osefa. s el primero al que asiste duardo. 7eníamos los mejores asientos del teatro. La ovaci!n que la recibi! no modific! en absoluto su postura8 siempre elegantemente est6tica y distante su forma de pararse en los escenarios. )adie podría sospechar que est6 sufriendo. *u p6nico la hace parecer lejana8 es parte de su sello, de lo que el p%blico ama en ella sin percibir que esa lejanía no es sino miedo, su eterno miedo. 9ero nosotros, los que sabemos, 58 estamos tranquilos, pues una vez que parte cantando, comienza su placer, su v1rtigo, y nada ni nadie la detiene. :estía un oscuro traje de lam4% largo hasta el suelo y de corte muy sobrio =sal&o un respetable escote y un ta8o a partir de las rodillasG. )l resto% lam4 y el cuerpo de Fosefa% nada m(s. «Du4 estupenda$% le digo a )duardo% y 4lgusta agrega0 «C/ qu4peinada se7yE» )sta &e5atr(s no se de8 despacito el pelo suelto como le a Andr4sJ hacia con &ehemencia% el 1nico accesorio en todo su atuendo era una peque#a corona que le su8etaba el pelo en un perfecto tren 5ado =pero yo s4 que por ah* debe haber un posti5o% su largo de pelo no da para tantoG. No hab*a m(s mobiliario que una silla. =Du4 baratas deben resultar las producciones de Fosefa cuando decide cantar ella sola con la guitarra. La iluminacin y nada m(s. Le e7plico a )duardo que para la tele&isin se hace acom pa#ar por una orque sta y que a &eces lle&a un par de guitarristas en las giras. Le digo que esto no es así cuando graba, es cuando canta en vivo... ;e hace callar.< l repert orio venía escrito en el programa8 en un noventa por ciento, canciones de ella. *!lo incluy! el famoso tango Malena y Amanecí en tus 2ra4os de +havela :argas. ;e sorprendi! que excl uyera su amada Macorina, a fin de cuentas es su gran hit dentro de lo que no es de su propia composicin. Los primeros acordes de la guitarra sumergieron al p1blico en un silencio casi sagrado. 3e all* surgi su canto. Vuel&o a impresionarme ante el efecto que produce esa &o5 sobre los que la escuchan. ?e transforman% se &uelan% se &an al cielo@ ?Du4 es e7actamente lo que les ocurre@ )duardo casi no respir hasta el intermedio. lo entonces me pregunt0 «?er( de &erdad la misma del &erano% 4sa de las alpargatas &ie8as y los tres chalecos deste#idos@» )o supo que yo cantaba ' calladamente' cada canci!n junto a "osefa. s mi forma de alentarla desde lejos. 7odo fue perfecto, como siempre . )ing%n tropiezo, ning%n paso en falso. 9or eso entrega el programa antes, para tener todo acotado, todo bajo su control. "osefa casi no habla entre canci!n y canci!n. lo m6s, da su título y dice a qu1 6lbum pertenece. n raras ocasiones cuenta cu6ndo o por qu1 la compuso. sa parquedad ya es parte de su leyenda. +uando termin! el recital, los aplausos la llamaron. Reapareci! en el escenario. /izo una venia para retira rse, pero el p%blico no se lo permiti!. LHMacorinaI C!(ntanos MacorinaI Ella dud un momento, luego algo cambi en su e$resin, tom la guitarra y comen"& ;+onme la mano aqu#, Macorina, onme la mano aqu#...3 El goce de
l0 )s autom(tico. /o0 ?La lasa#a se hi5o autom(ticamente@ >l0 La !i*o la Cosa. 2o: 12 qui(n le dijo a la Cosa que la !iciera3 18 tú crees que una empleada #unciona de un modo autom/tico, sin que yo lo ordene3 >l0 4ueno, el vino llega autom/ticamente en el pedido mensual. 6o vienen a dejar a la casa, incluso. 2o: Pero, duardo, !o hago ese edido mensual> si no, el vino no llegar#a. >l: st/ en tu lista, es autom/tico. Me siento desesperadamente desdibujada. 2 para agregar pesares, entrada la noc!e me despertaron unas #uertes puntadas en los ovarios. A!í estaba mi período: per#ecto, cíclico, puntual... Z Anoche llegu4 al orgasmo antes que 4l y segu* montada sobre su se7o% mo&i4ndome fren4ticamente% tan imbuida en ese frenes* que no me percat4 de su eyaculacin. olamente abr* los o8os cuando lo o* re*r. «Acab4»% me di8o% siempre riendo. ?)ra mofa lo que &i en sus o8os@ "e desprend* de su cuerpo% un poco humillada. Z e me confunde mi ser dom4stico con mi ser se7ual y no s4 cu(l soy% como si estu&iesen tan andar re#idosmal. que no me recono5co en ambos simult(neamente. Algo debe Z 60 2ablando con Fosefa sobre el placer se7ual0 esa oleada de calor que nos copa% que nos allana% que distinguimos bien como deseo% es lo que a ella la humani5a. / lo que a m* me destruye. Los anticuerpos se forman slo frente a sensaciones conocidas. Irente a las desconocidas desprecio enellasentimiento% cama% por e8emplo$ hay anticuerpos formados%$el no se reconoce una no seno escuda y el cora5n no lo resiente. Irente al deseo nunca aprend* a desprenderme% qui5(s por eso he sido generosa0 po5o impermeable del que toda&*a no filtro cu(nto ha ca*do en 4l. )ste estado de mi ser no me es nati&o K Aburrida de esperar a )duardo% encend* el tele&isor. )ntre&istaban a un 8o&en dirigente pol*tico. Le preguntaron por la nostalgia. l respondi): 15u( es eso3 No la cono*co. Apagu( la tele y supe que nunca votaría por (l. Cecord( mi encuentro en el restaurante con ese antiguo dirigente estudiantil de quien #ui tan amiga. staba yo en una mesa esperando a Bose#a para acompa7arla al +anal K, donde iba a articiar en un rograma sobre los a*os sesenta. 4l verlo, ensé& nadie me%or que él ara darme una idea que solarle a
l: 16os a7os sesenta3 S)lo una cosa se puede !acer con ellos, Dioleta. 2o
l me ocup anoche% compa#era% y as*y todo se atrevi) a pegarme despu(s." duardo ronca, me !e levantado en puntillas a la galería, presa de la angustia. >a vuelto a suceder esta noc!e lo de la casa del molino. 1+)mo tendría que nombrarlo3 =e un momento a otro se trans#orm) y se volvi) un ser brutal. Me opuse y me opuse !asta la inutilidad , !asta que asquerosamente me entre gu(. s su #aceta obscena la que m/s me con#unde, m/s me da7a. Sin embargo, es la que termina por ganar. 6a Agustina y yo somos lo mismo: la mujer dep)sito. -odo lo líquido se deposita en nosotras, el semen y el sudor. 1Ser/n líquidas las penas3 =eben serlo, como el agua del #eto, como la sangre, como las l/grimas. sta noc!e !e sido ocupada por mi marido. F Z 62 3ecid* enfrentar el tema de su sed. ;refiero llamarla as*% quisiera embellecer lo canalla. 9oda&*a era temprano y el bar estaba casi &ac*o. )scuchando una m1sica neXage, le pregunto cu(l ser( el p1blico del lugar. «!iertamente no son los parroquianos de los barrios de las orillas% ni las oficinistas centro ciudad$% me pu2 responde hosco. «;uta burgues*a»%del agrega% «el de bar la pasa a llamarse 5 cambian los boleros por Vangelis. ;onen man* 8unto al whisky% hablan ingl4s en la mesa de la esquina. /a no e7isten esos bares donde &en*amos a emborracharnos cuando llegu4 a &i&ir a antiago. /a no queda ni siquiera el &ino en 8arro% solamente tragos sofisticados. )sto no parece mi pa*s.» Lo miro% cmplice% y me arrimo a su recuerdo de un pa*s que ambos quisimos y que nos han transformado sin nuestra &enia. )l bar Los 9res "osqueteros% me cuenta. )ra enorme y oscuro% las mesas se perd*an en la opacidad. 6n largo tubo de bronce reluc iente al pie de la barra.
fue entonces, :iolet a, que sentí la solidari dad t6cita entre los que han optado, a pesar de sí mismos, por la profundidad del alcohol.3 9idi! el segundo gin con gin. 2La soledad es devastadora3, me dice, 2y esta noche amenaza con ser eterna> mis perdiciones son tantas, y t% lo sabes, no me juzgues por un trag o de m6s o de meno s.3 2( e qu1 soledad hablas, duardo, si yo estoy aquí-3 ;e mira sin comprender y entiendo que existen viajes en los que no lo acompa#o y el remordimiento me acomete y el amor me trepa por el cuerpo y me duele. 9ido un gin con gin para m*. / a poco andar% otro. )stoy con 4l% en su piel. "e acoge como a uno de los suyos. / me dice0 «Necesitar(s el gin% Violeta% slo cuando tu lucide5 se acerque a lo metaf*sico% slo cuando de8es de estar atenta a este peda5o de &ida en este peda5o de mundo tan real% cuando tu inteligencia no pueda ignorar el pesimismo. )ntonces te dar4 la bien&enida entre los nuestros.» ;ens4 que el gin estaba en su sangre aun antes debeberlo. ;-e odio por tu #ortale*a", #ue lo último que me dijo, ;y te amo por eso. s raro que los dioses no !ayan logrado nublarte los ojos." Z 63 !reo que% despu4s de la noche del pub, he eme"ado a vivir en la demencia. No tengo otra forma de vivir con él. /ui"ás es muy alto el recio que estoy agando or una r$ima maternidad. 6!mo saberlo7 64 '&. +osotras, las otras, sa2emos de u8 =a2l) !ioleta cuando nom2r) los refugios. Estuvimos a=í para el rompimiento del primero. Tales refugios no =a2rían sido posi2les sin un elemento ordenador el amor de !ioleta por el arte. 3a pintura de Gon4alo, la m7sica de "osefa, la escritura de Eduardo. 3a musaXmadre. Ella pudo pintar, pero gast) sus o;os en los planos ue di2u;a2a en esa oficina italiana para cuidar la pintura de Gon4alo. +aci) con la m7sica en los oídos, pero le =i4o siempre la segunda vo4 a "osefa. 3as pala2ras le 2rotaron como 2or2otones en la cuna misma. 3e 2rotaron, pero no opt) por ellas. 6ue aruitecta. omo decía "osefa, !ioleta deduce las casas de la gente. J sostenía ue los espacios condensan todo lo ue les sucede a las personas. En ellos intervenía. M@s tarde uiso ir m@s le;os, pensando en los espacios colectivos, 5 estudi) el desarrollo ur2ano. 3leg) a idear 2ellos pro5ectos ue pudo desarrollar a trav8s de organi4aciones no gu2ernamentales. Pero para ello de2i) esperar. Porue ama2a a Gon4alo. Porue estuvo ocupada todos esos a1os en Europa, e;erciendo de proveedora, tra2a;ando para la pintura de su marido, siendo su m@s rigurosa crítica 5 actuando como manager en la $enta ! la eposici/n de sus cuadros. Viajaron muc-o, miraron aceit%ndose los ojos, compartieron mil an-elos. Violeta no tenía tiempo para contestarse las interrogantes de la $ida, pues debía tener la respuesta pronta para Lon"alo, cu!as propias preguntas lo -acían desfallecer.
Cgual lo -abrías dejado, a la larga esos ni$eles de dependencia mutua asfiian.=J /o lo miraba a los o8os% escribe Violeta, encontraba su desamaro, se encontraba éste con el m#o, y nos #bamos ambos en él> nos montábamos en su grua, galoábamos, cru"ábamos el mundo ah# arriba y volv#amos e$haustos, muertos de desamaro los dos. +aci) "acinta. Algo cam2i). 65 na ve4 por semana, de noc=e, !ioleta toma2a el pelo de Gon4alo 5 se lo tren4a2a, largos 5 pacientes sus dedos curvando mec=ones claros, uno so2re otro. A=ora la ni1a llora2a, de2ía atenderla, 5 auel gesto se interrumpía. !ioleta no da2a la 2ienvenida a los cam2ios entre ellos dos, ella ue am) siempre cam2io. +o los los acogía, pues en sospec=a2a ue si5 las del ;uego se eltransforma2an, espe;os ue Gon4alo ellale5es se mira2an Ca sí mismos, al otroC se romperían. CPodríamos volver Cdi;o !ioleta un díaC a lo nuestro... a Am8rica 3atina. Nuestra Am4rica0 la reina de las naciones. onvenci) a Gon4alo, le =a2l) de las raíces 5 del otro color. Ella al2erga2a m@s de una intenci)n frente a ese via;e. Mandaron a "acinta donde sus a2uelos 5 cru4aron el Atl@ntico. omen4aron a descender por M8Nico, 5 en cada ciudad !ioleta de;) su cora4)n. olivia era la 7ltima escala, la antesala de =ile. El primer recuerdo =oradante en !ioleta es el de la nada =aci8ndose carne. n par de incautos eNtran;eros, totalmente europei4ados, llegando a Santa ru4 de la Sierra en el día del arnaval. Ja en el =otel tuvieron un anticipo de la potencia de la soledad ue los em2argaría m@s tarde. 3uego del desa5uno, los empleados empe4aron a retirarse. Se despedían de la patrona con aire de triunfo la li2ertad del feriado se leía en sus sem2lantes. El avi)n de !ioleta 5 Gon4alo =a2ía aterri4ado esa ma1ana a las siete proveniente de 3a Pa4. aminando =acia el =otel, a dos cuadras de la pla4a principal, la piel los =i4o comprender ue =a2ían llegado al tr)pico. El pelo de !ioleta transpirando 2a;o el som2rero de pa;a, la ropa de algod)n ci18ndose al cuerpo, las manos mo;adas de sudor. J la ciudad desierta. L+o me sorprende, di;o Gon4alo, Ldespu8s de todo, es domingo. A las oc=o de la ma1ana, cuando 5a instalados en el :otel *talia toma2an un caf8, la morena ue los servía, con gran encanto, les anunci) la ;ornada ue se les avecina2a arnaval. uando lleg) el momento de recorrer la ciudad, salieron a go4ar de los @r2oles centenarios ue rodea2an la gran pla4a, con ese verde pr)digo ue s)lo la selva Co su cercaníaC regala. :asta ue comprendieron, a poco andar, ue eran los 7nicos con seme;ante ocurrencia ese día. :asta ue respirar los comen4) a a=ogar. +adie en las calles. 3as veredas vacías. 3as tiendas 5 los restaurantes =erm8ticamente cerrados. J los grupos carnavaleros Clas comparsasC =aciendo sonar sus trompetas 5 tam2ores, caminando con un eNtra1o ritmo, entre5 elem2arrados, 2aile 5 el andar En torno ellos, de muc=ac=os pintados con cansado. 2olsas llenas de aagua, pintura, de desec=os. Su tarea parecía ser la de asaltar al caminante. 0esde una galería de la pla4a Cgalerías de portales, antiguo 5 2ello el 66 tr)pico colonialC !ioleta trat) de cru4ar la calle 5 sinti) un fuerte golpe en el costado derec=o. +o entendi) de u8 se trata2a. 3a invadi) un frío eNtra1o 5 sinti) un pun4ante dolor en las costillas. Grit) por Gon4alo. El =a2ía arrancado a tiempo 5 se aga4apa2a tras un portal. uando se vio a salvo, corri) =acia !ioleta. Su mirada encerra2a una ira impotente, mientras recogíasea escondían los pies depalos su esposa una 2olsa pl@stica cu5o interior 2arroso con agudas puntas en susen eNtremos. Eran las doce del día de un domingo eNtran;ero 5 eNtra1o. Solos, mo;ados 5 adoloridos, no encontrarían ning7n aliado en las calles. Gon4alo tom) el 2ra4o de su mu;er con decisi)n 5 se dirigieron al =otel, caminando a saltos, mirando para todos lados, 2uscando una vía li2re. !ioleta tenía =am2re Cse =a2ían levantado al al2a para tomar el avi)nC 5 no pensa2a m@s ue en comer. Pero 8l no admiti) discusi)n =a2ía ue desaparecer. Alcan4aron el =otel corriendo, escondi8ndose cuando la m7sica les anuncia2a una comparsa. El sol ardía. A2andonando la pla4a, no =u2o m@s tec=os ni som2ras. S)lo ese sol sin co2erti4o alguno. Tam2i8n el =otel esta2a vacío. El comedor, cerrado. En el mes)n dieron con un muc=ac=o de aspecto un poco oligofr8nico cu5a 7nica capacidad aparente consistía en entregar las llaves de la =a2itaci)n. J la vaga informaci)n, ui4@s inventada ante el apremio, de ue a alguna =ora era posi2le ue a2rieran el Pamplona, un restaurante u2icado frente al =otel. Su puerta da2a a la ventana de !ioleta 5 Gon4alo. +ada para comer. Tom) el li2ro de "acB Qerouac ue en ese momento leía. 0e tanto en tanto se asoma2a a la ventana con la esperan4a de ver auella puerta a2ierta. Avan4ada la media tarde, sus o;os se =a2ían fi;ado allí compulsivamente, como si de pronto una llave m@gica pudiera a2rir esa puerta. El =am2re se desata2a a medida ue pasa2an las =oras 5 se =acía m@s nítida la imposi2ilidad de satisfacerla. 3os o;os de !ioleta se cansaron de tanto clavarse en el Pamplona de Santa ru4. 0etr@s, los tam2ores v las trompetas envenenando el aire, ese sonido cansado, gastado, aterrador en su monotonía. C!ioleta, quisiera -ablarte de un par de cosas que -e estado pensando )Lon"alo interrumpi/ desde su cama el silencio inmaculado del dormitorio. )75obre qué tema? )pregunt/, sorprendida de que le dirigieran la palabra cuando su mente no estaba a-í. )5obre mi pintura. 5obre el tema de &mérica 0atina ! de 'uropa ! nosotros dos... !ioleta lo mir) sin disimular su malestar. Feprimi) la 2rusuedad con ue espont@neamente le =a2ría respondido. C+o, Gon4alo, tengo demasiada =am2re para conversar... Por favor,ontinua2an de;8moslo para despu8s. desfilando las comparsas 2a;o la ventana. ada ve4 m@s po2res, con disfraces m@s desenca;ados, m@s sucios, m@s ca)ticos, m@s agotados. J el aire en la =a2itaci)n, cada ve4 m@s denso. El 67 ventilador era insuficiente 5 ning7n li2ro parecía capa4 de distraer a !ioleta de su cansancio enervado. A las cinco de la tarde !ioleta decidi) salir. Tenía ue encontrar algo para comer. Gon4alo, furioso, prefería el =am2re a ese miedo oscuro 5 am2iguo, ese miedo mauillado de fiesta. Salieron. El sol caía so2re ellos, ese feste;o. sol del oriente opaca2a una ciudad 5a =arta en su propio !ioleta2oliviano pens) enue Gra=am Greene, en Malcolm 3or5. 3as palmeras latinoamericanas, en su alucinaci)n, se le confundían con las de JaBarta, las de !ietnam. El polvo, con 8se de los pue2los meNicanos en el 0ía de los Muertos. 3a misma inquietud de no saber cu%l es ni d/nde est% el límite. (de s8bito, la llu$ia. El agua de carnaval. Jel cuerpo empapado de !ioleta no distinguía 5a entre el sudor, las comparsas 5 el cielo. Al fin, vio a lo le;os un peue1o almac8n con su puerta a2ierta. orri) =acia 8l. n grupo la persigui). 3a ensuciaron con el 2arro, volvieron a mo;arla, algo le golpe) la espalda otra ve4. +o importa2a nada =a2ía alimento en un mes)n. Era ueso de ca2ra. Tam2i8n unas galletas de c=u1o, duras, a1e;as, de color pardo. J cerve4a. !ioleta empati4) con esta mu;er ue se lo ofrecía, como una ni1a peue1a con su madre cuando la =a despertado de una pesadilla. Gon4alo, con la cara negra de pintura 5 adolorido por alg7n golpe, mira2a como ena;enado desde la distancia con ue un loco puede mirar su propio manicomio. !ioleta arm) un pauete con la escasa comida 5 emprendi) la aventura de regresar al =otel con su tesoro. !olvi) a cru4arse con sus enemigos 5 empe4aron a serle invisi2les. ientos de o;os vidriosos, cere2ros escindidos por el alco=ol, la coca 5 la m7sica enferma avan4a2an. 3a dan4a maldita, continuando como a pesar de sí. 5e acercaba la noc-e ! el agua que tiraban traía a-ora piedras des-ec-os los miembros de las comparsas, des-ec-os Violeta ! Lon"alo, ! esos tambores en sus oídos operando como un mal presagio. Violeta etendi/ su desesperaci/n ! el mal a la ciudad entera, a todo ese pueblo. ;n continente de males incurables, pens/, toda nuestra miseria -ec-a carne en estas calles ! en estos seres embobados en su demencia.
6res cosas me -an impresionado mu! negati$amente de este país al $ol$er=, dijo, >el escafé, la ausencia de calefacci/n central ! el mac-ismo, ! en ese orden.=J 6anta $ida dentro de ella. 73ara qué la andaba prestando? Cr al cine con Violeta era la mejor forma de conocerla. Daba casi boc-orno su $italidad frent e a la pantalla, como un nio cre!éndolo todo, asust%ndose, sufriendo, como si fuera real de principio a fin. 0e dolía físicamente el cuerpo después de una película difícil o angustiante. 3ues bien, así era Violeta en todo. 6ue su tiempo de m@Nima 2elle4a eNterior su cuerpo 5 su casa como soportes. El disfra4, los colores de su ropa, la sensualidad, la vivifica2an a ella 5 a su entorno. (Ese domingo en la ma1ana la pas8 a 2uscar, esperando verla en sus eternos 2lu5ines dominicales. +o, me eNplica. 0e2e aprovec=ar todo gesto para usurparle a la rutina el diario vivir. Ese domingo de ma1ana soleada de;a de lado sus 2lu5ines 5 a2re su cl)set, eNtra5endo 5 com2inando ropas, negros con a4ul petr)leo, se amarra un =ermoso pa1uelo entre ri4o 5 ri4o, rodea su cuello con un collar africano ue guarda para las grandes ocasiones. L?J cu@les son estas ocasionesD, se pregunta de s72ito, sorprendida por sus propias reglas. L+inguna, se responde, Lun domingo cualuiera de sol invernal ue puede irse de las manos, 5 =a2r@ menos tiempo cuando el domingo termine. Adornar el tiempo para ue no se va5a tan r@pido, se dice !ioleta pro2ando nuevos olores entre sus aceites orientales. Se mira en el espe;o acariciando la plata 5 el cuero africano 5 vuelve a pensar en las grandes ocasiones. LSi no es a=ora, me dice, L?cu@ndoD< Ser amiga de !ioleta entonces era un don. Sus cari1os parecían amplificados, =onrados, 2endecidos, po8ticos. Jo misma me sentía una privilegiada, siempre importante ante sus o;os. Si uno le traspasa2a una simple =istoria personal, de esas tontas =istorias importantes, en sus manos ésta quedaba libre de la tri$ialidad. 3ero Violeta se dispersaba ! la energía se le iba en esos gestos. ada que amalgamar. 'ra una $ida bella pero desquiciada. Violeta, la seducci/n ! su particular estilo no, no era una coqueta. 5in embargo, resultaba terriblemente seductora. 0os amantes la rodeaban ! ella parecía quererlos a todos, todos le cabían, ! al cansarse de ellos los despac-aba con la ligere"a de una pluma. Vi$ía al filo, con el riesgo como permanente opci/n. &quella escena en la -amaca fue un $erano en la casa del molino. Violeta jugaba con palitos de f/sforos, tendida entre los dos castaos. 0os alineaba sobre la cubierta de un block de dibujo que sujetaba en su falda, formando una larga -ilera. C?Ku8 CEsto5 =acesD en medio de una sesi)n de conta2ilidad Cme contest) risue1a. C?uentas palitos de f)sforosD 73 C+o. :om2res. ada f)sforo es un =om2re con el ue =e =ec=o el amor. Esto5 concentrada =aciendo la lista, no uiero de;ar a ninguno fuera. C?+o te parece ue 5a son muc=osD Me mir) C+o, ?porno u8D M@s 2ien me enorgullece. Por pudor uise contar 5 desvi8 la mirada. Pero serían, =asta ese momento, al menos veinticinco. M@s tarde, durante mi caminata diaria =acia los cerros, aparte de constatar ue su visi)n de ecado ! la mía eran mu! distintas , pensé en los amores de Violeta por muc-os que fueran, nunca parecieron accidentales sino plenos, tiernos, comprometidos ! deseados. Violeta ! la $ulnerabilidad. & los ojos de ella, probablemente, !o $i$ía una mesura $ulgar. ( a los míos, ella -a $i$ido en la sistem%tica falta de c%lculo. #ueno, no es raro, me dije, Violeta no conoce la palabra c%lculo. CEsto5 llen@ndome de lugares comunes en este país trag@ndolos, aspir@ndolos. ?Ku8 podemos =acer, "osefaD CElige. :eroica o prudente, uerida. Am2as cosas no pueden ir ;untas. C3a cuesti)n es no perder la confian4a en el mundo ue nos rodea. +o de2emos perderla, por nada. CJo 5a la perdí Cle respondo. CT7 no eres un e;emplo, *ose, t8 !a claudicaste. C+o =e claudicado, !iola. S)lo =e olvidado. !ioleta se niega a conocer la opacidad del olvido. Estacionamos el auto en Providencia, vamos a la li2rería con la lista ue ella =a confeccionado so2re lo ue no puedo de;ar de leer. 6iguran autores tan disímiles como Mis=ima, arlos 6uentes 5 =rista Oolf. S8 ue los encontrar8, si algo le admiro al tío Tadeo es su capacidad de mantenerse al día. Antes de cru4ar la anc=a avenida vemos un grupo de gente ue se =a aglomerado, formando una peue1a multitud. C?Ku8 pasaD Cle pregunto. C+o s8, veamos. +os acercamos. Al centro del tumulto se encuentra una muc=ac=a, 2onita 5 2ien vestida, protegida por varias se1oras Clas ue tienen tiempo para pasear por Providencia un día cualuiera en la ma1anaC 2ien arregladas 5 2uenas mo4as. n =om2re, pro2a2lemente el marido de una de ellas, su;eta a 2ra4os un c=iuillo con+ofranca violencia, casi desgarrando esos escu@lidos morenos. tiene m@s de catorce a1os 5 est@ apenas vestido, si ropa pudiera llamarse a esos ;irones ue lo cu2ren. +os eNplican ue =a tratado de ro2arle la cartera a la 74 muc=ac=a, la 2onita, 5 ue =an llamado a los cara2ineros para entregarlo. Pero el c=iuillo grita ue 8l no =a =ec=o nada, ue no pretendía =acer nada, ue no es un ladr)n. !ioleta le mira 2ien los o;os 5 no s8 u8 ve, pero la c)lera la acomete 5 enfrenta al se1or ue lo apresa. C?A usted consta ue 8l i2aposi2le a ro2arDue alguien con el aspecto de El se1or se le desconcierta. ?Era !ioleta pudiese a2ogar por esta especie indefendi2leD C+o, no me consta, pero si ella lo dice... C?Alguien lo vioD Cpregunta !ioleta a gritos mientras 5o me escondo, respiro profundo entrando el est)mago uisiera desaparecer detr@s del grupo, esuivar todo este 2oc=orno. +o me importan ni el pelusa, ni el ro2o, ni la ;oven. Mi 7nica preocupaci)n es pasar inadvertida. Escuc=o el griterío de las se1oras 5 c)mo !ioleta las increpa de vuelta. 3a veo arrancar al c=iuillo, sin violencia pero con firme4a, de manos del se1or, ue 5a no parece tan decidido, 5 caminar airosa entre el gentío llev@ndolo por los =om2ros con cuidado, casi con ternura. 3a mirada desafiante de !ioleta mientras camina con el ni1o, esa mirada digna 5 segura, no es nueva, la cono4co 2ien. C3os po2res est@n desuiciados por su propia po2re4a Cfue toda la eNplicaci)n ue me dio. :e visto m@s de una ve4 esa mirada. 3a primera fue cuando tom) la mano de Marcelina en el pasillo de la iglesia del colegio, apret@ndosela, avan4ando altanera, gritando con los o;os Hveamos si alguien se atreve a =umillarlaI Era la ceremonia de la confirmaci)n. ada una de nosotras de2ía elegir una madrina. +unca entendí u8 sentido podía tener ese sacramento, salvo lo ue me atra;o entonces la madrina. +o la del nacimiento, en cu5a elecci)n no se intervenía, sino una activamente escogida. Marcelina a2e4as era una mu;er del sur, mapuc=e, ue =a2ía cuidado a !ioleta desde su nacimiento. uando se trat) de escoger una madrina, le pareci) evidente a5etana era 5a su madre, la a2uela arlota su madrina de nacimiento, ?u8 otra mu;er, sino Marcelina, merecía tal distingoD Todas las compa1eras llegaron ese domingo al colegio de punta en 2lanco, de la mano de sus al2as madrinas tías, =ermanas ma5ores, a2uelas. +adie de;) de volver la ca2e4a cuando !ioleta se present) con Marcelina. !estida con su me;or atuendo, toda de gasa celeste, con su pelo a4a2ac=e orgulloso en su tiesura, Marcelina a2e4as entr) a la iglesia tomando de su pero su caminar estoico pareci) derrum2arse conlalasmano miradas ueni1a, le dirigieron, marc@ndola, pun4@ndola, apart@ndola, uit@ndole este derec=o ue la =a2ía =onrado tanto. !ioleta enro;eci) de furia, me diría m@s tarde. 3e apret) la mano a Marcelina, 75 no se separ) un centímetro de su lado durante toda la ceremonia 5 se ued) al c=ocolate caliente con galletas, sola con su madrina, sin una compa1era Caparte de míC ue se le acercase en el vasto refectorio. uando am2as =u2ieron 2e2ido sus ta4as, !ioleta tom) otra ve4 a Marcelina de la mano 5 cru4aron ;untas el enorme comedor, entre la espesura de*osefa?=, o;os fue 5 murmullos. L?5abes, el 8nico comentario posterior de Violeta, >si alg8n sentido tiene -aber nacido en esta parte del mundo, es e$itar la -umillaci/n de la otra parte, que es -arto m%s numerosa. 2ientras !o eista, nunca una 2arcelina se sentir% desprotegida. 0o juro por mi $ida.= o dijo nada m%s. I2uc-os aos después, el siquiatra que la atendía interpret/ que su sal$aci/n ante tantas pérdidas -abía descansado 8nicamente sobre los -ombros de 2arcelina. Violeta sabía lo que era -aber sido resguardada por su cario ! no le pareci/ raro que el asilo le fuese dado por la misma persona que le ense/ los elementos m%s b%sicos el lenguaje, sus primeras palabras, sus primeros cuentos, su primera mirada al mundo. 'n las -istorias de 2arcelina, en la eplicaci/n de su tierra ! sus antepasados, en su tradici/n oral, Violeta aprendi/ de los espíritus tutelares. ( eso fue un arma que la a!udaría a resistir lo que iba a tocarle en sus pr/imas $idas.J Me dice despu8s, en la casa del molino CEra tan linda la revoluci)n. Esta2a tan a mano... Adem@s, participa2a el ue lo uisiera. HSu gran capital es ue cualuiera podía llegar a ser =8roeI J todos podían, a trav8s de ella, ser personas, =asta los m@s po2res. :o5, para ser alguien, el -éroe debe empe"ar por el dinero, ése es el 8nico capital que $ale. 'l requisito sine qua non. M@s tarde escri2i) con esos dedos siempre llenos de tinta La re&olucin la gran hembra0 lo llen todo% dio todas las respuestas. )ra total. Z in una dimensin utpica% lo ef*mero me en&uel&e% me atrapa y me dice que la &ida es apenas esto0 lo que &eo y lo que toco. Nada m(s. ?)s toda&*a posible la utop*a @ 3os avaros a1os oc=enta, los llam). Meatra;eron un t8Me de acompa1a man4anas adelaregalo Turuía. *nvit8 !ioleta compartirlo. cocinadesde 5 mientras =iervo el a agua, saco las ta4as del aparador. :e dispuesto la 2ande;a con el a4ucarero cuando mis o;os se fi;an en la gruesa cer@mica 2lanca de las 76 ta4as, atravesada por algunas grietas incipientes. El amarillo ro;i4o de la man4ana se me dispara frente a la vulgaridad de esa lo4a. C!en, !ioleta, acomp@1ame. C?D/nde? 3ero si íbamos a probar este té. )o, no en estas ta"as... Ven, $amos. os subimos al auto. 'n die" minutos estamos en los grandes almacenes ! Violeta me mira at/nita mientras pido que me muestren un juego de porcelana. )7o te parece un poco eagerado? )me pregunta. )o, no -a! eageraci/n en la b8squeda de lo bello. 68 eres la primera en afirmarlo. )3ero no de esta manera, nunca -e querido decir esto. )o importa. 6odo debe ser erfecto. 3lev@2amos las d8cadas gra2adas a fuego so2re la piel, como el ganado. Fepiti) esos avaros oc=enta. El revent)n de la avaricia, los llam8 5o m@s tarde, cuando los noventa me dieron la perspectiva. Ella se mecía en la =amaca entre los dos aromos, recogía las 2olitas amarillas de su pelo en el invierno, mientras 5o su2ía pelda1os 5 pelda1os en la escala del 8Nito, me forra2a de gasa para los estelares, acumula2a cuentas de a=orro Ctanto dinero ganado en los oc=entaC mientras canta2a 5 de;a2a mi alma para poder =acerlo, reci2iendo aplausos de gira en gira, firmando contratos con la televisi)n, gra2ando nuevos discos. Pero en los teatros canta2a a "oan ae4. Para no entregarme, me decía, 5 me entrega2a igual, con la fantasía de ue no =a2ía claudicado del todo. 0ementes, eNitosos 5 complicados los oc=enta para mí. Tam2i8n vivíamos tontas escenas cotidianas. Andr8s 5 5o nos arregl@2amos en nuestro dormitorio para asistir a un matrimonio, 5 !ioleta, tendida en mi cama, =o;ea2a una revista. C0ime, !ioleta, ?u8 ropa te pones cuando vas a un matrimonioD Cle pregunta Andr8s mientras se ec=a agua de colonia. C+o tengo ropa ad hoc porque no $o! a matrimonios )responde distraída. )7o te in$itan o no $as? )o, nadie me in$ita. )3ero qué raro, Violeta. 73or qué? )3orque no eisten a mi alrededor. adie se casa. i mis amigos ni sus -ijos. )7( qué -acen, entonces? )o sé, no lo -abía pensado. &ndrés se ri/. (o recordé a Violeta diciéndome pocos días atr%s >2is necesidades sociales disminu!en a medida que las tu!as aumentan.
l0 Aparte de las cosas que sabemos% ? a qu4 te dedicas @ /o0 3epende de cu(les son esas cosas... $Las usuales $me dice con una sonrisa. $)s que a (sas no me dedico &le respondo sonriendo tambi(n. 6a risa de su boca pasa a los ojos. : ntonces, 1de d)nde vienes3 >l 2o: =e +!ile. &1+!ile3 &parece entusiasmarse de inmediato. $*% !hile $=esa profunda grieta% como la nombr la poes*aG. 79 "e acoge. )s de
uatulco. leg í este lugar en el mapa con cuidado. Dine ac/ para no ser aque lla muje r quejumbrosa y adolorida en que me estoy convirtiendo. >abituada a mi propia pertinacia, debo volver otra. >e visto a las iguanas arrastr/ndose bajo el sol, por los pelda7os de las escaleras, pase/ndose como Pedro por su casa. st/n mimeti*adas con la piedra, son de piedra tambi(n las iguanas, blanca y negra una, gris la otra. +aminan como viejas /giles, r/pidas y cluecas como gallinas, con las patas ecesivamente abiertas. 6a mimeti*aci)n de las iguanas me sugiere un par de ideas que desec!o porque no me gustan. Z Le he en&iado una postal a Fosefa habl(ndole de
ste no es el #in de siglo que merecía. 4ob naci) en stados Gnidos y es ;políticamente correcto". Aunque intelectualmente me acompa7e, 1sabr/ de lo que !ablo3 1Sabr/ de la pena 3 6o que sí !e comprobado es que sabe de la compasi)n. Z ;as4 un glorioso d*a en la ciudad de a7aca. A 1ltima hora de la tarde% mientras me com*a una sand*a muy ro8a sentada en los escalones de la pla5a% me orden4% llam4 a mis diosas% las que siempre me acompa#an. ;ers4#one me dijo, muy sabia, que mirara en mi entorno actual. +ompr( una cer/mica para Bacinta: a*ul a7il con un Sol y una 6una jugando alrededor. Z ?)s que )duardo no ley lo que alguna &e5 escribi ;a&ese0 que debe pagarse por cada lu8o% y que 93 es un lu8o% empe 5ando por )9AH en el mundo@ Z Hecuerdo cu(nto le di&irti a Fosefa que yo estableciera% en la casa del molino% el momento de la que8a. "edia hora cronometrada. Nos 8unt(bamos las mu8eres $cualquier edad era aceptada$ y se soltaba todo% lo que permanentemente contenemos. muchas cosas%todo inesperadas unas% fant(sticas otras. Luego yo Aparec*an miraba el relo8 y% muy seria% interrump*a los suspiros o los bufidos de rabia. $/a% CbastaE e termin. 81 / cada cual part*a o retomaba su quehacer% aligerada. =CDue nos fuera m(s li&iana la cargaEG )stoy muy sorprendida% y debo coment(rselo a Fosefa% de no haber necesitado un momento de que8a aqu* en 2uatulco. iempre he cre*do que la capacidad de re&itali5acin de las mu8eres es 1nica. La regeneracin de la sus es me8or% incluso% que la de las culebras y $ por cierto$ que dec4lulas los hombres. 2uatulco como medicina. Aqu* no hay nada que temer% ni una lista en papel amarillo un domingo en la tarde% ni un &aso de gin que e7plote en maltrato% ni un cuerpo ambiguo $el m*o$ que rechace y aco8a sin ton ni son. ;or ahora% y o8al( por siempre% slo la
-, el día en ue nos aprontamos para votar en las primeras elecciones despu8s de esos a1os ue a ella le =a2ían parecido eternos. CJa llega tu democracia tan ansiada, !ioleta, !a llega. ( ella me contest/ con un tono solitario CMe pasa algo raro, "osefa. Todo lo de estos a1os me apena. Pens@ndolo 2ien, no se me va a uitar nunca la pena. 5in embargo, algo me dice que no estaré aquí para go"ar esta nue$a etapa. iertos días 5o amanecía llena de pala2ras. Eran días maravillosos, reconoci2les por los m@s cercanos a2straída, con el ce1o apenas fruncido 5 los o;os como si fuera miope, como si fuesen los o;os de !ioleta, no podía concentrarme en dos estímulos a la ve4. Me desli4a2a por los espacios de mi =ogar, toca2a los muros del pasillo como si me 2am2oleara en una em2arcaci)n insegura. Mis paseos termina2an en la pie4a de atr@s, donde al fin =a2ía armado una especie de estudio atr@s, cerca de los patios, como corresponde. Siempre deteni8ndome en la gran cocina cuadrada Cue era la fascinaci)n de !ioleta, la su5a era rectangular 5 ;ura2a ue en su pr)Nima reencarnaci)n tendría una cuadradaC, me su;eta2a del 2lanco 5 2rillante artefacto ue nos =ornea2a el alimento, reposa2a los dedos en sus uemadores, levanta2a la tapa de alguna olla, siempre =a2ía alguna =umeando. Algo sucedía esos días en ue las interrupciones disminuían. :a2lo de esas interrupciones end8micas a nuestro g8nero las ue producen divisiones 5 su2divisiones de la atenci)n. omo dictamin) Andr8s, esos días 5o entra2a en trance. J en ese estado peculiar =a2ía caído mi alma cuando !ioleta volvi) de M8Nico. 3a esper8 en mi estudio con caf8 5 cigarrillos, ansiosa por conocer su opini)n so2re mis canciones. Mil veces =a2ía pasado por este mismo rito, siempre mi oído respetuoso frente a su evaluaci)n. CTienesenue aprovec=arme Cse ri) cuando le entregu8 papeles 5a pasados limpioC. Al volver, Eduardo me tenía la granlos tarea el manuscrito casi completo de su novela. Parece ue de verdad tra2a;) en mi ausencia. 86 CPero si lleva a1os escri2i8ndola. Por lo menos desde ue est@ contigo. CSí. J a=ora uiere ue se la corri;a, ue le =aga de editora. +o s8 por u8 confía así... C+i tonto ue fuera... CSo5 un carrusel sin)nimos. me guarde si cada p@gina ue sale de su m@uina dede escri2ir no es H0ios recogida inmediatamente por míI ueno, vamos a lo tu!o. 3a de;8 un rato sola. +i siuiera levant) los o;os cuando volví a entrar. Siempre me fascin) su concentraci)n, 5o le decía ue era su faceta masculina. C?Puedo ser =onestaD Cdi;o luego de un rato de silencio con los papeles en la mano. CPor supuesto. CPareciera ue tus sensaciones son tan escasas ue tienes ue agotarlas =asta la m8dula. Auí =a5 algo inanimado, "osefa. Cuando canto, efectivamente agoto =asta el fondo toda sensaci)n. 0espu8s, uedo vacía. Esa es, 2@sicamente Cagregu8 con una sonrisaC, mi famosa indiferencia. C+o =a2lo de eso Cesta2a seria !ioleta, comprometida con mis canciones, sinti8ndose responsa2le frente a ellasC. :a5 algo des=a2itado en estas pala2ras. Son =ermosas, pero das la sensaci)n de no estar contaminada ni por la vida ni por la realidad. 3o ue no a1adi) fue ue eso s)lo lo logra la eNtrema frialdad. Su estado de @nimo al =a2larme era una corriente alterna de impotencia contenida 5 de triste decepci)n. CEs raro. omo si la normalidad, la democracia, te amorda4ara, nos amorda4ara a todos, 5 al rev8s, la dictadura, la urgencia, el vivir en el límite, nos vomita2a todas las pala2ras. Se levanta, se acerca a la peue1a mesa 5 sirve un nuevo caf8 para ella 5 otro para mí. 0e2e =a2er sido la 7ltima conversaci)n co=erente ue tuve con !ioleta. Fetengo con nitide4 su gesto un poco consternado cuando me di;o CAuí no =a5 des2orde, "osefa. C?0e2ería =a2erloD CSí Csona2a rotundaC. +o s8 si es autocontrol o autocensura, pero sí s8 ue el miedo al des2orde te est@ parali4ando. 3a mir8 pensativa. Ella continu). CEs el desa;uste interno de esta 8poca. ?Ku8 nos pas), "osefaD +o entiendo 2ien el plural ue usa !ioleta, pero intu5o un sentido en ue es posi2le ue ella a2ocada 5 5o va5amos a2a;o. CEn esta sociedad a la cuesta eficiencia de producir, a la voracidad de consumir, en esta transici)n c=ilena, la mirada se contamina de pura desa4)n... C aligera el tonoC. Es desa4onante esta 87 forma de transitar de una sociedad po2re a una rica. 3a verdad, "osefa, es ue 8stos no son los momentos para la creatividad Cenciende un cigarrillo lentamente. Aspirando el =umo, contin7aC Siento muc=a nostalgia de los tiempos en ue creíamos... 3os noventa carecen de toda idea. H3as ideas, 0ios míoI ?0)nde se nos fueronD Se no detiene. uiero interrumpirla, temo discusiones ma5ores en las ue deseo+o enfrentarme con ella. +o en este momento. !olvi) a los papeles, los mir) con una atenci)n distraída. C+o me avengo con estas mentes de =o5 el miedo a disentir, la falta de irreverencia, el pragmatismo... +o me dir@s ue dan una 2onita suma. ?Sa2es lo ue sientoD Kue las relaciones inocentes de;aron de eNistir. :asta las amistades pasaron de estar a=í, a la mano, a negociarse. +ada pareciera ser gratis a=ora. C+o es raro, entonces, ue 5o responda a todo eso. Son los =umores de esta 8poca. Cueno, como 8poca no me resulta =ospitalaria. Te lo di;e desde M8Nico, me siento en una tierra de nadie. +o recono4co siuiera cu@les son nuestros propios deseos. El mundo est@ vie;o 5 cansado, "ose. C+adie ansia2a tanto la democracia como t7, !ioleta, 5 veo ue a nadie le =a costado tanto vivir en ella como a ti Cmedí el tono, controlando mis ganas de gritarle a la cara u2ícate, !ioleta, p8gate una u2icada, por favor, Hestamos en otraI CEs cierto. J me censuro por eso, para ue t7 veas. Me siento culpa2le. 3e sonrío con ironía. Ella se eNpande, inocente. CHu@nto uisiera ue recuper@semos el sentido de lo sagradoI HKue algo volviera a ser sagradoI uscar el encantamiento, reco2rarlo, restaurarlo, redimirlo. ?+o pueden tus canciones ir por a=íD Esta2a pensando en sus pala2ras cuando la vi palidecer. am2i) de tono 5 me di;o C?Sa2esD Me siento mal. Sigamos otro día. C?Ku8 te pasaD C+o s8, me siento mal... C?Ku8 te dueleD CTodo. C?Te llamo a un doctorD ?9 te llevo a la clínicaD C+o seas ridícula. Es s)lo un malestar. C!amos a mi pie4a, al menos ti8ndete en unacama. 2ientras ella se acurrucaba, record%ndome a los perritos negros, fui a -acerle una infusi/n de -ierbas. 'sperando a que la tetera -ir$iera, pensé en nuestra con$ersaci/n interrumpida. 'st%bamos casi a fines de 1991. 'ra tan mal $isto aorar el pasado que a Violeta le daba $ergMen" a reconocerlo. ( se armaba de una batería de ideas abstractas para disimular lo que lisa ! llanamente le sucedía. ue le dolía el cora"/n. 88 Esa llamada a la semana siguiente fue de "acinta !ioleta esta2a em2ara4ada. A=ora sí se apuran los =ec=os. Mientras riega los cardenales instalados limpiamente en sus maceteros ro;os, todos iguales en die4 maceteros so2re el 2alc)n de la calle CMe Gerona, asoroc=ada. 3e pegu8 noto un feo moret)n en la me;illa. dio me unamira fatiga. Me caí 5 me contra el lavatorio. C?Ku8 di;o el doctorD CKue de2ería vivir en un tono menor =asta cumplir los tres meses. CPero !ioleta, ?te lo espera2as a estas alturasD C+o. Mis ganas no m@s me =acían acordarme del tema, pero =a2ía perdido toda esperan4a. :ace tiempo 5a ue de;8 de sacar cuentas o andar pendiente de la fec=as. Kui4@s por eso mismo result). C?Ku8 dice EduardoD Creo ue le importa m@s la novela ue esto. Anda como desconcertado. +o le va a gustar nada sa2er en u8 condiciones tengo ue vivir estos meses... +o se lo =e dic=o todavía. C?u@les son esas condicionesD CParece ue no es 2roma tener guagua a los cuarenta, "ose.
sta ser/ una noc!e loca, me sonrí o a mí misma. 5uiero perdonar. 5uiero ser radiante, como #ui antes, como !e sido tantas veces. Mi eterioridad, en las manos casi sagradas del maquillador, !a tramado para mí una a#ortunada noc!e de #iesta. duardo ser/ recuperado para mis encantos. Se me fue !ioleta, envuelta en telas color de rosa, se me fue 5 no pude su;etarla. Algo como una nu2e se la lleva2a, no pude =a2larle, no alcanc8 a preguntarle. Kued8 despierta, desvelada como tantas noc=es desde au8lla. :asta mis sue1os se llev) !ioleta. Me fui al living, la estufa osca a7n llamea2a. :a2ía copado mi cuota cigarrillos ese día, pero decidí ue no importa2a. on una copa de de cinco Amaretto 5 mi seNto cigarrillo, la atenci)n entera se me fue =acia Eduardo. n pu44le transformado en 95 pesadilla. El gran escritor. Así lo llama la prensa a=ora, despu8s de los =ec=os. ?Por u8 se a2stra;o tanto de !ioletaD Ella le recorda2a el cuerpo, algo ue 8l prefiri) pensar como eNterno. )mo les so2ra este cuerpo a los =om2res, descontando el momento eNacto en ue 2uscan desa=ogarse de 8l. +o pueden la pasi)n en5cantidades limitadas, restringidas. Aun de eNperimentar ese límite vuelven con sino miedo agotados, por eso se duermen. 3a fusi)n es demasiado para ellos. +uestros cuerpos no son m@s ue un reposo en el camino, un reposo entre un antes importante 5 un despu8s todavía m@s importante. Entre el arte 5 el poder, nosotras e;ercemos la capacidad vulgar de atraerlos =acia la tierra. Rse es el gran pro2lema, ellos nos ven como un reposo 5a conocido 5 eNcesivamente =a2itado. Acostum2rado 5 cotidiano. ?Feposo ue pide fusionesD 0e2o seguir, piensa el =om2re, de2o apurarme =acia las cosas importantes (ue nunca son los sentiresG0 la gran novela, la política, el dinero, diversas 5 eNactas empresas, al fin. +o importa hacia qu1, pero se apura. uestro cuerpo de mujer como inter$alo. +
o do! m%s, $%monos.= >o seas fome, si nunca bailamos=, me contest/. >'s que no me gustan los fines de fiesta, no quiero $er todo en el suelo, los globos re$entados, la serpentina marc-ita, los $asos boca abajo. o me gusta $er a la gente con trago luego de -aberlos $isto llegar tan compuestos.= >'st% bien, el 8ltimo baile=, me dijo &ndrés. 'ra una canci/n de los #eatles Violeta siempre la citaba Life is very short and there is no time for fussing and fighting my friend. 5e la canté a &ndrés al oído. 6ermin/ el 8ltimo acorde ! le dije >Vamos a lo nuestro, li#e is very s!ort, no perdamos tiempo, mi amor.= &ndrés se entusiasm/ con la perspecti$a, mir/ la -ora ! me dijo >5on las tres, $%monos.= inco para las tres, Fosa o5) el disparo. Fosa =a2ía salido en puntillas al pasillo cuando sinti) llegar a la se1ora. Se alarm) pensando ue "acinta a7n no esta2a en casa. El dormitorio de la ni1a tenía dos puertas. na da2a al pasillo era la ue todos usa2an para entrar o salir de la pie4a. 3a otra da2a al 2a1o de "acinta, 5 este 2a1o, a su ve4, tenía su propia puerta =acia el pasillo. Fosa, siempre en puntillas, entr) al dormitorio 5 cerr) con pestillo la puerta oficial, saliendo luego por la puerta del 2a1o. Si la se1ora va a darle las 2uenas noc=es, se di;o, creer@ ue duerme 5 no se enterar@. 6ue entonces ue sinti) gritos en el dormitorio principal. +o distingui) las pala2ras, pero sí las voces de Eduardo 5 !ioleta. J los golpes. Ese sonido, me di;o ella m@s tarde, nunca lo confunde una mu;er del pue2lo. Mu5 asustada, fue a esconderse a su pie4a. Pasada media =ora, sinti) el disparo. Sali) de su co2i;o 5 sus o;os no pudieron creer lo ue veían el cuerpo de Eduardo 2otado en el pasillo frente a la puerta de "acinta, la sangre, 5 !ioleta a tres metros de 8l, =incada en el suelo, con la ca2e4a gac=a, su;etando un rev)lver con am2as manos. 3a policía lleg) inmediatamente. 0etr@s de ellos, or;a 5 " acinta. 0os alarm/ $er la puerta de la casa abierta ! los autos de los carabineros. 'ntraron ! la escena era eactamente la misma que describi/ :osa.
862 488K AN= ;AH9 I 92) IMH9 8N IS MISSINJ 4 J cierra con su caligrafía característica LEsto fue escrito para mí, lo s8. 0e2o encontrar esa primera línea ue falta. Escuc=amos desde siempre a !ioleta opinar, enf@tica L3a soledad de mi madre ued) sellada un día martes, a las once de la noc=e, el #V de enero de '-$-, el día del terremoto de <-ill7n.F 9he #act o# a door#rame means there is something to hold $ La realidad del marco de una puerta. Mi vida es una p@gina arrancad a de un li2ro sagrado 5 parte de la primera línea se =a perdido. V 104 onto with both hands. 5 uando copi) en su diario las tres líneas del primer poema de Adrienne Fic=, LT=e 6act of a 0oorframe, pens) ue otros poemas podrían definirla me;or ue au8l, pero lo de;) m@s tarde, poesía aduiriese su real dimensi)n, ma5or uepara el tem2lor de lacuando tierra. la Porue la tierra tem2l). (J a pesar de este =ec=o indesmenti2le, !ioleta i2a a escoger muc=o despu8s una 4ona de volcanes. ?0esafi@ndolosD Tam2i8n el mar tem2l) para Eduardo, 5 el agua se lo llev) todo.< Pero fue real, nosotra s lo vimos. Era de noc=e ese verano de '-$cuando 9scar Miranda decidi) ir al clu2. n partido de domin) 5 un par de copitas, nada m@s, le prometi) a su esposa arlota. Ella, com2inando paciencia con indiferencia, lo despidi) en la puerta 5 sin otro pensamiento, se dirigi) al dormitorio a acostar a su =i;a a5etana. 9scar Miranda no regres) a su =ogar ni volvi) a ver a su mu;er 5 a su =i;a de die4 a1os. El cuerpo de 9scar 2iranda qued/ atrapado bajo un muro de la fuente de soda que él llamaba >el club=. 0a tierra se abri/, ca!eron las paredes ! la ciudad se $ino abajo.
;na familia de cuenteros=, decía
'spera.= Fue ! $ol$i/ al instante con una pequea caja de cart/n. 'staba cerrada. >;n obsequio para quien te en$i/=, le dijo. Vol$i/ a 6alca-uano el -ermano menor ! entreg/ a su padre la caja. Nste la abri/. Dentro -abía, con$erti da en anillo, una piedra cru". n a1o m@s tarde, cuando a5etana tenía 5a catorce, el a2uelo Antonio Ccomo lo llam) siempre !ioletaC compr) una casa en la capital, en u1oa, el 2arrio donde vivían sus amigos 5 sus compa1eros. Se instalaron mu5 cerca de la pla4a principal de la comuna. Era una casa propia. Mu5 grande, tenía dos pisos, muc=as =a2itaciones, patios 5 parrones. 3os molinos 5 los 2arcos pesueros de Antonio Sep7lveda rendían frutos. 0e;) a uno de sus =ermanos administrando sus 2ienes 5 parti) a Santiago a encontrarse con su gran pasi)n la política. Pasado el primer mes, Marcelina a2e4as tom) el tren r@pido a Santiago 5 se vino a vivir con ellos. 0e esa casa a5etana nunca m@s uiso salir. :asta ue se fue del todo, de toda casa posi2le. Allí naci) !ioleta. 3a primera ve4 ue supo de la pala2ra Lmudan4a fue a los doce a1os, cuando ;unt) todos sus papeles en una ca;a de cart)n 5 los escondi) 2a;o la cama de su amiga "osefa =asta ue la casa nueva estuviera lista. Pero eso fue muc=o m@s tarde. +o de2emos nosotras, las otras, faltarle el respeto al orden de este relato. 3a vida en el =ogar de u1oa era lo m@s parecido a una vida feli4 ue nosotras =emos conocido. El a2uelo Antonio llena2a cada espacio de la vida 5 de la casa, a5etana como su =i;a verdadera, arlota como su mu;er a toda prue2a. *2a 5 venía entre Santiago, oncepci)n 5 Talca=uano, siempre con las manos llenas. El 2uen material nunca falta2a para ue Marcelina lo transformara en espl8ndidas comidas el pescado, los mariscos, las longani4as, el arrollado. :a2ía m7sica. :a2ía li2ros. El a2uelo Antonio le compr) a a5etana todos los li2ros ue ella uiso poesía, no =istoria. Siempre =a2ía gente. Elnovelas, a2uelo Antonio le cerra2a las puertas a nadie. Tampoco se las cerr) al ;oven eNtran;ero Tadeo 0asinsBi. 112 Tadeo era =i;o de un mariscal polaco ue pele) contra la dictadura de PilsudsBi entre los a1os '-#/ 5 '-$%. 0as45nsBi, como se escri2ía srcinalmente el apellido, era un socialista. En un momento de crisis política decidi) sacar a su =i;o menor del país. Temporalmente. 3o envi) a uenos Aires, donde vivía un =ermano su5o. All@ lleg) Tadeo en '-$', cuando no tenía m@spara de simplificar, diecis8is a1os. (En ese país Termin) se encontr) llam@ndose 0asinsBi le eNplic) su tío.< sus estudios 2@sicos a duras penas en uenos Aires. omo el mariscal =a2ía insistido en lo temporal de ese eNilio, su =i;o no estudi) ni =i4o nada contundente, esperando el llamado del padre ue nunca lleg). J aunue olvid) a casi todos los de su patria, la imagen del dictador PilsudsBi, con sus negros 5 tupidos 2igotes, se gra2) para siempre en su memoria. A raí4 de desavenencias de dinero, se pele) con su tío argentino 5 se vino a =ile. CEs un poco desadaptado Cfue el comentario de Antonio Sep7lveda al conocerlo. CEso es lo ue me gusta de 8l Creplic) a5etana. J lo 2arrieron para adentro, integr@ndolo a las tertulias, a las discusiones políticas, a las sopaipillas en los días de lluvia 5 a la =arina tostada en los días de sol. Tadeo 0asinsBi tenía un color @m2ar 5 parecía ser un 2uen due1o de su cuerpo. ontenía en 8l la languide4 5 la 2elle4a europeas, el temor 5 el desarraigo. a5etana se enamor) de 8l. Se casaron 2a;o una condici)n puesta por ella vivirían en la casa de u1oa. Era tan amplia ue =a2ía espacio para todos. Podrían arreglar el segundo piso como un departamento privado para ellos. Pero por ning7n motivo a5etana viviría le;os de Antonio, de arlota 5 de Marcelina. J ante la menguada situaci)n econ)mica de Tadeo, esto result) para 8l m@s un alivio ue una carga. Antonio no uiso ue su =i;a sufriera ninguna penuria econ)mica por casarse con un =om2re po2re 5 sin profesi)n. CJo tampoco la tuve 5 no me =a ido mal, es todo cuesti)n de tra2a;o 5 esfuer4o. Pero en esa oficina donde tra2a;a no llegar@ a ninguna parte. !a a ser un empleaduc=o toda la vida. J el =om2re no es nada tonto. Jo les pondr8 su negocio propio. 0os cosas llegaron de regalo de 2odas el anillo de la piedra cru4, ue la madre sac) de su anular para ponerlo en el de su =i;a, 5 el capital Ctan ansiado por a5etanaC para instalar una li2rería. CHPodr8 leer todos los li2ros ue uieraI CPero con una condici)n Cadvirti) AntonioC ue no de;es tus estudios. Tadeo mane;ar@ =asta ueeltermines tu carrera. *nfluida porladon "orge Gallardo, antiguo patr)n de arlota, ue advirti) desde el principio el vivo inter8s de a5etana por aprender 5 113 ue le ense1) muc=as cosas, ella entr) a la niversidad de =ile a estudiar filosofía. CTe vas a morir de =am2re con esa carrera C le decía arlota, sin sentirlo mu5 en serio. C?J para u8 esto5 5oD Creplica2a el anc=o 5 grande Antonio Sep7lvedaC. HKue estudie lo ue le pare4caI Kui4@s con una carrera así se dediue despu8s a la política. Entonces, Tadeo se =i4o cargo de la li2rería 5 a5etana sigui) en la universidad. +osotras, las otras, acompa1amos a a5etana, mu5 poco despu8s de su matrimonio, en su em2ara4o. El 7nico ue tendría. 3o vivi) con ;ovialidad e ilusi)n, 5 la casa de u1oa entera se esmer) en agasa;ar a la futura madre. 3as discusiones so2re el nom2re eran un ;uego ue a todos divertía. Cn nom2re polaco, Hde ninguna maneraI CeNclama2a a5etana cuando Tadeo pretendía meter 2a4aC. asta con el apellido ue lleva. Al menos en el nom2re de2erían perci2irse sus raíces del sur. 0el sur de =ile, Tadeo. Toda sugerencia fue desec=ada por a5etana. :asta una noc=e en ue, al volver a casa, corri) donde su madre. CHJa tengo el nom2re para mi =i;aI CHTan to4uda, ni1aI ?J si te sale =om2reD C!a a ser mu;er, esto5 segura. 08;ame contarte, mam@. 6uimos con un grupo del Pedag)gico a una uinta de recreo en la Gran Avenida. C?J por u8 tan le;os, mi;itaD C+o =a5 uintas de recreo en u1oa, pues mam@. Para pasarlo 2ien =a5 ue ampliar los 2arrios. 3legamos =asta el paradero ##, todos metidos adentro de un mismo auto, porue uno de mis compa1eros =a2ía estado a=í 5 uería ue escuc=@ramos a un d7o de mu;eres, dos =ermanas ue cantan 2oleros 5 corridos. 3a uinta se llama 3as risas. J una de ellas me llam) la atenci)n. C?Por u8D CPorue, ?sa2es, mam@, lo sorprendenteD 3a reconocí. Esta mu;er, de pelo mu5 largo 5 despeinado, 5 con una vo4 ro2ada a los @ngeles, me record) a alguien ue 5o conocía. Pens8 5 pens8 mientras la escuc=a2a, de d)nde la cono4co, =e oído esa vo4 antes... algo me sona2a a infancia. :asta ue despert8. ?Te acuerdas de cuando vivíamos en =ill@n 5 tra2a;) con nosotras esa vie;a fant@stica, la Panc=aD ?Te acuerdas de ue era una pa5adoraD CH)mo no me vo5 a acordar de la Panc=a, pues mi;itaI C?Jcon te una acuerdas de al ue a veces5 i2a a verlaleuna mu;er ;oven, ue anda2a guitarra =om2ro, la Panc=a mostra2a sus pa5asD CMe acuerdo del orgullo de la Panc=a, no de ue una folclorista se interesara en sus pa5as... 114 CEs ella, mam@. Es una de las =ermanas ue cantan. A la salida me aceru8 5 le pregunt8 si sería la misma persona de mis recuerdos. J me lo confirm). H0e2ieras oírla cantarI Es puro talento, pura tradici)n popular. r8eme, mam@, ue me inspir). arlota se sorprendi) ante el entusiasmo de su -ija. )7( c/mo se llama esta mujer? C!ioleta Parra. :u2o un silencio corto, como si los acordes de la guitarra cru4aran el entendimiento de la futura madre. )2i -ija se llamar% Violeta. Contrata a alguien ue te lleve la administraci)n 5 las platas c=icas Cle sugiri) el suegro a TadeoC . J t7, aprende de li2ros en serio. Kue llegue a convertirse en tu oficio. Así fue como armencita lleg) a la familia. =iuilla inteligente, empe1osa, discreta, mu5 pronto pas) a compartir almuer4os dominicales 5 tom) a !ioleta en 2ra4os apenas 8sta naci). n a1o despu8s del nacimiento de !ioleta, armencita pari) tam2i8n. Era soltera. Antonio Sep7lveda, como 2uen li2repensador, pro=i2i) ue se le =icieran preguntas 5 acogi) a este =i;o de padre desconocido con toda la naturalidad del mundo. 6ue compa1ero de ;uegos de !ioleta desde la m@s temprana infancia. 0os a1os despu8s, otro em2ara4o de armencita volvi) a sorprenderlos. Ante la insistencia de a5etana, ue la acogía 5 la compadecía, el sueldo de armencita fue aumentado. na ;efa de =ogar con dos =i;os a cuestas no es 2roma, opin). omo esta ve4 era una ni1a, toda la ropa, los ;uguetes 5, m@s tarde, los uniformes, todo lo de !ioleta, a5etana se lo pasa2a a armencita. Así la familia parecía ampliarse 5 ampliarse, 5 todos encontra2an en ella un espacio. a5etana, por esos tiempos, decidi) visitar a una vidente. na especie de 2ru;a ue veía nítidos futuros. 3o primero ue =i4o fue preguntarle por el destino de su !ioleta. CSu =i;a tendr@ dos vidas Cle vaticin) la mu;er. C?Ku8 significa esoD CTendr@ dos vidas, es todo lo ue veo. a5etana lleg) a casa con esta profecía, 5 entre todos =icieron mil con;eturas e interpretaciones. CMientras me uieras muc=o a mí en cada vida, no importa cu@ntas tengas Cle di;o a5etana a !ioleta. C?( qué te dijo de ti, mam%? 115 )3oco, mu! poco. adie pudo sacarle m%s palabra que eso. 3a 7nica pelea fuerte ue se recuerda de esos a1os fue a prop)sito de laa5etana entrada decreía !ioleta al educaci)n colegio. p72lica 5 pens) enviarla a un liceo en la Cdependiente de la niversidad de =ileC ue ueda2a a una cuadra de la casa. !arios de sus amigos =a2ían elegido para sus =i;os ese colegio miNto, laico 5 de eNcelente nivel acad8mico. A a5etana le parecía el lugar natural para !ioleta. Pero, por primera ve4, Tadeo no estuvo de acuerdo 5 al4) la vo4, sin dar su 2ra4o a torcer. CKuiero un colegio privado para mi =i;a, donde aprenda idiomas 5 =aga contactos para el futuro. +o uiero ue a !ioleta le suceda nada de lo ue me =a sucedido a mí, ue =e sido siempre un eNcluido, o a ti, ue de2iste soportar ser =i;a de una empleada dom8stica. ENi;o la vara m@s alta para mi =i;a. CTal ve4 tenga ra4)n Cintervino arlota, presa ui4@s de u8 recuerdos. CEso es arri2ismo Copin) el a2uelo AntonioC. 3a van a desadaptar. Adem@s, por principio 5o esto5 en contra de los colegios 2urgueses. HJ m@s encima cat)licosI CSomos todos 2auti4ados, auí no =a5 ni un moro en esta casa Cle respondi) su mu;er. 3a discusi)n sigui) por un 2uen tiempo. C0e2e a2solutamente =a2lar ingl8s Cinsistía TadeoC. El mundo del futuro es el ingl8s, a5etana. Mira la falta ue nos =a =ec=o a nosotros sa2erlo. Ese argumento la a2land). Pens) en su pasi)n por la lectura 5 en la posi2ilidad de no verse o2ligada a leer traducciones, 5 tener acceso a los srcinales. Al fin, decidi) ue le da2a lo mismo la verdadera formaci)n era la de la casa 5 el colegio era secundario. C?;no puede amar a dos mujeres a la $e"=, le contestaría 6adeo muc-o m%s tarde. J a5etana parti), de;ando a !ioleta con arlota 5 Marcelina. L3atinoam8rica, di;o cuando le preguntaron por su rum2o, así de vago. 3a ni1a reci2i) algunas tar;etas postales ue guard) por muc=o tiempo. Fecuerda una de olom2ia en ue su madre se refería al Teuendama, a un ;ardín de oruídeas 5 a una plantaci)n de caf8. +ada m@s. 0e 3ima el recuerdo es m@s nítido su madre la llam) Lla ciudad tres veces coronada, la lum2rera del gran oc8ano Pacífico. Fecuerda un altar en la iglesia San 6rancisco de "es7s de 3ima, el del Patr)n de los *mposi2les, 5 le dice ue la =a atraído ese nom2re 5 ue =a re4ado por ella frente al santo de los imposi2les. Guard) siempre una tar;eta escrita en Guadala;ara, M8Nico. 3a espl8ndida construcci)n ue aparecía en la fotografía se llama2a :ospicio a2a1as. a5etana le =a2la de los veintitr8s patios, de los naran;os 5 la cal, de la generosidad de la lu4 5 del espacio, de los frescos de 9ro4co 5 de =a2er encontrado allí un lugar sagrado. 9us o8os &er(n alg1n d*a esta lu5% man5anita% le dice a su =i;a, 5 te subyugar( como a m*. Gubo también una tarjeta desde Luatemala, ! la nia neg/ su contenido, sin saber por qué. 5/lo sabe que no recuerda nada de esa parte del $iaje de su mam%. ada m%s, -asta el regreso apresurado de
3or Violeta=, le contesta
por
3ero si esto es pasajero, pap%=, le dice ella. >o importa, quiero que estés bien. o sabemos cu%nto puede demorarse tu madre en $enir a recogerte.= Fue entonces que Violeta -i"o la primera mudan"a de su $ida ! en medio de aquel desorden lle$/ sus papeles donde *osefa. 'l día que parti/
8662 488K AN3 ;AH9 I 92) IMH9 6IN IS MISSINJ J entendiendo ue su adolescencia =a2ía terminado, parti) a 2uscar esa primera línea ue falta2a. / 3os rostros de mu;eres muertas =ace muc=o tiempo, mu;eres de nuestra familia, regresan en la noc=e, vienen a mí en sue1os, diciendo =emos conservado pura nuestra sangre a lo largo de las generaciones% te la hemos tra:do como un ino sagrado. 123 124 Segunda parte El 7ltimo 2osue 125 «...yo bordo mis blusas con dos cabe5as. 3urante la noche% una de mis cabe5as sue#a con dise#os% dibu8a colores o puntadas% y durante el d*a mi otra cabe5a piensa en todas las dem(s cosas que tiene que hacer una mu8er0 arrear a los animales% guisar% echar tortillas y adem(s bordar la blusa que so#4. 6na cabe5a es para m* y la otra es para mi pueblo.» Manuela, india n@=uatl, en =ue*os y dise*os, de *ill Veler. 126 Somos nosotras, las otras, las ue o2servamos a !ioleta frente a la silla vacía de su madre. 3a escuc=amos repiti8ndole a su ausencia L+o puedo perdonarte, no puedo. Somos nosotras, las otras, las ue miramos a "osefa con su vestido de lente;uelas ce1ido al cuerpo, su figura eNt@tica, inm)vil en el canto, el micr)fono en su mano, mortal el silencio ue la escuc=a, 5 sa2emos ue !ioleta no asistir@ a este recital, ni al pr)Nimo, ni a los ue vienen, 5 "osefa necesita ue !ioleta le diga ue todo va 2ien, ue todo est@ 2ien, ue todo ir@ 2ien. 127 '. So5 5o uien de2ería llevar por nom2re !ioleta, era 5o la depositaria del canto. 3ero no fue así. 2i padre me bauti"/ como *osefina *es8s de la &margura. 3erdí largas tardes de mi $ida soando con ser la duea de un nombre especial, sonoro, pomposo, como los de tantos m8sicos de los continentes antiguos. :imsk!PQorsako$. R 5ergei :ac-maninoff, por ejemplo. :ac-PmaPniP noff. +ué bellos pueden ser los nombres rusos, qué e$ocadores ( !o me llamo Ferrer. A los tres a1os aprendí a recitar el LPrendimiento 5 la LMuerte de Anto1ito el am2orio. (LAlg7n día volveremos, estaremos todos en el Guadaluivir, pronostica2a mi padre mientras nos leía el L3lanto por *gnacio S@nc=e4 Me;ía en la cama, mi =ermano 5 5o entre las s@2anas escuc=ando.< Ja a la edad de tres 5o recita2a a García 3orca de memoria 5 so1a2a morir de perfil 5 con saltos ;a2onados de delfín, pala2ras misteriosas ue llegu8 a comprender muc=o despu8s de recitarlas. Kued8 rotulada como ni#a inteligente. &os m%s tarde mi terapeuta diagnostic/ que eso no era un buen signo ni re$elaba inteligencia s/lo una marca de triste"a ! de muerte en tan temprana franja de $ida. & pesar de eso, mi infancia fue segura. 5eguridad que -o! !a no me sir$e. "es7s 6errer naci) en el sur de Espa1a, en un peue1o pue2lo cercano a Sevilla, en las tierras de Andalucía. !ivi) la Guerra ivil com2atiendo por los repu2licanos 5 cru4) el Atl@ntico a 2ordo del legendario Oinnipeg, el 2arco de refugiados espa1oles ue organi4) el poeta Pa2lo +eruda. Eran tres =ermanos. Mi tío Marcos ued) en las c@rceles de 6ranco, para luego pasar al eNilio en 6rancia, 5 mi tío Sen8n acompa1) a mi padre a este país remoto. 0icen ue "es7s conserv) el ardor durante los primeros a1os de su vida en =ile. !ioleta se aprovec=a2a+o deson esto8sos para los insistir en ue de 5o era gen8ticamente una revolucionaria. recuerdos mi padre ue priman en mí. 128 Tengo la impresi)n de ue fue lentamente entreg@ndose. (?+o serían m@s 2ien 4sos los genes ue me trasmiti)D< Al ca2o del tiempo, el Oinnipeg 5 la Guerra ivil uedaron atr@s, como si un poderoso instinto de so2revivencia lo ale;ara de la maldita marginalidad, situ@ndolo en la comodidad de lo central. +unca m@s escuc=amos su vo4 gruesa pasno ar6pele)D n.3 3aSemarginalidad dici8ndonos cont@ndonosD< ?Por «Nou8 5a 5lo =a2ía =erido (?o irreversi2lemente. adapt) al país los cam2ios de la situaci)n política c=ilena le fueron indiferentes se mantuvo aparte de esos vaivenes. Prefiero pensar ue esa actitud le naci) espont@neamente, sin ser calculada. Eligi) por esposa a Marta Aliaga, lo m@s cl@sico de la mu;er c=ilena neutra, de la clase media, a;ena al oc8ano, a la Fep72lica o al Kuinto Fegimiento. +o fue una elecci)n casual. Mi madre era todo lo ue 8l necesita2a para pasar inadvertido 5 ser uno m(s de la gran normalidad ciudadana. Para ue ninguna idea% como idea, fuese relevante. 3a me4cla de insipide4 5 disimulada am2ici)n de mi madre result) seductora para 8l. Mi padre era contradictorio. 9 ui4@s solamente un =om2re d82il. Rsta sí era una característica familiar. Me salta a la vista por sus dos =ermanos. Sen8n particip) un tiempo en la política c=ilena, tra2a;ando arduamente con los radicales. no de sus grandes amigos lleg) a ser Presidente de la Fep72lica. uando esto sucedi), el =om2re llam) al tío Sen8n 5 le ofreci), literalmente, lo ue 8l uisiera. LEs s)lo cuesti)n de pedírmelo, le di;o. J el tío Sen8n le respondi) L3o =e estado pensando cuidadosamente, sa2ía ue llegaría este momento. Kuiero ser el Secretario del Fopero del Pue2lo. Su amigo lo mir) asom2radísimo L?Secretario del Fopero del Pue2loD Pero, Sen8n, te puedo =acer em2a;ador... te puedo dar cargos importantes. 3o ue me pides es mu5 f@cil, no lo pide nadie porue no =a5 nada que -acer, es aburridísimo.= >3or eso mismo lo quiero !o=, le contest/ 5enén. 0uego de muc-os aos de eilio en 3arís, a la muerte de Franco, el tío 2arcos $ol$i/ a 'spaa por primera $e". 's otro país, no es m%s aquél que t8 conociste , le dijeron sus amigos, pero !a no est% la dictadura . 3arti/ a su pueblo natal ! luego de saludar a los pocos miembros de la familia que sobre$i$ían, se fue a la pla"a. Rli/, reconoci/ el aire que le -abía faltado, se le ampli/ el pec-o. 58bitamen te ad$irti/ una sombra descono cida a su i"quierda, al fondo de la pla"a. Vio una estatua ecuestre que no estaba antes allí. Cntrigado, se acerc/. Francisco Franco arriba del caballo. +;na estatua de Franco en su pueblo 5e $ol$i/ inmediatamente a 3arís. Rsa es mi familia paterna. De a-í $engo. 5/lo debo agregar que *es8s, -asta los setenta aos que $i$i/, me quiso muc-o. +unca me =a gustado el t8rmino Lfamosa aplicado a mí misma. Me =a ido 2ien, así es como prefiero definirlo. Pero a mam@ le fascina esa pala2ra. 129 CMi =i;a no necesita sa2er de ue=aceres dom8sticos Cfue la frase de mi madre ue determin) mi educaci)nC. 3a esto5 criando para ue sea una reina. ?0esde cu@ndo las reinas tienen ue aprender leserasD Su apuesta era ue 5o no fuese invisi2le. n día me cont) una peue1a e insignificante =istoria. Ella eraun ladormitorio pen7ltima de varias =ermanas. 3as dos el ma5ores compartían 5, siendo 5a adolescentes crecidas, mundo de esa pie4a producía en ella una gran atracci)n. Todo era vivo, entretenido, lleno de secretos 5 en esa pie4a los roperos tenían 2uenos olores. na de ellas, tía "uana, se arregla para su novio ue viene de visita tía Adriana le a5uda. Se =a pro2ado al menos cinco vestidos, con las respectivas eNclamaciones de admiraci)n de Adriana. C?Me pongo el vestido celesteD CSí Cle contesta AdrianaC. !íctor no te lo conoce. )7( con qué blusa debajo? 72e -abr% $isto con la blusa lila? 7ué blusa usé la semana pasada? );saste la blanca, así es que -o! ponte la lila. CJa. 0esde un rinc)n, mirando esta fiesta ;uvenil ue a sus o;os infantiles significa importancia 5 li2ertad, Marta pregunta CJ 5o, ?me puse esta falda la semana pasadaD Am2as =ermanas se dan vuelta, como si reci8n se percatasen de su presencia. C?T7D ?A ui8n le importa la ropa ue =a5as usado t7 la semana pasadaD Si a ti nadie te ve. A partir de ese momento, Marta ;ur) convertirse en una coleccionista de miradas. +o so2re sí misma, porue lo consider) imposi2le pero cuando 5o nací, 5a supo so2re ui8n. +o importa2a la calidad ni la intensidad de la mirada, s)lo la cantidad. !íctor se cas) con tía "uana 5 ante el 2oc=orno familiar la devolvi) al poco tiempo. +unca se supo 2ien por u8. Pasado este suceso, una eNtra1a 2eatería =i4o presa de mi a2uela. eatería, insisto, pues era meramente formal, no esa fe o piedad ue uno lleva dentro. J mi madre la =ered), con su misma superficialidad. CMire, mi;ita Cme di;o mil veces durante mi ;uventudC, en la vida es me;or ser respetada 5 admirada ue ser amada. M8taselo 2ien dentro de la ca2e4a. laro, la a2uela Adriana lo decía 5 ella lo repetía. El pro2lema es ue todas las tías uedaron solteronas. 3a menor, la tía =ela, vivi) varios a1os con nosotros, 5 cuando 5a no cupo en la casa se fue a un convento. !íctor =a2ía amado a la tía "uana 5 miren lo ue pas). J si no es por ese espa1ol loco=a2ría 5 medio en =ermanas. un país desconocido, el destinomedio de Marta sido eldesu2icado mismo de sus Al menos, así lo creía ella. 3ogr) casarse, a pesar del sonsonete de la 130 a2uela en sus oídos LEntre santo 5 santo, pared de calicanto. Porue el =om2re es fuego, la mu;er estopa 5 el dia2lo sopla. na tarde 5o esta2a estudiando en la casa de la a2uela, con mi cuaderno de religi)n en la falda 5 rodeada por todas mis tías Ccada una afanada en alg7n menesterC. Anota2a, uno tras otro, los pecados capitales alarmadaEsto antelastanto mal,depregunt8 por las concluí &irtudessecapitales. +adie las conocía. retrata cuerpo entero, sa2en todos los pecados 5 ninguna de las virtudes. (Arri2a de mi cama, en la pared, =a2ía un crucifi;o. n día apareci) un gra2ado antiguo, en 2lanco 5 negro, colgado 2a;o mi risto. 0ecía en grandes letras L'H6)ML% ;unto a la respectiva ilustraci)n de ese pecado. L?Acaso no est@s estudiando los pecados capitalesD, me pregunt) agresivamente mi =ermano Patricio LTe lo colgu8 2ien cerca de tu ca2e4a para ue no se te olvide cu@l fue el ue la mam@ invent) para ti.< 0e2o decir en defensa de mi madre ue nunca le ocurri) conmigo lo ue a mí con mi =i;a eleste. uando eleste fue creciendo, no supe situarme, no supe c)mo verme. El crecimiento de la ni1a me o2liga2a a de;ar lo ue a7n ueda2a de ni1e4 en mí, empu;@ndome a crecer de una ve4 por todas 5 a ;ugar el papel de madre ue el mundo 5 mi =i;a espera2an. Jo me sentía tan ;oven 5 ese rol me ueda2a grande. Me cost) muc=o adecuarme a ser 5o Cla mu;er emprendedora 5 llena de vitalidadC 5 la madre de eleste, todo al mismo tiempo. or;a nunca cuestion) en mí identidades perdidas, pero eleste, por su seNo, sí lo =i4o. Kue 5o creciera, en cam2io, no desesta2ili4) a mi mam@. Ella era intrínsecamente madre% como si =u2iese nacido solamente para esa tarea en la ue se sentía a sus anc=as. +o se pasa2a ninguna película de ;uventud, como 5o frente a los micr)fonos o al cuerpo delicioso de Andr8s. El modelo ue 5o reci2í, por tanto, fue perfectamente claro, traspasado limpio 5 eNacto =acia mí. Peores en tantos otros sentidos, esos modelos fueron ciertamente m@s nítidos ue los de eleste. Mi padre instal), ;unto a un socio espa1ol, una panadería. omen4) como un negocio modesto en el 2arrio del lu2 :ípico, donde vivíamos, 5 las ganancias eran m@s 2ien escu@lidas. En ese 2arrio pas8 mi primera infancia 5 me acuerdo con alegría de la cercanía del Parue ousi1o C =o5 Parue 9\:iggins, ue mis =i;os apenas conocenC. 6ue tam2i8n la 8poca en ue mi padre me ense1) a dormir con am2as manos arri2a de la cama, =@2ito ue mantengo =asta =o5. ada noc=e pap@ entra2a a mi dormitorio 5 levanta2a mi mano entregada al sue1o, 2otada al 2orde del colc=)n. Para ue no me la comieran los ratones. LEn la guerra los ratones tam2i8n =am2re se comían manos de losdespe;ado ni1os. ada una con su tenían trauma !ioleta5de2ía dormirlas con el camino =acia la puerta, siempre lista para arrancar de los tem2lores. 131 El día veinte de cada mes se aca2a2a el sueldo de pap@. Empe4a2a la comida mala, las papas con c=uc=oca, el guiso de mote, el c=aruic@n. Pap@ pedía dinero prestado al tío Sen8n. El día primero, puntualmente, le paga2a. J el día veinte est@2amos de nuevo sin un peso 5 volvía a comen4ar el ciclo. 3a panadería se ampli) 5 empe4) a di;o =a2er dinero 5 m@s necesidades. n colegio caro para "osefina, mi m@s madre. Esa fue su prioridad. Sus premisas L0e2emos criarla para ue sea alguien en la vida, L"osefina no ser@ una mu;er cu5o destino pudo ser la grande4a 5 la vida se lo ac=ic). +os mudamos al 2arrio alto, porue no podía ir a un colegio caro viviendo ;unto al lu2 :ípico. +os fuimos a 3as ondes, a una casa m@s c=ica en la !illa El 0orado. 3os dormitorios eran pocos 5 peue1ísimos, 5 no =u2o m@s espacio para la tía =ela. 0e la noc=e a la ma1ana desapareci) ese persona;e fundamental de mi vida, ue me espera2a todas las tardes a la vuelta del colegio para contarme las atrocidades ue =a2ían sucedido en la ciudad los asaltos 5 los accidentes eran su tema favorito. Pero, aparte de eso, usa2a unas preciosas enaguas antiguas. 3e pedí ue me las regalara cuando se fue al convento a Andr8s le parecieron mu5 seN5 a1os m@s tarde, con esa onda retro... Hu@nto se =a2ría escandali4ado ella, de sa2erloI A7n eNisten, im2ati2les, las enaguas de la tía =ela. El tiempo no pasa2a por ella, siempre eNacta, los a1os =aci8ndola cada ve4 m@s parecida a sí misma. Era la 7nica de la casa ue tenía sentido com7n, 5 eso nos dio un cierto euili2rio a todos. 3a tía =ela 5 la !ie;a de la Suerte. R sta era una $agabunda de pelo gris a la que le faltaban ambas piernas ! andaba por las calles arrastrando lo que quedaba de ellas )unos c-ongos en$ueltos en trapos) con dos muletas. ;na imagen aterrador a, puro torso ! tren"as arriba de la cabe"a, ojos ladino s ! una mano siempre etendida, intentando atraer a los transe8ntes para $erles la suerte. 2e producía un temor irracional si la $eía desde lejos, era capa" de caminar cuadras ! cuadras para no acercarme a ella. 'l maleficio se consumaba con su sola presencia. ;n día lleg/ a la puerta de mi casa pidiendo comida. (o grité ! ella respondi/ con insultos espantosos. 0a tía <-ela me consol/ !, sorprendi da ante la intensidad de mi miedo, me formul/ la pregunta m%s l8cida de toda mi infancia >7o ser%, mijita, que tu problema con ella no es m%s que el susto de llegar alguna $e" a ser así?= 0a Vieja de la 5uerte fue siempr e una obsesi/n, como tantas otras que -e tenido. 3ero creo que ésta se ligaba a una intuici/n mu! profunda sobr e mí misma el pa$or al desbord e, a la caída. 0a Vieja de la 5uerte -abitaba en mí bajo la forma del miedo a traspasar los límites. 0a tía <-ela era la esencia de una $ida mínima. De alguna forma se alegr/ por el cambio de casa por fin daba con algo que se arriesgaba a perder. 3ero !o nunca les perdoné a mis padres que por subir de categoría de barrio nos -ubiésemos des-ec-o de ella. na ve4 nos pidieron, en mi nuevo colegio, ue llen@ramos un formulario so2re nuestros antecedentes familiares n7mero de =ermanos, actividad del pap@, de la mam@, etc8tera. En el casillero ue 132 decía profesin del padre% 5o escri2í panadero. 2is compaeras se rieron de mí. 6odas lo -abían llenado, orgullosamente, con los títulos de abogado, ingeniero, médico... +'l pap% de la *osefina es panadero 5e secreteaban ! me miraban de sosla!o.
celebridad= de la noc-e a la maana, lo agradec í casi eclusi$am ente por mi madre era mi regalo para su $oracidad. 6ambién fue para ella mi pensamiento cuando tu$e la car%tula de mi primer disco en las manos. #ien por ella, me dije. 3odría -aber dic-o, lisa ! llanamente, bien por su arribismo. 3ero... no es nada f%cil para una -ija reconocer los defectos de su madre, menos uno tan feo. 'n mi opini/n, le -e retribuido con creces. o me siento en deuda con ella. 3rimero fue el canto. ( luego, lo que coron/ todas sus ambiciones &ndrés. 2u! en el fondo, pienso, la fama sola no le bastaba. 'ra la suma de esa fama con el prestigio lo que la lle$aría, por fin, a la serenidad. ( eso le regalé al casarme con &ndrés Valdés. 3or fin la -e -ec-o feli". J por fin 5a no me paso ninguna película somos nuestros padres 5 las circunstancias ue nos toc) vivir, nada m@s. ("es7s 6errer 5 Marta Aliaga, el 6estival de la anci)n de !i1a del Mar.< 3a suma de lo ue nuestros padres pusieron allí 5 lo ue se =a moldeado a trav8s de las circunstancias. +ada m@s. uando le insinu8 esta idea a !ioleta, =ace a1os, ella me pregunt) CEntonces, los maridos 5 los =i;os, ue se supone nos definen tanto,Circunstancias ?u8 seríanD Crepliu8C, nada m@s ue circunstancias. 133 134 #. !ioleta. !ora5n maldito in miramientos% s*% sin miramientos !iego% sordo y mudo 3e nacimiento% s*% de nacimiento "e das tormento. !ioleta, casi la otra mitad de mí misma, =a cometido un asesinato. !ioleta fue llevada a la c@rcel. !ioleta fue m@s tarde a2suelta. !ioleta parti). Se me4clan una con la otra nuestras =istorias. :o5 llego a la sorprendente conclusi)n de ue so5 5o uien depende de ella, 5 no al rev8s, como pens8 muc=as veces. !ioleta mat) 5 se salv). Entonces, eNactamente a=í, comen4) mi descenso. 3leg) el verano, 8se de fines del -', pero 5o seguía en el invierno, en mi propio invierno interior del ue no =e vuelto a salir. uando !ioleta parti), sentí ue el mismo material del presente construía mi porvenir 5 ue 8ste no me traería ning7n crecimiento. 3as eternas ganas de !ioleta de impulsar futuro partieron con ella. Ja no =a2ría vo4 alguna ue me di;era "osefa, "osefa, Himaginemos lo venideroI Ja nadie me pediría ue de;ara mi pensamiento a la deriva. J cuando alg7n día, alg7n día de los días, me preguntara ?u8 rastros te =a ido de;ando la vida, "osefaD, 5o no tendría respuesta. Me lo di;o ella ser@ d82il todo lo ue no encuentre sitio en tu cora4)n. Si lo ue !ioleta me de;) en prenda fue eso, mi cora4)n est@ vacío. *nmune para asumir ninguna realidad, como diría el fil)sofo, por estar al margen de las utopías. ? S debo entender que la prenda de Violeta fueron sus duelos, que le dieron por fin cauce a los míos? Debí desapegarme de todo lo que derrotara la energía, ! no pude. 's que el demonio inquieto, ése que la poseía a ella, se prend/ de mí. 135 ualuier cosa para ella, menos la trivialidad sin so2resaltos. Así fue su ;uicio. Tenías ra4)n, !ioleta, al citar a :ern@nde4 menos tu &ientre% todo fue oscuro. Jo nunca =a2ría apro2ado un eNceso seme;ante el asesinato. Eso =a =ec=o ella. Fecuerdo =a2erle preguntado, mu5 seria, a Andr8s CEn el estricto sentido de la convenci)n, ?no te parece ue !ioleta es francamente inmoralD CPuede ser Cme respondi)C, pero no es 8se el sentido ue prima en mí. Sin em2argo, el tiempo 5 los =ec=os me =an llevado a concluir, luego de anali4arlo muc=o, ue toda mujer)en el límite, entrando en el desborde tan temido) es capa" de matar a su -ombre. (, ante mi asombro, no fui la 8nica que lleg/ a esa conclusi/n. 0a sociedad c-ilena se alborot/ bastante con este asesinato. 5i -ubiese pasado en una poblaci/n marginal, coment/ Violeta m%s tarde, -abría sido un caso m%s. ( es cierto. 'l escritor conocid o asesinado por una mujer profesional, >de colegio caro=, como dijo mam%. adie qued/ indiferente. +
De la sangre le fluir%n letras ! líneas. ( si t8 eres su madrina, *ose, también notas musicales. 5er% un artista mi -ijo.=J Aparte de Andr8s Csu a2ogadoC, "acinta fue la primera en verla. Me cuenta ue =a =a2lado con su en la c@rcel. !ioleta le =a pedido ue lo mantenga la confian4a en madre ella, a pesar de lo ue =a =ec=o. ?onfian4aD "acinta la mira con dure4a. Pero luego de una pausa, 136 resistiendo esos o;os implorantes, le responde L+o tengo m@s remedio. onfiar8 en ti tan s)lo porue en la vida =a5 ue confiar en alguien.3 "acinta no uiso volver a pisar la casa de la calle Gerona. L+o puedo mirar nunca m@s la puerta de mi dormitorio, di;o. Aunue estuviese instalada donde su a2uelo, mi casa fue su paradero cotidiano, de mis andante padres cuando desapareci) a5etana. como or;a para pas)!ioleta a serlaelcasa ca2allero de esta princesa desvalida, ue tuvo ue vivir, adem@s de sus propios dolores 5 los de su madre, el acoso p72lico 5 los correspondientes insultos 5 =umillaciones. na editorial avispada pu2lic), con la rapide4 de un ra5o, la novela de Eduardo. Esto contri2u5) a la pu2licidad del caso 5 no =u2o un solo escritor ue apo5ara la causa de !ioleta. Todos, como gremio, la maldi;eron, salvo un par de mu;eres. +o necesito eNplicar el 8Nito de la novela del autor asesinado. Por fin logr) de;ar de ser el narrador del maremoto de orral 5 volvi) a ser leído por todo el mundo. Si Eduardo lo =u2iese sa2ido, ui4@s le =a2ría pedido a !ioleta ue lo matara antes. Fecuerdo la noc=e en ue Andr8s se encerr) en el escritorio para estudiar la defensa de !ioleta. A las dos de la ma1ana entr) al dormitorio con una mirada triunfal. C"osefa Cme di;oC, =e revisado c)digos 5 le5es =asta la saciedad. J es un poeta el ue me =a dado la respuesta. +ada menos ue S=elle5. 0ice LEl gran secreto de la conducta moral es el amor. Esa fue la t)nica. El caso de !ioleta pas) a ser un paradigma para todos los sectores. Todos sacaron la vo4. Muc=os apo5a2an racionalmente a !ioleta, pero nadie uería estar con ella. Era una rara ocasi)n en la cual todos tenían alguna 2andera ue levantar. 0esde las feministas, ue encontraron el perfecto enca;e para denunciar la opresi)n masculina so2re las mu;eres, =asta los antidivorcistas, ue consideraron ue la me;or defensa contra el a2uso, el maltrato 5 el crimen era la familia 2ien constituida. Si esta tragedia le =u2iese sucedido a una mu;er popular, la crítica =a2ría sido m@s 2enigna. Entre los sectores m@s conservadores, el tema central fue la li2eralidad de las costum2res en las capas intelectuales. =oca2an entre ellos, pues los antia2ortistas Caunue les repelía la imagen de !ioletaC no se atrevieron a condenarla =a2ía actuado, despu8s de todo, para salvar al =i;o de su vientre. 3a misma *glesia at)lica pidi) mesura en la pena mal ue mal, ella =a2ía defendido una vida. 3os organismos del Estado =a2laron de la violencia intrafamiliar. todos, tenían algo ue decir, 5 muc=as veces esos Todos, Lalgo a2solutamente eran contradictorios. 137 3a prensa =i4o lo su5o. El sensacionalismo no tuvo límites. Gracias a 0ios, nunca tuvieron acceso directo a !ioleta. Trataron, por tanto, de llegar a mí. 3es fue p8simo. El primer síntoma de la reacci)n de las mu;eres fue la aparici)n de una importante intelectual en la televisi)n, en un programa de alto rating, diciendo >Violeta Dasinski -abl/ desde la camisa de fuer"a que es el lenguaje de nuestro género.= LHVioleta mata por la $ida=, fue el grito de muc-as mujeres enardecidas ante los tribunales, -asta donde -abían lle$ado pancartas eigiendo Libertad ara )ioleta. nas soci)logas ela2oraron la siguiente tesis lo ue le sucedi) a !ioleta 0asinsBi fue ue ba8 la guardia% como siempre les sucede a las mu;eres en el momento en ue la plenitud de lo femenino las invade. na importante revista femenina apareci) con el siguiente titular L!ioleta 0asinsBi no s)lo =a invadido los 2astiones masculinos en el proceso los est@ transformando. na =istoriadora mu5 prestigiosa se fue a los orígenes 5 denunci) desde allí L?o nos cont/ el propio Vicua 2ackenna que el punto de partida de la educaci/n moral e intelectual de la mujer c-ilena durante la
la -ec-i"ada=. Jo gira2a ;unto a la ma1ana, imaginando su prisi)n. ?)mo son las madrugadas de !ioleta en la c@rcelD 6ue siempre o2sesiva con los amaneceres. Ja no la enti2iar@ el tu2o del 2a1o de la casa del molino. n ulmo en flor. HSi pudiesen sus o;os mirar un ulmo en flor camino a Puerto 9cta5I. Por fin pude verla. Me dirigí al paradero '& de !icu1a MacBenna, a la @rcel del uen Pastor. Era un cuarto c=ico, =7medo 5 desnudo, 5 s)lo =a2ía dos sillas, una frente a la otra. !ioleta da2a la espalda a la puerta, enfrentando la silla vacía. Se levant) al verme. +os miramos un instante, anonadadas. A2rí los 2ra4os Cven, !ioleta, ven, grita2a por dentroC, la envolví, apret@ndola, su;et@ndola. C*2a a violar a "acinta... i2a a violar a "acinta... 5 la pie4a de "acinta esta2a vacía... 5o no sa2ía... 8l i2a a violarla... CJa s8, !ioleta, 5a s8. +o tienes ue eNplicarme nada. 3e tom8 la cara con mis manos, necesita2a mirarla. 6enía el pelo tomado -acia atr%s. 'staba p%lida ! ojerosa, ! si nunca us/ muc-o maquillaje, a-ora su cara se $eía la$ada, sin un solo artificio. Vestía sus faldas largas, como siempre, pero sin aros ni pulseras ni collares. 5/lo el anillo de la piedra cru", con el que no ces/ de jugar los die" minutos que dur/ la $isita. 3arecía no estar a-í. ( supe que no era ella la que -abía partido, sino su nostalgia. o la culpé. 6us ojos, Violeta, se equi$ocaron de cielo. 2e -abl/ de su ra"a maldita. 138
2e cambiaron el personaje=, me respondi/, desconcertado, >eres otra, nunca -abías reaccionado así por nada ni por nadie.= >#ueno=, le sonreí, >7quién dijo que era tarde para empe"ar?= 3ara &lejandro so! lo m%s importante de su $ida. ( como ésta no es justa, él es s/lo uno m%s en la $ida mía. inguna simetría.
#uena parte de este disco es sobre los la"os.= uisiera -acer mías sus palabras. o -ablé m%s. 5/lo canté. unca se -abía escuc-ado, $endido ! publicitado tanto un disco mío. La cantante y la asesina, decían los diarios sensacionalistas. 3or primera $e", la palabra comromiso se lig/ a mi canto. (o, que la -abía e$itado cuidadosamente. 3ara el re$erso de la car%tula elegí el teto de Violeta 3arra que encerraba todo el sentido del %lbum. /o no tomo la guitarra por conseguir un aplauso% yo canto la diferencia que de lo cierto a lo falsoJ de lohay contrario no canto. 141 3o ue no le mostr8 a Andr8s, ni a nadie, fueron dos =o;as ue euivocadamente se le desli4aron a !ioleta entre las canciones ue me envi). Era su letra, su conocida escritura, copiando unos poemas uec=uas. Su título esta2a en am2os idiomas ank 'ay !(rcel perpetua ?;ara esto% ;adre% "e has engendrado @ ?;ara esto% "adre% me has parido... @ !(rcel corrupta 3e&ora $Coh% pecadoE "i solitario cora5n... ?"i cora5n@ C2e aqu* mi canto de e7piacin% !asa de los cauti&osE C!asa de las cadenas% 3ame la libertad...E En la segunda =o;a, 2a;o el título 5ara$i, Violeta escribe una eplicaci/n LSeg7n Oaman Puma de Avala, el delincuente, ue era suspendido de los ca2ellos en el 2orde de una pe1a llamada yaAarBqaqa Ipea de la sangreJ, eperimentaba el cruel castigo entre eclamacio nes de dolor, -asta morir, ! en esos 8ltimos momentos de su $ida cantaba tristemente un haraAi elegíaco, in$ocando a las a$es de presa para que le -icieran la gracia inmensa de a$isar a su padre ! a su madre.= C;adre cndor% ll4&ameE C2ermano halcn% cond1cemeE CA&*sale a mi madre Due ya estoy cinco d*as in comer Ni beberE ;adre mensa8ero% Lle&a mi mensa8e anota "i &o5 caminante "i cora5n. 142 CLl4&ame a mi padreE CLl4&ame a mi madre...E 0espu8s del nacimiento de Ga2riel, de auel verdadero milagro, !ioleta fue a2suelta 5 puesta en li2ertad. Parti) de inmediato, con su ni1o en 2ra4os tom) un avi)n a M8Nico 5 prometi) ue nos avisaría su destino final. 3e pidi) a "acinta que la esperara mandaría a buscarla mu! pronto. ( así, la doncella sepulcral despeg/, desarrancando. 143 $. +o es ue 5o fuera una persona f@cil, no. So5 una mu;er f)2ica. Antidepresivos en ínfimas dosis, para toda la vida. Al menos no tienen efectos colaterales. 3as fo2ias no se vencen. S)lo se aminoran. 3a cerra4)n de puertas al mundo ue =e =ec=o, ?no es una fo2ia m@sD Fecuerdo un relato de !ioleta, una ve4 ue me defendía frente a Pamela, una amiga com7n. Todo porue ella me =a2ía =ec=o la siguiente pregunta LEn el fondo, "osefa, ?odias al mundoD J 5o le respondí, ta;ante LEn el fondo 5 en la forma, uerida, sin empac=o. C+i siuiera podemos detestarla de frente Cse ue;a2a Pamela delante de !ioletaC, porue tiene suficiente dolor a cuestas como para ue la perdonemos. HMe carga la gente eNitosa con pasados tristes, porue una se in=i2e de odiarlasI C?Pero no te desarma su franue4aD Cle =a2ía preguntado !ioleta. CEs verdad, Hpero tan autocomplaciente ue es con su propia neuraI 0ime t7 lo 2ien ue le =a ido. +o le 2ast) ser la me;or cantante, adem@s se pinc=) al me;or marido. J m@s encima tiene =i;os 2onitos... omo ue le va 2ien en todo 5 se da el lu;o de ser neur)tica. C"osefa es mu5 auda4 Cle di;o !ioletaC, tiene un gran valor ue no todas las mu;eres p72licas pueden mostrar. +o fue inventada por otros, como tantas famosas. Ella se invent) a sí misma. Siempre !ioleta defendi8ndome. omo Pamela, seguramente todas mis amigas pensa2an algo parecido. Pamela era una mu;er estupenda 5 divertida, 5 a veces dese8 su cercanía. Pero 5o esta2a condenada inevita2lemente pro5ecta2a distancia. (*gual le conseguí tra2a;o a Pamela con Andr8s, en su 2ufete. Esta2a desesperada despu8s de su separaci)n 5 necesita2a me;orar su sueldo.< 3uego de ue gan8 el 6estival de la anci)n, me empe4aron a llover ofertas para presentaciones 5 recitales. +o sa2ía c)mo lidiar con tantas 144 cosas 5 recurrí a P=illipe, mi siuiatra. A=í empe4aron las pastillas. :o5 me divierte recordar esas conversaciones telef)nicas, ue 8l, a pesar de ser el m8dico m@s ocupado de Santiago, nunca de;) de responder. CP=illipe, tengo un programa en el anal W dentro de dos semanas 5 uno en el '$ la semana ue viene. ?Ku8 =agoD tomando los Aurori7 =acerte efecto dentro de unos CJa die4 est@s días. Para el programa del 5Wde2erían est@s salvada. ?+o puedes correr ese programa del '$ un par de semanasD CPero, P=illipe, ?c/mo $o! a pedirle al canal que cambie las fec-as ! se adapte a mi p%nico? 5on programas establecidos. )6endremos que cambiar la dosis, entonces. Me di cuenta de ue era Luna estrella la primera ve4 ue vi una fotografía mía sin reconocerla o sea, sin sa2er la circunstancia en ue me la =a2ían tomado, ui8n, por u8, c)mo ni cu@ndo. 3e coment8 esa eNtra1a sensaci)n a una cantante 5a eNperimentada ue fue mu5 c@lida conmigo desde mis comien4os. Estamos sentadas en el living de su casa, ella con una 2ata de gasa 2lanca, el pelo te1ido 5 varios liftings en el cuerpo. 2e parece prototípica ! me pro!ecto en el tiempo no, !o nunca seré así. 2e consuela, me -abla de los -%bitos que se adquieren con la pr%ctica, del entrenamiento es como en cualquier otra profesi/n. >'l 8nico problema, mijita=, me dice, >es que con los aos es m%s lento pasar de un -%bito a otro pero se puede, créeme.= 'stamos en la mitad de la con$ersaci/n ! estira su dedo para apretar un timbre. &parece la mucama. )Crene, las anfetas por fa$or. &l minuto $uel$e Crene con una pequea bandeja de plata. 5obre ella un platito con cuatro o cinco pastillas blancas ! un $aso de agua. )5er$ida, seora. ( desaparece mientras mi amiga engulle con los ojos cerrados es su forma de pararse frente a esta >profesi/n=. Vuel$o donde 3-illipe. 2uc-o se -abl/ de mi estilo, de ese aire -ier%tico que me daba en el escenario mi postura est%tica, pétrea, casi estoica. o fue una opci/n el terror me par/ de ese modo la primera $e" ! !a no pude )ni las piernas ni la columna me lo permitieron) cambiar la pose. &un así, alguna $e" adjeti$aron mi gracia como >andalu"a=.
$ersatilidad=, el modo en que mi $o" se adecuaba a di$ersos tonos como si fuesen genuinamente míos. Lrabé un %lbum de boleros ! dijeron que !o parecía nacida de las -onduras mismas de la &mérica 0atina, como si -ubiese cantado boleros mi $ida entera. ( cuando grabé otro de ranc-eras , lo mismo se me atribu!/ con 2éico. 5í, esa gracia debe ser andalu"a. 3ero mi postura, definiti$amente, no. Fue en ese $erano, el del Festi$al de la
5i empie"a a disminuir=, me dijo, >debes preocuparte si no, debes atribuir este descario generali "ado s/lo a la selecti$idad que $iene con la edad ! que después de todo, *osefa, es un signo de madure".= o -ice la lista, por si acaso. De todos modos, -abría sido mu! corta. omprendí, a poco andar, lo difícil ue i2a a ser ue me tomaran en serio con el canto. Siendo mu;er, Hpor 0ios ue cuesta ue la tomen en serio a una en cualuier campoI Escuc=a2a a Marlene 0ietric= una tarde. Terciopelo 5 ronuera su vo4, 5 ni siuiera en su propia lengua esa leve torpe4a con el ingl8s de las canciones de los a1os treinta, transform@ndose en sensualidad pura. Me interrumpe eleste C+o tenía idea de ue la 0ietric= cant) alguna ve4. CPor favor, si8ntate conmigo 5 esc7c=ala Cle pido 5o. CA5, mam@, tengo cosas m@s serias ue =acer. en mi casa, con un gran equipo de producci/n. 2e n día filma2a un videode ladocumental entre$istaban sobrese el tema de la discriminaci/n mujer en el arte.
(a, todo de nue$o.= (o miro a Hulema con ojos asesinos, pregunt%ndome si se atre$ería a pasar la aspiradora durante una reuni/n de &ndrés. Desaparece. )
6odos mis libros, toda mi m8sica con equipo incluido, mis alfombras, mis cuadros, la -amaca, el paragMero, el ba8l de mimbre.= 3idi/ que regalaran todo el resto ! que
ue *osefa elija alg8n mueble que le guste.= 'legí una alacena, la madera pintada de $erde brillante con dibujos en sus puertas. >'l diseo parece meicano=, me -abía comentado ella, >pero es de srcen polaco, raro como pueden coincidir las culturas, 7$erdad?= 5i la casa se $endi/ bien ! Violeta tiene el dinero, 7por qué trabaja en una mueblería? 's tan poco clara en su carta. 7'st% diseando o usando un torno? 75er% una forma de epiaci/n o querr% aprender alguna técnica? 6odo esto se discuti/ largamente a la -ora de comida. 3or una ra"/n u otra, mi familia se siente duea de Violeta. #orja es el que parece m%s enterado e interesado. 75e escribir% con *acinta sin decirnos? 3ienso en
El infierno son los otros. 157 J cuando vo5 al supermercado 5 so5 mirada ! admirada por las otras mujeres ) que empujan sus carros), pienso, sofocada seora, !o no tengo nada que $er con la fantasía que usted tiene de mí. A5er unos fot)grafos fueron a =acerme tomas especiales para la portada +otriste4a me gusta fotografíen. 3assa2ía fotografías detectande enuna misrevista. o;os una ueue 5o me nunca perci2í no ue la acarrea2a =asta ue este cuento de las fotos empe4). 0ice !ioleta ue ella siempre la vio. A la triste4a. J en las 7ltimas fotos este fen)meno se =a agudi4ado. ueno, los fot)grafos me espera2an en el living 5 5o no esta2a lista. Esto nunca =a2ría sucedido con Mauricio a cargo de la situaci)n. Me enerva la enfermedad de Mauricio, se siente mal todo el tiempo. 0o peor para mí es tener que -acerme cargo de mi imagen sin él, sin su maquillaje, sin su cuidado en la elecci/n de mi ropa. 0o ec-o de menos ! lan"o un par de imprecacione s por su ausencia. 0e pido a Hulema que les sir$a café a los fot/grafos mientras decido qué ponerme.
o est% naT mu! cat/lico, seora.= Vuel$o sobre mis pasos la -ombrera derec-a de la blusa beige, ésa de
sano=. 3asé mi tarjeta de crédito en la caja ! me la rec-a"aron. >'st% $encida=, me dice la mujer. 76ienes que dej%rtelas siempre=, me decía, >son las -uellas del pecado, -a! que mostrar el estigma de la lujuria.= 's raro encontrarme aquí, siempre fue al re$és en tantos aos, nunca antes -e $enido a su casa. 's m%s modesta de lo que imaginé, siendo él una persona tan sofisticada. 'st% mu! delgado, él que jugueteaba con ese cuerpo grande ! lleno, ! que se pas/ la $ida compartiendo dietas conmigo. (ace en cama. +o tolero pasar frío mientras los desarrollados se cagan de calor.= 2e toma la mano. eleste 5a no prue2a 2ocado. AnoreNia, seg7n Andr8s. 3a =e llevado, a rega1adientes, donde P=illipe, ue piensa ue se trata de una depresi)n. or;a =a venido a =a2lar con Andr8s 5 conmigo ;untos. (S8 ue Pamela est@ de via;e. ?Ser@ mi o2sesi)n o es cierto ue Andr8s est@ llegando m@s tempranoD< Mi =i;o no uiere entrar de inmediato a la universidad, cree ue de2e afian4ar sus inclinaciones vocacionales antes de tomar decisiones. +os pregunta si puede pasar un tiempo fuera de =ile, tiene ganas de ponerse a tra2a;ar para ;untar dinero. ?Podríamos nosotros darle una peue1a a5udaD C?0)nde uieres irD Cle pregunta Andr8s. CKuiero via;ar por 3atinoam8rica. Algo me so2resalta, pero lo disimulo. C?Tu intenci)n sería uedarte en alg7n país por un tiempo m@s largoD Cpregunto, temerosa. CSí. :e pensado instalarme en Guatemala. Andr8s lo mira con una sonrisa comprensiva. C!ioleta, ?verdadD CSí. J aunue la madre so5 5o, Andr8s se muestra complacido 5 da su inmediata 2endici)n al pro5ecto. C+o ser@ un a1o perdido, or;a Cle dice revolvi8ndole el pelo, entre 2rusco 5 cari1osoC. J 5o te a5udar8 en lo econ)mico. Me parece ue 2uscar las raíces, conocer los orígenes, 2ien vale la pena. or;a est@ radiante. or;a =a crecido. Ja no es mi ni1o. En cualuier momento ser@ un =om2re 5 estar@ le;os de mí. Miro su pelo largo, sus piernas enfundadas en 2lu5ines asuerosos, un poler)n con +irvana en el pec=o. :an sido in7tiles mis esfuer4os para ue se vista como 0ios manda. 3e compro ropa de las me;ores marcas, pero igual se las ingenia para parecer un adefesio. (3a semana pasada se cas) una so2rina de Andr8s. 3es pedí a mis =i;os ue se arreglaran para el matrimonio, porue sería formal. 3a familia de Andr8s nunca =a podido sacar los o;os de persona, no Sa2ía s8 porperfectamente u8 les impresiona tanto se =a5a casado conmi una cantante. cu@nto nosue o2servarían. LKuiero ue va5an 2onitos, les pedí. Se negaron. L+i por 2roma me pongo tra;e, se resisti) or;a. LJ si pretendes, mam@, ue me vista de raso 171 como t7 en la tele, est@s loca, me di;o
&dem%s, nos da lata ese matrimonio, no tenemos con quién con$ersar, ! todas esas $iejas cuicas nos cargan.= >o $a!amos, mejor=, la alent/ #orja, >cuando la mam% nos obliga a ser amables, no se tolera.= (o me lamento. >o sean malos, no abran la boca si no quieren. 0es prometo no obligarlos a nada. 3ero arréglense, 7qué les cuesta? 5i solamente los quiero lle$ar como adorno.=J Violeta tendr% a #orja, no !o. 6aN a !ioleta 34mosle cr4dito a la &ie8a ignoret0 «La nostalgia ya no es lo que era.» Tengo ue ir a ver a P=illipe. Potencialidades enfermas, me autodiagn)stico. Ga! un elemento de la neurosis femenina que temo especialmente su lealtad al malestar. 5i cede, 7qué espacio deja? Violeta me respondería salir de a-í con a!uda de las diosas, no dejar por nada que una se enamore de su enfermedad. 3edí una -ora oficial, nada de consultas telef/nicas. 6omo el auto ! parto. 2e duele el día, -o! día. 6engo la sensaci/n de que est%n todas a punto de largarse a llorar, las mujeres aferradas a sus manubrios en la lu" roja. 0os %rboles est%n enojados en esta ciudad crecientemente sucia ! gris. 'n la siguiente lu" roja distingo, parada en la $ereda, a una mujer con un c-aleco de tafet%n rojo sobre un camisero floreado. 7. !ioleta vive en la SeNta alle 9riente, pero en la ciudad todavía la llaman por su nom2re srcinal la alle de los Peregrinos. Es una antigua casa colonial, de muros ocres, cerrada =acia afuera, enorme 5 colorida =acia adentro. Al ue entra lo asaltan, inesperadamente, amplios espacios, empe4ando por el cl@sico ;ardín flores de todos colores, plantas eNu2erantes ue no conocemos ni de nom2re en nuestro sur le;ano, pasto mu5 verde, 5 alg7n @r2ol grande en un costado, en este caso un cedro. 0e los cuatro muros ue componen este gran rect@ngulo, s)lo uno no est@ construido con los corredores amplios 5 amo2lados el ue al2erga la fuente de agua. C3a 7nica diferencia entre la aruitectura antigUe1a 5 la espa1ola es ue auí las fuentes no est@n al centro del ;ardín, sino adosadas a un muro Cme eNplica !ioleta. El color del estuco es ro;o, ese ro;o colonial ue no llega a ser terracota. El muro de la fuente es 2lanco, con una línea del mismo ro;o atraves@ndola en el 2orde, en su mismo nacimiento. El agua se corta s)lo de noc=e. Miro el n7mero de puertas ue dan a los corredores. C?Ku8 =aces con tal cantidad de pie4asD C le pregunto, casi con envidia. Fecuerdo la casa de la calle Gerona 5 ella dici8ndome nunca so2ran los metros cuadrados, nunca. Me se1ala el corredor, a la i4uierda del gran port)n. CEs f@cil, no te vas a perder. Toda esa ala es nuestra de o2 5 mía. Este pa1o, frente al muro de la fuente, es espacio com7n. 0etr@s de la cocina est@n los servicios, ue inclu5en un lavadero de piedra, de los tradicionales, 5a lo ver@s. Tierna odia la lavadora, le gusta lavar so2re la piedra. Avan4amos =acia el ala derec=a, la de los ni1os 5 los invitados. Mientras me va mostrando los dormitorios de "acinta 5 del peue1o Ga2riel, una guitarra uname silladigo en la pie4a de "acinta. diviso n escalofrío no inclinada la tocar8 so2re ;am@s, casi eno;ada. Avan4amos, o2servo a !ioleta se desli4a so2re esos espacios como un cuerpo ue se siente a sus anc=as. 3e cuelgan del escote sus eternos 179 anteo;os La lo Mia 6arro, como los llam) a1os atr@s, 5 ella conserva esa mirada le;ana 5 distraída ue le da el astigmatismo. J aunue me =an dic=o ue en Antigua nunca =ace frío, mantiene el =@2ito de vestirse con colga;os diversas 5 ricas telas ondulan a medida ue camina, sea a manera de 2ufanda, de pa1uelo, de cintur)n o de manta. Metros cuadrados de espacios casa, metros de tela so2re el dormitorios, cuerpo a2undancia diversidad de 5 teNturas. Entre am2os una salita5 so1ada, con patio de lu4 todo en piedra, ilumina el sector. C?( de quién es esta pie"a? )paso del dormitorio de Labriel a otro, e$identemente $aronil. )De &lan, el -ijo de #ob. Viene a $ernos dos o tres $eces al ao. 's como de la edad de #orja. Veo algunas prendas conocidas sobre la alfombra, pero m%s que las prendas recono"co esa forma de tirar la ropa al suelo. C?Auí alo;a or;aD CSí. omo est@ vacía casi todo el a1o, los amigos de "acinta la ocupan. Pero vamos al fondo, uiero ue cono4cas tu dormitorio. C?Es el Ldormitorio oficial de alo;adosD C3l@malo así. Pero pens8 en ti 5 en Andr8s al arreglarlo. *magínate la emoci)n ue siento, Hpor fin lo vas a usarI !eo mis maletas. ?Kui8n las 2a;)D +o puedo de;ar de tenderme so2re esa cama invitadora, anc=a, adosada a dos gruesas columnas de madera. CAparentemente es espa1ola, del siglo pasado. Si el anticuario ue le consigue los mue2les a o2 es serio, dormir@s so2re una reliuia. 3as puertas est@n a2iertas =acia el corredor 5 respiro el olor de las plantas. Entonces descu2ro en mi velador una rara flor, es rosada 5 sus =o;as verdes son gruesas, firmes 5 erectas. C?Ku8 es esta maravillaD +unca =e visto una igual. CEs una oruídea, su nom2re es cattleya. De esta "ona 0as orquídeas se dan mara$illosas por aquí. 2e le$anto, conmo$ida. &bra"o a Violeta. )'res la de siempre. 0os pequeos detalles... 5onríe. 5e $e tan bella. o -a en$ejecido, no tiene ni una arruga m%s que -ace tres aos. 6ampoco canas. )Ven, te quiero mostrar mi parte. )'spérate, déjame mirar el bao )abro esa puerta ! me encuentro con un bao entero de ladrillo ! cer%mica pintada, como s/lo -e $isto en 2éico o en 5e$illa. ;na antigua $iga de madera oscura pareciera sujetar el sector de la tina que, por cierto, lle$a también una línea de cer%mica. )+'s precioso, Violeta 6iene que -aberles costado una fortuna arreglar esta casa. )#ueno, la de Auoa se $endi/ bien, 7te acuerdas? +'ra tan linda
Cmagínense=, -abía dic-o, >la $ictoria de 'stados ;nidos contra #rasil en el día de su fiesta nacional. +el tiempo de los discos rumanos=. Violeta ! los nios reían cuando se abri/ la puerta de la cocina. (o ni miré, pensando que era 6ierna. 0a epresi/n de Violeta cambia, se le$anta de su silla. 2e do! $uelta ! $eo a un -ombre que abra"a a mi amiga. o, no es #ob, las fotos dicen que #ob es rubio. 'ste es moreno, latino a todas luces, alto, cuarent/n, algunas -ebras grises en su pelo peinado -acia atr%s, en una cola de caballo. )*a$ier )Violeta parece mu! complacida. )3ido perd/n por la interrupci/n, $eo que a8n est%n desa!unando. )7
-ola= desaliad o ! termino momento m@s adecuado para ser prese mi !ogur. )+3uc-as que es famosa mi mam% )comenta #orja). Gasta aquí la conocen. )0legué en la mitad de algo )dice él), por fa$or sigan... 7'n qué estaban? )'n los discos rumanos )contesta *acinta. )7ué es eso? 7&lg8n nue$o grupo de rock? Violeta le cuenta la -istoria, todos los detalles repetidos ! !o al medio, sintiéndome una tonta. Nl se di$ierte con las descripciones ! me mira con otra cara parece $erme como !o, no como la cantante. CPuedo contarte m@s tarde un par de an8cdotas de la ni)n Sovi8tica de esos tiempos, cr8eme ue te =ar@n reír Cdice dirigi8ndose a mí. C?Tam2i8n estuviste por esos ladosD C?ENiste alg7n intelectual ue se precie, en nuestra generaci)n, ue no =a5a tenido alguna eNperiencia con el campo socialistaD Ja, entendí ue 8ramos de una misma generaci)n, ue era efectivamente un intelectual 5, si era tan cercano a o2, de alg7n peso específico. J nos empe4@2amos a caer 2ien. Pero igual me levanto para duc=arme. C?A u8 =ora estar@n desocupadasD C"osefa est@ li2re, 5o lo estar8 a la =ora de almuer4o C!ioleta, pro2a2lemente, piensa en la posi2ilidad de ue este =om2re se =aga cargo un poco de mí 5 la aliviane. C?Kuieres salir conmigo, "osefaD ?:as visitado 5a las apuc=inasD C+o, todavía no. C?J =as tomado el caf8 del pera? CTampoco. C?J =as visitado la galería El SitioD Me reí avergon4ada. CTampoco. Rl mira a Violeta, di$ertido. C?En u8 =as tenido a tu amigaD ?3a =as encerradoD CSalgan ustedes Csugiere !ioleta, contentaC 5 ;unt8monos a almor4ar en el af8 del onde. Tengo anto;o de comer pan de maí4 5 el quiche con al2a=aca. Al salir de la duc=a me sorprendí 2uscando alguna Ltenida. :asta jeans, pareci8ndome ue parte ese node meeste =a2ía sacado de lamomento reparaci)n via;e era ellos no vestirme ni pensar en el tema. Encontr8 un vestido de algod)n color lila Ccomprado ;ustamente en AntiguaC, largo =asta los to2illos, 5 me plant8 encima un c=aleco de 217 seda sin mangas, como lo =a2ría =ec=o eleste. Kueda2a 2ien 5 me da2a una cierta nota ;uvenil. Mientras me arregla2a 5 el espe;o insistía en devolverme a este cuerpo ue uiero poco, pens8 con envidia en las personas ue se sienten 2ien consigo mismas, ue no gastan energías en disimular tal o cual rasgo 5 se encuentran a sus anc=as en el 7nico envoltorio ue !ioleta estienen. una mu;er ue est@ 2ien dispuesta con su cuerpo se desprende de mirarla despla4arse por la vida. Jo no siempre me =e sentido inc)moda en mi piel. !ioleta fue linda desde c=ica. reci) contando con eso 5 para ella nunca fue una preocupaci)n. El descuido en su adulte4 s)lo revela lo ue nunca me sucedi) a mí. Jo tuve ue in&entarme. Fecuerdo con nostalgia la casa del molino como el 7nico lugar en ue me =e de;ado ir. El pan amasado, las mermeladas de guinda 5 los uesos de Ensenada =aci8ndome sentir una mu;er normal, una mortal cualuiera. 0e vuelta a Santiago me encerra2a en mi pie4a por cuatro días, llena de f@rmacos para soportarme a mí misma 5 a la fero4 dieta ue comen4a2a el primer día no comía m@s ue papas cocidas el segundo, solamente pollo cocido el tercero era carne 5 s)lo carne 5 el cuarto, pl@tanos. Toma2a litros 5 litros de agua 5 perdía líuido como nunca. A pesar de las sofisticadas dietas a ue me sometían los m8dicos, 5o me inclina2a por 8sta, primitiva e incomprensi2le desde el punto de vista científico. Al cuarto día C siniestro cada uno de esos díasC =a2ía perdido matem@ticamente tres Bilos. Entonces se ac=ica2a mi est)mago 5 empe4a2a el a1o 5 la normalidad comiendo casi nada. Soporta2a ser o2servada Csiempre 5 en todo lugar los o;os de la gente so2re míC 5 mi conciencia del cuerpo galopa2a ;unto con la avide4 de esas miradas. J cuando me someto voluntariamente a ellas, cuando de2o pedir a trav8s del escenario o de la pantalla ue me miren, tengo ue pasar por el suplicio de las miles de cremas, los pota;es de todo tipo con diferentes finalidades, mauilla;es malsanos, aceites, fa;as. Esa ve4 ue !ioleta me acompa1) a un 6estival de la anci)n Cuno al ue fui como artista invitadaC, ued) =elada en mi camarín al presenciar todo este proceso. LPero "osefa, eNclam) con desesperaci)n, LHte arman cada ve4, te recortan 5 te vuelven a instalarI Pienso ue el mundo entero est@ lleno de gordas ue uisieron otra suerte para ellas ninguna es voluntariamente así, 5 tienen la vida perdida, tantas puertas cerradas por un pro2lema aparentemente tan inocuo centímetros de m@s. 3o delgado como el valor supremo. ?Ku8 nos pas) ue llegamos a esta demencia cultural ue somete al oc=enta por ciento 0e2eríamos de las mu;eres la preocupaci)n, la atr%s. contenci)n, a la represi)nD =a2era asesinado a la Tigg!aaos 'n &ntigua nadie me conoce. #endita sea.
la &ntigua=, capital de Luatemala -asta el famoso terremoto de 1KKX. Esta mu;er semi=ere;e, con tanta am2ici)n comosalva;es, pasi)n, venida desde la f8rrea, sofisticada corte espa1ola a estos p@ramos ?cu@nto amaría a esta tierraD ?J le respondi) la tierra a su amorD Pienso, ?le =a2r@ valido la penaD El volc@n no la uiso, no, eso est@ consignado. 227 C3a =istoria rumorea ue ella =acía pactos con los dioses de los indígenas. C?3e =a2r@n ser$ido? *a$ier me mira entusiasmado ! me propone CENiste un maleficio ma5a ue puede serte 7til. C?0e se trataD CEs elu8 =ec=i4o de las velas negras. Se prenden para aniuilar al enemigo. Pero de2es estar mu5 segura al =acerlo, 5 desear con fervor la destrucci)n de tal enemigo, pues a partir de ese momento t7 pasas a ser vulnera2le a los =ec=i4os 5 5a te los pueden =acer a ti. eatri4 se arriesg). ?Est@s dispuestaD Pienso en Pamela 5 la tentaci)n me asalta. El cuerpo me tiem2la, no tengo la fortale4a de e atri". )+o 3as paredes 5 los cortina;es negros me pue2lan =asta mi llegada al concierto. !ioleta =a insistido en ue venga, dice ue es un regalo para mí. Siento una cierta confusi)n entre el 2lanco al2o de la antigua niversidad de San arlos Cla primera de entroam8ricaC, Telemann 5 el o2oe detr@s del violinista, la !irgen de Guadalupe, oscura so2erana vestida de verde 5 dorado, siempre oscura su te4 so2re el 2lanco de los arcos calados, como si fueran de merengue s)lido, =asta el cielo de la 2)veda de la universidad 5 sus cornisas de crema de =antill5. Empie4a el solo del violonc=elo Cdifícil instrumento, el ue menos amo del 2arrocoC 5 no s8 d)nde esto5, de nuevo no s8 u8 =ago auí. Miro a mi derec=a 5 me encuentro con la claridad de o2 lo cono4co =ace apenas tres días, pero me parece un miem2ro uerido de una familia de siempre, de mi familia. 3uego, a mi i4uierda, la mirada reaseguradora de "avier, el pelo gris en su cola de ca2allo, sus manos finas 5 oscuras 5 ese cuerpo el@stico como si fuese un cuerpo amigo, un cuerpo a punto de pasar a la intimidad. 0efinitivamente, esto5 sa2iendo poco de mí misma. Es todo tan nuevo, 5 sin em2argo pareciera =a2er vivido en mí desde siempre. 0espu8s del intermedio anuncian cantos guatemaltecos de mediados del mil setecientos. Aparece una cantante, =ermosa, morena, de2e tener mi edad, 2ien armada en su vestido de raso color t8 con lec=e. Su vo4 se al4a en un 2arroco ela2orado, ornamentado, compuesto por este pue2lo mientras ac= 5 Telemann =acían lo su5o en paralelo. Tiene deme c@ntico 5 comien4a a cosuillearme est)mago. !ioletaalgo 5 ella devuelve la mirada, ?esperan4adaDelSa2e lo ue Miro est@ a a punto de sucederme, es m@s, sospec=o ue lo planific) para ue me sucediera. Terminado ese c@ntico en el ue la morena llama a "es7s, 228 anuncian un son c=apín, menos sagrado, m@s alegre, c=ispas en los o;os de la cantante, centellean, su maravillosa vo4 entona Lgitanilla viene, gitanilla va, gitanica ue viene 5 ue va..., algo me invade, uiero cantar con ella. LGitanico =ermoso, @ngel celestial, en dulce armonía les =acen =a2lar, morenica del sol m@s =ermosa... na fuer4a conocida me recorre, como si la sangre desde los =asta laspunto vísceras Lue 2ailan graciosos al son=irviera 5 al comp@s. Menervios concentro a tal ue respiro ;unto a la morena cantante, entro el est)mago al mismo tiempo ue ella, la sigo como si sus cuerdas vocales 5 sus venas fueran mías. Termin) el peue1o recital con una vie;a canci)n, Los negros de Buarangan6. on mis pies 5 mis sienes latiendo al comp@s, viva 5o, viva con vida antigua, mía tam2i8n, americana, me arrasan ansias inesperadas e inmensas de apropi@rmela. *nstintivamente a2rac8 a !ioleta a la salida. C*ntu5o ue tienes muc=o ue =acer Cme di;oC. Ja te =e adelantado camino. na amiga, 3avina, investiga canciones antiguas. Kuiero ue la cono4cas. !a a 2uscarla, me la presenta ! fijamos una cita. 3isando los adoquines de la salida de la uni$ersidad, me alejaba, quemando lo que recorrían mis pasos, dejando atr%s, difuminando. reo ue fue culpa del recital. 0el son, del comp@s ue agarr) mi cuerpo, de la cantante morena ue me eNorci4), de 3avina ue me tent). +o volví con !ioleta 5 o2 a casa. Me fui directamente al :otel asa de Santo 0omingo. Tam2i8n fue culpa de ese lugar, de ese convento en ruinas ue =an levantado como =otel. omo le di;e a "avier, tengo la certe4a de estar pisando uno de los lugares m@s 2onitos del mundo. 6rente a la misma c=imenea de co2re repu;ado, pedí la misma margarita de =ace tres noc=es. "avier me pregunt) por dos cosas por mi tesoro C ?cu@l eraDC 5 por mi fantasía. 3as preguntas de "avier s)lo me dicen ue mi intuici)n es correcta. Kue con 8l la vulnera2ilidad no importa es un =om2re no2le, no de2o temer. Kue =e caído en 2uenas manos. +o ser@n 2ruscas sus manos, no dar@n tormento, s)lo acoger@n. Si =e de lan4arle un dardo a Andr8s, ue al menos valga la pena el =om2re por el ue se lo lan4o. C?:as pensado en el foso medieval como un sím2olo de li2ertadD Cle pregunto. C+o. Pero esto5 a2ierto a pensarlo, si me convences. )75abes, *a$ier, que a nosotras las mujeres nos -an enseado a temerle a la soledad? CEso sí lo sé. )os quisieron encerrar en castillos con fosos, sola la torre, sola el agua la gran pesadilla, nosotras adentro. 5olas. 3ero nos mintieron, en esto como en tantas cosas. 3orque, aunque el foso atemorice, nos guarda en la soledad. 229 5i bien la libertad para los -ombres comien"a lejos del castillo , en el aire ! su $elocidad, la mía, aunque pare"ca etrao, me la da el propio foso. 'l foso cuida el tesoro, se interpone entre el mundo ! él. $?9u tesoro es tu soledadD CSí Ccontesto seria. 2e mira, una pi"ca de di$ersi/n en los ojos. nd-al. C3a es austera, se1or mío, como di;o Ste )5í queverdad lo es. C?J tu fantasíaD e2o un sor2o de mi trago, este =om2re no me da respiro. Pero escuc=a. HKu8 =ermoso 5 eNtra1o puede ser un =om2re ue escuc-a )7Viste la película Lily Marlene7 C?3a de 6ass2inderD Sí, la vi. C:anna Sc=5gulla, 3il5 Marlene vista con los o;os de 6ass2inder. Eso uerría ser. Toda la am2igUedad en esa canci)n. 3os oídos atentos en las trinc=eras. 3os grandes auditorios iluminados 5 aterciopelados, el poder flotando en el aire ue 3il5 respira. El 6U=rer la =ace respirar entregarse es m@s corto 5 m@s f@cil 5... puede ser 2ello. El re5 5 los esclavos, el 6U=rer 5 los soldados, todos escuc=ando esa vo4, trag@ndose cada nota. J los otros, los soldados de la trinc=era opuesta, tam2i8n ellos escuc=an, tam2i8n la adoptan 5 la veneran en la fragilidad de la noc=e de guerra. 3il5 Marlene para todos, cu2ri8ndolos. 3il5 Marlene all@ 5 ac@ el 7nico neNo entre todos los estamentos en esa guerra, lo 7nico ue =ermana a los soldados de am2os 2andos, a esa =ora de la noc=e cuando irrumpe su vo4 5 la canci)n los envuelve, los atrapa, los retiene a todos por igual, ;ugando a ser la depositaria de todas las nostalgias 5 las penas de un soldado, ue al fin son las mismas ue las de su =ermano, el soldado enemigo. Todo por el poder de l canto. )Difícil mujer)murmura *a$ier. CA=ora te toca a ti tu fantasía, tu tesoro. C?Puedo ser contingente, inmediato 5 poco serioD ?Me das permisoD CPor favor, adelante. C3a 7nica fantasía posi2le, no me viene otra a la mente, es amarte esta noc=e. CPero c)mo, ?a eso lo llamas poco serioD Cdemuestro aplomo para ganar tiempo. CMira, "osefa, t7 =a2laste de tu foso a=ora te =a2lar8 del po4o mío. ada ve4 ue esa pala2ra me viene, pienso en las relaciones =umanas. n po4o sin fondo. El 7nico po4o sin fondo de todos los ue =a5, sin tope conocido ni especificado, s/lo sus aguas $iscosas. )*a$ier, aquí la escéptica so! !o. C!ivo atormentado por esa viscosidad. Entonces, cuando me encuentro con la ti2ie4a, la recono4co de inmediato. J me parece un crimen largarla, dejarla ir. 230 )0a tibie"a... no es que abunde, en realidad. 's un lujo raro. En un minuto se me vinieron encima, como una avalanc=a, todos los ingredientes ue =an compuesto mi vida estos 7ltimos a1os. Se enfrentan a esta ti2ie4a. ?Son compati2lesD Pienso en mis afectos entur2iados, en mis relaciones 5a no inocentes, en las envidias, las ra2ias, las luc=asmi pordesenfrenado el poder o el individualismo, prestigio por lami fama. 0etr@s vienen el pragmatismo, am2igUedad, mi miedo a disentir, mi autocensura... 5 todo ello reposa en una aterradora dimensi)n de mortalidad. (!eo el tedio . !ioleta, por primera ve4, nunca =a2ía tenido tiempo de verlo. Kueda tan poco tiempo real. ?Para u8 desec=8 lo in7tilD Total, ?para u8 todo si nos vamos a morirD< C+o te angusties, "osefa 6errer, 5 asumamos de una ve4 este impulso animalesco de los dos. ?Eso es? 2entira. unca es solamente eso. C!amos Cle digo. 3os muros de las =a2itaciones del Santo 0omingo tienen un color indescifra2le es 2lanco, es crema, es c@scara, es manteuilla. CApaga la lu4 Cle pedí, con vo4 de pocas concesionesC. :ace muc=os a1os ue no =ago el amor con otro 5 no esto5 en edad de =acerlo con la lu4 prendida. "avier se ri/ ! la apag/.
. En estos días se cele2ran veinticinco a1os desde ue el =om2re pis) por primera ve" la luna. 3ero no es estrictamente eso lo que me interesa. 's algo que dicen las noticia s sobre el 8ltimo fragmento de un cometa que se estrellar% contra *8piter. &!er, o antes de a!er, cuatro fragmentos brillantes se estrellaron contra ese planeta. 6res !a lo -abían -ec-o los días anteriores. 'l brillo fue tan intenso que satur/ los instrumentos de obser$aci/n. 5e generaron resplandores. orro donde Violeta. Escuc=o el apaciguador ruido de una domesticidad ue flu5e, ue anida. Entro a la cocina. Tierna me informa ue !ioleta =a ido a San "uan del 92ispo a 2uscar unas telas. C+o tenga pena, volver@ para la cena. Medito so2re la forma en ue los guatemaltecos dicen Lno se preocupe no tenga pena. Jo siento tan cerca la pena, pero no siempre esto5 preocupada. 3a pena es m@s 2onita. A los veinte minutos aparece Tierna en mi dormitorio con una elegante ca;a transparente. 0entro =a5 una flor. CEs para usted Cparece eNcitada. C?Ku8 flor es 8sta. TiernaD HEs una preciosura )'s una orquídea, la >monja blanca=, nuestra flor nacional. Espero a que 6ierna se retire para abrir el sobre. 2e gusta la escritura negra sobre un papel rugoso ?olo as* he de irme3 ?!omo las flores que perecieron3 ?Nada quedar/ en mi nombre3 ?Nada de mi #ama aquí en la tierra3 CAl memos flores% al me nos canto +antos de >ueot*ingo 233 3a firma no va en el papel, $eo el nombre de *a$ier detr%s del sobre. ;na orquídea por una noc-e de amor. &l menos flores, al menos canto. Se cort) la lu4. Me acerco al tel8fono con temor de ue no funcione. (En Antigua siempre falla algo, o la lu4, o el agua, o el tel8fono Cme lo advirti) !ioletaC, pero :a2ía nunca ;urado se va todo ;unto.< para eso est@ or;a ue Tom8 el tel8fono. no =acerlo, llama, me comunica cu@ntos gramos =a su2ido eleste, u8 nueva gracia =a =ec=o 0iego 5 u8 notas se =a sacado en el colegio, cu@ntos milímetros de agua =an caído en ese invierno le;ano. Pero =o5 de2o =a2lar 5o. na sola cosa de2o decir. na sola. CAndr8s, nos estamos perdiendo. 6ue todo lo ue di;e. CSí Csilencio en la línea, su respiraci)n pesadaC. ?Es ese el costo de tu curaci)nD Cme pregunta mi marido, a miles de Bil)metros de mí. +o respondo. C?Est@s me;orD Cinsiste. CSí. C?rees ue puedes volverD CTengo miedo. Celeste 5 0iego te necesitan. Silencio otra ve4, confundido con unas voces le janas. )o quiero -ablar m%s )es $erdad, no es manipulaci/n no quiero -ablar. R -ablo de 3amela, de *a$ier, de &ntigua, del amor, de la $erdad, o no -ablo nada).
2am%, debiéramos $ol$er todos los aos.= "acinta, eleste 5 5o, tendidas en mi cama, vemos La no&icia rebelde en video. uando María 2ail) por primera ve4 con el capit@n, en su vestido celeste, entra or;a al dormitorio 5 me dice LMam@, uiero =a2lar contigo. Me levanto de mi somnolencia, de;ando los sue1os de canci)n en Sal42urgo para las ni1as. or;a se uedar@ a estudiar en este país. Kuiere entrar a la universidad en iudad de Guatemala la aruitectura. L?Ku8 me;or lugar, mam@, viviendo en AntiguaD Todo se repite, se devuelve en esta =istoria mía. +os ponemos de acuerdo en cosas pr%cticas. I>7o te da miedo su relaci/n con *acinta , Violeta? 7o los encuentras demas iado apegados?= >o, no me inspira ning8n temor, al contrario, se -acen un enorme bien uno al otro.= ( aparece su risa tra$ies a. >& $eces creo que terminar%n cas%ndose, *ose, +prep%rate 75o! una mesti"a=, fueron anoc-e sus 8ltimas palabras, su conclusi/n, >! mi madre ! mi abuela lo fueron. & tra$és de ellas, que me unen ! abrigan, recupero el -abla de las primeras -abitantes de estas tierras americanas.=J En un pequeo papel de rosas, de ésos que compr%bamos juntas en la librería de la
0as pistas del $erde me fueron depositadas desde el 0lanqui-ue al sur -asta Raaca al norte. &ntigua form/ el bosque.= Fue entonces que reparé en las letras bordadas en negro que emergían del final de la tela, esas letras que cono"co desde tiempos inmemoriales. 0eí '0 Z06C2R #R5;'. 244 245 9FA PF9 +9*S A nosotras, las otras, nos entregaron el pasado 5 los recuerdos. +os escatimaron el presente. :o5, por primera ve4, nos aceptan ser testigos del ac@. n tro4o de cielo se asom) por los ventanales del taller de !ioleta, a esa =ora el cielo de Antigua esta2a =ec=o de p@;aros. 6ue a esa =ora, terminada la fiesta del 2auti4o, ue cuatro mu;eres ingresaron con sigilo al santuario de la creaci)n. Misteriosamente desocupado, el 2astidor C por primera ve4 sin tela en 8lC se arrima a la muralla s)lo un enorme espacio vacío, de altos muros 5 piso fresco. A lo le;os, el sonido de alguna campana ue do2l) a esa misma =ora. 3a lu4 incierta vio a las cuatro mu;eres sentarse en el suelo so2re sus rodillas. J aunue =uidi4a esta lu4, alcan4) a mirarlas tom@ndose de las manos, formando el círculo. Se o5) la vo4 de una de ellas. ?9ra2aD J los espíritus Cau8llos, los tutelaresC parecieron traspasar los ventanales, col@ndose en el espacio ritual de la tarde, susurrando un c@ntico de cele2raci)n, de sanaci)n, a trav8s de sus nom2res olvidados. :asta ue nosotras, las otras, oímos las letanías. CSo5 !ioleta, madre de "acinta, =i;a de a5etana, nieta de arlota. CSo5 "osefa, madre de eleste, =i;a de Marta, nieta de Adriana. CSo5 "acinta, =i;a de !ioleta, nieta de a5etana, 2isnieta de arlota. CSo5 eleste, =i;a de "osefa, nieta de Marta, 2isnieta de Adriana. J comen4) la polifonía, el llamado de las voces confundi8ndose, entram@ndose, urdiendo entre ellas la alian4a. :asta ue se apag) la 7ltima, la primera, la ue repiti), perenni4ando el ge sto )5o! Violeta, -ija de
Fin de fiesta.= A Paula Serrano, por todo. A 'lisa
8lica Argentina. 248
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Serrano Marcela - Antigua Vida Mia